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domingo, 16 de abril de 2017

El País:¿Una sombrilla para la Arena de Verona?


Empezó como cualquier otro anfiteatro romano: arena que empapaba la sangre de gladiadores y animales exóticos; más adelante, en época medieval allí iban a parar los desgraciados que no tenían dónde caer muertos; fue sede de un concurrido prostíbulo, acogió carnicerías y fábricas de vidrio; hospedó hasta el siglo XIX pequeños talleres artesanales. Sirvió, además, para ajusticiar a criminales y ladrones; de noche, en cambio, se celebraban fiestas y espectáculos.

En 1913 acogió la primera representación de Aida, de Giuseppe Verdi, inaugurando oficialmente el templo veraniego de la lírica italiana e internacional. En los ochenta, las bandas de rock le cogieron gusto a los conciertos en la Arena de Verona. Y también el público. Pero los chaparrones no perdonan ni el verano y han obligado a cancelar varios espectáculos en los últimos años. El Ayuntamiento de la ciudad se planteó cubrir el coliseo, de 2000 años de edad, y convocó un concurso internacional de ideas "para proteger el monumento y garantizar los espectáculos en caso de mal tiempo”, explica desde su despacho con vistas a la Arena, Marco Mastroianni, presidente de la comisión organizadora y director general del municipio.

La comisión, formada por arquitectos, ingenieros y arqueólogos recibió 84 propuestas anónimas. El primer premio fue para SBP Schlaich Bergermann, de Stuttgart, y GMP Architekten, de Berlín, este último encargado de remodelar el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. La propuesta convenció a los examinadores porque constituye "la opción más inteligente y menos invasiva", dice Mastroianni.  En síntesis, la solución escogida consiste en un anillo perimetral que descansa sobre el borde superior del coliseo y permite recoger las telas de la cobertura, dispuestas en una sola orden de cables, lo que facilita una fácil apertura y cierre.

Según la recreación del proyecto, el impacto visual en el edificio es mínimo: sus creadores pensaron en una especie de abanico móvil que se cierra cuando llueve o pega duro el sol. “Es una opción inteligente porque puede desaparecer sin dejar rastro”, escriben en su página web los alemanes, con experiencia en estructuras móviles como la de la plaza de toros de Zaragoza y la Arena de Nimes, en Francia.

Una sombrilla para el anfiteatro veronés no hace falta, sostiene la arqueóloga Brunella Bruno, de la Superintendencia del Patrimonio Cultural y Arqueológico de Verona. “La Arena no se está cayendo por culpa de la lluvia, sino porque el sistema de drenaje con el que se construyó, una verdadera obra de ingeniería, desapreció con las restauraciones hechas en el tiempo", lamenta. "Eso se puede resolver con mantenimiento constante. Pero no se está cayendo, es un monumento al aire libre, como el Partenón o Pompeya”, comenta en su oficina.

Se queja de que el municipio "no ha tenido en cuenta el criterio de los expertos". Ahora, el Ministerio de Bienes Culturales debe dar el visto bueno. Y la última palabra la tiene el departamento de Bruno; según ella no hay ningún prejuicio establecido, pero sí aclara que debe existir mucha transparencia sobre su verdadera función. “Para algunos la lluvia puede comprometer el espectáculo, tal vez este sea el verdadero motivo por el cual se ha inventado la idea de la cubierta. No sería viable apoyar nada sobre el último borde de la Arena. Por el momento son solo ideas”, zanja Bruno.

La Arena es el tercer anfiteatro romano más grande, después del Coliseo romano y la Arena de Capua y por su escenario han pasado Plácido Domingo, Sting, Adele y un largo etcétera de cantantes líricos, de rock y música pop.

sábado, 4 de febrero de 2017

ABC:La decisión de cubrir con un toldo la Arena de Verona divide a Italia


El anfiteatro romano es símbolo de Verona, junto a las figuras de Romeo y Julieta. Situado en el centro histórico de la ciudad de los Capuleto y los Montesco, la Arena, así llamado el anfiteatro por la arena que recubría la pista central, está hoy en el centro de una polémica porque será cubierto para proteger a los espectadores del frío y de la lluvia. El proyecto de un gigantesco toldo de 12.000 metros cuadrados, que se extiende y recoge con cierta rapidez, costará 13,5 millones de euros. El concurso de ideas para la cubierta ha sido ganado, entre 87 propuestas procedentes de todo el mundo, por el estudio alemán de ingeniería Schlaich Bergermann, especializado en cubrir estadios.

El anfiteatro, que fue construido en el año 30 del siglo I y está muy bien conservado, es uno de los más grandes del mundo para conciertos y óperas. En 1913 comenzó a ser sede de un célebre festival lírico, que se celebra entre junio y septiembre. Pero, tras una temporada con tiempo inclemente y lluvioso, lo que obligó a posponer varios espectáculos, el alcalde de Verona, Flavio Tosi, propuso cubrir el anfiteatro, convocando un concurso público internacional. En su opinión, el principal enemigo del anfiteatro es la lluvia: «Se filtra en la estructura y produce destrozos. Basta mirar lo que ha ocurrido en Pompeya», dijo Tosi, en referencia a un muro de una antigua casa romana que se derrumbó la pasada semana.

De inmediato surgió la polémica, porque muchos no se hacían a la idea de ver cubierto un anfiteatro romano tras dos mil años de historia, siempre al aire libre. Los veroneses llaman ya al toldo la sábana y, como suele ocurrir en este país ante un proyecto importante, los italianos se dividen. Esta vez la guerra no ha sido entre los Capuleto y los Montesco, las dos ricas e influyentes familias de Verona, sino entre innovadores y conservadores. ¿Se trata de un desafío que hará bien al anfiteatro o un pegote que insulta a una obra milenaria? «Cubrir la Arena, un monumento que nació descubierto, es como querer quitar el techo del Panteón de Roma. Se transforma en otra cosa», ha comentado el arquitecto suizo Mario Botta. En cambio, el famoso arquitecto italiano Massimiliano Fuksas es partidario: «Cubrirlo haría posible aprovechar el anfiteatro en el invierno». La política también se pronunció: «Cubrir la Arena es anticultural, una tontería. Es inaceptable que monumentos de valor mundial estén al servicio del lucro», manifestó el diputado Vincenzo D'Arienzo, del Partido Demócratico (centro izquierda).

La obra estará lista en tres años y será financiada por la firma Calzedonia. El fundador del grupo, Sandro Veronesi, ha declarado que ha hecho una apuesta para tutelar el patrimonio artístico italiano: «Amo la Arena y mi ciudad, Verona; por ello apoyo una idea que revoluciona el anfiteatro».