miércoles, 8 de marzo de 2017

La increíble historia del Coliseo: icono de la modernidad


Por primera vez el Coliseo, el monumento más visitado del mundo, se nos presenta en una gran exposición: Desde sus orígenes a la edad contemporánea, a través de sus descubrimientos, utensilios, modelos en escala, grabados, pinturas e instalaciones. Teniendo en cuenta que el Anfiteatro Flavio, construido en el siglo I d. C., siempre ha sido visto como un icono de la Roma imperial, uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana, el título de esta gran exposición no podía ser otro que «Coliseo. Un icono», abierta al público desde el miércoles 8 de marzo hasta el 7 de enero 2018.

Muchas han sido las transformaciones del Coliseo desde la época de los Césares hasta la actualidad en que el Anfiteatro se convierte casi en un icono pop. Siempre fue un lugar fabuloso. Esas ruinas, las mejor conservadas de la arquitectura romana, fascinaron siempre y fueron objeto de sueños y de fantasías de innumerables artistas, escritores o simples turistas, comenzando por el poeta romano de origen español, Marco Valerio Marcial, nacido en la Hispania Taraconensis, que saludó y cantó la inauguración del Coliseo en sus célebres epigramas.

Gladiadores, mito sempiterno
Marcial describe los fastuosos juegos inaugurales, que constituyeron un repertorio de maravillas, pero también contó los horrores y rarezas que se vieron en el Anfiteatro. Aparatos de todo tipo ofrecían al público llamativas sorpresas. Se buscaban el interés del publico con efectos especiales. Un tiempo el Coliseo se inundaba para acoger batallas navales, pero también había exhibiciones de bellas nadadoras que representaban las ninfas del mar. Los romanos llegaron a pensar en cubrir el anfiteatro con un gigantesco toldo, la misma solución que se proyecta hoy, entre muchas polémicas, para el anfiteatro de Verona, construido en el año 30 del siglo I. Además, estaban los combates de gladiadores, un mito sempiterno que se alimenta desde Marcial hasta Ridley Scott, aunque su película “Gladiator” está salpicada de imprecisiones históricas.

Los diferentes «trajes» del Coliseo

«El Coliseo ha tenido la capacidad de vestirse con trajes diferentes a lo largo de su historia», ha manifestado al presentar la exposición el arquitecto Francesco Prosperetti, superintendente especial para el Anfiteatro. En el año 523 se pone oficialmente la palabra fin a los juegos de gladiadores: El monumento cae poco a poco en continuo deterioro, aunque no se abandona. En la Edad Media en el anfiteatro hay actividad comercial y religiosa.

«Fue un lugar del que se extraían de forma indiscriminada todo tipo de materiales. Se convirtió en fortaleza, cantera e incluso hospital en el siglo XVI. En las gradas quedan las marcas de las familias nobles», explica una gran experta del Coliseo, la arqueóloga Rosella Rea, que añade: «De todo ha quedado huella. El Anfiteatro fue también residencia: Aquí vivieron familias enteras y llegó a tener tiendas, carnicerías… En el siglo XVII los botánicos descubrieron que contaban con un huerto con plantas exóticas».

El Coliseo, meta del Grand Tour
En el Renacimiento fascinó a los grandes arquitectos y pintores. En el siglo XVI el Coliseo, mítico lugar de martirio, es teatro del Vía Crucis, con recuerdo y homenaje a los mártires cristianos. En el siglo XVII es meta privilegiada de poetas, escritores y pintores que realizan lo que se denomina “Grand Tour”, viaje por Europa. Innumerables son los testimonios de personajes ilustres. Charles Dickens lo visita en el 1846 y lo describe como “el más impresionante, el más imponente, el más solemne, grandioso, majestuoso espectáculo que se pueda imaginar”. Lo admiran también Stendhal, Chateubriand, Mark Twain y Goethe, quien el 11 de noviembre de 1786 visita el Anfiteatro y queda impresionado: “Cuando se ha visto este monumento, todo lo demás resulta pequeño; es tan grande que su imagen no se puede contener toda en el espíritu”, anota Goethe en su “Viaje a Italia”, su gran obra autobiográfica. “Errando me quedé una noche en el claro de luna del Coliseo”, escribe el poeta ingles Lord Byron.

La arquitectura del Coliseo inspira también a muchos artistas: A Pieter Brueghel el Viejo, por ejemplo, le inspira la visión de su célebre pintura La torre de Babel. En la exposición se pueden ver planos y bocetos de artistas como Brueghel el Vejo, Andrea Palladio y Diego Velázquez.

Al igual que ocurre hoy, en los tiempos del Grand Tour el Coliseo era el monumento más visitado por todas las personas que viajaban a Italia.

El mito continúa

El fascismo utilizó también monumento como símbolo de la gloria imperial. Como ocurrió en la antigüedad, la retórica del Duce Mussolini quiso convertir el Coliseo en escenario ideológico del poder. En la posguerra, se comienza a construir un nuevo mito en torno al Anfiteatro Flavio, que es escenario de muchas películas. Lo visitan románticamente Gregory Peck y Audrey Hepburn en Vacaciones romanas. Entre sus arcos combate incluso Bruce Lee a golpe de kung-fu.

La inagotable historia del Coliseo, que ha alimentado una leyenda que evoca desde sus orígenes magnificencia y también crueldad, queda reconstruida en esta exposición, con un centenar de obras, incluyendo videos de obras maestras del cine, imágenes raras del archivo del Instituto Luce – Cinecittà. Se ha publicado también para esta ocasión el libro «The Coloseum book» y un catálogo especial, editado por Electa.

Recientemente restaurado, el Coliseo sigue proyectándose en el imaginario colectivo no solamente de los italianos: Su mito continúa y se extiende a todo el mundo. Casi siete millones y medio de turistas lo visitaron el pasado año. Viendo esta exposición, se puede concluir que el Coliseo no es solo un monumento del pasado, sino un icono pop de la modernidad.