viernes, 16 de febrero de 2018

ABC:Panoramix, mucho mejor que los druidas de ‘Britannia’


La conquista romana de Britania, la actual Gran Bretaña, es un acontecimiento histórico sobre el que tenemos muchos datos... pero solo por parte de los romanos. En realidad, desconocemos casi totalmente lo que ocurría al otro lado. Por eso, el problema de Britannia, la serie que emite actualmente HBO España, no está tanto en que históricamente sea precisa o disparatada, el problema está en que sus planteamientos visuales no siempre funcionan. Describe pueblos, hechos y costumbres que los creadores de la serie se tienen que inventar necesariamente porque casi no tenemos certezas históricas sobre ellos: su obligación es ser creíble, no rigurosa, porque en muchas de las cosas que cuenta no puede serlo.

La serie relata en nueve capítulos el principio de la tercera invasión romana de la isla, en el 43 de nuestra era, bajo el emperador Claudio, casi un siglo después del intento fallido de Julio César. Al tratarse de uno de los estrenos del año en la televisión británica, la prensa del Reino Unido ha publicado decenas de artículos sobre ella. Algunos reflexionan sobre si se trata, como Dunkerque o las películas sobre Churchill, de un ejemplo más del nuevo cine del Brexit: una isla invadida desde el exterior que tiene que defenderse sola. Y unos cuantos historiadores analizan, sin contemplaciones, su rigor histórico. Por ejemplo, Richard Alston, profesor de Historia Romana en el Royal Holloway College de la Universidad de Londres, se despacha en iNews con tres errores graves en el arranque del primer capítulo: Aulus Plautius, el conquistador romano interpretado por David Morrissey (el Gobernador de The Walking Dead), un personaje real, habla de El Cairo cuando la ciudad no se funda hasta 600 años más tarde, asegura que César intentó conquistar Britania una vez —cuando lo intentó dos— y sostiene que Roma es un dios, cuando en realidad es una diosa.

Pero Alston señala que esos errores tienen una importancia muy relativa porque la serie pretende ser una "alegoría sobre la libertad, el imperio y la civilización". Su problema, argumenta, es que se pierde en el relato de ficción, no en la historia. Otros autores insisten, en cambio, en que la descripción del funcionamiento del Ejército romano y de las tribus celtas que vivían en Britania antes de la llegada de los romanos ofrece hallazgos, tanto por el hecho de que tuviesen jefas guerreras como por su división y las luchas constantes entre clanes que refleja. En lo que coinciden casi todos los expertos (y el autor de estas líneas) es que el retrato de los druidas, una especie de monstruos tatuados de dientes afilados, es un desastre.

Allí, de nuevo, es imposible establecer el rigor histórico de la serie, porque de los druidas sabemos lo que decían de ellos sus enemigos, sobre todo autores romanos —casi nada bueno— y lo que ha revelado la arqueología —nada bueno: es muy posible que practicasen sacrificios humanos, como de hecho se ve en la serie, no eran precisamente simpáticos como en los tebeos de Astérix y Obelix—. Uno de los mayores expertos en el neolítico europeo, el francés Jean-Paul Démoule, escribe en su libro Les dix millénaires oubliés qui ont fait l'histoire (Los diez milenarios olvidados que construyeron la historia): "Los celtas disfrutan hoy de un gran fervor, no solo por cuestiones nacionales, sino nacionalistas, pero, a su pesar, se mezclan con todo tipo de divagaciones New Age sobre una supuesta antigua sabiduría druidica que se ha mantenido viva en secreto hasta nuestros días. Todavía hoy existen presuntos druidas que practican esas ceremonias, pero todas fueron reinventadas en el siglo XIX. Y se producen ante menhires y dólmenes... monumentos neolíticos 3.000 más antiguos que los galos". La serie cae en esa fascinación sin encontrar fórmulas visuales válidas.

Britannia esconde virtudes, incluso diría que ofrece momentos excelentes, y se enmarca dentro de un estupendo subgénero del cine de romanos: las películas de legionarios que las pasan canutas en territorio bárbaro durante la conquista de Britania —Centurión y El águila perdida son dos filmes que están muy bien sobre la desaparición de la IX Legión, que participó en la conquista—. Y es muy interesante el tratamiento de la magia, porque uno de los personajes domina ese saber antiguo y misterioso. En cierta medida, los autores de la serie adoptan la visión que tenían los romanos del territorio que conquistaban: creían que se metían en un mundo de poderosos nigromantes. Pero cuando abandonamos la seguridad histórica de los campamentos romanos para adentrarnos en el territorio de los druidas... bueno, echamos mucho de menos a Panoramix.