viernes, 1 de enero de 2016
ABC:«Locos» por las nuevas domus de Pompeya
Las ruinas de Pompeya fascinan, registrándose un extraordinario incremento en las visitas tras la inauguración por parte del primer ministro, Matteo Renzi, en la víspera de Navidad, de seis nuevas domus restauradas. En el fin de semana acudieron más de 10.000 turistas, un récord: más del 50 por 100 con relación al año anterior. Hubo colas y multitud como no se veían desde hace tiempo. La casa más visitada ha sido la «Fullonica di Stephanus», un ejemplo extraordinario de tienda de hace 2.000 años, con funciones de lavandería y tintorería. Otra de las domus con más atractivo para los turistas está siendo la de «Paquius Proculus», con un atrio completamente revestido de mosaico y pavimentos coloreados e sus habitaciones.
Las nuevas domus restauradas ofrecen un extraordinario ejemplo de cómo debía ser la vida cotidiana en la ciudad romana, justo antes de la erupción del Vesubio, en el 79 d. C., que la sepultó con sus cenizas. Se descubren así los ambientes que reflejan la vida de los más ricos y privilegiados, como debía ser el dueño de la “Casa del Efebo”, una residencia con bellos frescos en las paredes y un singular triclinio o comedor en el jardín. El propietario era un rico comerciante quien, aprovechándose del terremoto que atemorizó a la ciudad en el 62 d.C., compró y restauró diversas casas contiguas, realizando para su familia una especie de villa urbana. Tras ese terremoto, muchas casas aristocráticas fueron abandonadas. En algunos casos se alquilaron.
Agua corriente, un privilegio
Naturalmente, no todas las casas eran del mismo tipo. Se calcula que en Pompeya había, en el momento de la erupción, una 1500 casas, en las que vivían entre 8.000 y 10.000 personas, de las que el 40 % eran esclavos. Los pompeyanos más pobres vivían en pequeñas casas que no superaban los 50 metros cuadrados, mientras las de los pequeños comerciantes y artesanos tenían entre 120 y 350 metros cuadrados de superficie, con una serie de habitaciones y salas dispuestas en torno a un atrio, a un jardín interno o a un corredor. Finalmente, estaban las residenciales señoriales, que disponían entre 450 y 3.000 metros cuadrados, donde vivía la aristocracia local, los comerciantes más ricos y la alta burguesía, con todos los servicios y comodidades. Pompeya tenía su propio acueducto, pero el agua corriente en casa era un privilegio de pocas personas.
Espejuelos de Segóbriga (Cuenca)
Curiosamente, en las casas pompeyanas las ventanas no daban en general a la calle, al menos hasta la edad augustea (63. a. C. – 14 d. C.), cuando llegaron a Italia los primeros espejuelos (“Lapis specularis), un tipo de piedra de yeso traslúcido, un mineral muy apreciado en la antigua Roma, que servía para la fabricación de ventanas acristaladas y se extraía de las minas de Segóbriga, en la localidad de Saelices (Cuenca).
En definitiva, Pompeya resplandece con la inauguración estas nuevas domus, y el año se cierra con un número récord: 3.250.000 personas han visitado la antigua ciudad romana y han quedado fascinadas por la belleza del área arqueológica más grande y célebre del mundo.