lunes, 31 de julio de 2017

ABC:La ciudad perdida de Caraca resurge del olvido en Driebes


Desde el cerro de la Virgen de la Muela no se divisa ni un pueblo, ni una casa aislada, nada. Driebes, la localidad más cercana, se encuentra a unos seis kilómetros de carretil de piedras, polvo y matojos. En este paraje olvidado de Guadalajara hoy solo quedan en pie las ruinas de la antigua ermita que da nombre al lugar, en medio de un extenso campo de cereal recién cosechado. En otro tiempo, sin embargo, aquí se levantaba la ciudad de Caraca, una importante urbe de la Hispania romana a la que acudían las gentes del entorno para ir al mercado, al foro o al templo. La empinada cuesta que baja hasta el Tajo era entonces un transitado tramo de la calzada romana que conducía a Cartago Nova (Cartagena).

«Donde ahora pisamos debía de estar el foro», indica el arqueólogo Emilio Gamo, mientras muestra el plano con los resultados del georradar y drones que sirvieron en febrero para anunciar el descubrimiento de esta ciudad perdida que citaron Plutarco o Ptolomeo, equidistante de Complutum (Alcalá de Henares) y Segóbriga (Saelices, Cuenca), según el Anónimo de Rávena.

Se la había situado anteriormente en lugares como Almoguera o Tarancón, pero el hallazgo en 1945 de un tesorillo de plata de unos 14 kilos durante la construcción del canal de Estremera hizo sospechar de la existencia de un yacimiento en Driebes. Los profesores Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal defendieron en los años 80 que se trataba de la ciudad romana de Caraca, pero hasta ahora nunca se había excavado en este lugar.

El georradar reveló que ante la ermita se extendía antiguamente un espacio diáfano, rodeado por una columnata a modo de pórtico. De ratificarse la existencia allí de un foro, como estos datos sugieren, se habrá dado con la primera ciudad romana de la que se tiene constancia en la provincia de Guadalajara.

Las excavaciones que se están llevando a cabo desde el 17 de julio vienen a confirmar el diagnóstico al que llegaron los arqueólogos. «Empezamos a constatar estructuras y una serie de materiales que ratifican los resultados que dio el georradar en la campaña precedente», subraya Javier Fernández Ortea, coodirector del proyecto junto con Gamo.

En las dos catas abiertas, ya se aprecian con claridad algunos muros de antiguas edificaciones públicas romanas, aunque aún es pronto para poder identificarlas como parte del foro y para datar la época en que éste fue erigido, un dato clave para saber cuándo esta población fue promocionada jurídicamente como ciudad romana.

Hay una tercera cata señalada, en el cruce del cardo y el decumano, las dos coordenadas que vertebraban toda urbe romana. Allí el georradar indica que podría conservarse un empedrado con un sistema de alcantarillado. Si es así, servirá para verificar hasta qué nivel de desarrollo llegó Caraca.

Con estas primeras intervenciones quirúrgicas, el equipo interdisciplinar que dirigen Gamo Pazos y Fernández Ortea pretende registrar la estratigrafía de la ciudad y conocer así la evolución histórica de este lugar que se cree que estuvo habitado desde comienzos del primer milenio antes de Cristo y fue un «oppidum», un asentamiento carpetano antes de la romanización.

Una ciudad de 1.800 habitantes
La ciudad, de unas 8 hectáreas en el perímetro que creen que pudo estar amurallado y otras cuatro de zona anexa, se abastecía de agua a través de un acueducto de tres kilómetros del que quedan unos 130 metros, según han podido comprobar los arqueólogos en las proximidades del cerro de la Virgen de la Muela. Calculan que llevaba 1,3 litros por segundo, lo que les lleva a pensar en una población de entre 1.500 y 1.800 habitantes.

Bajo el sol de justicia que cae sobre el yacimiento, Javier Fernández comenta que en época romana el clima era más húmedo y había más vegetación. «Posiblemente era un lugar más habitable y había más densidad de población en esta zona hace 2.000 años que ahora», dice.

La ciudad contó con templos, que estarían ubicados bajo la actual ermita derruida, con posibles termas y con un macellum (mercado) donde acudían los campesinos y artesanos de los alrededores para comprar y vender. «Debió de ser una ciudad como Valeria o Ercávica», apunta Gamo haciendo referencia a dos yacimientos romanos de Cuenca.

El arqueólogo de la UNED explica que por su posición estratégica sobre la vera del Tajo y la presencia de atochas en la zona, creen que se dedicaba a la explotación del esparto, tan apreciado en la época por su uso para confeccionar cabos para la navegación o la minería, o para usos cotidianos (calzado, cestas...).

Caraca se destacó también por la exportación del lapis specularis o espejuelo, un yeso traslúcido y brillante que los romanos utilizaron en sus ventanas antes del vidrio. «Quizá el declive del uso del lapis specularis tuvo relación con el abandono de Caraca en el siglo II d.C.», sugiere el arqueólogo Saúl Martín.

Un CSI arqueológico
Los peones que ayudan en la excavación acaban de encontrar un fragmento de interés y requieren el examen de Gamo, que explica: «Esto es como en CSI, investigamos cada pieza, cada detalle, solo que no es una escena de un crimen».

Excavar en un yacimiento virgen como el de Caraca permite estudiarlo desde cero, documentando de forma exhaustiva cada hallazgo, con el apoyo de modernos métodos como el sistema de información geográfica del Instituto Geográfico Nacional o los sistemas de información geocientífica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). El equipo multidisciplinar cuenta con la ayuda de especialistas en inscripciones latinas, expertos en gestión del patrimonio y especialistas del IGME, así como con la financiación de la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes, la Asociación de Mujeres de Brea de Tajoy y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara.

Los arqueólogos confían que Caraca arroje luz sobre un periodo histórico aún en parte desconocido. Es «otra tesela más en ese mosaico tan complejo de la romanización en el interior peninsular», subraya Fernández Ortea.

Hasta el 17 de agosto removerán la tierra en busca de cuanta información logren obtener, pero parte de Caraca siempre ha estado ahí, a la vista de cualquiera. En la construcción de la ermita de la Virgen de la Muela en el siglo XVI se reutilizaron fustes de columna que aún permanecen encajados en las paredes, uno incluso numerado con un cinco romano.

En las laderas del cerro, es fácil ver grandes piedras que formaron parte de edificios públicos de relevancia. Los agricultores las fueron arrojando a un lado cada vez que daban con alguna que les impedía arar el campo. No es ésa una buena tierra para cultivar. Allí donde antes se empedró una calle o se levantó una vivienda no crece igual el cereal.

El cerro de la Virgen de la Muela donde el pastor Mariano Vadillo jugaba solo en su niñez con aquellas piedras y trozos cerámicos de los que desconocía su origen, acapara ahora el interés de lugareños y curiosos, tanto que la Guardia Civil patrulla a menudo por los alrededores, no sea que una porción de la Hispania romana acabe olvidado en la vitrina de algún desaprensivo sin revelar sus secretos.

El tesoro escondido a finales del s. III a.C.

Durante la construcción del canal de Estremera en 1945 se descubrió en un talud del cerro de la Virgen de la Muela un tesorillo de plata de más de 13 kilos en forma de tortas, lingotes y fragmentos de adornos (torques, brazaletes, varillas, sortijas y fíbulas) que actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional. Son piezas de cultura carpetana, datadas entre los siglos IV y III antes de Cristo o principios del II a.C. «El peso de las tortas, entre 448 y 455 gramos y sus particiones indican que utilizaban un sistema metrológio estandarizado, similar al de Cancho Roano», se indica en la vitrina que contiene las piezas halladas en Driebes. Los fragmentos completarían el valor de su peso en una transacción comercial. Las monedas constituyen solo una pequeña parte del tesoro y en su mayoría están partidas, pues se usaron como pequeños lingotes. Algunas proceden de Cartago y por su datación se ha podido fechar cuándo se ocultó el tesoro, ya que las más modernas fueron acuñadas a finales del siglo III a.C.

La pieza más relevante del tesoro es una fíbula que debió de ser emblema de un personaje de la aristocracia. Muestra un personaje con casco y torques en el pie y una escena simétrica de un felino que devora una cabeza humana en el puente. Ésta representaría a un jefe guerrero que al ser comido por el león se convierte en héroe. Cuando se descubrió, el arqueólogo Julián San Valero Aparisi la llamó «Fíbula de Hércules», creyendo que la imagen del puente representaba al héroe griego vestido con la piel del león de Nemea.

domingo, 30 de julio de 2017

ABC:La tumba del «príncipe» de los gladiadores


La sorpresa ha sido mayúscula, maravillosa. «Es el descubrimiento más importante de los últimos decenios en Pompeya. Y además ha sido casual». No tiene ninguna duda el arqueólogo Massimo Osanna, el superintendente de la antigua ciudad romana, destruida por el Vesubio en el 79 d.C. Se trata de una tumba monumental de mármol, espectacular, una de las más largas inscripciones que se hayan encontrado: 4 metros en 7 líneas (el epitafio en verso dedicado a Alia Potestad tiene más palabras, pero es más pequeño en dimensión).

La tumba ha sido descubierta casualmente en el curso de los trabajos para la reestructuración de los edificios del área de San Paolino, cerca de la llamada Puerta de Estabia, una de las entradas de la ciudad. Impresionan también los surcos dejados por carros sobre las cenizas y escoria que arrojaba el volcán, una señal evidente de pompeyanos que huían en busca de seguridad ante la erupción del Vesubio.

Muerto un año antes de la tragedia de Pompeya, se trata muy probablemente de Gneo Alleo Nigidio Maio, uno de los pompeyanos más notables de la ciudad, al que la gente llamaba «príncipe», en señal de gratitud por los fabulosos espectáculos que organizaba con centenares de gladiadores (hay una referencia en la inscripción a 416 gladiadores), lo que constituye algo extraordinario. En el anfiteatro de Pompeya, datado en el 70 antes de Cristo, el más antiguo entre los que se conservan completamente, podían asistir 20.000 personas a los espectáculos. Los pompeyanos entraban gratuitamente mostrando una especie de tarjeta. Los hombres mas poderosos de la ciudad y los políticos locales, para su promoción y ganar votos, ofrecían de forma periódica espectáculos. Y Gneo Alleo Nigidio Maio fue sin duda uno de los pompeyanos más conocidos, porque sus espectáculos eran especialmente llamativos. «Viva Maio, príncipe de la colonia», se leía en una inscripción. Nigidio Maio era hijo de un liberto, un esclavo al que se le concedió la libertad, con relación de amistad con Nerón, emperador entre octubre del 54 y junio del 68 d. C.

La toga viril
No existe la confirmación matemática de que se trate de Alleo Nigidio, porque se ha perdido el nombre del difunto, que no aparece en la inscripción, pero sí se detallan las etapas fundamentales de su vida, como la boda o la adquisición de la toga viril, que en la antigua Roma tenía una gran significación porque esa indumentaria otorgaba ciertos derechos. El superintendente, Massimo Osanna, da como muy probable que el difunto sea el empresario Gneo Alleo, tras estudiar la inscripción, que contiene también el elogio del llamado «príncipe»: «Se recuerdan acciones y actividades realizadas con ocasión de momentos importantes de la biografía del difunto. Con motivo de su boda o adquisición de la toga se organizaron grandes banquetes con miles de pompeyanos», afirma el arqueólogo Osanna.

El descubrimiento de la tumba arroja nueva luz sobre la vida política y pública de Pompeya. Incluso la historiadora de Roma, Mary Beard, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, se ha hecho eco de la noticia, destacando que «un espectáculo con 416 gladiadores es mucho más de cuanto sabemos hasta ahora de Pompeya, y mucho más de lo que habíamos imaginado hasta ahora».

En definitiva, el descubrimiento de la tumba del «príncipe» pone de manifiesto que Pompeya sigue dando sorpresas muy importantes. Por ello, el superintendente Osanna ha puesto en marcha un nuevo programa de excavaciones, en el que se han implicado universidades e institutos de investigación de todo el mundo. Cabe esperar aún, por tanto, el descubrimiento de nuevos tesoros.

sábado, 29 de julio de 2017

National Geographic:Excavan una tumba monumental en Pompeya


Una tumba monumental de mármol, de un influyente personaje pompeyano, ha sido excavada cerca de Porta Stabia, uno de los accesos a la antigua ciudad de Pompeya, según informó el miércoles el Parque Arqueológico de Pompeya. La tumba monumental, construida poco antes de la violenta erupción del Vesubio en el año 79 d.C., conserva una inscripción funeraria de más de cuatro metros de largo y siete líneas, la más extensa que se ha descubierto hasta ahora en Pompeya. El epígrafe no incluye el nombre del difunto, pero sí sus res gestae o empresas realizadas en vida: adquisición de la toga viril (el paso de la infancia a la adolescencia), casamiento, banquetes públicos, donaciones de dinero, organización de combates de gladiadores y con bestias feroces.

El epígrafe corrobora ciertos eventos de la historia pompeyana, por ejemplo un episodio famoso narrado por Tácito, que ocurrió en Pompeya en el 59 d.C., "cuando durante un combate de gladiadores en el anfiteatro se desencadenó una pelea que degeneró en una lucha armada", según explica Massimo Osanna, el director general de Parque Arqueológico de Pompeya. La trifulca llegó a oídos del emperador Nerón y, tras las pertinentes indagaciones por parte de las autoridades, a los pompeyanos se les prohibió organizar juegos de gladiadores durante diez años. La tipología del sepulcro y el contenido del epígrafe respaldan la hipótesis según la cual el monumento lo completaba un famoso bajorrelieve marmóreo (con escenas de procesiones, combates de gladiadores y venationes) que se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Por otro lado, Osanna sostiene que el difunto podría estar relacionado con la familia de M. Alleius Minius, cuya tumba, semicircular y más antigua, está ubicada en el mismo lado que la tumba monumental recientemente descubierta. "Cn. Alleius Nigidius Maius, uno de los personajes más destacados de la época neroniana-flavia, perteneció a la familia de los Alleii", afirma Osanna. La tumba pudo ser construida para este Nigidius, "el más conocido de los empresarios de espectáculos de gladiadores de la ciudad".

viernes, 28 de julio de 2017

ABC:Los misteriosos huesos negros de Set


Los antiguos egipcios recogían fósiles de animales extintos que veneraban como reliquias sagradas de Set, dios de la oscuridad y del caos, y que colocaban, envueltos en lino, en las tumbas. A partir de los años 1300 y 1200 antes de Cristo, cerca de tres toneladas de pesados fósiles negros, pulidos por la arena de los ríos, fueron llevados a santuarios en el Nilo, según relató Adrienne Mayor, historiadora de la Universidad de Stanford, en la web «Wonders & Marbels».

En 1922, los arqueólogos Guy Brunton y Flinders Petrie, descubrieron toneladas de huesos fósiles de color negro apilados en los santuarios de Qau el-Kebir y Matmar. El hallazgo de estos fósiles era una evidencia de que los egipcios los veneraban como reliquias sagradas de Set, a juicio de la autora de «El secreto de las ánforas». Esta deidad egipcia se asoció a menudo con el hipopótamo, de ahí que muchos de los fósiles pertenecieran a estos animales, pero también se encontraron restos de cocodrilos extintos, jabalíes, caballos, antílopes gigantes y búfalos.

Cuatro años después, el geólogo KS Sandford exploró 500 millas alrededor del santuario de Qau en busca del origen de «esta extraña colección de animales», aunque sin éxito. Los fósiles «parecen ser de la era Plioceno-Pleistoceno», señala Mayor. Los estudios continuaron y en 1927, el arqueólogo Guy Brunton escribió que las toneladas de fósiles serían «objeto de una memoria especial». Prometió en 1930 un libro dedicado a estos fósiles, pero aquello fue lo último que se supo sobre los huesos negros de Set. Los fósiles fueron olvidados por la comunidad científica hasta que en 1998, Adrienne Mayor se puso en contacto con el paleontólogo Andrew Currant, conservador de Mamíferos Cuaternarios en el Museo de Historia Natural de Londres, para saber si había registros de los fósiles descubiertos por Brunton y Petrie.

Cajas olvidadas durante años
Una gran «colección indocumentada» de fósiles de Qau había sido almacenada en un almacén en Wandsworth, respondió Currant. Aún permanecían en las cajas originales que Brunton y Petrie enviaron desde Egipto. «Los fósiles reunidos por los antiguos egipcios hace más de 3.000 años languidecen en cajas sin abrir en Londres desde 1920», denunciaba la historiadora de Stanford, que consideraba que éstos merecían un estudio científico de paleontólogos y egiptólogos.

Así lo remarcó en su libro «Los primeros cazadores de fósiles» (2000), donde Mayor describió algunos fósiles de Qau descubiertos por el arqueólogo David Reese en 1999 envueltos en lino. Reese trató en vano de convencer al Museo de Historia Nacional de que abriera sus cajas de fósiles y se enteró de que una colección de antiguos textiles egipcios del Museo Petrie había pasado a manos del Bolton Museum de Manchester.

Las etiquetas escritas por Petrie para identificar la procedencia de algunos de los textiles que habían ido a parar al Bolton Museum confirmaron que algunos de estos textiles envolvían fósiles descubiertos en Qau en 1923.

El egiptólogo Tom Hardwick y el geólogo David Craven iniciaron una investigación en el Bolton en 2007 para determinar la identidad de los huesos. Plantearon un concurso, con un premio para quien adivinara qué tipo de fósil estaba dentro de cada uno de los paquetes. Se descubrió el escafoides de un antílope o un ñu gigante extinto, según el relato de Mayor.

Otra caja fue examinada con tomografía computerizada de rayos X en 2014 en el Museo de Bolton y dos años después, la Sociedad de Exploración de Egipto concedió una beca a Pip Brewer (Museo de Historia Natural, Londres) y Diane Johnson (Open University) para finalmente examinar las viejas y polvorientas cajas que Reese y Mayor localizaron 16 años antes.

«Por fin, parece que el análisis científico moderno determinará los orígenes, las especies y las fechas de los misteriosos huesos negros de Set reunidos por los antiguos egipcios», se mostraba esperanzada la historiadora de Stanford.

jueves, 27 de julio de 2017

National Geographic:Hallan evidencias de la destrucción de Jerusalén por el ejército babilónico


La Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) ha encontrado evidencias de la destrucción de Jerusalén por el ejército babilónico en el Parque Nacional Murallas de Jerusalén, situado cerca de las murallas de la ciudad vieja de Jerusalén. Las excavaciones arqueológicas, que se han desarrollado en la ladera este de Jerusalén, han sacado a la luz unas estructuras de más de 2.600 años de antigüedad que estaban cubiertas por capas de piedras que se derrumbaron en su día, según acaba de informar la IAA. Los arqueólogos han encontrado madera carbonizada, pepitas de uva, cerámica, escamas de pescado, huesos y otros objetos excepcionales.

Los restos hallados reflejan "la opulencia y el carácter de la ciudad de Jerusalén, la capital del Reino de Judá, y son una prueba fascinante de la destrucción de la ciudad a manos de los babilonios", expresa la Autoridad de Antigüedades de Israel. Docenas de jarras para almacenar grano y líquidos han sido excavadas, varias de ellas con sellos en las asas que representan una roseta, una rosa con sus pétalos abiertos. También ha aparecido un objeto ornamental: una figurilla de marfil que representa a una mujer desnuda, con un peinado o peluca de estilo egipcio. "Los hallazgos realizados durante las excavaciones demuestran que, antes de la destrucción, Jerusalén se extendía más allá de la línea de su muralla", destacan Ortal Chalaf y Joe Uziel, los directores de la excavación.

miércoles, 26 de julio de 2017

National Geographic:Descubierta la tumba de un maestro orfebre en una isla del río Nilo


Una tumba previamente desconocida, del 1450 a.C. aproximadamente, ha sido descubierta en Sai, una isla situada en el río Nilo y en el norte de Sudán, la antigua Nubia. La denominada Tumba 26, parcialmente intacta, consta de numerosas cámaras que contenían los restos de al menos 25 individuos, entre ellos 15 adultos y varios niños, algunos enterrados en ataúdes de madera. El hallazgo más apasionante, según revela la Universidad de Múnich, es una estatuilla de piedra (un shabti) con el nombre del difunto: Khnummose, un maestro orfebre. La tumba probablemente fue construida para él y también contenía los restos de sus familiares, probablemente relacionados con una de las actividades principales de la ciudad: la minería y el tratamiento del oro.

Durante el reinado de Tutmosis III, uno de los monarcas más importantes de la civilización faraónica, se construyó una ciudad fortificada en la isla de Sai para asegurar la región recién conquistada y "para que fuera un símbolo inconfundible de la dominación egipcia del territorio", dice la egiptóloga Julia Budka, de la Universidad de Múnich, quien ha dirigido las excavaciones en la isla. Budka investiga cómo fue la llegada de los primeros administradores egipcios a Sai tras la conquista final del reino africano de Kerma por Tutmosis III. Estos primeros colonizadores venían del norte de Nubia, el reino que suministraba oro y otros recursos valiosos del África subsahariana al estado egipcio. El asentamiento en la isla de Sai existió desde el 1500 hasta el 1200 a.C., hasta finales de la dinastía XVIII aproximadamente. "A partir de entonces, el estado egipcio invirtió cada vez menos en la ciudad y un nuevo asentamiento se construyó en Amara Occidental, que pronto asumió sus funciones", dice Budka.

martes, 25 de julio de 2017

ABC:Descubren un gran sepulcro faraónico en una zona de construcción de viviendas en Egipto


El Egipto moderno se asienta sobre los restos de arqueológicos de civilizaciones de miles de años, cubiertos de arena y tierra: fragmentos de un enorme coloso fueron descubiertos entre la basura y el barro de un suburbio cairota, mientras que en Luxor las casas rurales se construyeron sobre necrópolis. Esta vez, un gran sepulcro de piedra de época faraónica ha sido hallado durante los trabajos de prospección para la ampliación de una vivienda en la provincia de Al Sharquiya, en el noreste de Egipto, según ha informado el Ministerio de Antigüedades egipcio.

Se trata de un sepulcro de piedra con un peso aproximado de 65 toneladas, tallado en un único bloque y apoyado sobre una base de losas también de piedra, lo que puede indicar que «fue tallado en una montaña, luego trasladado durante la época faraónica a su lugar actual», según ha detallado el director de los trabajos de Restauración, Garib Sonbul.

En el interior del pesado bloque se ha encontrado un ataúd de un material que «podría ser basalto o diorita», adornado con los restos de un texto jeroglífico que podría ofrecer más pistas sobre la época o para quién estaba destinado. Una vez desenterrado, el sepulcro ha sido trasladado a los almacenes del museo provincial para su estudio y conservación.

Según ha detallado el director del Departamento de Antigüedades, Ayman Ashmaui, el sepulcro ya había sido descubierto en los años cincuenta por el arqueólogo británico Flinders Petrie. El hallazgo fue desestimado y pronto quedó enterrado de nuevo, hasta su redescubrimiento un equipo de arqueólogos egipcios. Los egiptólogos estudiaron el terreno a petición de un vecino de la ciudad moderna de Al Husayniya, que pretendía ampliar su vivienda adyacente al lugar donde se encontró el sepulcro.

lunes, 24 de julio de 2017

La exhumación del anfiteatro de Porcuna revela que es "uno de los coliseos romanos más importantes de España"


Según informa el Ayuntamiento de Porcuna en una nota, por su dimensión, superior a la de un campo de fútbol, implica que tenía capacidad para más de 10.000 espectadores, de forma que el anfiteatro de la entonces romana Obulco es uno de los principales monumentos de su etapa histórica construidos en la Península Ibérica. Los trabajos iniciales han propiciado que emerjan muros de gran envergadura en tan perfecto estado de conservación que el resultado ha sorprendido al impulsor del proyecto, el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno. El regidor ha admitido que la apuesta municipal ha dado un fruto impensable, pues se "sabía que el hallazgo era importante y por eso se invirtió en él, pero lo cierto es que lo que se ha descubierto sobrepasa las expectativas más optimistas". Moreno ha explicado que a pesar de que la excavación acaba de comenzar, ya han sido desenterrados los pilares de la fachada meridional, con un vano cegado de época, que muestran una sólida sillería de enormes bloques, ciclópea y almohadillada. Para el director de la excavación arqueológica, Rafael Saco, las perspectivas son excelentes por la magnífica conservación de los muros exhumados, de casi tres metros de altura, sin bien admite que otras zonas están más alteradas. En ese aspecto, su buen estado se deriva de los grandes derrumbes de estructuras con una altura de diez metros, ya que protegió a los sillares de los frecuentes saqueos que se llevaban a cabo en otras épocas para utilizar las piedras en diversas construcciones. El anfiteatro de Porcuna, que se encuentra bajo calles y viviendas, casi rozaba la superficie. De hecho, los arqueólogos apenas habían excavado medio metro en el subsuelo cuando surgió el coliseo, cuya magnitud es coherente con la de la antigua ciudad de Obulco, sobre la que se asienta Porcuna. Tal y como indican los arqueólogos, la superficie de Obulco era mayor que la de la Córdoba romana, de ahí la presencia de los numerosos vestigios arquitectónicos romanos que jalonan el municipio, como las cisterna de la Calderona, los recintos fortificados del Comendador y Jabonero y las fachadas de las casas nobles del sector de San Benito. La obra cuenta con la autorización de la Junta de Andalucía, una de cuyas inspectoras ha visitado recientemente la zona en la que ha surgido el anfiteatro. Precisamente, Moreno planteará a la administración autonómica, y también a la central, que respalden financieramente el proyecto para que Andalucía cuente con un monumento de la época romana a la altura de los anfiteatros de Mérida, Tarragona y Sagunto. El alcalde porcunense está convencido de que el coliseo apuntalará el atractivo turístico del resto de los yacimientos del municipio, lo que, al propiciar un incremento de visitantes, lo convertirá en un "importante recurso económico para la población".

viernes, 21 de julio de 2017

ABC:Zahi Hawass halla una nueva tumba en el Valle de los Reyes


El egiptólogo Zahi Hawass y su equipo creen haber encontrado en el Valle de los Reyes una nueva tumba que podría pertenecer a Anjesenamón, hija de Akenatón y Nefertiti y esposa de Tutankamón.

Cerca de la tumba del faraón Ay, Hawass encontró cuatro depósitos de fundación que apuntan a la existencia de una tumba hasta ahora desconocida. Es un indicio claro, porque los antiguos egipcios solían hacer cuatro o cinco de estos escondites o agujeros en el suelo que llenaban de objetos votivos, antes de comenzar a construir una tumba.

«Estamos seguros de que hay una tumba allí, pero no sabemos a quién pertenece», señaló el arqueólogo a Live Science en un correo electrónico.

El mapeo tridimensional de la zona realizado entre febrero y mayo bajo la dirección de Gianfranco Morelli con una técnica geofísica de resistividad eléctrica de positrones ERT también reveló anomalías conductoras en la roca donde Hawass ha identificado los depósitos de fundación, según indicó en una entrevista a National Geographic Italia el director de documentales Brando Quicili, coautor junto a Hawass del libro «Enigma Nefertiti».

«El radar detectó una subestructura que podría ser la entrada de una tumba», añadió Hawass.

El famoso egiptólogo, que fue ministro de Antigüedades en el país de los faraones, cree que la tumba podría pertenecer a la joven esposa de Tutankamón que, al quedar viuda en el año 1327 a.C., contrajo de nuevo matrimonio con su abuelo Ay.

La cercanía de esta nueva tumba con la de Ay refuerza esa idea, aunque habrá que esperar a las futuras excavaciones que Hawass dirigirá en el Valle de los Reyes.

La momia de la KV21
A Anjesenamón (o Ankhesenamun) se le ha relacionado con una de las momias reales aún sin identificar de la tumba KV21 que descansan en el Museo Egipcio de El Cairo. El propio Hawass señaló a ABC el año pasado que las pruebas preliminares de ADN apuntaban a que una de ellas, sin cabeza, podría ser la esposa de Tutankamón. Según el célebre arqueólogo, la otra momia sería la de la hermosa Nefertiti, que Nicholas Reeves cree oculta en una cámara tras las paredes de la tumba de Tutankamón.

Quicili subraya, sin embargo, que los análisis de ADN de las dos momias encontradas en la KV21 son «bastante problemáticos» debido a su deficiente estado de conservación. También subraya que con frecuencia las momias se ocultaban en otra tumba para salvarlas de saqueadores.

La tumba recién encontrada está «sin tocar», añade. Qué albergará su interior es un misterio aún por descubrir.

jueves, 20 de julio de 2017

ABC:El arte contemporáneo llega a la colina del Palatino


El arte contemporáneo se confronta con el pasado de la antigua Roma y sus restos arqueológicos en uno de los escenarios más sugestivos de la ciudad eterna: la colina del Palatino, lugar mítico romano, entre los arcos del palacio de Septimio Severo, emperador desde el 193 al 211, y la explanada del estadio palatino. Aquí se inauguró ayer la exposición titulada «Desde Duchamp a Cattelan – Arte contemporáneo en el Palatino», que presenta un centenar de obras: Grandes instalaciones, esculturas, pinturas y fotografías de artistas de 25 países.

Sobre algunas hierbas que crecen en el estadio, se han erigido dos grandes instalaciones: En el lado septentrional está «After love» (2003), una caseta creada por el dúo artístico italiano Vedovamazzei, y que se ha convertido en la obra símbolo de esta exposición. Se trata de una reproducción de la caseta de Buster Keaton en la película «Una semana» (1920), un cortometraje y comedia que critica la sociedad de consumo en sus albores. En el centro del estadio aparece la instalación «Los ojos de Segantini» (2008), de Luca Vitone: Una copia fiel del quiosco de madera con planta circular de los Alpes pintado por el artista trentino Segantini en el siglo XIX, quien recreó las cumbres alpinas. Completa el trío la instalación denominada «Lugar de concentración multiconfesional y laico» de Michelangelo Pistoletto.

El comisario de la exposición, Alberto Fiz, crítico de arte, considera que el desafío de la mostra es «buscar una clave de lectura, además de colocar las obras en un ambiente sugestivo». Así, el diálogo de lo antiguo con lo contemporáneo, entre las majestuosas arquitecturas de los palacios imperiales del Palatino confrontadas con obras modernas, permite a los visitantes interrogarse sobre el sentido del tiempo y de la permanencia. Por otro lado, el felpudo espejo de Maurizio Cattalan, uno de los artistas italianos más cotizados, ofrecerá a quien lo pisa un inédito punto de vista. Hará reflexionar también la fotografía de una actuación de Marina Abramovic en el 2001 en el hospital psiquiátrico de Volterra. La obra de Thorsten Kirkoff -cajas de fruta y sacos de yute estampados con imágenes de inmigrantes- da pie a pensar en la condición humana.

Hasta el día 29 de octubre se podrá visitar esta exposición de arte moderno en diálogo con el pasado, que invita a las reflexiones sobre la memoria. La «invasión» de arte contemporáneo, que sirve también para homenajear y reavivar la historia de un lugar mítico, quizás sirva especialmente a quienes viven diariamente la realidad romana, a la vista del comentario de unos turistas americanos al contemplar la exposición: «Nosotros hemos venido aquí por las ruinas…»

miércoles, 19 de julio de 2017

National Geographic:Hallan nuevos mosaicos de temática bíblica en una antigua sinagoga de Israel



La reciente campaña arqueológica en una sinagoga de época romana tardía situada en Huqoq, un antiguo asentamiento judío al norte de Israel, ha sacado a la luz unos nuevos y espectaculares mosaicos que proporcionan información sobre la vida diaria en el siglo V d.C., según informó el jueves la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. La séptima campaña arqueológica, dirigida por Jodi Magness, se ha focalizado en la parte sur de la nave principal, donde han sido descubiertos tres nuevos paneles.

Un medallón en el centro del panel situado más al norte muestra a Helios, el dios grecorromano del Sol, en una cuadriga (un carro tirado por cuatro caballos) y rodeado de personificaciones de los meses y signos del zodiaco, contenidas en un marco cuadrado con personificaciones de las cuatro estaciones en las esquinas. El segundo panel representa la historia bíblica de Jonás y la ballena (un pez muy grande se tragó al profeta, que permaneció orando en su vientre durante tres días y tres noches) con una particularidad: las piernas de Jonás aparecen colgando de la boca del gran pez, que a su vez está siendo tragado por otro pez más grande y, este último, por otro aún más grande. Es la primera vez que se descubre la historia de Jonás decorando un mosaico de una antigua sinagoga de Israel. El tercer panel contiene una escena detallada de unos hombres construyendo una torre de piedra, que podría ser la mítica Torre de Babel.

"Una de las características distintivas de los mosaicos de Huqoq es la incorporación de numerosos elementos clásicos grecorromanos como los putti (personificaciones aladas de las estaciones) y, en la escena de Jonás, las harpías (grandes pájaros con cabezas y torsos femeninos, que eran personificaciones de la naturaleza destructiva del viento)", dice Magness. "Los mosaicos proporcionan una gran cantidad de información sobre la antigua vida diaria, por ejemplo las técnicas constructivas que aparecen en la escena de la Torre de Babel, descubierta este verano", concluye. Las excavaciones del proyecto Huqoq, financiado por National Geographic, proseguirán en el verano de 2018.

martes, 18 de julio de 2017

ABC:«Emociones», la nueva exposición del Museo de la Acrópolis


El lunes por la noche la Ministra de Cultura y Deportes griega Lidía Koniórdo inauguró la exposición «Emociones» en el Museo de la Acrópolis, acompañada del director del Museo, arqueólogo Dimitris Patermalis.

La exposición reúne 129 obras de arte, desde grandes esculturas de mármol y vasos, cráteras y otras vasijas espectaculares hasta pequeñas monedas, todas ellas creadas entre el siglo VII y el II a.C., mostrando una gama de emociones reflejadas en mortales, héroes y dioses de la Antigüedad griega. Se exhiben en un espacio situado en la parte inferior el Museo de la Acrópolis, a trescientos metros a vuelo de pájaro del propio conjunto monumental de Atenas, con un trayecto cíclico en cuyo centro se encuentran dos importantes esculturas con fondo granate: la del Amor, el dios Eros, esculpido en mármol en el s.II, copia de la obra del escultor Lisípo y proveniente del Museo del Louvre de Paris, junto con la escultura del Deseo, otra copia en mármol del s.II de una obra del escultor Escopas, proveniente de los Museos Capitolinos. En contraste a estas dos obras principales que reflejan emociones positivas se encuentra una obra trágica, el Sacrificio de Ifigenia, una tabla proveniente de la Casa del Poeta de Pompeya. Muestra como Ifigenia es llevada al altar donde será sacrificada mientras su padre, lleno de desesperación y culpabilidad, esconde la cara con su toga.
La mayoría de las obras provienen de distintos museos griegos, un total de veintidós, comenzando por el Museo Arqueológico Nacional de Atenas y otros importantes extranjeros como los Museos del Vaticano y los Museos Capitolinos de Roma, el Museo Arqueológico de Napoles, el Louvre de Paris, el British Museum de Londres, la Gliptoteca de Munich, el Museo de Antigüedades y Colección Ludwig de Basilea y el Museo Metropolitano de Nueva York.

Emociones públicas y privadas
La exposición comienza con un grupo de emociones desarrolladas en el ámbito privado de la familia y las residencias privadas: ejemplos de amor, de amistad, de alegría, otras descubriendo un ambiente festivo. Esculturas y relieves mostrando escenas de amor maternal y filial, de amistad y ternura, de juego de niños, grandes banquetes y celebraciones. También se pueden estudiar las emociones desarrolladas en el ámbito público: muestras de agradecimiento a los dioses y a los oráculos, especialmente a los de Delfos y Dononis. Pero también hay vitrinas con muestras de odio o de rechazo, como los trozos de cerámica parecidos a las conchas que en griego clásico se denominaban «ostraca», en la que los ciudadanos libres escribían el nombre del político al que querían desterrar de su ciudad estado (de ahí la palabra ostracismo). Y aun más interesante e inquietante, unas tabletas grabadas en metal con injurias y maldiciones varias, mostrando la envidia, el odio y la soberbia de personas contra sus enemigos.

El espectador puede estudiar también obras que reflejan la adoración e invocación de los mortales a sus dioses, con múltiples ejemplos de ex votos, pequeños altares, así como el complejo arte funerario, tanto para los mortales como los héroes. Las más cercanas son las estelas funerarias dedicadas a los niños fallecidos, encargadas por sus padres en las que aparecen rodados de sus juguetes y sus animales favoritos. La exposición continua con muestras de pasión, que incluyen a los raptos amorosos, como el descrito en un jarrón denominado hidria: el rapto de la bella Oreithyia, hija del Rey Erecteio de Atenas, por Voreas, dios del Viento del Norte, que se había enamorado locamente de ella contra los deseos de su padre. El dios aparece fuerte y protector mientras que la hija del rey muestra coquetamente su hombro desnudo y no parece muy asustada. Y esta exposición también recoge muestras de actos de violencia, cuando las emociones llevan a una pérdida de control, a la tragedia y al drama. Un ejemplo es el ánfora del Museo Metropolitano de Nueva York que muestra al rey de Salamina, Ajax, persiguiendo a Casandra, la hija del Rey de Troya Príamo, de gran belleza y capaz de efectuar profecías, momentos antes de su violación. Otra ánfora muestra la misma escena con Casandra a punto de ser violada, intentando buscar asilo en la estatua de la diosa Atenea, obra que se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York. Ajax no respetó el que Casandra estuviera bajo la protección de Atenea, lo que supone un sacrilegio mas grave que la propia violación.

Textos y tablets para ayudar a los visitantes
Esta exposición ha incluido además de las obras, muchos textos literarios que explican los mitos y las escenas reproducidas para que el visitante pueda entenderlas. Asimismo existen una serie de tablets que muestran textos y detalles de las obras. Esto ha sido gracias a la Fundación Cultural Onassis, que preparó y expuso esta exposición en su Centro de Nueva York y que ofreció que se pudiera visitar en Atenas. Patermalis insistió en agradecer tanto a la Fundación como al Ministerio de Cultura el haber hecho posible que se pueda ver esta exposición en Atenas hasta el mes de septiembre. Y destacó la labor de los tres arqueólogos que prepararon la exposición: Angelos Chaniotis, Nikolaos Kaltsas y Ioanis Mylonopoulos.

lunes, 17 de julio de 2017

National Geographic:Descubren en Francia los espléndidos mosaicos de una residencia aristocrática romana


La construcción de una vivienda unifamiliar en un terreno de Auch, al oeste de Toulouse, ha sido aplazada... hasta septiembre. Los arqueólogos del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP), bajo la dirección de Pascal Lotti, sabían que ese terreno, situado a menos de 100 metros del foro de la antigua Elimberris romana, podía deparar un hallazgo importante. Y así ha sido. Los arqueólogos del INRAP trabajan ahora contra reloj para retirar las piezas de unos espléndidos mosaicos romanos, abandonados desde hace unos 1.600 años. El hallazgo, revelado el pasado 11 de julio, forma parte de una domus aristocrática romana, reconstruida en varias ocasiones, que disponía de un sistema de calefacción subterráneo denominado hipocausto, baños privados y unos mosaicos polícromos que se han conservado de forma fragmentada.

Las ruinas han sido fechadas entre el siglo I y el V d.C., cuando la domus aristocrática fue abandonada. Los mosaicos, situados en el nivel superior de la vivienda, contienen numerosos motivos geométricos y florales: círculos, cuadrados, octágonos, hojas de yedra, de vid, de acanto y de laurel. Una moneda con la efigie del emperador Constantino ha permitido datar los últimos años de la domus, entre finales del siglo IV y comienzos del V, cuando fueron arrancados los suelos de mármol, retiradas las baldosas y amputados los mosaicos. A partir de septiembre se erigirá una casa más simple y pequeña en el mismo emplazamiento; los arqueólogos trabajan sin descanso para recuperar y restaurar los restos de la antigua residencia aristocrática romana.

domingo, 16 de julio de 2017

El País:El atroz Vietnam de las legiones romanas


Valerio Manfredi se arrodilla y deposita sentidamente una rosa sobre la hierba (una rosa, por cierto, que le han prestado en una cafetería cercana). Aquí y en los alrededores, de hecho a todo lo largo de una ruta infernal de unos 50 kilómetros a través de los espesos bosques de Germania, cayeron millares de legionarios romanos, compatriotas del novelista (Castelfranco Emilia, 1942), hace dos milenios, masacrados a lanzazos y espadazos por las tribus enfurecidas de los queruscos, brúcteros y angivaros, entre otros. La peor derrota de Roma junto a Cannas, Carras y Adrianópolis. Manfredi suspira y agita la leonina cabeza orlada de cabello blanco mientras con porte de centurión musita un fragmento de Velleius Paterculus sobre el combate, en latín.


Estamos en uno de los escenarios estelares de la batalla de Teutoburgo, una de las mayores y de más trascendencia de la Antigüedad, pues acabó con el sueño de romanizar Germania y convertirla en provincia del imperio (lo que hubiera ahorrado muchos problemas futuros, aunque quizá también nos habría privado de Beethoven, Kant y Beckenbauer). Junto al lugar de la genuflexión del escritor se ha reconstruido parte del terraplén que en su día, en aquel tempestuoso y sangriento final de verano del 9 después de Cristo, levantaron con insólito sentido de la estrategia los guerreros germanos para, tras varios días de acosarlas, estrechar el ya difícil paso de las legiones, embotellarlas entre montaña y pantanos y diezmarlas con hierro. Esto es el “Varusschlacht”, el lugar del desastre de Varo, la gran trampa al pie de la colina de Kalkriese, al noroeste de Alemania, por encima de Bonn y Colonia, el único espacio identificado arqueológicamente hasta ahora de la famosa batalla de Teutoburgo. En ella, desarrollada a lo largo de varias jornadas de enfrentamientos salvajes, culminados un (otro) infausto 11 de septiembre, se desangraron hasta la aniquilación completa tres legiones enteras, el orgullo de Roma, las numeradas XVII, XIIX (el 18 lo escribían así) y XIX, junto con sus correspondientes tropas auxiliares, hasta un total de unos 17.000 combatientes, más la impedimenta y seguidores civiles, un concepto que incluía desde comerciantes y familiares de los militares a prostitutas que marchaban animosamente detrás del ejército.

Manfredi ha dedicado su última y muy emocionante novela, Teutoburgo (Grijalbo, 2017), a narrar las causas y el desarrollo de esa batalla, remontándose a la juventud del artífice de la victoria germana, el caudillo y príncipe querusco Arminio, al que el relato le imagina una estancia como rehén en Roma, donde aprende el funcionamiento y las tácticas de las legiones, lo que le permitirá luego –después de formar parte del mando de ellas, lo que sucedió en la realidad- destruirlas (el clímax de la novela).

Si la llegada de las tropas romanas al matadero de Teutoburgo, mandadas por un inepto y arrogante general, Publio Quintilio Varo –amigo del emperador Augusto-, fue un Via Crucis, la nuestra a esta zona de Baja Sajonia no ha sido menos complicada (salvando las distancias). El trayecto desde Colonia, a altas horas de la noche, con un automóvil alquilado que no conseguíamos arrancar y cuyo sistema de navegación solo informaba en alemán, resultó complejo. Además, la reserva en el hotel de Gütersloh, donde debíamos pernoctar había sido hecha por error para el mes siguiente. Así que tuvimos que refugiarnos durante unas horas en un tronado bar regentado por armenios y frecuentado por seguidores del Olympiakos griego, antes de conseguir in extremis una única habitación en otro hotel, que compartimos con alivio (“dalle stalle alle stelle”, se exclamó el novelista) y gran sentido de la camaradería, lo que permitió la excepcional visión del célebre autor de Alexandros en calzoncillos.

Hacerle de auriga a Manfredi, que decidió no conducir en todo el trayecto y dedicarse a recitar los clásicos, resulta muy ameno. El escritor va desgranando tanta información sobre la antigüedad que uno ya no sabe si está a la altura de Osnabrück o en un desvío al reino de los marcomanos, adonde Arminio envió la cabeza de Varo, que se suicidó durante la batalla (el rey de los marcomanos, Marbod, se la mandó a su vez a Augusto, por quedar bien: así acaso el emperador pudo decirle a la cara aquello de “¡Varo, devuélveme mis legiones!”). Manfredi explica que en una ocasión se vio involucrado en un acto de recreación histórica de la batalla de Teutoburgo en la que participaban entusiastas italianos caracterizados de legionarios y empeñados en ganar a sus rivales alemanes. Un profesor de Heildeberg les hizo ver lo inadecuado e inexacto de su testaruda actitud y solo entonces se dejaron masacrar, pero con desgana.

Un letrero de “Teutoburger Wald” (Bosque de Teutoburgo) nos hace saltar de entusiasmo en la autopista. Luego vemos un MacDonald’s. Al poco llegamos por carreteras secundarias al Varusschlacht Museum und Park de Kalkriese, el moderno centro creado en 2002 para explicar los hallazgos arqueológicos de la batalla de Teutoburgo. Entramos en tromba, como los galos de Astérix. Del edificio de admisión, con las taquillas y tienda de recuerdos (desgraciadamente con la mayor parte de los libros en alemán), se accede a través de un espacio abierto, en el que unos niños están formando una cohorte bajo el entusiasta mando de una profesora, al museo propiamente dicho, que es un cubo con una alta e intimidatoria torre revestida de hierro oxidado. Es evidente que alude al armamento y a las atalayas de vigilancia de la frontera del Rhin. La panorámica en lo alto es espectacular.

En las salas se despliegan una pormenorizada y muy didáctica explicación de la historia de la batalla, con dispositivos multimedia (Arminio, de 26 años, y Varo de 51, en 3D se materializan para darte sus versiones de lo ocurrido) y los hallazgos arqueológicos que atestiguan que una parte sustancial de la contienda tuvo lugar aquí. Las excavaciones en los alrededores las inició el voluntarioso cazatesoros, entusiasta del detector de metales y oficial británico estacionado en Osnabrück Tony Clunn, reconocido descubridor en 1987 del lugar de la batalla, un enigma durante siglos aunque la localización en Kalkriese había sido ya propuesta por el gran Mommsen hacia 1880.

Los trabajos arqueológicos han permitido desenterrar un material tan fascinante como elocuente y que prueba sin lugar a dudas que hubo en el sitio un choque espectacular entre las legiones y los bárbaros germanos en las fechas exactas que atestiguan las fuentes clásicas (Tácito, Patérculo –esencial para Manfredi, que recuerda que el historiador era legado en Germania en la época de la batalla), Dion Casio y Floro, principalmente). Millares de objetos, más de seis mil –piezas de equipo militar, armas, proyectiles (piedras o plomos de honda con “SMS” como “culum pete”, “dale en el culo”), restos humanos, monedas, hasta sandalias-, la mayoría hechos trizas, reflejan la enormidad e intensidad del combate. Aquella, recalca Manfredi, fue una lucha feroz, despiadada, una “batalla de aniquilamiento” que culminó en una matanza salvaje de romanos, incluido luego el terrible sacrificio de prisioneros a los dioses germanos. Un soporte de penacho de un casco de centurión apareció junto a un trozo de mandíbula, un cráneo mostraba espeluznantes heridas de espada. Incluso se encontraron (y se exhiben), restos de las acémilas que empleaban las legiones aniquiladas, así como testimonios de la vida cotidiana de los soldados.

Manfredi, que recorre la exhibición sobrecogido, recuerda que los objetos son solo lo que quedó tras el minucioso pillaje de los vencedores. Y señala que la escasez de material propiamente germano se explica porque su equipo era más somero (era tradición combatir desnudo, empuñando la temible framea, la lanza germana) y los que portaban equipamiento Premium es porque éste era precisamente de factura romana (arrebatados en los puestos de vigilancia sobre el territorio). En una vitrina se muestra la famosa e inquietante máscara de jinete romano hallada en las excavaciones y que, multiplicada en reproducciones y postales, se ha convertido en el omnipresente icono del museo y de la batalla de Teutoburgo. La Historia misma parece mirar a través de sus ojos vacíos. Originalmente estaba revestida de una capa de plata que le fue arrancada. “Generalmente se usaban para ejercicios de equitación, no sabemos por qué la llevaría un combatiente”, apunta Manfredi, que hace aparecer la máscara en su novela y que se ha probado una réplica en la tienda. Richard Helmer, experto en reconstrucción facial (identificó los huesos de Mengele) ha realizado un molde del rostro que se escondía tras la máscara.

En el centro de la sala principal se despliegan las tres legiones en miniatura para que te hagas un efecto de cómo era el inmenso ejército de Varo en formación de marcha: una columna de 20 kilómetros de largo: cuando los últimos salían de un campamento los primeros ya estaban construyendo el siguiente. Mantener la capacidad operativa y las comunicaciones con esa extensión en un paisaje accidentado, sufriendo ataques sorpresa y con mal tiempo (hubo grandes tormentas, “horribile caelum”, dice Manfredi citando a Tácito), resultó tarea imposible, incluso para los romanos. Varo pagó el exceso de confianza, considera Manfredi, al dejar en manos de los auxiliares germanos, mandados por el propio Arminio la misión de explorar y detectar posibles peligros para las legiones, lo que era como confiar al zorro el cuidado de las gallinas. El general creía que Germania estaba ya pacificada, y no solo sometida, y se fiaba completamente del príncipe querusco romanizado, que hablaba latín y hasta poseía el rango ecuestre. No se dio cuenta de que se metía en una trampa.

“En formación de marcha y en ese terreno, boscoso y embarrado por las lluvias, la máquina de guerra de las legiones no pudo desplegarse y se vio atascada”, explica Manfredi, al corro que se ha formado espontáneamente a su alrededor; “una fuerza invencible en orden abierto se convirtió en muy vulnerable”.

El museo barre un poco para casa (al cabo la batalla ha sido uno de los elementos míticos de la construcción del imaginario del nacionalismo alemán) al enfatizar cómo los germanos lograron resistir y hasta vencer al imperio romano, que entonces contaba con 38 legiones, 11 flotas, 7.000 ciudades, 100.000 kilómetros de calzadas, y 70 millones de habitantes, una tercera parte de la humanidad. Pero Arminio, el gran líder pangermánico, aunque parte de la historiografía alemana lo ha reivindicado como un libertador y Hitler lo calificó de “el gran arquitecto de nuestra libertad”, no deja de ser un personaje complejo. “Es un héroe difícil de manejar”, recalca Manfredi. “Se lo puede ver como un traidor doble, primero a los suyos, a los que combatió como oficial de las tropas auxiliares romanas, y luego a sus camaradas de las legiones: es un ciudadano romano que crea una emboscada fatal a su propio ejército”. A Manfredi, pese a convivir con él toda una novela, no le es muy simpático el querusco.

Salimos del museo hacia la Killing zone. Seguimos un pequeño sendero en el bosque empedrado con planchas de metal cuadradas que sugieren escudos romanos o lápidas. De los árboles penden algunas cuerdas para trepar y columpiarse, a fin de amenizar la visita a los niños, pero que causan un efecto perturbador; crees ver a los germanos emboscados o los cadáveres de los prisioneros romanos ofrecidos a Wotan colgados de las ramas. Manfredi no resulta muy tranquilizador evocando la matanza. “Había una tempestad, caían árboles derribados por los rayos, el suelo estaba enfangado. De repente surgió el clamor de los bárbaros escondidos en la colina”. Es como visionar las primeras escenas de La caída del imperio romano o Gladiator. Pero aquí los germanos ganan por goleada. Los soldados se vieron atacados por el flanco, desde la altura, apelotonados en el estrecho paso que dejaba el muro disimulado con vegetación en un lado y los pantanos en el otro”.

Hoy el lugar, el campo llamado Oberesch, está muy cambiado. Hace solete y canta un petirrojo. Los pantanos de antaño son una amable y extensa planicie cubierta de hierba y diente de león, excepto una pequeña porción que, con cañas e inundada artificialmente, permite imaginar cómo era el terreno en el que lucharon y murieron los romanos. Nos acercamos al talud germano reconstruido. Frente a él se indica el lugar del hallazgo de una asombrosa cantidad de elementos, incluida la máscara, trozos de armas, y restos humanos. Los legionarios, apunta Manfredi, probablemente trataron de escalar el letal terraplén componiendo la testuto valaria, la tortuga para escalar muros, protegiéndose con los escudos y subiendo una fila de soldados sobre los de los compañeros (espero que no quiera que lo probemos: seguro que me toca a mí debajo). En todo caso, no sirvió. El autor evoca in situ, de manera impresionante -como en su novela- a las tropas romanas diezmadas, apretados los legionarios escudo con escudo, hombro con hombro, los gladios en la mano, protegiendo sus enseñas alzadas, resplandecientes fugazmente los golpeados y ensangrentados cascos y corazas por la iluminación fugaz de un relámpago. “No les quedaba más que coraje”.

En el cielo vuelan muy alto tres rapaces. ¿Serán las águilas perdidas de las legiones? Los germanos capturaron las preciosas insignias, incluida la que trató de esconder sumergiéndola en el pantano su portador. “Se tardó años en recuperarlas las tres, y con ellas el honor de Roma”, recuerda Manfredi. “Los germanos las habían depositado en los altares de sus dioses”.

Tras hacer Manfredi su ofrenda floral y picarme yo con una ortiga (¡herido en Teutoburgo!) al tratar de coger lo que me parecía un denario romano y que resultó ser una chapa de cerveza, regresamos cabizbajos. Como reliquia me he llenado los bolsillos con tierra del lugar, tierra que una vez estuvo empapada de sangre, me parece más emotivo que un pin. “Esto fue el Vietnam de Roma”, comenta el novelista. “Y el fin de un sueño de imperio universal, Augusto no buscaba llevar la frontera hasta el Elba, 600 kilómetros al este del Rin, sino más allá, hasta el confín del mundo conocido”. Manfredi acaba el paseo como su libro: “Con la batalla de Teutoburgo Roma perdió Germania, y Germania perdió Roma”.

sábado, 15 de julio de 2017

Descubren en Alejandría un gran mosaico de época romana «único en Egipto»


«Como espinas de pescado», decenas de ladrillos cubrían el suelo en un mosaico descubrierto hace apenas unos días en la ciudad egipcia de Alejandría, un modelo de enmosaicado «único en Egipto», según ha anunciado hoy el Ministerio de Antigüedades del país norteafricano. El mosaico, de época romana, ha sido descubierto por una misión arqueológica egipcia en el distrito de Moharem Bek en Alejandría, capital y principal ciudad de la provincia egipcia en época de dominación romana.

El curioso diseño del mosaico hallado lo hace «único en Egipto», según ha detallado el director del departamento de Antigüedades Egipcias del Ministerio, Aymen Ashmawi, aunque modelos similares se han documentado en varios yacimientos en Roma, como los Baños del emperador Trajano, la villa de Adriano y los Domus Augustana.

El mosaico, en «muy buen estado de conservación» y formado por hileras de centenares de ladrillos romanos, se extiende en un área de 5x4,30 metros siguiendo el diseño opus spicatum o «de espina de pez», muy utilizado en la época romana en Europa. Este diseño era especialmente común en la construcción de suelos en «baños o fortalezas», por lo que los arqueólogos egipcios creen muy probable que en el lugar del yacimiento -en la zona de Hend, en el vecindario alejandrino de Moharem Bek- se alzara un baño romano de mediano tamaño, ha puntualizado el director del departamento de Antigüedades de Alejandría, Mohamed Farouk.

Según ha explicado el egiptólogo parte de la misión en el yacimiento Mohamed Abdel Aziz, en el área se han encontrado también restos de una colección de recipientes de cristal y hornos de arcilla.

En las próximas semanas, el equipo del Ministerio de Antigüedades local continuará con los trabajos arqueológicos en el yacimiento, con la intención de desenterrar más zonas enmosaicadas y avanzar los trabajos de restauración: fotografía en 3D como paso previo al desmantelamiento y traslado de la parcela de tierra.

Exposición «La puerta oriental de Egipto»
El nuevo descubrimiento ha sido anunciado por el ministro de Antigüedades, Jaled El Anany, durante la inauguración en Alejandría de la exposición fotográfica «Treinta años de excavaciones en la puerta oriental de Egipto: 1987-2017».

La colección de más de 1.000 fotografías, que se expondrá en el icónico edificio de la Biblioteca de Alejandría, recorrerá los trabajos de misiones arqueológias en al menos 15 yacimientos en la península del Sinaí. Entre los descubrimientos destacados en los últimos treinta años se pueden encontrar numerosos castillos militares, barracones y caminos parte de la arquitectura militar en la provincia del Norte del Sinaí en la llamada «carretera de castillos» que datan desde el Reino Medio hasta época grecorromana y que unían Egipto y Palestina.

viernes, 14 de julio de 2017

ABC:La rivalidad, una de las artes preferidas en la Antigua Grecia


Aunque los imaginemos vestidos de toga y dilucidando si la realidad es o no un reflejo de un mundo ideal, los griegos de la Antigüedad se pasaron la mayor parte de su historia compitiendo, luchando. Pensaban, sí, pero sobre todo debatían (toda la obra de Platón no es más, ni menos, que un interminable diálogo. un combate dialéctico). Cada año celebraban, como mínimo, un gran acontecimiento deportivo al que asistían miles de personas. Siempre estaban preparados para la guerra, entre ellos o contra un enemigo común. Incluso su religión se funda en una gran batalla: la que los titanes perdieron contra los dioses olímpicos. ¿Y qué hicieron estos cuando se hicieron con el poder universal? Reñir hasta la saciedad divina. Ellos tenían una palabra que resumía este sentir, «agón», que da título a la última exposición organizada conjuntamente por CaixaForum y el British Museum, inaugurada ayer en Madrid.

«Se trata de una muestra que abre los ojos a la cultura griega desde una perspectiva esencial», explicó en rueda de prensa Hartwig Fischer, director de la institución británica. «Agón! La competición en la Antigua Grecia» es el relato sobre cómo la idea de rivalidad impregnaba todos los órdenes de la vida de entonces, desde la infancia hasta la muerte, pasando por el deporte, el arte, la guerra y las clases sociales. De hecho, así se estructura el recorrido, que reúne 172 piezas cedidas por el British Museum, de las cuales el 90% no había salido nunca de Londres, tal y como apuntó el comisario de la exposición, Peter Higgs.

El camino del «agón» comienza con Niké, una diosa que, antes de que el marketing le robase la tilde y la vistiese de «sport», representaba la victoria, un concepto que conectaba el mundo de los mortales con el de los dioses. A través de la competición los griegos alcanzaban la excelencia, se elevaban, se acercaban al Olimpo. Como los dioses, los atletas eran admirados por sus gestas, que inspiraban estatuas como las de esta muestra. Lo mismo ocurría con los guerreros, que protagonizan escenas grabadas en relieves o ánforas. También pugnaban los dramaturgos y los músicos, que rivalizaban entre sí en certámenes con suculentos premios como recompensa. Los poetas tenían aura de iconos y eran merecedores de retratos, algo que demuestra el busto de Eurípides que se puede ver en la exposición.

«Solo recordaban al ganador, jamás al segundo», comentó Higgs durante una visita guiada a la prensa. Luego, el experto especuló sobre la motivación profunda de estos perseguidores de la gloria: «En el fondo, buscaban la vida eterna a través de actos extraordinarios». Querían, de alguna manera, emular a Heracles, que alcanzó el Olimpo después de haber superado las doce pruebas impuestas por los dioses, tantas veces representadas en los relieves de la época.

Vencer a la muerte
La muestra termina en ese lugar donde acaba la vida: en el cementerio. Aquel era también un escenario de rivalidades donde los individuos demostraban su estatus social a través de los monumentos funerarios. En este sentido, el rey Mausolo de Caria llegó más lejos que nadie. Aunque era gobernador del Imperio persa, sentía una gran admiración por la cultura griega, en la que se inspiró para la construcción de su tumba. En ella participaron los arquitectos y escultores más hábiles de las polis helénicas. El resultado fue una obra de 45 metros de altura, situada en Halicarnaso, que se podía ver desde el mar. Su suntuosidad fue tal que se convirtió en una de las siete maravillas del mundo antiguo, además de acuñar una expresión: mausoleo, que desde entonces designa a los sepulcros más lujosos.

jueves, 13 de julio de 2017

Apertura de los restos romanos de Mayoralgo en Cáceres


Los restos romanos del Palacio de Mayoralgo de Cáceres, algunos de ellos datados en el siglo I antes de Cristo, ya pueden visitarse a raíz de un convenio que se ha firmado este lunes entre el ayuntamiento de la ciudad y Liberbank, propietaria del inmueble donde se halló el yacimiento durante las obras de rehabilitación del edificio en al año 2001.

En concreto, el ayuntamiento se encargará de la gestión y la organización de las visitas, que deberán estar programadas. El horario estipulado será los sábados desde las 10.00 a 20.00 horas y los domingos y festivos por la mañana hasta las 14.00 horas.

La entrada será gratuita pero se debe hacer siempre acompañada de un servicio de guía turístico oficial y la visita estará vigilada por agentes de la Policía Local para garantizar la seguridad del yacimiento. El acceso se podrá realizar desde la puerta situada a nivel de calle en el adarve de la Estrella, o por el paso elevado sobre el adarve que comunica con la muralla medieval, a través de la Torre de Bujaco.

Las visitas las programará el ayuntamiento, se harán en grupo y se comunicarán, al menos, 48 horas antes a Liberbank y se deberá informar del número de asistentes, que estarán acompañador por una persona que ejerza de guía oficial y que esté acreditada.

La firma del convenio de cesión de uso, con una validez de dos años y prorrogable, ha tenido lugar en las propias instalaciones del Palacio de Mayoralgo por parte de la alcaldesa de la ciudad, Elena Nevado, la presidenta de la Fundación Caja de Extremadura, Pilar García Ceballos-Zúñiga,y la directora de Relaciones Institucionales de Liberbank, Ana Echenique.

Nevado ha indicado tras la rúbrica que se trata de "un día importante" para la ciudad porque con este acuerdo se abren al público unos restos de "gran valor histórico" que "contribuirán al mejor conocimiento del pasado de Cáceres", además de complementar la oferta patrimonial y cultural de la capital cacereña.

Para la alcaldesa, es un "deber" y una "responsabilidad" poner a disposición de los cacereños y los visitantes estos restos romanos que para muchos expertos suponen la cuna de nacimiento de la ciudad. Además, ha destacado que con este acuerdo con Liberbank se refuerza la labor social de las entidades financieras.

Por su parte, la responsable de Relaciones Institucionales de la entidad, Ana Echenique, ha reconocido que ha sido "un proceso largo" ya que el inmueble, sede institucional de la entidad, es un centro de trabajo y ha sido necesario conjugar el horario laboral con las visitas turísticas. "Pero estamos bastante contentos", subrayó en su intervención.

La presidenta de la Fundación Caja Extremadura, entidad integrada en Liberbank, resaltó la labor investigadora de la organización y el apoyo que se da a proyectos culturales como este, al tiempo que ha agradecido el trabajo de conservación del yacimiento y ha mostrado su disposición a colaborar en la promoción del patrimonio histórico de la ciudad.

IMPORTANCIA ARQUEOLÓGICA

Los restos romanos del Palacio de Mayoralgo, que ocupan un yacimiento de unos 530 metros cuadrados, se descubrieron en el patio del inmueble durante la rehabilitación del edificio en 2001. El hallazgo, además de legitimar la ubicación fundacional romana, amplía la riqueza arqueológica de la ciudad de Cáceres.

Tras las excavaciones efectuadas se han documentado distintas fases ocupacionales, desde el siglo I antes de Cristo hasta nuestros días, ya que se trata de una serie de casas e instalaciones superpuestas de diferentes épocas pero que suponen el origen de la ciudad.

Por ejemplo, de época romana se descubrió parte del foro de la ciudad Norba Caesarina y un tramo de calzada, así como una vivienda con un patio y cisterna en el centro. A partir del siglo III después de Cristo la zona se reestructura y afecta a la configuración de la colonia. En este área aparecen evidencias de un taller de forja, estructuras habitacionales y reforma de la muralla.

De la época musulmana apenas aparecen restos, solo movimiento de tierras y expolio de estructura anteriores, probablemente por el desplazamiento del núcleo urbano a la actual plaza de San Mateo y plaza de las Veletas. Ya en época medieval cristiana, antes de que se unificara el espacio para la construcción del palacio, existían dos palacios, torreón, callejuelas empedradas y humildes casas.

En el siglo XVI se reordena el edificio, adelantando la fachada hacia la concatedral de Santa María. En el siglo XVIII se realiza una escalera y un arco para unir el jardín del Palacio con la Torre de los Púlpitos. Entre el material arqueológico hallado y que ha sido depositado en el Museo de Cáceres destaca un torso de bronce bañado en oro de época romano alto imperial, cerámicas de diversas cronologías y tipología (lucernas, platos, ánforas, candiles...), un sello almohade y una pieza comodín de un juego de mesa.

Entre las ruinas que ya se pueden visitar en el patio del Palacio de Mayoraglo se diferencia una casa, un aljibe que abastecía a las termas y el horno de un taller de forja, entre otros.

La apertura al público de los restos arqueológicos han sido demandada por varias asociaciones culturales de la ciudad, como Torres de Cáceres, que han pedido en varias ocasiones que pudieran ser visitados. Además, también ha participado en la presentación de este lunes la Asociación de Guías-Historiadores de Extremadura que está compuesta por varios jóvenes historiadores extremeños habilitados como guías oficiales de turismo por la Junta de Extremadura.

miércoles, 12 de julio de 2017

Hallan nuevas tablillas romanas junto al Muro de Adriano


Unas 25 nuevas tablillas de madera han sido excavadas en el fuerte romano de Vindolanda, junto a la Muralla de Adriano, al norte de Inglaterra, según anunció ayer The Vindolanda Trust. El hallazgo, realizado el pasado 22 de junio, es uno de los más importantes en este sitio arqueológico desde 1992. Las tablillas de Vindolanda son tablillas finas de madera, de menos de 2 milímetros de grosor y del tamaño de una postal, que contienen textos escritos con tinta por los romanos. Las delicadas piezas de madera, con sus textos aún visibles, se han conservado milagrosamente gracias a la humedad y a las condiciones anaeróbicas del terreno (baja concentración de oxígeno), desde que fueron desechadas a finales del siglo I d.C.

Algunas tablillas se encuentran completas y otras fragmentadas. "Algunas de estas nuevas tablillas están tan bien conservadas que se pueden leer sin la habitual fotografía infrarroja y antes de pasar por el largo proceso de conservación. No hay nada más emocionante que leer estos mensajes personales del pasado lejano", dice el arqueólogo británico Robin Birley. Unos pocos nombres presentes en los textos ya han sido descifrados, entre ellos un hombre llamado Masclus, conocido por una tablilla anterior en la que se dirige a su superior pidiendo más cerveza para su avanzada. En una de las nuevas cartas parece solicitar un permiso para ausentarse (commeatus).

Las tablillas están siendo sometidas a un meticuloso proceso de conservación y de fotografía infrarroja para tratar de descifrar el contenido de todos los textos.

martes, 11 de julio de 2017

ABC:Hallan en Egipto un manuscrito del siglo VI con una receta médica de Hipócrates


Durante las obras de restauración llevadas a cabo en la antigua biblioteca del monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, en Egipto, se ha descubierto un importante palimpsesto del siglo VI con parte de una receta médica atribuida al famoso médico griego Hipócrates.

El documento en cuero forma parte de los llamados «manuscritos Palmesit», según informa la edición digital del diario egipcio Al Ahram. Contiene otras tres recetas médicas escritas por un escribano anónimo, una de ellas con dibujos de hierbas medicinales.

Durante la Edad Media, las páginas fueron raspadas y reutilizadas para el texto del Codex Sinaítico, una versión temprana de las escrituras cristianas. «Se hizo debido al alto costo del cuero en ese momento», explicó Ahmed Al-Nimer, supervisor de arqueología copta para el ministerio.

El monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí, contiene muchos manuscritos «Palmesit», además de una biblioteca con 6.000 manuscritos, entre ellos 600 manuscritos escritos en árabe, griego, etíope, copto, armenio y sirio. Son principalmente manuscritos históricos, geográficos y filosóficos y las fechas más antiguas del siglo IV d.C.