domingo, 2 de octubre de 2016

El País:Medio siglo excavando en Egipto



Las palabras arqueología y Egipto han sido el inicio de muchos relatos que no siempre tienen que ver con la realidad. Son dos conceptos que dan pie a fantasear. Realmente es fantástico excavar en aquel país, mirar de tú a tú a aquellos hombres de hace 5.000 años o, más bien, a lo que ellos dejaron pero que da pistas y datos fiables de cómo vivían, cómo estaba dividida la sociedad, en qué creían... Para alejarse de ese halo de misterio y leyenda alimentado por la literatura y el cine no hay más que acercarse a los museos, esos bancos de datos donde se conserva, estudia y difunde la historia. Y hablando de historia y de Egipto, el Museo Arqueológico Nacional (MAN) tiene mucho que contar ya que en él se conservan las piezas de la excavación más antigua llevada a cabo por españoles en aquel país. El proyecto Heracleópolis Magna se inició en 1966, este año cumple medio siglo. Con motivo del aniversario, hemos visitado los almacenes del Arqueológico.

Desde 1980 las leyes impiden sacar patrimonio del país africano, por tanto lo que se conserva en el museo madrileño llegó antes de esta fecha, durante las primeras campañas. Mª Carmen Pérez Die, directora de la misión arqueológica desde 1984 -cuando tomó el relevo de Martín Almagro Basch- y conservadora jefe del Departamento de Antigüedades Egipcias y Oriente Próximo del MAN, señala que de todos los fondos adscritos a su departamento (15.000 aproximadamente), unos 3.000 proceden de Heracleópolis Magna (actual Ehnasya el Medina). Un lujo ya que son piezas que dan poco margen de error al tener clara su procedencia, están datadas y contextualizadas, es fácil ponerlas en relación con otras y, por similitud, ayudan a situar fondos de los que se tengan menos datos.
Esta semana se ha celebrado un simposio para celebrar los 50 años de Heracleópolis Magna y para presentar conclusiones y próximos objetivos del proyecto. En él se han reunido muchos de los profesionales que han participado en la excavación los últimos años, un equipo multidisciplinar -arqueólogos, dibujantes, restauradores, ceramólogos, un arqueoastrónomo y hasta un dron- que ha ido cambiando la manera de trabajar adaptándose a las nuevas tecnologías. Del lápiz, los rollos de papel, los carretes de fotos... que llevaban para documentar todo han pasado a las tablets, los SIG (Sistema de Información Geográfica) -una gigantesca base de datos-, los drones... A pesar de esto, la esencia es la misma, como confirma Pérez Die: trabajo de campo, documentar milimétricamente todo y volver para reunir toda la información, sacar conclusiones y publicarlas. "Una excavación sin publicaciones no sirve para nada. ¿De qué vale que solo unos cuantos conozcamos lo que allí sucedió?", reflexiona la directora.

El equipo de Heracleópolis Magna solo excava allí un mes al año, el resto del tiempo el trabajo consiste en estudiar todos los datos que se ha traído. De ahí la importancia de fotografiar, dibujar y documentar terreno y piezas sin dejarse nada, ya que lo encontrado se tiene que quedar en Egipto. "Es muy bonito encontrar pero también lo es interpretar", dice una entusiasmada Pérez Die que confiesa que su verdadera vocación es la de becaria: "Me pasaría el día estudiando en la biblioteca". Pero como responsable realiza, además, otras tareas burocráticas: la de pedir los permisos y la de buscar financiación. Asegura que no tiene ningún problema para ir, tanto el Servicio de Antigüedades egipcio como la policía le dan los consentimientos. "Son muchos años, nos conocen, saben cómo trabajamos y hacemos todo lo que nos dicen: si hay que recoger a las seis, a las seis nos marchamos. No vamos a desobedecer y a arriesgarnos a que nos denieguen futuros permisos". Van acompañados de la policía local, siempre había sido así, pero su presencia aumentó después de 2011, año de la revolución y el único en el que no hubo campaña en Heracleópolis. "Nuestro vuelo salía el 29 de enero, unos días después de que estallara todo, desde el ministerio de Asuntos Exteriores nos dijeron que deshiciésemos las maletas".
Otra de las arduas tareas es conseguir financiación. Pérez Die ha optado por buscarla en manos privadas, para sumar a la cada vez más irrisoria ayuda que le da el ministerio de Cultura. En 2015, le otorgaron 12.000 euros, en 2014, 20.000, igual que el año anterior. Minúsculas cantidades que denotan poco fomento a la cultura. Una lástima cuando, por ejemplo, las piezas de Heracleópolis Magna que conservan el MAN son fundamentales para dar a conocer la cultura egipcia, desde paredes con bajorrelieves que nos muestran tanto ritos funerarios como episodios que nos hablan de la domesticación del ganado. En un fragmento de pared se puede ver cómo un barquero guía a unas reses para cruzar un canal o un río, se aprecia cómo ha atado a una de ellas a la barca, un ternero, para que no se ahogue. Las falsas puertas encontradas en las necrópolis son los elementos que separan el mundo de los vivos del de los muertos, detrás de ella se encontraba la cámara funeraria en la que ya solo estaba el difunto y su ajuar. No es tan dispar la función de las lápidas actuales de la de estas puertas egipcias, de las que se han encontrado varias en el yacimiento.

Sobre las creencias egipcias en el mundo de los muertos nos hablan los vasos canopos, que guardaban las vísceras momificadas del difunto. Cada uno representa a un dios encargado de proteger un órgano, los cuatro que se conservan de Heracleópolis Magna siempre estuvieron vacíos porque son de una época (800-700 antes de Cristo) en la que los órganos no se metían ahí pero se seguían colocando junto al muerto porque la protección la seguían ejerciendo. En los almacenes del MAN se conserva, además de cantidad de documentación y dibujos de las distintas campañas de excavación, multitud de ushebtis, pequeñas figuritas de fayenza (un tipo de loza) que según sus creencias trabajarían por ellos en la otra vida.

Muchas vidas se necesitan para seguir descubriendo lo que todavía esconden los más de cuatro milenios de historia de Heracleópolis Magna. 50 años de excavaciones no son nada.