viernes, 17 de marzo de 2017
ABC:El coloso hallado en Egipto no es Ramsés II, sino Psamético I
El coloso recuperado en el barrio obrero de Matariya, suburbio cairota, no es Ramsés II, como habían señalado las primeras investigaciones de la misión arqueológica que lo halló hundido en el fango. En realidad, el coloso de 8 metros de altura representaría al faraón Psamético I (660-610 a.C.) de la XXVI dinastía, ha anunciado el ministro de Antigüedades del país árabe, Jaled El Anany, en una rueda de prensa celebrada en el Museo Egipcio de El Cairo.
«Después de extraer el torso (de la estatua), encontramos parte del "protocolo real", -que suele incluir cinco títulos seguidos de cinco nombres-. Tuvimos la suerte de hallar el segundo título: "Neba". Este título sólo se le otorgó al faraón Psamético I», ha detallado El Anany ante las piezas recuperadas de la estatua, que serán expuestas durante seis meses en el emblemático museo de la plaza Tahrir.
Las piezas fueron descubiertas hace una semana en Matariya junto a una estatua de menor tamaño de Seti I tallada en piedra caliza, y su gigantesco tamaño -8 metros de altura estimada-, así como la cercanía del yacimiento a un templo solar en Heliópolis construido por Ramsés II, hicieron sospechar al equipo que podría tratarse de una estatua representando al faraón o, al menos, una estatua construida para un faraón anterior y reutilizada por Ramsés II. Del barro ha logrado recuperarse gran parte de la cabeza, tocada de la corona faraónica, y parte del rostro -la oreja y el ojo derecho-, así como el torso y barbilla.
«Cuando la cabeza fue encontrada, distinguimos otras características propias de otros periodos (que no correspondían a la época ramésida), especialmente por los detalles del ojo y la corona», ha añadido El Anany. Fueron cuatro marcas excavadas en la estatua lo que terminó apuntando al faraón de la XXVI dinastía. Psamético I llegó al poder a comienzos del denominado Imperio Tardío, en un momento en el que Egipto se debatía bajo control asirio. Tras varias campañas militares en sus más de 50 años de reinado, Psamético aseguró la independencia del imperio egipcio expulsando a los asirios, eliminó los últimos vestigios de la dinastía Nubia en el Alto Egipto (sur) y mantuvo numerosas y fructíferas relaciones comerciales con los griegos. Sin embargo, es más conocido por su papel en la investigación del origen del lenguaje. Según el relato del historiador griego Heródoto, el rey Psamético aisló de casi todo contacto humano a dos bebés, dejándolos a cuidado de un pastor que tenía prohibido dirigirles la palabra, con la intención de detectar -mediante las primeras palabras pronunciadas espontáneamente por los niños- cual habría sido la lengua original de la humanidad. La leyenda señala que una tarde, al regreso del pastor al refugio de los pequeños, éstos se le habrían acercado repitiendo «bekos, bekos», que en la lengua frigia quiere decir pan.
El «descubrimiento espectacular» de los fragmentos del coloso demuestra que «todavía pueden descubrirse importantes tesoros del Antiguo Egipto», ha aseverado El Anany, que también ha felicitado a los componentes de la misión germano-egipcia que investigan en el barrio humilde de Matariya, «cuyas investigaciones han dado numerosos frutos en los últimos años».
En 2016, la misión dirigida por Dietrich Raue encontró los restos de un extenso templo construido por el faraón Ramsés II. Aunque destruido hacia la época Helenística y sus materiales desaparecidos por todo Egipto o incluso Europa, la misión arqueológica de la Universidad de Leipzig ha podido dilucidar la importancia del templo, construido en honor al dios sol en Heliópolis (la ciudad del sol, en griego) y que «confirma la hipótesis de que Ramsés II mostró un especial interés en Heliópolis (Matariya) durante las últimas décadas de su reinado (casi 70 años)», según señaló el responsable egipcio de la excavación, Ayman Ashmawi.
El descubrimiento del coloso, ahora atribuido a Psamético I, es «uno de los más importantes descubrimientos de la egiptología reciente», ha insistido El Anany, «no sólo por su valor científico (...) sino también como forma de promover el turismo egipcio».