jueves, 8 de junio de 2017
Amarna, la capital egipcia de Akenatón, pudo haber sido construida con mano de obra infantil
El faraón Akenatón la llamó Amarna, «El horizonte del Sol», y trasladó la capital de Egipto hasta esta nueva ciudad a mitad de camino entre Tebas y Menfis. Había ordenado su construcción hacia el quinto año de su reinado para escenificar el nuevo culto a Atón, con un gran templo al dios solar y grandiosos palacios para el faraón y Nefertiti, edificios administrativos, viviendas... Nuevas evidencias descubiertas ahora apuntan a que esta gran ciudad, abandonada poco después de la muerte del faraón (c. 1332 a.C.), fue construida con mano de obra infantil.
Las excavaciones arqueológicas que se llevan a cabo en el cementerio situado al sur, donde se estima que hay unos 6.000 enterramientos, revelan el trabajo duro, la mala salud y la muerte relativamente temprana de los escalones más bajos de la sociedad egipcia. El análisis de los restos humanos muestran que existía una alta mortalidad infantil y las causas habituales de muerte en la edad adulta: por enfermedad, durante el parto, por lesiones o por edad. «Nada particularmente inusual», explica la arqueóloga del Proyecto AmarnaMary Shepperson, en «The Guardian».
Los trabajos de excavación que se iniciaron en 2015 en otro de los cementerios de Amarna, en el Norte, detrás de una serie de tumbas de cortesanos, mostraron unos enterramientos aún más simples que en el cementerio del Sur, sin apenas ajuar. Casi todos los esqueletos allí exhumados corresponden a niños, adolescentes y jóvenes, sin rastro alguno de bebés o adultos. Más del 90% de los esqueletos pertenecieron a personas de entre 7 y 25 años, y la mayoría tenía menos de 15 años, paradójicamente la edad de mayor salud y con menos probabilidades de morir. «Se trata de un lugar de enterramiento para adolescentes», resalta Shepperson.
El estudio de sus restos muestran que la mayoría tenía algún tipo de lesión traumática y alrededor del 10% habían desarrollado osteoartritis. Incluso en menores de 15 años se encontró que el 16% tenía fracturas de columna, junto a otras anomalías asociadas con grandes cargas de trabajo. Eran restos de niños y adolescentes que tenían que realizar trabajos pesados habitualmente.
El aislamiento de estos enterramientos y el hecho de que fueran sepultados con poco cuidado y sin ajuar «sugiere que no fueron devueltos a sus familias para su entierro, que vivían y morían lejos del cuidado de sus familiares», continúa la arqueóloga. Había, además, un gran número de enterramientos múltiples, sin ser un grupo familiar, y los cuerpos estaban apilados directamente unos sobre otros.
El cementerio, con al menos 2.000 enterramientos, se encuentra de camino a las principales canteras de piedra, lo que ha llevado a pensar a los arqueólogos que empleados como mano de obra no calificada durante la frenética construcción de la nueva ciudad.