domingo, 26 de febrero de 2017

EL País:Los saqueos destruyen para siempre ciudades milenarias de Irak y Siria


Las primeras ciudades de la historia, donde empezó todo, la escritura y la civilización, están desapareciendo para siempre en Siria, y antes en Irak, arrasadas por saqueos a punta de pico y pala, a veces incluso con excavadoras. Cuadrillas de cien o doscientos hombres, pagados con pocas monedas, agujerean urbes sumerias o asirias de hasta hace cuatro mil años, enterradas a muy poca profundidad, a veces solo medio metro. Sacan piezas de gran valor que cruzan las fronteras a través de Turquía, Líbano y Jordania, y grandes traficantes las venden a anticuarios y casas de subasta en Europa, Estados Unidos y los países del Golfo. Londres es una de las capitales de este comercio ilícito. Es un enorme mercado negro que se desborda por Internet y acaba en grandes colecciones privadas, que se están creando de forma oculta y escapan al estudio. “Los medios solo se hacen eco de las destrucciones del ISIS en Palmira, Nimrud o Nínive, pero este otro expolio es devastador y sistemático, no tiene comparación en la historia moderna y apenas se habla de ello, es una tragedia para la historia de la humanidad”, explica muy preocupado Manuel Molina, profesor investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).


Tras el paso de los buscadores de tesoros, estos lugares quedan convertidos en paisajes lunares, machacados, perdidos e irrecuperables para la arqueología. Ya no se puede trabajar más allí, por no hablar de la preciosa información perdida por haber excavado sin ningún rigor científico. Es una tragedia conocida en el mundo académico, que puede ser muy pequeño y le cuesta hacerse oír: Molina, por ejemplo, es uno de los únicos nueve asiriólogos que hay en España. Este saqueo masivo, en segundo plano en los llamamientos internacionales, se lleva a cabo en cientos de yacimientos desde que están en zona de guerra. Hace años que no pisa por allí un arqueólogo. En Irak el expolio comenzó tras la primera guerra del Golfo, en 1991, sobre todo a raíz del embargo, que empujó a los iraquíes a la búsqueda de cualquier ingreso, y se disparó a partir de la segunda, en 2003. En Siria, desde que empezó el conflicto, en 2011.

Los saqueos, obra del ISIS, de todas las facciones en guerra y de bandas organizadas, han destrozado casi por completo lugares clave de la arqueología y fundamentales para la historia. Como Umma, una de las primeras ciudades sumerias, de las más antiguas que se conocen, donde comenzó la escritura; Mari, del III y II milenio a. C., célebre por sus archivos del palacio paleobabilónico; Ebla, del III milenio a. C., la ciudad más importante en la región en esa época, donde se encontraron tablillas con la lengua semítica más antigua descubierta; Dura Europos, de época helenística, del siglo III a. C. ahora cubierta de zanjas. En Siria hay que sumar el saqueo de grandes museos como el de Alepo, Idlib, Deir Ezzor y otros, porque las autoridades habían dispersado sus antigüedades en muchas pequeñas sedes.
Un fenómeno sorprendente, pero que da idea de la escala de las excavaciones clandestinas, es que los propios saqueadores están descubriendo ciudades antiguas, hasta ahora sepultadas y solo conocidas por textos, que los estudiosos aún no sabían dónde estaban. Y siguen sin saberlo, aunque al menos les consta que ya se han descubierto, por las piezas que circulan clandestinamente.

“La situación en Siria es terrible. La gente excava por poco dinero, lo hace para sobrevivir, pero todo está organizado por grupos especializados y mafias internacionales”, señala Isber Sabrine, arqueólogo sirio exiliado en España, antiguo empleado de la Dirección General de Antigüedades de Damasco y actualmente colaborador del CSIC. Fundó hace cuatro años en Girona la ONG Heritage for Peace (Patrimonio por la paz), que impulsa iniciativas que ayuden a proteger los yacimientos sirios. Por ejemplo, mantiene una red de contactos sobre el terreno para intentar llevar un mínimo control de lo que está pasando en cada zona.
Molina ha participado en expediciones en Irak y Siria, pero ahora solo puede observar aquellas ruinas con Google Earth. Con esta herramienta cualquiera desde casa puede comprobar el desastre. Elizabeth Stone, de la universidad de Nueva York ha estudiado 1.465 yacimientos de Irak con fotos de satélite y ha concluido que la mitad están ya saqueados, con diversos niveles de destrucción. En Siria, la Dirección General de Antigüedades del Ministerio de Cultura ha estimado en más de 1.000 los yacimientos dañados, la mayoría por saqueos. Los informes de Naciones Unidas, basados en imágenes de satélite, contabilizan en Siria un total de 209 emplazamientos monumentales de interés cultural relevante dañados. De ellos, 24 han sido destruidos y 104, gravemente dañados.

Desde hace años no hay excavaciones oficiales en estas zonas de guerra, salvo algunas en el Kurdistán iraquí, al norte, más seguro. En el sur de Irak los equipos internacionales han comenzado a regresar en los últimos años. El primero fue italiano, que llegó en 2011 a Abu Tbeirah, y el año pasado se le sumó otro, ambos de la universidad La Sapienza de Roma. "En el sur de Irak la situación ha mejorado mucho, los saqueos fueron muy graves entre 2003 y 2007, en el periodo caótico que siguió a la invasión. Pero desde que se implantó un Gobierno central hay más control del territorio, y también ha ayudado la fatwa de un imán chií ha condenado el robo de bienes artísticos, ", explica al teléfono Franco D'Agostino, codirector de la excavación de Abu Tbeirah y arqueólogo de La Sapienza. La ONG de Isber Sabrine está actuando también en Siria con un plan de información para imanes, que en algunos lugares son una de las pocas autoridades de referencia.

Es en Siria donde el saqueo sistemático está ocurriendo ahora mismo, pero se sabe muy poco. Había unos 200 equipos internacionales trabajando allí cuando estalló la guerra, cuenta Juan Luis Montero, arqueólogo de la Universidad de La Coruña que ha pasado 19 años excavando en este país. Él estaba allí un mes antes, junto al río Éufrates, cerca de Raqqa, actual capital del autoproclamado Estado Islámico. “El famoso yacimiento de Mari, donde trabajé seis años con los franceses, ahora es un absoluto colador”, lamenta. “Cuando queramos volver será para certificar la muerte de una civilización. Estamos perdiendo nuestra historia, aquello no solo es patrimonio de los iraquíes y los sirios, es de toda la humanidad, pero si casi no importa la crisis humanitaria cómo va a preocupar esto”. En Siria, solo queda una excavación activa, y por eso se ha librado del saqueo por el momento. En Ugarit, en la costa, en cuyos palacios apareció el primer alfabeto.
Las piezas saqueadas en Irak inundaron en la pasada década el mercado, pero el flujo ilegal ahora ya ha disminuido. En cuanto al material rapiñado en Siria, aún falta perspectiva, aunque Molina adelanta que “lo que se ve en las fotos de satélite es terrorífico”. El mercado negro no está saliendo tan fácilmente a la luz como sucedió con Irak, porque en este caso hay una atención especial. La UNESCO y el Departamento de Estado de Estados Unidos ya han advertido que el ISIS controla las excavaciones ilegales y ha establecido un impuesto del 20 % sobre las piezas extraídas. Es decir, este expolio a gran escala también está financiando el terrorismo. Por eso el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad en febrero de 2015 una resolución que prohibía el comercio de bienes artísticos procedentes de Irak y Siria.

El papel de la UNESCO, la organización de Naciones Unidas para la cultura, es complejo en zonas de conflicto. Arqueólogos como Juan Luis Montero, muy descontento, la critican sin rodeos: "La UNESCO es muy lenta, solo hace declaraciones políticas de utilidad nula, es una mafia como la FIFA, y además es que la legislación internacional para proteger los patrimonios está anticuada y desfasada". Otros expertos, que prefieren no ser citados, confiesan que están hartos de cumbres que no sirven para nada, pero también que la UNESCO, con ser criticable, hace una labor muy necesaria.

Justo esta semana se ha celebrado una de esas cumbres en París, para abordar la protección en las zonas recién liberadas de Irak. La directora de la UNESCO, Irina Bokova, ha revelado que los daños descubiertos "son incluso mayores de lo que se temía" y queda por delante un trabajo que durará años. El viceministro de Cultura iraquí para Antigüedades, Qais Rashid, señaló que el ISIS incluso han construido túneles en Mosul y otros yacimientos en busca de antigüedades.

Desde la UNESCO, María José Miñana, especialista en programas, replica a las críticas que son simplistas y habituales. "No trabajamos directamente, sino con los países y las autoridades, cuando las hay, y en Siria estamos en contacto casi diario con la Dirección General de Antigüedades, que son verdaderos héroes y hacen un gran trabajo. Pero los saqueos son muy difíciles de impedir, y el comercio por Internet es uno de nuestros mayores problemas", explica. De paso recuerda que sus recursos han mermado desde que EE. UU. cortó su financiación en 2011, como respuesta a la admisión de Palestina como miembro.

Hay una paradoja interesante. La guerra ha tenido un efecto decisivo en la ciencia: fue el cierre de Irak a las excavaciones el que obligó a los expertos a trabajar en Siria, hasta entonces poco investigada. Fueron como obligados, pero ahora admiten que fue un golpe de suerte. Hasta entonces en estos estudios se pensaba que todo el origen de la civilización pasaba por Irak. Pero en Siria aparecieron yacimientos que revolucionaron lo que se sabía. Con la posterior huida de Siria, los proyectos ahora se dirigen a Irán, Israel y Palestina.

En estos años, sin poder excavar, los investigadores se han limitado a estudiar el material de museos y colecciones. Que tampoco está mal, porque en el British Museum, por ejemplo, hay 150.000 tablillas y la mitad aún no ha sido descifrada. Molina se va todos los años a Londres, le dan un pila de ellas y se pasa el día traduciéndolas. Reconoce la emoción, no solo de tener entre manos algo de hace cuatro mil años, sino en ser la primera persona que lo lee desde entonces. Sus textos favoritos son los administrativos, porque describen la sociedad y las preocupaciones cotidianas de la gente: “Eran como nosotros, tenían los mismos problemas prácticos, los sientes muy cercanos”.