jueves, 27 de diciembre de 2018

ABC:El Coliseo, como nunca antes nos lo habían contado


Por primera vez, «El Coliseo se explica» («Il Colosseo si racconta»), como describe el título de la exposición permanente que acaba de abrirse al público para contar las mil historias y secretos del monumento símbolo de Roma, uno de los más famosos del mundo, visitado el último año por siete millones y medio de personas. Más allá de los gladiadores, el Coliseo, también conocido como Anfiteatro Flavio, ha pasado por fases diversas en sus dos mil años de historia. Se construyó en el lugar que ocupaba un lago artificial de la Domus Aurea, el gigantesco palacio del emperador Nerón.

Iniciado en el año 72 d. C., bajo el emperador Vespasiano de la dinastía Flavia, fue inaugurado por el emperador Tito en el año 80 d. C., con posteriores modificaciones durante el imperio de Domiciano.


Los menores, espectadores

La vida del Coliseo como anfiteatro duró 443 años. Su aforo para ver las luchas de gladiadores era de 73.000 personas. Siempre ha existido el interrogante sobre si asistían menores a los espectáculos cruentos en la arena del Coliseo. A este respecto, la exposición aporta un diseño, que es una de las joyas de la exposición, por tratarse de algo único y excepcional, según comenta la arqueóloga Rossella Rea, directora del Coliseo: «El diseño realizado por un espectador muestra a un niño que estrecha la mano al padre o al hermano, y en la otra mano lleva una pequeña palma, símbolo de la victoria del gladiador (en el interior y alrededor del anfiteatro había un circuito comercial de venta de recuerdos). Es un testimonio muy importante de la presencia de niños en el interior del anfiteatro, con un objetivo educativo, sobre todo por las condenas a muerte. Obviamente, el padre demostraba, de esta forma, al hijo qué malísimo final habría tenido si hubiera cometido cualquier delito punible con la muerte».


Una ciudad dentro de la ciudad

La segunda vida del Coliseo se inicia a finales del siglo IX y termina en el año 1349. En el monumento, de 52 metros de altura, conviven residencias religiosas, de familias de clase alta y actividades comerciales. Se convierte, así, en una auténtica ciudad dentro de la ciudad. Algunas de las residencias son de gran prestigio, como la fortaleza de los Frangipane, una poderosa familia romana que controlaba desde dentro del Coliseo la viabilidad. Otras casas son más modestas, habitadas por lo que hoy sería clase media, llamadas domus, a uno o dos niveles, con un jardín y huerto, y las había también humildes. En las excavaciones se encontraron restos de las actividades comerciales; había, por ejemplo, carnicerías.

En el año 1349, tras un terrible terremoto, se inicia una fase en la que el Coliseo queda en la sombra, sin vida, hasta el final del siglo XVIII, cuando se inicia, como se refleja en la exposición, el descubrimiento arqueológico del monumento.

La joya de la exposición


La exposición permanente, dividida en siete secciones y ubicada en el segundo nivel del Coliseo, cuenta con más de 400 nuevos restos arqueológicos, con diseños que revelan la vida de los espectadores. Seguramente, la joya de la exposición es una pequeña columna de mármol de «portasanta» con vetas rojas, procedente de la isla griega de Quíos. Esta preciosa columna, la única que ha sobrevivido, pertenecía al palco imperial y sostenía la cubierta bajo la que se sentaban los emperadores durante los grandes espectáculos.

Desde el Siglo XVII, con la llegada de aristócratas e intelectuales europeos que visitaban Italia atraídos por sus monumentos, dentro de su viaje europeo llamado «Grand Tour», el Coliseo era una meta irrenunciable para todos los artistas. El Anfiteatro Flavio sigue hoy conservando la misma fascinación y es el monumento más visitado de Italia, con siete millones y medio de turistas cada año.