La microexcavación recién terminada de la “Tumba del escarabajo de oro” de Montalto di Castro (en Viterbo, en la región central del Lacio, en Italia), llevada a cabo en los laboratorios de la Fundación Vulci, ha sacado a la luz todo el esplendor de un ajuar funerario intacto.
Un collar de ámbar fenicio, dos escarabajos egipcios (uno de ellos, por cierto, de oro), fíbulas y vajilla de rara factura: son los “tesoros” surgidos del rocambolesco hallazgo, el pasado febrero, de un enterramiento en el Parque arqueológico de Vulci (que pertenece a la Superintendencia de Etruria Meridional) sustraído en el último momento al saqueo de ladrones de tumbas.
Los estudios antropológicos han llevado también a la hipótesis de que la difunta era una princesa etrusca. De ella tan solo quedan algunos huesos sin quemar envueltos en una preciosa tela. Y el misterio de una dignataria perteneciente a la naciente aristocracia etrusca, cuya tumba, que data de los orígenes de esta civilización, alrededor del siglo VIII a.C., representa un importante descubrimiento. Tanto es así que a principios de abril, un equipo internacional de arqueólogos iniciará en Vulci una nueva campaña de excavaciones.