La gran aventura de las
excavaciones de Pompeya ha fascinado siempre al mundo. Esa aventura podrá
ser acompañada ahora desde cualquier ángulo del planeta porque sus casi tres
siglos de excavaciones estarán documentados en un gran archivo digital.
Las fotos y diarios inéditos, las imágenes que artistas, diseñadores y
fotógrafos han difundido durante casi 300 años se podrán consultar mediante PC,
teléfonos móviles y tablet, gracias a una gran operación de digitalización cuyo
coste es de dos millones de euros.
La aventura se inició el 6 de abril de
1748: Ese día una veintena de trabajadores, a las órdenes del ingeniero militar
y arqueólogo español Joaquín de Alcubierre (Zaragoza ,1702 –
Nápoles, 1780), comienzan las excavaciones por deseo del rey Carlos III de Borbón.
«Lo primero que se ha descubierto es una pintura de 11 palmos (un palmo
equivale a unos 26 centímetros), que contiene dos grandes festones hechos con
hojas de frutas y flores, la cabeza de un hombre, algunos pájaros y otras
cosas, como diversas monedas y objetos de época romana», aparece escrito en un
documento de la época. Pero Alcubierre pensó que se trataba de restos de la
antigua Stabia, correspondiente a la actual Castellammare di Stabia (Nápoles),
cuya historia tiene origen en el VIII siglo a.C., destruida junto a Pompeya y
Herculano durante la erupción del Vesubio del 79 d.C.
Solo pasado un tiempo, a final de año,
Alcubierre y sus asistentes se dieron cuenta de que las casas y los edificios
que estaban sacando a la luz eran los de Pompeya. La noticia dio de inmediato
la vuelta al mundo. Y desde entonces la fascinación no dejó de crecer: la
antigua ciudad romana encanta, todos oyen hablar de ella y surge la pasión en
muchos por conocer las excavaciones. Solamente con permisos especiales se podía
acceder y con la prohibición de hacer bosquejos de lo que se
veía. Después llegaron las imágenes: diseños, litografías, acuarelas y
pinturas. Cuando llegó la fotografía, todo cambió: fotógrafos de todo el mundo
quisieron hacer reportajes de Pompeya.
La gran invención de los calcos
Un siglo después de que se iniciara la
aventura de las excavaciones de Pompeya, el mundo quedó impresionado con
una genial invención: los calcos de las víctimas, que se han
revelado fundamentales para conocer detalles muy importantes de la vida de los
antiguos romanos. Fue solo desde 1858, gracias al método genial introducido por
el arqueólogo Giuseppe Fiorelli –importante director de las excavaciones-, que
podemos apreciar la impronta que dejó la erupción en los pompeyanos, al obtener
moldes de yeso de los muertos.
Los cuerpos, al descomponerse a lo
largo de los siglos, habían dejado espacios vacíos bajo la lava. Fiorelli los rellenó
con yeso líquido introducido a través de los agujeros abiertos en la corteza
creada sobre Pompeya tras la erupción. En esa cámara vacía, donde la materia
orgánica había desaparecido, Fiorelli obtenía moldes de extraordinaria
precisión que reflejaban los últimos momentos de la vida de esas personas.
Hasta ahora, gracias a esos calcos podíamos saber de qué males sufrían , de qué
manera se curaban y cómo se vivía en una ciudad en la época
romana como Pompeya. Aún hoy, gracias a los calcos, es grande la impresión que
suscitan las víctimas de Pompeya, porque sus historias ofrecen un contacto
inmediato con el mundo antiguo.
En definitiva, una vez que se haya
digitalizado toda la historia de Pompeya, podremos adentrarnos
a examinar el fruto del trabajo de infinidad de arqueólogos, historiadores,
científicos, intelectuales, escritores y artistas que han sabido crear un
imaginario que fascina a todo el mundo y forma parte de nuestro patrimonio
cultural.