jueves, 15 de junio de 2017

ABC:Provocación artística en el polvo del Palatino


Las ruinas del Palatino romano acogerán desde el 28 de junio hasta el 29 de octubre decenas de obras de artistas contemporáneos como Paul McCarthy, Marcel Duchamp o Maurizio Cattelan. Será la constatación del nexo entre un pasado arqueológico como el del polvo que sepulta el lugar y una actualidad artística de innovación constante, especialmente afiliada, en este caso, a la provocación.

Serán más de cien obras las que se citen en el paraje romano, entre grandes instalaciones, esculturas, dibujos, fotografías y cuadros de afamados artistas procedentes de veinticinco países del planeta. Hoy pudo verse el camino que lleva andado esta muestra, que transcurrirá en la colina del Palatino, bajo los imponentes arcos del Palacio del emperador Septimio Severo, que vivió en la segunda mitad del siglo II, y en la explanada del antiguo estadio palatino.

«Las obras desarrollan la relación entre el presente y el pasado, donde el arte contemporáneo se convierte en un lugar en el que experimentar la historia», explicó en una conversación con prensa española el comisario Alberto Fiz.

A dos semanas para su apertura ya han sido instaladas una decena de piezas, como la nube de Denis Santachiara insertada dentro de una arcada romana, como si tuviera «miedo a volar», apuntó Fiz.

Parámetros
En una espléndida terraza del Palatino pende una «Soyuz» con una bandera soviética y otra estadounidense con la que el suizo Christian Philipp Müller analiza «los parámetros de la identidad política, cultural y económica de la sociedad contemporánea».

En medio del estadio han sido erigidas dos construcciones, si no raras, al menos peculiares: Por un lado «After Love (2003)», una casa de formas imposibles inspirada en la película «Una semana» (1920) de Buster Keaton y creada por el dúo artístico italiano Vedovamazzei.

Por otro lado «Gli occhi di Segantini» (2008), una fiel reproducción del quiosco de madera y planta circular desde el cual el artista Giovanni Segantini, exponente del Divisionismo, retrató a finales del XIV las nevadas y bucólicas cumbres alpinas.

Se instalará también el felpudo-espejo con el que el irreverente Maurizio Cattelan provocará a todo aquel que pase por encima y la fotografía de una actuación de Abramovic en 2001 en el abandonado hospital psiquiátrico de Volterra, toda una alegoría del deseo.

También un oso infantil que defeca, obra del estadounidense Paul McCarthy, «un elemento "Disney" que molesta», unos «Rotoreliefs» (1957) de Duchamp o una pieza de la serie de las manos del español Antoni Tàpies.

El comisario definió la muestra como un «trabajo completo» cuyo reto principal «no solo es colocar las obras en un ambiente sugestivo sino encontrar una clave de lectura».

Diálogo
Y esa clave es el choque, o quizá diálogo, entre la arquitectura y el arte contemporáneo, una relación vinculada «a la memoria, al tiempo, a la ironía como componente de provocación y a la puesta en discusión de nuestras certezas», subrayó Fiz.

Pero también «devolver la vida con estas obras a los lugares donde la vida se fue hace mucho tiempo», conferir a este espacio «un sentido de percepción vital», refirió el superintendente para la Arqueología de Roma, Francesco Prosperetti, en rueda de prensa.

La obras proceden de los depósitos de Tulio Leggeri, considerado uno de los mayores coleccionistas de arte italianos, con más de mil piezas, muchas de las cuales pueden verse en su museo «ALT», en el municipio de Seriate, provincia de Bergamo (norte).

Leggeri, arquitecto de profesión, asegura en tono campechano que mostrar en Roma estas piezas de su rica colección es «una gran satisfacción», un reconocimiento a toda una vida dedicada al arte, especialmente en su variante contemporánea.

Explicó en una conversación con medios españoles que comenzó a coleccionar arte a finales de la década de 1960, cuando llegó a un Milán en el que despuntaba el pintor y escultor ítalo-argentino Lucio Fontana y donde conoció al resto de artistas de su ámbito.

Desde entonces, y ha pasado más de medio siglo, Leggeri colecciona este tipo de arte: «Ha dado continuamente respuestas a mis preguntas, tanto existenciales como ligadas también a la búsqueda de la belleza», aseveró