Si preguntáramos a un alumno que cursa Secundaria que quién inventó la calculadora o dónde fue inventada, casi ninguno haría referencia al mecanismo de Antikythera. Las respuestas podrían ser miles, pero ninguna estaría cerca de la realidad y muchos menos harían referencia a una calculadora astronómica con más de 2.100 años de antigüedad.
El mecanismo de Antikythera fue encontrado por unos buscadores de esponjas marinas entre los numerosos restos de joyería, monedas y estatuas de bronce y mármol de una galera romana que naufragó frente a la costa de la isla griega que le da su nombre, Antikythera.
Los 82 fragmentos de bronce localizados - hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas - estaban dentro de una caja de madera en cuyas tapas se mostraban numerosas inscripciones con información valiosísima (nombres de meses en corintio, planetas..)
No todos los expertos están de acuerdo con la interpretación del mecanismo de Antikythera. Fue el arqueólogo Stais en 1902 el que creyó que se trataba de un reloj astronómico. Edmunds y T. Freeth creían que el artefacto se utilizaba para predecir eclipses solares y lunares, teniendo como referencia los conocimientos en progresión aritmética de los babilonios. Edmunds, por su parte, aseguraba que podría mostrar planetas como Venus y Mercurio.
Sin embargo, Price tenía una teoría más celestial: el mecanismo de Antikythera se utilizaría para establecer el cronograma de festivales agrícolas y religiosos. Y Wright, con la reconstrucción del instrumento (72 engranajes), añadía que podía mostrar los movimientos de los cinco planetas conocidos en ese tiempo.
Por último, otros estudiosos revelaron que podría servir para determinar la fecha exacta de celebración de los Juegos Olímpicos, apoyándose en las inscripciones que se han encontrado, (empezaban con la luna llena más cercana al solsticio de verano, siendo necesario un cálculo lo más exacto posible y un gran conocimiento de astronomía para establecer la fecha concreta)
Lo que parece claro es que el mecanismo de Antikythera consta al menos de 37 ruedas dentadas de precisión, hechas de bronce, con las que se podría calcular con exactitud posiciones y movimientos astronómicos, recrear la órbita irregular de la Luna y, quizás, establecer la posición de planetas.
Posterior a esta calculadora se encontró un calendario luni-solar mecánico persa del año 1000 con una gran precisión tecnológica, pero no fue hasta la Edad Media cuando aparecieron aparatos complejos en los relojes de las catedrales medievales.
Hoy en día somos capaces de llegar a los lugares más insospechados, calcular distancias sorprendentes y alcanzar todo aquello con lo que los griegos soñaron alguna vez. Tan sólo pensar que un artefacto de semejantes características como el mecanismo de Antikythera fuera creado hace más de 2.000 años, nos da que pensar que estamos ante una civilización mucho más cercana a la nuestra de lo que podemos imaginar.