sábado, 9 de noviembre de 2019

La Vanguardia:El Born, la Pompeya de Barcelona


Las paredes del Born hablan, pero también lo hacen sus calles o el Rec Comtal convertido en una nutrida alcantarilla de recuerdos. Hablan también los archivos: los arqueólogos reconstruyen la vida de las casas con lo que hallan excavando, pero pueden acceder también a información documental. “Aquí lo podemos estudiar todo”, apunta la responsable del Pla Barcino, Carme Miró, con cierto entusiasmo.

El Born está sirviendo para reconstruir al detalle la ciudad de la época Moderna y certificar el esplendor de la Barcelona de entonces. El Born se ha convertido también, precisamente por lo anterior, en una referencia internacional en donde historiadores de toda Europa buscan respuestas. La abundancia y variedad de todo lo hallado permiten darlas.

“Barcelona en el siglo XVII y principios del XVIII era un gran centro comercial y administrativo y no como siempre se ha dicho una ciudad oscura”, subraya la responsable del Pla Barcino. Tienen pruebas: Las encuentran cada día.“Estamos en uno de los conjuntos arqueológicos urbanos más grandes del mundo”, añade Miró. Algunos expertos ya hablan de un nueva Pompeya.

Esta semana, por primera vez, ha comenzado a trabajar un equipo de seis arqueólogos profesionales. Se ha comenzado a intervenir al margen de las campañas de verano que se llevan a cabo con estudiantes de la UB desde el año 2015 (en la última se sumaron de la UAB). Aún queda mucho por descubrir.

Tras la Guerra de Sucesión se arrasó una tercera parte de Barcelona. El Born es un 10% de aquella dinámica urbe en donde el tiempo se paró: ese pedazo de la ciudad quedó bajo tierra, pero no desapareció. Y esto también ha ayudado a conservar la huella de los que vivieron allí antes de 1714. “Aquí también tenemos parte de la Barcino romana”, dice Miró. Pero tan sólo se ha excavado en un 20%.

“¿Qué es eso de ahí?”, pregunta el arqueólogo Toni Fernández, que ya participó en la gran intervención del año 2001-2002, a su compañera Vanessa. Él comanda el equipo de seis profesionales que trabajarán en esta nueva campaña de otoño e invierno. “¿De qué se trata?”, pregunta ahora Carme a Toni. “Es una falange”, dice él colocándose un pequeño hueso encima de uno de sus dedos.

“Estamos encontrando muchos pequeños restos humanos, alguna costilla.... También restos romanos que procederían de la necrópolis de allí”, sentencia Toni mirando hacia el otro extremo del complejo. Más allá de donde hay otros dos arqueólogos, Laia y Raúl, que preparan un capazo de tierra para sacar al exterior: es una de las complejidades de excavar en el Born: extraer la tierra fuera del recinto.

El grupo está trabajando en la Casa Santmartí. Tienen ubicado viviendo en esa finca, entorno al 1680, a un comerciante de mulas –las alquilaba–. La edificación queda en uno de los extremos del Born. Ya se ha llegado a niveles del siglo XVI. “Todas las casas existen más o menos desde hace 400 años, son en origen góticas que se modifican, pero en esta casa hay un momento que se amplía y se rehace. ¿Quizás afectada por la Guerra dels Segadors?”, pregunta ahora el propio Fernández. Es una de las respuestas que esperan aclarar.

La casa Santmartí está justo delante del Pla d’en Llull, es decir, está en la zona más externa de la ciudad (también vivió desde primera línea la Guerra de Sucesión). Hay más cosas: en lo que después fue casa se ha descubierto también un camino que podría ser del siglo XII que conduce hasta el Rec Comtal. Parte de esta conducción de agua que abastecía a Barcelona atraviesa el complejo, si bien en este punto era un verdadero vertedero. De hecho las cañerías de la casa Santmartí desguazaban en él.

Fernández muestra el trozo de dos pipas diferentes encontradas en la casa: una holandesa, otra catalana. “Se fumaba mucho”, apunta Miró, quien destaca también la presencia de rica cerámica italiana en todo el complejo, algo que no pasa en otras ciudades. En Barcelona abundaba. “Se encuentra incluso en las casas de los pescadores”, añade el responsable de las excavaciones del Born.

“Es un complejo único de la edad moderna y del mundo medieval”, manifiesta la responsable del Pla Barcino que destaca una característica propia: el mestizaje. “En Barcelona te encuentras casas super ricas al lado de casas muy pobres, ya desde la época romana”, manifiesta. Y Miró insiste: “Barcelona fue en un gran centro administrativo y comercial, entonces y en la Edad Media, como lo es ahora”.

Otra de las pruebas del esplendor de la ciudad está en el tramo del Rec que está en el complejo y que se ha preservado, a medio excavar, para las visitas. Hay abiertas diferentes capas, la última es la que corresponde al los primeros años del siglo XVIII. Abundan objetos de todo tipo sobre todo cerámicas. “También apareció un amasijo de hierro que luego vimos que era una pistola. Aquello es una bala de cañón”, indica el jefe del grupo de arqueólogos. Este pedazo de Barcelona fue derruido entre 1717 y 1718. “Se tuvieron que ir de sus casas y muchos optaron por tirar lo que no se podían llevar, pensando que así nadie se lo quedaba”, explica Fernández.

“Cuando pensamos en el Born no lo hacemos sólo como un lugar meramente expositivo, sino como un yacimiento, como un espacio de investigación para la difusión y pedagogía de la historia urbana”, manifiesta el concejal de Memòria Democràtica, Jordi Rabassa.

“En un yacimiento, como espacio de investigación, es imprescindible que trabajen los profesionales, los arqueólogos y que lo aprovechen tanto como pueda”, añade el edil. El equipo comandado por Toni Fernández estará excavando hasta el mes de enero. Cuando se acaben los trabajos se tendrá que reponer el pavimento que se ha quitado y dejarlo en el mismo punto que estaba. ¿Y después? Por ahora no hay noticia de que vaya a haber un equipo de manera fija o un laboratorio propio, como si pasa en otros complejos arqueológicos, muchos, de menor valor que el que ya está considerado como la nueva Pompeya... de Barcelona.

El peso demográfico de Barcelona durante el siglo XVI y XVII hacía que las casas de la ciudad fueran sometidas a diversas particiones: si una casa se dividía en cinco partes se cobraban cinco rentas y no tan sólo una. En el Born se ve con claridad, aunque hay algunas edificaciones que, por el contrario, cuando son abandonadas a principios del siglo XVIII cuentan con grandes espacios, grandes salas.

Es lo que sucede con la casa Corrales, al lado del Rec. Allí, más que restos de cerámica, se encontraron muchos dados. “Era una sala de juego, por eso nos encontramos aquí una gran estancia”, apunta Toni Fernández. Algo que han podido comprobar también gracias a documentación. “El carnicero, que tenía la casa allí, también lo hizo”, señala el arqueólogo. “Todavía nos queda mucho por descubrir”.