domingo, 8 de enero de 2017

National Geographic:"Creo que me estoy convirtiendo en un dios"


Tras diez años de reinado, el 23 de junio del año 79 d.C., pereció el emperador romano Vespasiano. Ese mismo día le sucedió su hijo mayor, Tito, de acuerdo con la sucesión hereditaria que instauró su padre. La dinastía Flavia fue fundada por el propio Vespasiano y la integraron sus hijos Tito (79-81) y Domiciano (81-96).

Tras el derroche provocado por Nerón, durante el mandato de este linaje se reestructuraron las finanzas del imperio, y fue en esta época precisamente que en Roma florecieron algunos de sus símbolos eternos: entre ellos el Coliseo o Anfiteatro Flavio, cuyas obras comenzaron bajo el mandato de Vespasiano. Este se convirtió en el anfiteatro más grande jamás construido en el Imperio romano, que aún sigue en pie casi 2.000 años después.

Si bien es cierto que en este período se levantaron grandes construcciones, también sucedieron todo tipo de calamidades: la erupción del Vesubio, el 24 de agosto del 79, dos meses después de la muerte de Vespasiano, que arrasó Pompeya y Herculano; un incendio en Roma en el año 80, catastrófico, aunque menor que el acaecido doce años antes bajo el reinado de Nerón, y una epidemia de peste.

Vespasiano nació en Vicus Phalacrinae, en la actual población de Cittareale, a unos 100 kilómetros al nordeste de Roma, en el año 9 d.C. En 2005, una investigación arqueológica sacó a la luz la villa donde nació el fundador de la dinastía Flavia, además de otras estructuras de diferentes épocas. No se conserva demasiada información sobre el reinado del emperador. Se le ha tachado de hombre avaro y austero, fue blanco de las invectivas de los filósofos, a los que desterró de Roma, aumentó e introdujo nuevos impuestos, por ejemplo el de la recogida de orines en las letrinas públicas, e ironizó sobre el culto imperial que se le rendía.

Murió de forma natural en su villa en las Aquae Cutiliae, unas termas situadas en la actual localidad de Castel Sant'Angelo, cerca de su lugar de nacimiento. Cuando supo que iba a morir dijo con ironía: «Creo que me estoy convirtiendo en un dios».