miércoles, 9 de octubre de 2019

ABC:Cuatro décadas del hallazgo de la enigmática máscara de actor en el yacimiento utrerano de Olivar Alto


Los que estaban aquel día en el yacimiento arqueológico utrerano del «Olivar Alto» -un pequeño cerro muy cerca del casco urbano en la zona que ocupa actualmente la barriada de El Tinte-, nunca olvidarán el momento en el que apareció el que sigue siendo a día de hoy uno de los hallazgos arqueológicos más importantes y enigmáticos de la historia de Utrera. Todos ellos estaban trabajando en el descubrimiento de una necrópolis con más de un centenar de enterramientos de época ibera, turdetana y romana, cuando de repente, encima de una de esas urnas, apareció una máscara de actor o actriz, de origen romano y que los miraba a todos con una indudable expresión de tristeza.

¿Quién era la persona que fue enterrada en esa tumba en particular? ¿Por qué sus seres queridos quisieron que la citada máscara descansara junto a los restos de esta persona? Son preguntas que cuatro décadas después de este fabuloso hallazgo siguen sin respuesta con respecto a esta pieza, que está datada en el siglo I de la era cristiana y que puede contemplarse en la actualidad en una de las salas dedicadas a la Prehistoria del Museo Arqueológico Provincial de Sevilla. Una máscara que impresiona por el realismo de su expresión, por la humanidad de su rostro en el que se muestra el pesar por la pérdida de un ser querido.

Se trata de una obra elaborada en barro, que apenas tiene 20 centímetros de altura y 18 de anchura y que según la catalogación realizada por los especialistas del Ministerio de Cultura «simboliza la protección del alma del difunto en el mundo de los muertos, como así atestiguan diversas tumbas y santuarios en el mundo romano mediterráneo desde época helenística. Constituye un testimonio excepcional para entender los procesos de cambio y asimilación de las poblaciones indígenas del Bajo Guadalquivir en lo referente a las prácticas funerarias durante la Romanización».

El utrerano Pedro Hurtado, un auténtico «Indiana Jones» de la campiña sevillana, que a lo largo de las últimas décadas ha destacado tanto en su faceta de escultor como de aficionado a la arqueología y buscador de tesoros, fue la primera persona que intuyó la existencia de un yacimiento con cierto valor histórico en esta zona de Utrera, por lo que fue el encargado de avisar a las autoridades competentes. Rápidamente se puso en marcha un operativo importante para la época, comandado por Diego Oliva.

Por aquellos tiempos, el actual historiador municipal y responsable de patrimonio histórico en Utrera, Javier Mena, tenía sólo 14 años pero recuerda completamente como se trató de un hallazgo que le sirvió «para enamorarme del mundo de la arqueología», en un yacimiento en el que además «colaboramos en determinadas labores varios chavales que estábamos en aquel momento estudiando en el instituto». Mena no olvidará nunca el momento en el que apareció la citada máscara, que se trata de una pieza muy valiosa y poco común, y destaca que se trató de un instante «muy especial y una auténtica gozada».

En total se encontraron 106 sepulturas, en cada una de las cuales se alojaba un recipiente con las cenizas del difunto, acompañado además de determinadas cerámicas y componentes del ajuar funerario. Una serie de elementos en los que se entremezclan la tradición turdetana con las costumbres ya propias de la civilización romana, por lo que se trata de un yacimiento que se puede decir que estaba entre dos mundos y en el que es posible comprobar como los pobladores de la zona estaban ya asimilando las incipientes costumbres romanas.
Lacrimatorios

Además de la «Tumba de la Máscara», se encontraron en este yacimiento otras piezas verdaderamente curiosas, como es el caso de unos pequeños recipientes de cristal que para la mirada profana son difíciles de identificar pero que guardan también una bonita historia. Como explica el propio Javier Mena, se tratan de «lacrimatorios de vidrio, donde se depositaban las lágrimas que o bien la familia o las plañideras habían vertido por el difunto en cuestión y posteriormente se adjuntaba en el ajuar funerario, para que el difunto fuese enterrado con las lágrimas de sus seres queridos». A todo ello hay que unir vasos cerámicos, platos, espejos y pequeñas piezas de marfil, que constituyen un pequeño tesoro que sirvió para estudiar las costumbres funerarias en el comienzo de la era cristiana en tierras andaluzas.

La situación de la necrópolis indica la cercanía en aquella época de un núcleo importante de población en las proximidades, e incluso posteriormente tuvo lugar el descubrimiento de una serie de enterramientos de época calcolítica muy cerca de este yacimiento, lo que indica que se trata de una zona históricamente muy poblada.

Utrera ha sido históricamente un enclave poblado por un importante ramillete de culturas y civilizaciones, quienes han aprovechado su buen clima, su privilegiada tierra para el cultivo y su posición estratégica. Son muy numerosos los hallazgos arqueológicos que se han descubierto en su término municipal, pero realmente pocos alcanzan el nivel de realismo, emotividad y de sorpresa que supuso la aparición de esa máscara de actor que hace cuarenta años dejó con la boca abierta a todo un equipo de buscadores de tesoros y que a día de hoy sigue dejando en el aire muchas preguntas.