martes, 7 de mayo de 2019

ABC:Las primeras momias no son de Egipto


Los primeros humanos que momificaron a sus muertos no lo hicieron en Egipto, como se suele pensar, sino en el lugar más seco de la tierra, en el pueblo de Chinchorro en el desierto de Atacama, Chile, que alrededor del 7.000 a. C. ya desarrolló esta técnica con 2.000 años de adelanto a los antiguos egipcios.

Y según cuenta la CNN, este lugar es poco conocido incluso dentro de Chile, y el país espera que le seleccionen su candidatura en la UNESCO para el estatus de Patrimonio de la Humanidad para obtener la atención que merecen estas momias.

«La momificación comenzó con bebés y fetos (quizás debido a la alta mortalidad fetal en el desierto rico en arsénico) antes de progresar a adultos. Hubo cinco estilos distintos en un lapso de aproximadamente 4,000 años», explica la CNN.

De hecho, el pasado diciembre, expertos chilenos y egipcios se citaron en El Cairo con el apoyo de la Unesco para intercambiar información sobre bioarqueología, un campo en el que los sudamericanos tienen particular interés en colaborar con sus colegas africanos para tratar de desentrañar todos los enigmas de estas antiquísimas momias.

Hay que decir que los chinchorros eran una sociedad primitiva, de cazadores y recolectores que habitaron el desierto de Atacama, en el norte de Chile, pero que pusieron «mucha energía en preparar a los muertos para la otra vida y de forma muy compleja, muy elaborada», sgún contaba Bernardo Arriaza, director de Relaciones Internacionales de la Universidad de Tarapaca. «Usaban arcillas vegetales y maderas para momificar a los muertos, incluyendo a niños y fetos, y los decoraban con pigmentos para crear «verdaderas obras de arte», dice.

Los egipcios, en cambio, usaban otras técnicas en la manipulación del cuerpo, empleaban sales para desecarlos y bitúmenes y aceites para embalsamar los restos de los faraones y los nobles de la época.

¿Y por qué las momias de Chinchorro son menos conocidas que las de Egipto? El investigador preguntado por la CNN cree que es porque los propios chilenos no le dieron mucho valor inicialmente, aunque ahora con esta candidatura a Patrimonio de la Humanidad espera cambiar su situación.

Fue el arqueólogo alemán Max Uhle, padre de la arqueología sudamericana, quien los descubrió y estudió de 1917 a 1919. Por aquel entonces, cuenta «National Geographic», la falta de métodos de datación efectivos impidió saber exactamente la antigüedad de los cuerpos, que se dataron erróneamente en dos mil años.