La excavación arqueológica en el yacimiento romano de Camesa Rebolledo, en el municipio de Valdeolea, que está desarrollando un equipo de científicos del Grupo de Investigación Arqueología e Historia del Imperio Romano (AHIR) de la Universidad de Cantabria, está sacando a la luz los restos de un importante edificio termal, con al menos siete estancias, algunas de ellas de pequeñas dimensiones. Se trata por tanto de un recinto público que durante el Imperio Romano se destinaba a los baños. Estas estancias ofrecían baños de vapor y piscinas frías, templadas y calientes.
Su identificación en este yacimiento permite a los arqueólogos calibrar la importancia de este asentamiento porque la existencia de unas termas públicas, con varias estancias, es sinónimo de un volumen de población significativo para un territorio como éste, alejado de los centros de decisión del poder imperial y romanizado a partir de las Guerras Cántabras datadas entre el 27 y el 19 antes de Cristo, si bien está en un eje importante de comunicaciones.
De este edificio termal se conservan parcialmente los suelos de mortero hidráulico y claras evidencias del sistema de calefacción empleado, conocido como hipocaustum. Lo habitual era construir en el exterior del edificio un horno y los gases calientes producidos en la combustión se llevaban por canalizaciones situadas bajo el suelo cuyas baldosas se sustentaban sobre columnillas de ladrillos (pilae), de las cuales numerosas se han encontrado in situ durante el proceso de excavación en Camesa. También se han localizado los restos de una pequeña piscina o pileta (de agua caliente), actualmente en proceso de excavación.
Sobre las soleras de las estancias exhumadas se han hallado numerosos restos de las citadas columnillas de ladrillo que soportaban el pavimento de los espacios caldeados, pero también las huellas de los primeros frecuentadores del lugar, que dejaron la impronta de la suela claveteada de su calzado sobre el mortero fresco.
Mosaicos
Estos nuevos hallazgos se suman a los restos de mosaicos y estucos también documentados en este área donde se centra la intervención arqueológica. Los mosaicos recubrieron las estancias más nobles del edificio termal, mientras que los estucos recubrieron algunos paramentos de esas habitaciones donde los romanos cultivaban la costumbre del baño y de la conversación. Por su tipología y características, los científicos de la Universidad de Cantabria han esbozado la hipótesis de que corresponden a un horizonte cronológico entre finales del siglo II y el siglo III.
Otro dato relevante que están aportando estos trabajos es que el edificio, en una fecha aún no precisada, se abandonó, frente a lo que suele ocurrir en otros núcleos de población romanos donde la arqueología constata una desaparición del inmueble por incendio. La ausencia de materiales arqueológicos muebles, del tipo de cerámica o útiles metálicos propios de la vida diaria, así como la escasa entidad de los muros –arrasados y saqueados en épocas posteriores por otros habitantes de la zona que emplearon este emplazamiento como una cantera– decantan a pensar que este poblado se abandonó de una forma abrupta. Quizá se pueda poner en relación este hecho con la inestabilidad política que vivió el Imperio Romano en las últimas décadas del siglo III.
Tanto Camesa como la ciudad romana de Julióbriga, donde también investiga desde 1980 la Universidad de Cantabria, son yacimientos claves para conocer el legado de Roma en el territorio de los antiguos cántabros.