viernes, 31 de enero de 2020

National Geographic:resuelven un asesinato milenario


En el Museo del Ulster, en Belfast (Irlanda del Norte), se conserva una antigua momia egipcia, la de una joven de unos 20 años llamada Takabuti, que vivió a finales de la dinastía XXV, hacia 660 a.C. La momia fue adquirida en 1834 en el País del Nilo por Thomas Greg, un millonario irlandés con una gran pasión por todo lo egipcio. Greg regresó a Belfast con su adquisición, que se convirtió en la primera momia que llegaba a Irlanda. Allí, un egiptólogo llamado Edward Hincks se encargó del estudio de los jeroglíficos que cubrían su sarcófago y procedió a desenvolverla en 1835. Descubrió su nombre, que estaba casada y que su padre había sido un importante sacerdote de Amón en Tebas llamado Nespare.

UN CRIMEN OLVIDADO
Pero a pesar de estos descubrimientos, quedaba aún por conocer la causa de la muerte de esta joven. Un misterio milenario que ahora acaba de ser resuelto por un equipo de investigadores de la Universidad de Manchester, la Universidad Queen's de Belfast, los Museos Nacionales de Irlanda del Norte y el Hospital Privado Kingsbridge: al parecer, Takabuti fue apuñalada en la parte superior de la espalda, cerca de su hombro izquierdo, con un cuchillo, lo que le provocó una herida mortal. Los análisis revelaron asimismo un extraño objeto dentro de su cuerpo que resultó ser el material que se usó durante la momificación para taponar la herida. Como afirma Robert Loynes, profesor honorario del Centro KNH de Egiptología Biomédica de la Universidad de Manchester, "Takabuti sufrió una herida severa en la parte posterior de la pared torácica superior izquierda. Esto, con casi absoluta certeza, causó su rápida muerte", concluye.

DIENTES Y VÉRTEBRAS DE MÁS
La momia de Takabuti ha sido sometida a numerosos análisis con escáneres, rayos X y TAC, se le han realizado análisis de cabello, dataciones por radiocarbono y estudios de ADN. Con todo ello, los científicos han comprobado que el cuerpo de la mujer presentaba ciertas particularidades. Por ejemplo, se vio que la joven tenía una pieza dental de más (33 en lugar de las 32 habituales, algo que sólo sucede en un 0,02 % de la población) y una vértebra de sobra (otra anomalía que sólo posee un 2 % de la población). Su piel era oscura y tenía más similitudes con las poblaciones europeas que con los egipcios antiguos y modernos, y tenía el pelo castaño rojizo (que había sido cuidadosamente ondulado). "Este estudio se suma a nuestra comprensión no sólo de la muerte de Takabuti, sino también del contexto histórico más amplio de los tiempos en los que vivió: el descubrimiento sorprendente e importante de su herencia europea arroja luz sobre un punto de inflexión significativo en la historia de Egipto", señala Rosalie David, egiptóloga de la Universidad de Manchester.

Los estudios sobre la momia han arrojado otro descubrimiento de gran interés. Se trata del corazón de la joven, que se hallaba intacto dentro de la cavidad torácica, algo que sorprendió a los investigadores, ya que creían que el órgano no se encontraba allí.
Pero quién asesinó a la joven Takabuti y porqué son incógnitas que difícilmente la ciencia podrá llegar a despejar alguna vez.

Enlace: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/resuelven-asesinato-milenario_15082/3

jueves, 30 de enero de 2020

Una jornalera encuentra un trozo de calendario romano del siglo II mientras recogía aceituna


Sorpresa entre los olivos y entre los arqueólogos españoles. El Museo Histórico-Arqueológico de Doña Mencía acaba de incorporar a su colección un fragmento de calendario romano datado en el siglo II, una pieza casi única en España y el mundo, y que fue encontrada por una jornalera cuando realizaba tareas agrícolas en la campaña de la aceituna.

La historia la ha avanzado La Voz de la Subbética y la ha confirmado a CORDÓPOLIS el director del museo, Manuel Moreno, quien, para dar relevancia a la grandeza del hallazgo, ha explicado que en el mundo romano solo se conocen 44 ejemplares, todos ellos ubicados en Italia, y otros dos similares en España, en la Bética, encontrados en las ciudades de Cádiz y Écija.

En el caso que nos ocupa, la gracia está también en quién y cómo fue hallado. “Fue una mujer que estaba trabajando en la campaña de la aceituna en un olivar y que le dio por mirar el fardo y vio que debajo de él había una piedra con ‘una cosa rara’. Así que fue a retirar el fardo y vio que tenía una inscripción”, relata Moreno, investigador y doctor en Arqueología, que se ríe al pensar que “si llega a estar boca abajo la piedra no la habría visto”.

Pero estaba boca arriba. Y esa piedra tan rara resultó ser un fragmento de 12×12 centímetros, que formaba parte de un calendario que debió medir 3 metros de largo por 1,5 metros de alto, y que debió estar ubicado en el centro de la Cabra romana, en el foro de esta ciudad, que era donde se ubicaba para que los comerciantes pudiesen saber cuándo eran los días de mercado, los laborales y festivos.

El trozo hallado, según pudo datar el Doctor de la Universidad de Córdoba, Ángel Ventura, correspondía en el calendario romano al día 1 de junio. “Al principio se pensaba que podía tratarse de unas letras en alfabeto griego, pero fue descartado, ya que en la inscripción se podía ver un palito, que hace referencia a iulius, el mes de julio”, explica Moreno, que describe el resto de letras que había en el fragmento: una H -letra de referencia que seguían los romanos para identificar los meses y los mercados-, una K -de kalendas– y una F, que haría mención a la palabra fabariae.

Esto último ha sido determinante para datar la pieza, pues investigando, Ventura descubrió que el 1 de junio es la festividad de las Fabariae en Roma, consagrada a la Diosa Carna, a la que se le ofrecían como ofrenda habas, un plato que sigue siendo típico en muchos sitios de Córdoba.

Así que, tras datarla, este fragmento fue presentado en sociedad el pasado 11 de enero, cuando Moreno y Ventura agradecieron el gesto de la jornalera que encontró la pieza, de los dueños del cortijo en la que fue hallada que la donaron al museo, y de todos los vecinos de la zona que viven en la zona de El Laderón, uno de los yacimientos más importantes de la provincia, y que permiten a los expertos seguir rascando bajo la superficie hasta dar con tesoros como éste.

miércoles, 29 de enero de 2020

La Vanguardia:La espectacular tumba principesca de la Edad de Hierro... a la que le falta el príncipe


Los picenos eran un pueblo que dominó un territorio comprendido entre los ríos Foglia y Aterno y delimitado por los Apeninos y la costra adriática en el primer milenio antes de Cristo antes de ser absorbidos por el Imperio Romano. Algunos historiadores consideran que, en el fondo, eran una confederación de tribus, cada una con su propio jefe, que se unían en caso de peligro.

Las familias aristocráticas de los picenos se caracterizaban por sus atributos guerreros y se diferenciaban del resto de la comunidad porque eran enterrados en sitios diferentes y junto a valiosos objetos que marcaban su estatus social. Una de esas sepulturas ha aparecido en el centro de Italia y su ajuar funerario es espectacular.

El único problema es que al lado de los restos de un carro de guerra completo (con ruedas de hierro incluidas), las armas, un casco y varios recipientes de bronce y arcilla no estaba el cuerpo del difunto, según detallan los arqueólogos de la Universidad de Boloña en un artículo publicado en la revista Antiquity .

El propietario de esta lujosa tumba es, probablemente, un hombre, según dicen los investigadores basándose en los artículos funerarios relacionados con la guerra. Fue enterrado bajo un gran montículo de tierra. Si la hubieran situado cerca de la superficie, la sepultura habría tenido pocas probabilidades de sobrevivir a siglos de trabajos agrícolas en la zona.

A pesar de que el cuerpo ha desaparecido, los tesoros en esta tumba principesca de hace 2.600 años revelan muchos detalles sobre este hombre misterioso, apuntan los expertos. La “colección extraordinaria de material cultural” es un “testimonio inequívoco del estatus aristocrático del propietario de la tumba”.

Los arqueólogos encontraron el entierro mientras inspeccionaban la zona antes de la construcción de un nuevo complejo deportivo en el valle del río Nevola, una zona en la que se han realizado pocas exploraciones arqueológicas. Un análisis aéreo sobre la ciudad de Corinaldo reveló la existencia del complejo. A vista de pájaro se podían ver los restos de zanjas circulares grandes.

Estas peculiares marcas llamaron la atención de los investigadores, que pasaron a una segunda fase en la que usaron corrientes eléctricas en el suelo y monitorizaron las anomalías en la forma en que esta fluye a través de la tierra. También usaron detectores magnéticos para comprobar si había algún artefacto de metal enterrado.

Las evidencias encontradas parecían claras y, al poco de comenzar las excavaciones, ya apareció tanto la tumba como sus tesoros, todo rodeado por un foso circular de 30 metros de ancho. La sepultura en sí es más pequeña, ya que mide apenas 3,2 por 2,8 metros. La tumba data del siglo VII antes de Cristo.

Un hallazgo de este tipo, según revelan los expertos de la Universidad de Boloña, es “raro”, ya que la opulencia del espacio y su tamaño (cubierto por un montículo de tierra) indican que el propietario de la sepultura era un “líder piceno de alto estatus que reunió un gran poder político, militar y económico”, como demuestran los más de cien recipientes recuperados entre los que destacan una olla y un gran tarro o maceta de cerámica importados de la antigua Daunia (Apulia moderna, con capital en Bari).

martes, 28 de enero de 2020

La Vanguardia:El vidrio de hace 2.000 años que resultó ser... un cerebro humano


La violenta explosión del Vesubio frente a la bahía de Nápoles en el año 79 después de Cristo fue, como contábamos hace apenas unos días, una dramática experiencia para los habitantes de Pompeya y Herculano, las dos ciudades que quedaron sepultadas bajo la lava junto a otros varios núcleos urbanos.

Murieron miles de personas (alrededor de las 25.000, para ser más exactos). Algunas fueron asfixiados por los gases volcánicos calientes que forman parte del flujo piroclástico, otras fueron víctimas de los proyectiles de piedra y los derrumbes provocados por estos y también hubo quien quedó cubierto por el magma.

En la década de 1960, durante las excavaciones en el Collegium Augustalium, situado cerca de la Decumanus Maximus, la calle principal de Herculano, revelaron los restos de un ciudadano en una cama de madera que había quedado enterrada bajo las cenizas volcánicas. Lo sorprendente es que, cuando los arqueólogos examinaron su cráneo, encontraron una piedra negra en su interior.

Investigadores de la Universidad Federico II de Nápoles han analizado recientemente estos restos y han descubierto que la roca era, en realidad, un cerebro cristalizado. Sus tejidos se quemaron a tan alta temperatura que se convirtieron en una especie de vidrio. Pero solo pasó en la cabeza. No había material vítreo ni en otras partes del cuerpo ni alrededor de este, según explican en la revista The New England Journal of Medicine .

“Los tejidos cerebrales en restos humanos son descubrimientos arqueológicos raros”, explican los médicos italianos. Los pocos cerebros que no se descomponen con el paso del tiempo “generalmente se saponifican, lo que significa que sus triglicéridos se convierten en glicerol y sales de ácidos grasos, lo que vendría a ser un jabón, mediante un proceso químico”, añaden.

En esta víctima del Vesubio, en cambio, los restos vitrificados también incluían parte de la superficie del cráneo. “El material vítreo fue indetectable en otras partes del esqueleto o en la ceniza volcánica adyacente, y no se encontró en otros lugares del sitio arqueológico”, escriben los investigadores en su artículo.

“Los residuos minerales intracraneales de otras personas que murieron por la erupción en la orilla del mar, presumiblemente en un sitio de diferentes condiciones ambientales, mostraron altos contenidos de óxido de hierro por la degradación térmica de las proteínas hemo. Esto indica que, en estos casos, hubo una vaporización de los fluidos corporales”, completan.

Entre estos últimos restos no se encontraron reminiscencias de tejidos cerebrales. En el Collegium Augustalium, en cambio, una masa esponjosa solidificada atrapó los huesos de un ciudadano. “Esta característica es única entre las víctimas del Vesubio, pero se puede comparar con los que quedaron atrapados por el fuego de las bombas en Dresde y Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial”, explican los expertos.

El análisis del material vítreo hallado dentro del cráneo identificó varias proteínas características de los tejidos del cerebro humano. “Los ácidos grasos adípicos y margaricos, componentes de la grasa capilar humana del sebo, se detectaron exclusivamente en estos fragmentos de cristal, pero no en las cenizas adyacentes o en el carbón del sitio arqueológico”, indican.

Los ácidos grasos, que son típicos de los triglicéridos cerebrales humanos, también se encontraron entre el material encontrado. Estas sustancias son comunes en animales y plantas, pero los médicos italianos destacan que no se encontraron “pruebas ni de plantas o de otros animales (que no fuera la víctima humana) en el sitio en el que se recuperaron los restos”.

El estudio de madera carbonizada en el Collegium ha revelado que el material fue sometido a una alta temperatura que podría haber alcanzado un máximo de 520° centígrados. “Esto sugiere que el calor extremo fue capaz de encender la grasa corporal y vaporizar los tejidos blandos. Luego hubo una rápida caída de la temperatura”, concluyen los expertos.

lunes, 27 de enero de 2020

EL País:Una momia vuelve a ‘hablar’ 3.000 años después de su muerte


La noche del 14 de marzo de 1941, la Luftwaffe nazi sobrevoló la ciudad británica de Leeds dejando una lluvia de bombas incendiarias y explosivas. Una de ellas cayó en el museo arqueológico de la ciudad, destruyendo dos de las tres momias expuestas. La única superviviente fue la momia de Nesiamón, un sacerdote egipcio que vivió hace unos 3.000 años en el templo de Karnak, cerca del actual Luxor, durante el reinado del faraón Ramsés XI. Nesiamón dedicó su vida a recitar oraciones y a cantar al dios Amón. En su libro La maldición de las tumbas de los faraones, el egiptólogo Paul Harrison cuenta que algunos visitantes del Museo de Leeds han tenido visiones de matanzas, incendios y criaturas de ultratumba ante el sarcófago del sacerdote.

Hoy, tres milenios después de su muerte, Nesiamón ha vuelto a hablar. Un equipo de científicos ha trasladado su momia al Hospital General de Leeds, la ha metido en un escáner de rayos X, ha estudiado su tracto vocal y lo ha reconstruido con una impresora 3D. El resultado es un sonido breve, similar a la vocal e, que según los investigadores sería la voz de Nesiamón que retumbaba en el templo de Karnak.

“Estamos viendo si podríamos crear algunas palabras o un canto de Nesiamón mediante una simulación por ordenador”, anticipa el ingeniero electrónico David Howard, líder del proyecto junto al arqueólogo John Schofield. Howard es el inventor de un sorprendente “órgano de tractos vocales”, un instrumento musical que toca vocales mediante un teclado conectado a laringes electrónicas y a tractos impresos en 3D a partir de escáneres de personas reales. En 2016, en un salón victoriano de su universidad, el ingeniero empleó su peculiar órgano para interpretar junto a una soprano O mio babbino caro, un aria de una ópera de Puccini.

Los científicos solo han obtenido una vocal de Nesiamón porque se han limitado a intentar recrear el sonido que emitiría el tracto en la configuración en la que quedó momificado. “Su lengua se encogió, probablemente por la deshidratación. Si tuviéramos que reproducir su habla tendríamos que crear una lengua con una forma que parezca razonable para su boca”, subraya Howard, de la Universidad de Londres.

El estudio de la momia, publicado este jueves en la revista especializada Scientific Reports, asegura que la voz de Nesiamón ha sido “reproducida con exactitud”, pero otros investigadores son más escépticos. El ingeniero electrónico Piero Cosi intentó hace tres años recrear la voz de Ötzi, un hombre que fue asesinado en los Alpes hace 5.300 años y cuyo cadáver perfectamente conservado apareció en 1991. El equipo de Cosi fue sincero y tituló así su estudio: Cuando la fantasía se encuentra con la ciencia.

“Sin conocer una infinidad de otros factores implicados en la producción de la voz, como la capacidad pulmonar, la densidad y la rigidez de las cuerdas vocales y del resto de músculos involucrados, la absorción de los tejidos y un largo etcétera, nunca se podría llegar a una reconstrucción precisa”, advierte Cosi, del Instituto de Ciencias y Tecnologías de la Cognición, en la ciudad italiana de Padua. “Sin embargo, uno puede tener una idea de la voz original”, concede. En la investigación de Cosi, la momia alpina de Ötzi proclamaba: “A, e, i, o, u”.

La impresión 3D del tracto vocal de Nesiamón se basa en una técnica propuesta por el ingeniero y bajo-barítono belga Bertrand Delvaux. A su juicio, la investigación con la momia de Nesiamón “abre un nuevo mundo de posibilidades: la recreación de voces del pasado para estudiar cómo evolucionan las características de la voz con el paso del tiempo”. Para Delvaux, la desintegración de algunos tejidos de las momias, como su paladar blando, no impide obtener un bosquejo de sus voces originales.

El equipo de Howard subraya el potencial de su investigación para “emocionar e inspirar” al público, ayudando a divulgar la historia de la humanidad. Los autores también apuntan otra posible aplicación para el futuro: ayudar a recuperar la voz a personas que se han quedado sin laringe tras un tumor. Y Howard reconoce una tercera posibilidad: utilizar el tracto vocal del sacerdote egipcio Nesiamón para sus conciertos musicales.

viernes, 24 de enero de 2020

La lenta muerte de las víctimas del Vesubio


 Herculano, como Pompeya, se conservó enterrada bajo las cenizas provocadas por la erupción del Vesubi o. Cuando el volcán estalló, el 24 de agosto del año 79 después de Cristo, las ricas y cultas élites de esta pequeña ciudad salieron corriendo despavoridas junto a sirvientes, tratando de evitar el flujo piroclástico (la nube formada por gases volcánicos calientes y material sólido).

Muchos fueron los que se refugiaron en los fornici, unas casas abovedadas de piedra situadas a lo largo de la playa cercana. Ese fue un error fatal. Incapaces de escapar, al menos 340 individuos perecieron en estas cámaras y en la arena. Siempre se creyó que su muerte fue rápida, reducidos en un instante a cenizas por las altas temperaturas dada su cercanía al volcán. Pero no fue así.

“La teoría general daba por hecho que estos individuos se vaporizaron al instante”, asegura Tim Thompson, profesor de antropología biológica aplicada de la Universidad de Teesside. Un nuevo análisis realizado por su equipo ha revelado que los residentes de Herculano tuvieron una muerte más lenta de lo que se creía, según explican en un estudio publicado en la revista Antiquity .

En Pompeya, situada más lejos del Vesubio, ya se sabía que la ceniza se endureció alrededor de los cuerpos humanos y conservó la carne, que al pudrirse dejaba la forma hueca que desde 1860 se empezó a rellenar con yeso para crear los famosos moldes. En Herculano, se pensaba que el flujo piroclástico de la erupción pudo alcanzar velocidades de 700 km/h y temperaturas de hasta 1.000°.

”(Sus habitantes) se escondieron para protegerse y quedaron atascados”, recuerda Thompson. Fallecieron, sí, pero lo más probable es que no lo hicieran quemados, sino asfixiados por los humos tóxicos. Al reexaminar los esqueletos de las víctimas, los especialistas se dieron cuenta que su estructura y el colágeno restante no coincidían con un caso de vaporización.

Los huesos estaban afectados en el exterior, pero su interior quedó menos mermado. “El calor provoca algunos cambios externos, pero no necesariamente a nivel interno”, revela el profesor. Esta cocción parece haber ocurrido porque el flujo piroclástico fue más frío de lo esperado, probablemente por debajo de los 400° C. Los fornici también ofrecieron cierto aislamiento del calor extremo.

La erupción del Vesubio es uno de los desastres naturales más famosos de la historia. La ceniza y la piedra pómez enterraron Pompeya, conservándola como un sitio arqueológico excepcional. La nube ardiente destruyó también la cercana Herculano, que era una ciudad costera antes de que los materiales arrojados por el Vesubio le ganaran al mar una franja de tierra de unos 400 metros.

El arqueólogo Giuseppe Maggi fue quien, en 1980, encontró los más de 300 esqueletos en los fornici, que se usaban como almacenes portuarios y para guardar las barcas de pesca. Esas personas trataban de huir por mar. En el lugar incluso aparecieron los restos de una embarcación de 9 metros de longitud con un remero y un soldado con dos espadas y una bolsa de monedas.

“La vaporización no está en consonancia con lo encontrado, sobretodo si lo comparamos con las erupciones volcánicas modernas”, asegura Thompson. Examinando la estructura del hueso y el colágeno interior han determinado que los cuerpos no estuvieron expuestos a temperaturas tan extremas como se esperaba, lo que sugiere que las víctimas no se vaporizaron instantáneamente.

Cuando el Vesubio entró en erupción, muchos residentes de la ciudad “vieron las explosiones y tuvieron la oportunidad de intentar escapar, lo que da una instantánea clara de la forma en que estas personas respondieron y reaccionaron”, explica el investigador. El flujo piroclástico que destruyó Herculano también quemó el tejido blando de esas personas.

Descubrimientos recientes confirmaron que la estructura cristalina de los huesos cambia según el calor al que estuvo expuesta y que la cantidad de colágeno restante arroja luz sobre la forma del calentamiento. Con esta información realizaron pruebas para detectar estos cambios en las costillas de 152 individuos de los fornici.

Esto reveló que no coincidían con los patrones esperados si hubieran estado expuestas a temperaturas extremadamente altas (más de 300-500° C). “Lo interesante fue que tuvimos una buena preservación del colágeno, pero también evidencia de un cambio inducido por el calor en la cristalinidad ósea y que las víctimas no quemaron a altas temperaturas”, señala Thompson.

Varios factores explican por qué estas personas experimentaron temperaturas más bajas de lo esperado. En primer lugar, el flujo piroclástico puede haber sido relativamente frío, y algunas estimaciones sugieren que solo era de 240° C. El fornici también puede haber proporcionado algo de aislamiento, reduciendo aún más la temperatura a la que las personas estuvieron expuestas.

”Las paredes de los fornici, así como la propia masa corporal de los humanos, dispersaron el calor en los cobertizos -considera Tim Thompson-, creando una situación que se relaciona más estrechamente con la cocción”. Esto habría preservado los huesos tal y como se encontraron, pero también significaría que las víctimas no fallecieron inmediatamente y que sobrevivieron lo suficiente como para verse abrumadas por los humos tóxicos.

jueves, 23 de enero de 2020

Hallan en Armenia restos de un acueducto romano de casi 2000 años de antigüedad


Arqueólogos de Armenia y Alemania han hallado restos de un acueducto romano en la antigua ciudad armenia de Artashat construido presumiblemente entre los años 114 y 117 de nuestra era, obra única de su tipo en este país.

“Es un descubrimiento extraordinario, porque los acueductos en Oriente Medio son un fenómeno bastante poco frecuente y para la Armenia antigua se trata de un hallazgo absolutamente único”, ha afirmado el doctor Mkrtich Zardarián, experto del Instituto de Arqueología y Etnografía de la Academia de Ciencias de Armenia.

Según el investigador, que dirige el grupo de arqueólogos que trabaja en Artashat - ciudad descrita por fuentes antiguas griegas como Artaxata-, el descubrimiento es parte de un proyecto de larga data en cooperación con un equipo de la Universidad de Münster encabezado por Achim Lichtemberger. “Como resultado de estas investigaciones descubrimos junto a un nuevo barrio de la ciudad los restos de un acueducto, cerca de donde se encuentra el monasterio de Jor-Virap”, ha añadido.

Zardarián aseguró que se trata evidentemente de una construcción romana, ya que esta ciudad -entonces capital de Armenia- estuvo bajo dominio de Roma. Debido a que la presencia romana en Artashat fue breve, todo parece indicar que el acueducto no pasó de los cimientos. El acueducto, indica el arqueólogo, rodea la ciudad por el nordeste y luego va hacia el centro de la urbe.

“En la actualidad estudiamos no solo el acueducto sino también las fuentes de agua que podrían haberlo alimentado”, ha comentado. Por su parte, el académico armenio Pável Avetisián explicó -citado por la agencia ArmInfo- que se trataba de un total de veinte cimientos ubicados a lo largo de un kilómetro. Supone que el acueducto podría haberse abastecido de las aguas del río Garni.

Además del acueducto, los estudios geomagnéticos permitieron detectar los cimientos de varios palacetes, pero estos se encuentran en terrenos privados, por lo que en la actualidad se busca una autorización de los propietarios para iniciar las excavaciones.

Artashat, ubicada a 20 kilómetros al sur de Ereván, actual capital armenia, llegó a ocupar en su momento de esplendor 700 hectáreas, lo cual permite considerarla una de las pocas megalópolis de la historia antigua. Los romanos la consideraban la Cártago armenia, y no dudaron en destruirla cuando la tomaron las huestes de Trajano. Sin embargo, la ciudad todavía existió durante varios siglos y fue simplemente abandonada por sus habitantes en el siglo V de nuestra era.

miércoles, 22 de enero de 2020

Identificado en Elda el primer monasterio bizantino de la península Ibérica


Unos pequeños objetos circulares de plomo encontrados en el yacimiento de El Monastil, en la localidad alicantina de Elda, han resuelto un enigma que se arrastraba desde el siglo XIX. Los expertos de la Universidad de Alicante y del museo arqueológico de la localidad ya pueden afirmar que “el primer monasterio bizantino de la península Ibérica” ha sido identificado.

En el siglo VI, el emperador Justiniano estableció la obligación de guardar pesos del Estado en las iglesias principales de cada ciudad. Allí los comerciantes debían demostrar que los pesos que ellos utilizaban en las transacciones económicas se correspondían con los oficiales. “Las iglesias”, explica Antonio Manuel Poveda, profesor universitario de Historia Antigua y director de Museo Arqueológico de Elda, “funcionaban como garantes de que no se engañaba a los compradores de metales preciosos y que las monedas se correspondían con su valor real. Si las operaciones eran fraudulentas, el ingreso por impuestos era menor”. Y así el cenobio de El Monastil funcionó como sede administrativa y fiscal bizantina por orden del emperador.

La investigación ha durado casi 25 años “debido a las dificultades de identificación de los restos arquitectónicos y mobiliario litúrgico hallados”, explica Poveda. Se habían encontrado muchas pistas en este tiempo, pero nada era concluyente. Ahora los resultados de las últimas investigaciones sí lo son: lo que se había identificado como un yacimiento romano o visigodo en la parte más elevada de un cerro a las afueras de Elda, ha resultado ser una basílica bizantina, la primera desenterrada en España.

El primero que señaló la presencia de posibles restos del monasterio fue el archivero municipal Lamberto Amat en 1873, si bien no pudo datar su construcción. Hace 50 años, el Centro Excursionista Eldense encontró también gran cantidad de materiales arqueológicos, pero tampoco fue capaz de identificarlos. En los años ochenta, el arqueólogo Enrique Llobregat sí confirmó la “existencia de un monasterio cristiano” en la cima. Relacionó algunos fragmentos con “un altar sigmático [de estilo griego] de mármol”.

Ahora además del conjunto de pesos con inscripciones en griego, en las últimas excavaciones dirigidas por Antonio Manuel Poveda se ha hallado una gran basa octogonal de columna, típica de la arquitectura bizantina y única hasta la fecha en toda la Península. También un pyxide o cajita cilíndrica de marfil decorada con la escena de Hércules capturando a la cierva de Cerinea, donde se guardaban las obleas sagradas litúrgicas. La inclusión de esta imagen en la caja responde a los intentos de los bizantinos de fundir su ascendencia greco-oriental con el cristianismo occidental.

Conjunto único

En este centro religioso —la iglesia conventual ocupaba un área de unos 84 metros cuadrados— también se han hallado e identificado diversos instrumentos metálicos para el ritual litúrgico bizantino, como una cucharilla (coclear) y un diminuto cuchillito (lancia), ambos usados para manipular y ofertar las hostias sagradas antes y durante la comunión. Estos objetos “constituyen el único conjunto hispano identificado hasta la fecha como perteneciente al ritual cristiano bizantino en España”, detalla Poveda.

Además, se han documentado materiales cerámicos norteafricanos, orientales y locales, que ofrecen fechas de la segunda mitad del siglo VI, la misma cronología que tiene una pequeña necrópolis localizada a unos 200 metros cuando en 1991 se construía la vía de servicio de una autovía A-31. Entonces se desenterraron 10 tumbas con 16 cuerpos, cuatro de los cuales portaban anillos grabados con la letra sigma y uno de ellos con una cruz griega. “Teníamos muchos elementos sueltos, pero nada que nos confirmase con total seguridad que se trataba de un monasterio bizantino”, señala el profesor.

Poveda destaca que tras el descubrimiento de los pesos no hay dudas: se trata de una “iglesia bizantina perteneciente a un monasterio greco-oriental, con arquitectura y mobiliario de factura y naturaleza bizantina”. Todo esto convierte El Monastil en un yacimiento arqueológico único y “muy importante para ilustrar una fase excepcional y difícil de conocer en España”.

Poco antes de 610, los visigodos derrotaron a los bizantinos y crearon en El Monastil una sede episcopal (Elo) dependiente de Toledo a la espera de tomar la cercana Elche. Cuando cayó la ciudad ilicitana, ya no era necesario el obispado de Elo (Ella en la Edad Media, Elda en la actualidad). “Lo curioso”, bromea Poveda, “es que la Iglesia, como la nobleza, nunca elimina un título, por lo que por alguna parte debe de estar el obispo de Elo”, el asentamiento donde se alzó el primer monasterio bizantino de la Península. “Seguro que aún no lo sabe”, bromea encogiéndose de hombros.

martes, 21 de enero de 2020

Gala Placidia, un peón en el juego entre romanos y visigodos


Si desde nuestra perspectiva actual calificamos a la civilización romana como machista, o como poco patriarcal, no andaremos errados. Los descendientes de Rómulo nunca defendieron el concepto de que la mujer fuese igual al hombre en derechos y capacidades. Pero eso no quita para que, de vez en cuando, las fuentes clásicas presten especial atención a grandes figuras femeninas de su historia.

Cornelia, madre de los Graco, Livia, Agripina la Menor o Sabina son unos pocos ejemplos. En esta lista también encontramos a Gala Placidia, que, de haber nacido en otro tiempo y lugar, habría podido ser reina o emperatriz por derecho propio.

De hecho, hace más de una década, el Premio Nobel Dario Fo aseguraba, en La verdadera historia de Rávena, que la vida de nuestra protagonista era digna de un drama novelesco. Como tantos otros personajes de sangre principesca, Gala fue una ficha en el gran tablero de la diplomacia y el gobierno de las naciones.

La oscuridad de la púrpura

Nadie puede negar que el árbol genealógico de Aelia Gala Placidia era envidiable. Al igual que sus hermanastros Arcadio y Honorio, era hija de Teodosio el Grande (379-395), otro hispanorromano que, como Trajano más de dos siglos antes, había alcanzado el trono imperial. Pero en algo les superaba, pues su madre le había dado la sangre de la dinastía que había encumbrado a su progenitor: Valentiniano I era su abuelo, y Graciano y Valentiniano II, sus tíos.

En ella se unían las dos casas más poderosas del mundo romano, cosa que no pasaba con Arcadio y Honorio. De haber sido hombre, sin duda habría supuesto una seria amenaza política para ellos, pero como mujer solamente podía convertirse en transmisora de la legitimidad dinástica, sobre todo desde la muerte de Valentiniano II en 392. Por todo esto resultan decepcionantes las escasas fuentes que tenemos sobre ella y las parcas menciones que se le dedican.

Las lagunas son tan grandes que ni siquiera sabemos cuándo ni dónde nació. Suele barajarse que ocurrió entre 388 y 393, si bien las investigaciones más modernas prefieren situar su venida al mundo después de 390. El lugar tampoco está claro, siendo Tesalónica y sobre todo Constantinopla, la Nueva Roma, los sitios más probables. De muy pequeña, entre los años 393 y 394, tuvo que viajar a Milán, en ese momento corte imperial, con su hermano Honorio, mientras que Arcadio quedaba ya como augusto de Oriente.

La muerte de Teodosio poco después la dejó casi desamparada, y comenzó el intrigante juego en el que ella se vio sometida a los intereses de unos y otros. Su prima Flavia Serena, hija adoptiva de Teodosio y custodia de buena parte de su confianza, se convirtió en su tutora. Mujer de notable inteligencia, se había desposado con Flavio Estilicón, un germano que podía presumir de ser uno de los hombres más poderosos del Imperio. Los esposos, si hacemos caso de las fuentes, intrigaron para que su descendencia ciñera la corona mediante una política matrimonial.

Honorio, ya emperador, contrajo nupcias con su hija María, primero, y a su muerte con Termancia, de la que se divorció. De haber fructificado este incesto (ambas eran sobrinas de Honorio), habría colocado a la prole del germano en el trono. Para asegurarse, según el poeta Claudiano, prometieron a su hijo Euquerio con Gala Placidia. Así comenzaba a servir como moneda de cambio en las complejas y retorcidas relaciones de Estado.

No obstante, Estilicón fue ejecutado bajo la acusación de traición en 408, y su esposa y Euquerio no tardaron en seguirle. Gala, libre del compromiso, se retiró a Roma, pero su tranquilidad duró muy poco. Dos años después, en una de las fechas más fatídicas de la historia romana, los visigodos de Alarico sitiaron la urbe.

Finalmente fue tomada, hecho catastrófico del que se buscaron culpables. Serena se convirtió en cabeza de turco, y acabó condenada a muerte. Lo curioso es que el historiador Zósimo asegura que fue una decisión tomada por el Senado y Gala Placidia, como si esta tuviera tanta dignidad como la venerable institución.

Los invasores no se contentaron con riquezas. Apresaron a nuestra protagonista, según el relato de Paulo Orosio. Pero es lógico pensar, como refiere Zósimo, que no recibió un trato inhumano. Su sangre era demasiado valiosa, más que por un rescate, por la posibilidad de emparentar con la familia imperial.

Honorio estaba a salvo en Rávena, más pequeña y mejor defendida que Roma, pero carecía de fuerzas para expulsar a los godos y rescatar a su hermana. Además de Orosio, Olimpiodoro, Jordanes e Hidacio aseguran que Ataúlfo se unió a Gala en matrimonio, convirtiéndola en reina de los visigodos.

En Barcino (la actual Barcelona), ella dio a luz a un hijo bautizado como Teodosio que, de no ser por su prematura muerte, habría sido otro aspirante al trono, uniendo las raíces latinas con las germanas. A este dolor, la reina romana de los visigodos tuvo que sumar el de la viudedad en 415. Se iniciaba un calvario del que no le protegería su linaje imperial.

Un tal Sigerico tomó el poder visigodo matando a sus opositores y degradó a Gala Placidia, haciéndola caminar de pie delante de su caballo durante varios días, hasta que la diplomacia de su hermano Honorio le permitió recuperar su libertad.

Pero en la corte imperial le esperaba otro matrimonio político con Flavio Constancio, militar renombrado y puntal de las fuerzas romanas, que sería proclamado coemperador junto a Constancio III en 421.

Fallecido en el mismo año, pudo darle a Gala dos hijos: Honoria y Valentiniano. Este último se erigió en el más claro heredero al trono de Occidente, ante la falta de descendencia de Honorio. Quizá para asegurar la posición de su retoño, Gala se mostró amable y diplomática con su hermano, aunque las fuentes recogen el rumor de que se entregaban a relaciones incestuosas. 


Posiblemente, las intrigas de algunos cortesanos provocaron una ruptura entre ella y Honorio, que la expulsó de la corte de Rávena. Refugiada en Roma, pero falta de apoyos, fue desterrada de Italia en 423, por lo que encaminó sus pasos a Constantinopla, acompañada por sus hijos.

En la capital de la parte oriental del Imperio se puso bajo la protección de su sobrino Teodosio II, del que consiguió que reconociera como césar a su hijo Valentiniano, apenas un niño, en Tesalónica.

Este título, desde los días de Diocleciano (ss. III-IV), podía traducirse como una especie de emperador “júnior”, solamente superado por la autoridad de los augustos. También obtuvo la ayuda la militar necesaria para acabar con el usurpador Juan (423-425) y conseguir la corona de augusto para Valentiniano, entrando victoriosa en la misma Italia de la que había sido expulsada.

Por la juventud del nuevo emperador, Gala ocupó el puesto de regente durante más de una década, hasta 437, en parte apoyada por el militar Flavio Aecio, aunque Procopio de Cesarea habla de enfrentamientos entre ambos. La mayoría de edad de su hijo y su matrimonio con Eudoxia –hija de Teodosio II–, cuyo carácter chocó con el suyo, comenzaron a relegarla de la corte de Rávena, y perdió paulatinamente autoridad.

Falleció en Roma en torno al 27 de noviembre de 450, según Hidacio. En esos momentos, por mediación de Honoria, el célebre Atila, rey de los hunos, entraba en el Imperio, dejando una estela de sangre y fuego. Valentiniano no le sobrevivió mucho: fue asesinado en 455. Era el fin de los gobernantes de la casa de Teodosio el Grande.

También, durante mucho tiempo, se diluía la huella de Gala Placidia de las páginas de la historia, hasta verse reivindicada por los estudios modernos.

lunes, 20 de enero de 2020

ABC:Una inscripción hebrea de hace 2.800 años revela un antiguo nombre bíblico


 Un equipo de arqueólogos ha encontrado en el yacimiento israelí de Abel Beth Maacah una jarra de 2.800 años con la inscripción en hebreo «lBenayo», que significa «De Benayo», un nombre típico de la antigua tradición yahvista (formada por aquellos que designan a Dios con el nombre Yahvé, a partir de ella se escribieron varios relatos del Génesis y el Éxodo).

Robert Mullins, profesor en el Departamento de Estudios Bíblicos y Religiosos de la Universidad Azusa Pacific en California que está al frente de los trabajos, ha explicado a Live Science que los nombres yahvistas son aquellos que incorporan parte de las letras de Yahvé y que los que procedían del norte de la región solían terminar en las letras hebreas que pueden traducirse como «yo» o «yau».

El equipo no reparó en la inscripción en un primer momento, pero, al enviarlo a restaurar, se detectaron rastros débiles de tinta. El hallazgo fue descrifrado gracias a las imágenes multiespectrales que se llevaron a cabo en el laboratorio del Museo de Israel que estudia los Rollos del Mar Muerto.

La jarra fue encontrada en el interior de una habitación que ha sido excavada solo en parte. Junto a ella había otros recipientes similares. Uno de ellos parece contener restos de vino, por lo que una de las hipótesis es que todos ellos lo contengan y que Benayo fuera un viticultor, un oficio muy ligado a la región.

Con el hallazgo se ha vuelto a reabrir el gran debate entre los arqueólogos sobre si Abel Beth Maacah, que se menciona en la Biblia hebrea en varias ocasiones, estuvo bajo el control de Israel, los fenicios, los arameos o si fue independiente durante los siglos X y IX a. C.

viernes, 17 de enero de 2020

El País:La megasequía de 60 años que venció a todo un imperio


En una tablilla de arcilla de hace 2.700 años, el astrólogo y sacerdote Akkulanu escribía al rey asirio Asurbanipal sobre los años de sequía que venían sufriendo: "En cuanto a las escasas lluvias de este año y que no hubiera cosecha, es un buen augurio para la vida y bienestar del rey mi señor". Pero la sequía acabó durando 60 años y fue decisiva para que la ciudad de Nínive y con ella todo el Imperio neoasirio colapsaran en el 612 antes de esta era. Y no fue la primera gran civilización que cayó ante los vaivenes del clima, ni la última.

"La megasequía afectó al núcleo del Imperio neoasirio, en lo que hoy es el norte de Irak y Siria", dice el investigador de la Universidad Estatal de California (EE UU) Ashish Sinha. Las sequías actuales de varios años en esta región, como las de 1999-2001 o 2007-2010, ofrecen una visión de lo que pudo ser la neoasiria de mediados del siglo VII a.C. La suya era una agricultura cerealista de secano y no disponía de la irrigación artificial de las ciudades del sur levantadas entre los ríos Tigris y Éufrates. "Debieron de sucederse frecuentes malas cosechas y masivas muertes de ganado, como las sucedidas en 2007-2010. La falta de cosechas durante la megasequía debió de exacerbar la inestabilidad política en Asiria, alimentando tensiones preexistentes dentro de la sociedad neoasiria y entre los neoasirios y los pueblos sojuzgados, como babilonios y medos", explica Sinha, principal autor de un estudio que vincula la gran sequía con la caída del Imperio neoasirio. Fue precisamente una alianza entre babilonios y medos la que terminó por arrasar la mítica Nínive, actual Mosul.

La conexión entre clima y política la hallaron en estalagmitas de una cueva del norte de Irak. Las formaciones, de hecho, funcionan como estaciones meteorológicas naturales, capaces de registrar las lluvias y la humedad ambiental de los últimos 4.000 años. Esta información no estaba disponible años atrás, así que la historiografía convencional dejaba a un lado el factor climático. Hasta 2014 no se planteó que pudo tener un papel destacado.

"Pero no teníamos datos paleoclimáticos del propio Irak de aquel tiempo, por eso este estudio es tan importante, ya que ofrece la primera evidencia de que, en efecto, hubo una gran sequía durante el periodo de declive del Imperio neoasirio", comenta en un correo el paleoclimatólogo de la Universidad de Colorado en Boulder (EE UU) Adam Schneider, especializado en encontrar conexiones entre el clima y el ascenso y caída de las civilizaciones antiguas y el primero en conectar la sequía con el destino del Imperio neoasirio.

Más al sur de Nínive y dos milenios antes, floreció en la baja Mesopotamia el Imperio acadio, iniciado por Sargón I de Acad. Ahora, un análisis de corales fosilizados en el actual golfo Pérsico muestra que hace 4.100 años el patrón de los vientos cambió y el temido shamal, el viento del norte, se hizo tan persistente que las tormentas de arena y la falta de lluvias debieron de arruinar las cosechas año tras año.

También fue un cambio en el ciclo del monzón lo que pudo empujar a los habitantes de Harappa (en el actual Punjab) y otras ciudades de la cultura del valle del Indo a abandonarlas y refugiarse en las laderas de las montañas. Y cada vez hay más evidencias de que la sequía tuvo mucho que ver en el colapso de la civilización maya.

"La historia de la sequía que afectó al Imperio neoasirio es solo uno de los muchos ejemplos en los que las sequías o megasequías han contribuido al colapso de civilizaciones o imperios agrarios bien conocidos", comenta el profesor de la Universidad de Michigan Jonathan Overpeck.  "En ocasiones, las antiguas sequías fueron uno de los factores que llevaron al colapso y por eso son una lección importante para el futuro. Muchas regiones del planeta, incluyendo el suroeste de América del Norte, Australia, el sur de África, la región mediterránea u Oriente Próximo se están volviendo poco a poco más áridas debido al cambio climático antropogénico y serán aún más áridas si seguimos emitiendo gases de efecto invernadero a la atmósfera", añade este premio Nobel como miembro del grupo de científicos autores de varios informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, IPCC.

En el reverso de la moneda climática, el del frío, recientes investigaciones señalan que una miniedad de hielo entre los siglos V y VII, en la que la temperatura media bajó en cuatro grados, impactó en el curso de la historia al inicio de la Edad Media. El clima, en este caso el enfriamiento global, tuvo mucho que ver incluso con el fin del Imperio romano. Al menos esa es la tesis que mantiene el científico e historiador Kyle Harper en su obra El fatal destino de Roma (Editorial Crítica), publicada este año.

"Cada día aprendemos algo nuevo sobre el paleoclima, cómo cambió y cómo impactó en sociedades humanas como la del Imperio romano", cuenta Harper. "En general, las temperaturas cálidas, húmedas y estables tienden a favorecer la productividad agraria, que era la base de la economía en la Antigüedad. En contraste, el frío y las sequías, la inestabilidad térmica, tienen un impacto negativo en la agricultura", explica.

Hay otro elemento muy relacionado con los vaivenes climáticos y es la propagación de enfermedades. "Ahora empezamos a comprender lo complicados que son los sistemas naturales. Uno de los mayores impactos del cambio climático [en tiempos de Roma] fue su influencia en la esfera de los patógenos. Se produjeron, muy probablemente, fuertes conexiones entre cambio climático, por un lado, y enfermedades epidémicas, por el otro", sostiene Harper.

Pero ¿pueden unas tormentas de arena o una sequía de 60 años acabar con una civilización no agraria y tan tecnológica como la actual? "Claro que hoy somos más conscientes de las posibles amenazas que en el pasado. Pero también estamos mucho más interconectados", recuerda Troy Sternberg, de la Escuela de Geografía y Medioambiente de la Universidad de Oxford. Sternberg publicó en 2012 un estudio que vincula la sequía en una de las principales zonas cerealistas de China en el invierno de 2011 con la Primavera Árabe. Los chinos tuvieron que comprar el trigo fuera y su demanda elevó los precios hasta el punto de que otros muchos países, como Egipto, no pudieron pagarlos.

"En nuestra economía, altamente globalizada, podríamos ver en las próximas décadas que una sequía en una parte del mundo tiene un impacto en sociedades del resto del planeta que no estén sufriéndola directamente", recuerda Adam Schneider, el primero que conectó la megasequía con la caída del Imperio de Asurbanipal.

miércoles, 15 de enero de 2020

ABC:Ni pobre, ni feo, ni humilde, ni pacifista: la biografía que desmonta los grandes tópicos sobre Sócrates


 La vida de Sócrates empieza por su muerte y avanza hacia atrás, como una nécora que se va restando años. Al menos así sucede en el caprichoso imaginario colectivo, donde el filósofo se conoce siempre a través de su episodio con la cicuta. Luego, si acaso, se bucea en su filosofía, que desarrolló durante su madurez, pero nunca, o casi nunca, se llega a sus orígenes. Tampoco en el mundillo académico. Nada extraño si tenemos en cuenta que casi todo lo que sabemos de él nos ha llegado a través de Platón y Jenofonte, que eran mucho más jóvenes y lo trataron principalmente en su última década, cuando ya era viejo y feo. Así que al final, por resumir, no tenemos ni idea de cómo un hombre supuestamente de un estrato social más bien bajo («del más bajo de lo más bajo», escribió Nietzsche) llegó a convertirse en el pensador más importante de la Antigüedad.

En ese gran vacío histórico se sitúa «Sócrates enamorado» (Ariel), el nuevo libro de Armand D’Angour, profesor de Estudios Clásicos en Oxford, una suerte de biografía que, tirando del cruce de testimonios y de sus relaciones amistosas y eróticas, explora los detalles menos conocidos de este ilustre griego y derriba algunos tópicos que han acompañado su figura hasta nuestros días. Para empezar, D’Angour sostiene que este no era de una condición tan humilde como la que asumimos, sino que era el hijo de un «empresario» de la cantería y la mampostería relativamente rico y que creció en un entorno de la élite ateniense. Y al contrario de lo que se ha dicho, se educó con algunos de los «mejores profesores del momento», y su aspiración inicial era hacerse célebre en el campo de batalla por su heroísmo. No fue pacifista ni objetor de conciencia, y participó en varias batallas a lo largo de su existencia, en las que mostró una notable habilidad para el combate. Y sí: fue un joven atractivo que tuvo una vida sentimental bastante agitada y entretenida.

«Algunas estatuas del Sócrates de mediana edad lo muestran bastante guapo. Puede que siempre haya tenido rasgos muy marcados, como la nariz chata y los labios gruesos, pero uno puede tenerlos de joven sin ser “feo”, como el actor Rami Malek, tal vez», explica el investigador a ABC. La imagen de ese hombre poco agraciado, por ser generosos, proviene de «El banquete», de Platón, donde Alcibíades lo retrata como un sátiro y establece, así, el canon. La cuestión parece baladí, pero la belleza era una cuestión central en Grecia. Sin ella, quizás, no podría entenderse el relativo éxito amoroso y social de Sócrates, al que D’Angour da una importancia clave para entender su existencia y pensamiento. Y es que esta es, como sugiere el título del libro, la historia de un joven enamoradizo que terminó casándose con la sabiduría.

Antes de eso, Sócrates conoció el amor carnal y espiritual, masculino y femenino. En su historia hubo una mujer fundamental, que no fue Mirto, su primera esposa, ni Jantipo, la segunda, con las que tuvo un número variable de hijos, según las fuentes. No. Esta se llamaba Aspasia de Mileto, una maestra de la retórica y del amor que encandiló al mismísimo Pericles con su belleza y su intelecto, y que fue odiada y criticada con saña por su posición privilegiada y su influencia en el gobierno de la Atenas dorada. ¿Y por qué fue tan importante para el filósofo? Porque él, que presumía de su ignorancia, de ese «solo sé que no sé nada», afirmó, de acuerdo con «El banquete», conocer «la verdad de Eros». Ese conocimiento excepcional se lo atribuyó a una mujer concreta, que en el texto de Platón recibe el nombre de Diotima, pero que en realidad era otra, tal y como defiende D’Angour. Esta otra, claro, era Aspasia, a la que conoció con apenas veinte años.

«Creo que Aspasia jugó un papel importante en sus primeros años de vida. Y que Platón sabía que su “Diotima” ficticia se basaba en la Aspasia real. De ser así, al menos algunos aspectos de la doctrina de Diotima en “El banquete” podrían haberse basado en lo que Aspasia realmente enseñó, como la noción de que el amor debe considerarse como una escalera que va desde la pasión sexual individual a algo más elevado, ya sea el amor a la ciudad a la que uno pertenece o a las ideas», asegura el investigador. No debemos olvidarlo, insiste: la filosofía nunca fue otra cosa que el amor a la sabiduría.

Puede que él se enamorase de Aspasia, pero eso es algo que no podemos saber. Sea como fuere, la vida no le dio muchas oportunidades con ella. Poco después de cumplir veintitrés años, en el 447 a. C., tuvo que incorporarse a filas para la campaña de Beocia, en una misión capitaneada por Tólmides. Ahí conoce la guerra, con la que tendrá muchas más citas. En esas campañas muchos se sorprenden, además de por su resistencia física al frío y a la fatiga, por las muchas horas que pasa mirando al horizonte, en aparente estado de trance. Algunos estudios médicos de épocas recientes sugieren que podría padecer catalepsia, pero entonces el adjetivo que usaban para describirlo era «atopos», que significa «excéntrico» o «nada convencional».

Sócrates abandona poco a poco la idea de ser un héroe y se va entregando al cultivo del saber. Se casa con Mirto, pero luego se enamora perdidamente del bello Alcibíades, al que rescata de una muerte segura en la batalla de Potidea, una gesta por la que no pide ninguna condecoración. Ya entonces se sabía filósofo más que nada, aunque su experiencia bélica le marcó. «Sócrates demuestra un conocimiento íntimo de lo que significa ser un soldado en activo. Está claro que él hizo uso de sus experiencias personales para tratar de comprender la naturaleza del coraje y otros asuntos», subraya D’Angour. De hecho, insiste, su principal preocupación fue pensar y repensar cómo vivir la vida humana y definir sus conceptos clave, como el amor: así lo afirmó Aristóteles, remedando a Platón. En este sentido, la reconstrucción de su biografía, aunque llena de suposiciones y espacios en blanco, arroja luz sobre su filosofía, pues él también habló a través de sus actos.

En el 399 a.C., Sócrates fue condenado a muerte por sus ideas en contra de los dioses ancestrales y por corromper a los jóvenes atenienses. En la última página de «Sócrates enamorado», D’Angour escribe: «Lo que no puede negarse es que al morir cumple todas las aspiraciones del joven Sócrates, que puso todo su afán en convertirse en héroe y quiso aprender toda la verdad del amor. Porque al final fue por amor al conocimiento y la justicia por lo que murió Sócrates, un ejemplo moral e intelectual para la posteridad y el primer, y más grande, héroe que tuvo la filosofía». Pero más que morir, Sócrates se inmortalizó: por eso no dejamos de contar su historia empezando por el final.

martes, 14 de enero de 2020

La Vanguardia:El trabajo más peligroso de la historia era ser... emperador romano


Lujo, dinero, poder, libertinaje... ¿Quién no querría ser emperador en la Antigua Roma? No se hagan ilusiones, el cargo ya no está (obviamente) vacante. Y, aunque lo estuviera, les aconsejaríamos que desistieran de perseguir esas aspiraciones. No porque no sean capaces de llevar a cabo la tarea, sino porque resulta que este era el trabajo más peligroso de la historia.

De los 69 gobernantes del Imperio Romano unificado, entre César Augusto (que gobernó desde el año 27 a.C. hasta su muerte, en el 14 d. C.) y Teodosio (que falleció en el 13 de enero del 395 después de Cristo), el 62% sufrió una muerte violenta, según detalla el profesor Joseph Homer Saleh, del Georgia Institute of Technology, en un estudio publicado en la revista Palgrave Communications .

Los datos que proporciona este especialista en análisis de riesgo de Georgia Tech confirman que era más probable que un gladiador sobreviviera a un combate a que el emperador evitara finalizar su trayectoria en el trono con una muerte violenta. Incluso es más seguro querer subir actualmente el Himalaya, donde los escaladores que alcanzan más de 8000 metros tienen un riesgo de muerte de alrededor del 4%.

Esta información no es lo que digamos una novedad. Se sabía que la probabilidad de muerte violenta para un emperador era alta desde que Edward Gibbon publicó su primer volumen del declive y caída del imperio romano (1776). Pero el detalle en el que ha incidido Saleh, y que hasta ahora nadie había examinado, sí resulta sorprendente. Lo que ha detallado este ingeniero es el tiempo que pasó desde que esos gobernantes fueron coronados hasta llegar a su aparentemente azaroso fallecimiento.

Los resultados muestran que los emperadores enfrentaron un riesgo significativamente alto de muerte violenta en el primer año de su reinado, lo que indica que “experimentaron una forma de mortalidad infantil”. Y el riesgo aumentó aún más después de 12 años en el cargo, mostrando incluso algún de estructura subyacente a la aleatoriedad.

“Las probabilidades de supervivencia para un emperador romano eran más o menos equivalentes a jugar a la ruleta rusa con un revólver de seis cámaras, en el que el participante coloca no una sino hasta cuatro balas en el cilindro”, escribe el autor del estudio.

Entrando en un análisis más pormenorizado, Saleh descubrió que dos tercios de todos los emperadores romanos murieron violentamente en el primer año de su gobierno. De los que sobrevivieron al menos siete años, muchos pudieron retener sus tronos durante cinco años más, dando a entender que había un “tiempo de falla” que afectaba al sistema.

”Un motor fundamental del espectáculo del regicidio no era de naturaleza estructural, ni estaba vinculado a las legiones o al imperfecto sistema de gobierno del imperio, sino que era intrínseco a los propios actores”, escribe Saleh. “Las motivaciones y ambiciones individuales junto con los factores sociales, políticos y militares llevaron a las muertes violentas de los emperadores”, añade.

Mientras los gladiadores ofrecían espectáculo desde la arena, los gobernantes del Imperio Romano protagonizaban un papel similar “antes de ser despedidos del escenario”, relata el investigador. “(Los emperadores) eran devotos de la ambición en el escenario de una de las aventuras más importantes de la historia humana” como era la Antigua Roma, concluye.

lunes, 13 de enero de 2020

ABC:¿Quiénes fueron los gladiadores romanos enterrados en Córdoba?


 Apenas unas líneas, las que no han sido borradas por el paso del tiempo, aquellas que se conservan en los restos lapidarios de sus tumbas, recuerdan sus hazañas sobre la arena en la que lucharon. La historia de estos gladiadores romanos que perecieron sobre uno de los mayores anfiteatros del Imperio, el de la Colonia Patricia Corduba (podía albergar unas 50.000 personas), será contada en el programa Arquemanía, que este viernes ha sido grabado en el Museo Arqueológico de Córdoba.

Este recinto guarda la mayor colección de lápidas gladiatorias del occidente del Imperio sin contar la de la propia Roma. Todas ellas aparecieron en el entorno del antiguo Camino de Almodóvar, actual Antonio Maura, en Ciudad Jardín (la mayoría, entre 1948-1954). En esta zona se encontraron, años después, restos del anfiteatro en los terrenos del actual rectorado de la Universidad de Córdoba y antigua Facultad de Veterinaria.

Según apuntan los historiadores, el hecho de que estas lápidas hayan sido encontradas en el mismo lugar puede deberse a que estuviera reservado por el «collegium funeraticium» de los gladiadores, una especie de cooperativa en la que, por el abono de una cuota, el gladiador contaría, al fallecer, con un espacio para ser enterrado y una lápida.

 ¿Y qué se sabe de los gladiadores que yacieron bajo estas lápidas? El arqueólogo e historiador Antonio García y Bellido hizo una interesante y completa transcripción de los textos labrados en las losas. Hablan de varios tipos de luchadores (cada uno tenía un uniforme concreto y unas armas): mirmillones, tracios, esedarios y reciarios.

Así, estre los mirmillones que murieron en Córdoba (que combatían con espada y escudo, y llevaban un casco decorado con un pez) se encontraba Actius, que murió a los 21 años; estaba casado y venció en seis combates. Su esposa fue la que le hizo la lápida. También se halló una lápida de un tal Ampliatus, de origen sirio, murió a los 30 años y dejó tras de sí 33 enfrentamientos.

Satur, mirmillo, de los juegos gladiatorios «iulianos», combatió trece veces y estaba enterrado con Bassus, liberado que «alcanzó una palma y una corona». Ambos estaban casados. Los gladiadores «iulianos» se podían alquilar e incluso vender a empresas o a privados.

 Algunos, como el griego Cerinthus, mirmillo, solo había luchado dos veces cuando murió, por lo que no todos contaban con una larga carrera de éxitos.

Otro grupo de gladiadores era el de los tracios. Su uniforme estaba compuesto por casco, escudo pequeño y una espada corta y curva. Uno de los combatientes que murió en el anfiteatro cordobés fue Amadus, de la familia neroniana. Luchó dieciséis veces. Nació esclavo en Placentia. Murió a los 21 años, según consta en su lápida.

También hay losas de los denominados esedarios. El «essedarius» combatía sobre un carro llamado «esseda». Para su defensa llevaban casco, escudo ovalado grande y protecciones en brazos y piernas. A este grupo de gladiadores perteneció Ingenuus. En su lápida reza que murió a los veinticinco años. «Ganó doce palmas. Era de nación germano. Toda la tropa de los essedarios hízole a su costa este monumento», según la transcripción de García y Bellido.

La antigua Córdoba romana, además de acoger combates, pudo ser la sede de la única escuela de gladiadores (ludus Hispanicus) de la que, hasta la fecha, se tienen noticias en Hispania, según se desprende de un estudio elaborado en 2010 por los profesores de la UCO y arqueólogos Desiderio Vaquerizo y Juan Francisco Murillo.

sábado, 11 de enero de 2020

Nueces y figuritas, regalos estrella de los niños en la Saturnalia romana


 Los niños romanos recibían nueces y figuritas de cera y terracota en la celebración de la Figlinaria, el último día de las Saturnales, la gran fiesta del solsticio de invierno en Roma, muchas de cuyas tradiciones perviven aún en la Navidad actual, como ocurre con los regalos a los más pequeños en la festividad de los Reyes Magos.

De hecho aunque la Navidad está dedicada a recordar el nacimiento de Jesucristo, se cree que en realidad nació en torno al mes de abril y que la primera iglesia cristiana decidió situar su llegada al mundo en diciembre para hacerle «heredero de toda esa amplísima tradición de siglos» que relaciona a la divinidad con el solsticio de invierno, como ocurría en la civilización romana con las fiestas en honor de Saturno, el dios bueno que propició la paz y la bondad entre los hombres.

La historiadora Pilar Caldera, conservadora del Museo Nacional de Arte Romano y experta en tradiciones, mentalidad y forma de vivir en la Antigua a Roma, ha explicado a Efe que el último día de esta fiesta de Saturnales fue dedicado especialmente a los niños, como ocurre en España con la fiesta de Navidad y la celebración de los Reyes Magos.

Ese día tenía el nombre de Figlinaria por las figuritas de cera y terracota que se regalaban a los más pequeños y que también se entregaban entre los adultos de forma más o menos sorpresiva, al igual que se hace en la actualidad con el «amigo invisible».

Los adultos recibían así estos regalos poco costosos pero cargados de un gran simbolismo durante Saturnalia, además de otros más caros, como piezas de plata, o la 'Sportula', una canasta llena de comestibles en una tradición que recuerda a nuestras cestas de Navidad.

Con respecto a los niños, Pilar Caldera recuerda el gran protagonismo que estos tenían en los banquetes y las celebraciones privadas y familiares de las fiestas en honor a Saturno, algo que no solía ser habitual el resto del año.

Los pequeños en estas fiestas, que se celebraban en el Imperio Romano del 17 al 23 de diciembre, debían recibir de sus mayores nueces, con las que solían jugar y que eran el símbolo de la infancia en Roma hasta tal punto de que el paso a la adolescencia se denominaba 'relinque nuces' (abandona nueces).

Además, en el último día de la Saturnalia, el dedicado a ellos, sus padres, sus abuelos o sus nodrizas les regalaban figuritas de cera, que luego quemaban en los lararios en honor a Saturno, como hacen los adultos, y de terracota, que podían representar a mujeres adultas, pájaros o animales y que en algunos casos eran silbatos que funcionaban con agua.

La historiadora emeritense recuerda que los niños, pero especialmente las niñas romanas, solían guardar sus regalos de Saturnalia hasta tal punto de que algunas de estas figuritas de terracota, que son como sus muñecas, han aparecido en algunas sepulturas de mujeres que murieron jóvenes como símbolo de virginidad y de no haber llegado al matrimonio.

También existían en la Antigua Roma las muñecas articuladas de hueso, como la descubierta en Ontur (Albacete), una «auténtica maravilla» de la arqueología hispana, y otras similares a las marionetas actuales.

Era muy habitual, según Pilar Caldera, que se viese a los animales domésticos como compañeros de juegos de los niños y entre ellos los pájaros eran considerados muy adecuados para las niñas, por lo que había grandes pajareras en los peristilos de las casas.

Igualmente, los pequeños romanos solían jugar con algo parecido a lo que son las canicas actuales y a las tabas, que simbolizaban también a la infancia.

Para Caldera, los juguetes tenían tanta importancia simbólica en la niñez de los romanos, que los varones los entregaban a los dioses como ofrenda el día que tomaban la toga viril, igual que la 'bulla' o amuleto que llevaban antes de ingresar oficialmente en el mundo de los adultos.

viernes, 10 de enero de 2020

La Vanguardia:El trozo de cerebro de un hombre decapitado que ha sobrevivido más de 2.600 años


Las razones de su muerte siguen siendo un misterio. El hombre fue decapitado en Heslington, cerca de la actual ciudad de York, en el Reino Unido, y enterraron su cabeza en un terreno embarrado rico en arcilla. Más de 2.600 años después, los arqueólogos encontraron los restos en 2008 y se sorprendieron cuando se dieron cuenta que había sobrevivido un trozo de cerebro en su interior.

La cuestión es que el tejido cerebral es un elemento que se disuelve rápidamente después de la muerte de un individuo debido a la autoproteolisis (degradación de proteínas) y la putrefacción. En el caso que nos ocupa, esa parte de cerebro humano no solo se había mantenido prácticamente intacta durante milenios, sino que además conservaba características como sus pliegues y surcos.

Según los expertos, dentro de las primeras 36–72 horas tras el fallecimiento, comienza la putrefacción y se completa la esqueletización en apenas 5–10 años. “En conclusión, la preservación de las proteínas del cerebro humano a temperatura ambiente no debería ser posible durante milenios en la naturaleza libre”, indican en la revista Journal of the Royal Society Interface .

Un grupo internacional de neurólogos han estudiado el inesperado hallazgo utilizando varias técnicas moleculares y han llegado a la conclusión que dos proteínas estructurales, que actúan como los “esqueletos” de las neuronas y los astrocitos (células de soporte), estaban más apretadas en este antiguo cerebro.

En un experimento que ha durado un año, descubrieron que estas proteínas agregadas -un sello distintivo del envejecimiento y las enfermedades cerebrales como el Alzheimer- también eran más estables que las de los cerebros modernos. De hecho, los antiguos grupos de proteínas pueden haber ayudado a preservar la estructura de los tejidos blandos durante siglos.

La momificación permite la preservación a largo plazo de los tejidos blandos. Fue así como se mantuvo intacto el cerebro del hombre de hielo, que fue conservado en un glaciar. En el cráneo de Heslington, los investigadores vieron una masa marrón amarillenta a través del agujero magno e identificaron que era tejido cerebral tras separar los sedimentos que lo cubrían.

“El cerebro antiguo parecía encogido y compacto en comparación con un cerebro moderno”, escriben los neurólogos. “A diferencia de las proteínas cerebrales, el ADN era de baja calidad y evitaba una secuenciación confiable. Los datos recabados demuestran que la formación de agregados permite la preservación de las proteínas cerebrales durante milenios.

Los científicos aún no están seguros de qué hizo que las proteínas se agregaran, pero sospechan que podría tener algo que ver con las condiciones del entierro, que parece que siguió algún tipo de ritual. Los nuevos hallazgos podrían ayudar a los investigadores a recopilar información de proteínas de otros tejidos antiguos de los cuales el ADN no puede recuperarse fácilmente”, añaden.

jueves, 9 de enero de 2020

Hallan cementerio de Edad de Hierro durante construcción de escuela


En Somerset, Inglaterra, una excavación realizada en el lugar donde se construye una escuela, reveló el hallazgo de 50 cadáveres de niños y adultos que datan de la Edad de Hierro hasta el periodo romano, lo que supone que es el sitio de un cementerio antiguo. Según el artículo publicado por la revista Wessex Archeology, los restos humanos fueron encontrados en el mismo lugar en el que se construye la escuela King Ina Junior and Infant actualmente.

Algunas de las tumbas encontradas fueron tapadas con losas planas, lo que podría significar el entierro de personas de clase alta. Damian de Rosa, gerente senior de Proyectos de Arqueología de Wessex, sostiene que los restos encontrados corresponden a un periodo histórico que abarca 500 años, ya que además de los cuerpos, también fueron encontradas piezas de cerámica como pulseras y broches.

De la Rosa indicó que el cementerio posiblemente estuvo conectado a una villa en sus cercanías, además destacó la evolución histórica y cultural que significa el hallazgo, ya que los restos ayudan a comprender la transición que significó para la sociedad inglesa el paso de la Edad de Hierro a la era romana. Steve Membery, arqueólogo encargado de estudiar el hallazgo, aseguró que se trata de la excavación moderna más completa de un cementerio romano en Somerset y explicó que fue posible gracias a la tecnología, como el uso de drones y el análisis de ADN antiguo.

miércoles, 8 de enero de 2020

ABC:Encuentran en Jerusalén indicios de un mercado de los tiempos de Jesucristo


 En las excavaciones del Parque Arqueológico de la Ciudad de David, en Jerusalén Este, se ha descubierto una mesa de medición de 2.000 años de antigüedad, que atestiguaría, de acuerdo con los arqueólogos israelíes, la presencia de un antiguo mercado que abastecería a los peregrinos que recorrían el camino hacia el Segundo Templo, sitio sagrado del judaísmo, en Jerusalén

De acuerdo con la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), el hallazgo resulta muy poco común ya que únicamente se han encontrado dos más de su categoría en el área. «Hasta ahora, las excavaciones en Jerusalén han descubierto sólo dos piezas similares que se han utilizado para medir volúmenes: una durante la década de 1970 en el distrito judío de excavaciones y otra en las excavaciones en Shuafat, en el norte de Jerusalén», ha puntualizado Ari Levy, director de la excavación de la AAI.

En una parte del objeto desenterrado quedan «dos cavidades profundas, cada una con un drenaje en el fondo», ha explicado Ronny Reich. «Su parte inferior podía taparse con un dedo, llenarse con un líquido de algún tipo -ha continuado-, y una vez se retiraba el dedo, el líquido podía volcarse en un recipiente para determinar así su volumen». «De esta forma, los comerciantes podían calibrar sus instrumentos de medición utilizando un estándar uniforme», añade.


Oficinas del prefecto

Junto a la mesa, que se usaba para pesar vino o aceite, también se encontraron decenas depesos de medición de piedra. De acuerdo con los expertos, el descubrimiento en este punto refuerza la teoría de que era la plaza principal de lo que históricamente se conoció como la ciudad baja de Jerusalén.

Según Efe, se piensa que albergaba la milenaria ruta conocida como el Camino de los Peregrinos (judíos), que partía del estanque de Siloé (donde la Biblia dice que Jesucristo mandó a lavarse a un hombre para curarse la ceguera) hasta el Monte del Templo (denominación judía de la actual Explanada de las Mezquitas, Noble Santuario para el islam), donde hace muy poco también descubrieron una calle construida en tiempos de Poncio Pilato.

Creen que allí podrían haber estado el mercado «que sirvió de punto focal de comercio» y también las oficinas del inspector encargado de supervisar los pesos y medidas de la urbe, el prefecto, «la única persona que tenía este tipo de instrumentos», ha subrayado Levy.

«Los comerciantes necesitaban una unidad de medida estandarizada, y cuando querían asegurarse de que todos trabajaban con la misma, iban a ver a los agoranomos, los prefectos de los mercados (...). Gracias a esta tabla, los comerciantes sabían cuántos litros de aceite de oliva vendían, por ejemplo», ha detallado este especialista.

El Parque Nacional de la Ciudad de David se extiende al pie de las murallas de la Ciudad Vieja en Silwan, el barrio palestino de Jerusalén Este, anexado y ocupado por Israel. Constituye un sitio de excavaciones israelíes intensas y controvertidas, teniendo en cuenta la disputa entre israelíes y palestinos sobre la soberanía de Jerusalén Este y la importancia de la participación histórica en ese contexto, de acuerdo con AFP.

martes, 7 de enero de 2020

National Geographic:Encontrado un gran barco romano en Grecia repleto de ánforas


La revista británica Journal of Archeological Science publicará en enero de 2020 un interesante artículo sobre el fascinante hallazgo bajo las aguas del mar Jónico, cerca de la isla de griega de Cefalonia, de los restos de un barco de época romana (posiblemente de entre los siglos I a.C. y I d.C.), de grandes dimensiones, y con un cargamento de nada más y nada menos que 6.000 ánforas.

El pecio, que mide 33 metros de manga, fue descubierto cerca del puerto de Fiskardo, en Cefalonia, por un equipo de arqueólogos griegos. En época romana, Fiskardo fue un enclave importante en las rutas comerciales marítimas romanas, y recientes excavaciones en el lugar han sacado a la luz una serie de viviendas, baños públicos, un teatro y una necrópolis.

El naufragio de Fiskardo, como ha sido bautizado el pecio, ha podido estudiarse mediante sonar e imágenes del fondo marino. Además del enorme cargamento de ánforas, perfectamente visible, los investigadores tienen la esperanza de hallar restos del casco de madera. Yorgos Ferentinos, consejero científico del Laboratorio de Geología Marina y Oceanografía Física de la Universidad de Patras y uno de los autores del estudio, ha afirmado que "el cargamento está semienterrado en el sedimento, por lo que tenemos grandes expectativas de que si lo investigamos en el futuro, encontraremos parte o todo el casco de madera".


Información sobre rutas y técnicas constructivas

Ahora, los especialistas deben debatir el momento más propicio para estudiar este espectacular hallazgo y asimismo decidir si se mantiene el pecio en su lugar. Lo que sí se ha podido observar gracias a las imágenes obtenidas del fondo marino es que el tipo de ánforas que transportaba el navío eran las que se usaban habitualmente para contener aceitunas, vino, aceite y distintos tipos de cereales.

Otra cosa en la que coinciden los especialistas es que el hallazgo es el cuarto mayor navío romano encontrado hasta la fecha en el Mediterráneo y que su estudio puede proporcionar valiosa información sobre las rutas marítimas y el comercio, así como las técnicas de construcción de navíos empleadas en la época. Tal como afirma Ferentinos en el estudio: "El naufragio tiene el potencial de proporcionar una gran cantidad de información sobre las rutas de envío, el comercio, la estiba del casco de ánforas y la construcción del barco durante el periodo pertinente y, por lo tanto, se considera un hallazgo de importancia arqueológica significativa" explican los científicos encargados del estudio perteneciente al programa INTERREG Grecia-Italia 2007-2013.

domingo, 5 de enero de 2020

ABC:Hallan en Rusia la sepultura de cuatro amazonas escitas de más de dos mil años de antigüedad


 Una expedición arqueológica de la Academia de Ciencias de Rusia, dirigida por Valeri Guliáyev, descubrió el mes pasado en la región de Vorónezh, al suroeste del país, un enterramiento de cuatro mujeres guerreras pertenecientes al pueblo escita. Recibieron sepultura hace unos 2.500 años y representan tres generaciones distintas.

Vestigios de amazonas escitas se habían encontrado ya, pero no enterradas juntas, con edades diferentes y con sus adornos prácticamente intactos. Se trata de un mujer de unos 45-50 años de edad, dos más jóvenes de entre unos 20 y 35 años y una adolescente de unos 12-13 años. Los arqueólogos rusos desconocen por ahora la razón por la que fueron inhumadas en la misma tumba, pero el hallazgo ha vuelto a poner de actualidad las viejas leyendas sobre la existencia de mujeres guerreras.

Según el comunicado difundido por Guliáyev, el descubrimiento se ha hecho en el túmulo denominado Devitsa V. Es un paraje situado en el cauce medio del río Don, en el distrito Ostrogozhski de la región de Voronezh. La mujer de más edad llevaba todavía sujeto a la cabeza el tocado ceremonial dorado propio de las clases altas.

 En expediciones anteriores en la misma región se habían encontrado fragmentos de este tipo de diademas, pero no en su totalidad y tan bien conservada. Son piezas de enorme valor arqueológico hechas de una aleación de oro, de hasta un 70%, cobre, plata y un pequeño porcentaje de hierro. Según Guliáyev, «estamos ante un hallazgo único, ya que este es el primer tocado completo en los monumentos de la época escita encontrados en el Don medio».

Cerca del cuerpo de la mujer había un cuchillo de hierro y una punta de flecha. Los restos de una de las dos jóvenes estaban en pose de jinete. Los antropólogos han determinado que para ello, una vez muerta, tuvieron que cortarle los tendones de las piernas. Junto a ella había un espejo de bronce, lanzas y, en su mano, un brazalete de piezas de vidrio.


Jinetes femeninos

Se estima que jinetes femeninos existieron en la era escita entre las tribus nómadas y seminómadas de lengua persa en el este de Europa. Estas amazonas probablemente custodiaban ganado, propiedades y las viviendas cuando los hombres se ausentaban durante largas campañas militares. En declaraciones a medios rusos, el jefe de los arqueólogos de la Academia de Ciencias sostiene que «solo en el Don medio, durante la última década, nuestra expedición descubrió unos 11 sepulcros de mujeres jóvenes armadas. Pero por primera vez nos enfrentamos al enterramiento de cuatro amazonas a la vez, y de edades tan diferentes», señaló Guliáyev.

En este mismo yacimiento de Devitsa se hallaron más de 30 puntas de flecha de hierro, un garfio en forma de pájaro, elementos de los aperos para las caballerías, ganchos de hierro para colgar las riendas, cuchillos de hierro, fragmentos de recipientes, numerosos huesos de animales y un antiguo jarrón griego.

El montículo funerario de Devitsa V es conocido por los arqueólogos ya desde el año 2000, pero los trabajos de excavación se intensificaron a partir de 2010. Está formado por 19 terraplenes y en el túmulo número 9, una pequeña elevación de 40 metros de diámetro, fueron encontrados los restos de las cuatro amazonas. Notaron que el conjunto había sido saqueado ya en la época antigua.

Guliáyev cuenta que «en el momento en el que los escitas vivían en estos lugares, había hermosos bosques de robles. El roble es un excelente material de construcción y, gracias a él, podemos calcular cuándo ocurrió el pillaje». Según sus palabras, «los salteadores penetraron en la tumba cuando el techo ya se había derrumbado, algo que no pudo suceder 100 años o incluso 200 años después de levantado el monumento funerario. Afortunadamente encontraron solo una parte de enterramiento (...) pero no a las cuatro mujeres».