miércoles, 22 de enero de 2020
Identificado en Elda el primer monasterio bizantino de la península Ibérica
Unos pequeños objetos circulares de plomo encontrados en el yacimiento de El Monastil, en la localidad alicantina de Elda, han resuelto un enigma que se arrastraba desde el siglo XIX. Los expertos de la Universidad de Alicante y del museo arqueológico de la localidad ya pueden afirmar que “el primer monasterio bizantino de la península Ibérica” ha sido identificado.
En el siglo VI, el emperador Justiniano estableció la obligación de guardar pesos del Estado en las iglesias principales de cada ciudad. Allí los comerciantes debían demostrar que los pesos que ellos utilizaban en las transacciones económicas se correspondían con los oficiales. “Las iglesias”, explica Antonio Manuel Poveda, profesor universitario de Historia Antigua y director de Museo Arqueológico de Elda, “funcionaban como garantes de que no se engañaba a los compradores de metales preciosos y que las monedas se correspondían con su valor real. Si las operaciones eran fraudulentas, el ingreso por impuestos era menor”. Y así el cenobio de El Monastil funcionó como sede administrativa y fiscal bizantina por orden del emperador.
La investigación ha durado casi 25 años “debido a las dificultades de identificación de los restos arquitectónicos y mobiliario litúrgico hallados”, explica Poveda. Se habían encontrado muchas pistas en este tiempo, pero nada era concluyente. Ahora los resultados de las últimas investigaciones sí lo son: lo que se había identificado como un yacimiento romano o visigodo en la parte más elevada de un cerro a las afueras de Elda, ha resultado ser una basílica bizantina, la primera desenterrada en España.
El primero que señaló la presencia de posibles restos del monasterio fue el archivero municipal Lamberto Amat en 1873, si bien no pudo datar su construcción. Hace 50 años, el Centro Excursionista Eldense encontró también gran cantidad de materiales arqueológicos, pero tampoco fue capaz de identificarlos. En los años ochenta, el arqueólogo Enrique Llobregat sí confirmó la “existencia de un monasterio cristiano” en la cima. Relacionó algunos fragmentos con “un altar sigmático [de estilo griego] de mármol”.
Ahora además del conjunto de pesos con inscripciones en griego, en las últimas excavaciones dirigidas por Antonio Manuel Poveda se ha hallado una gran basa octogonal de columna, típica de la arquitectura bizantina y única hasta la fecha en toda la Península. También un pyxide o cajita cilíndrica de marfil decorada con la escena de Hércules capturando a la cierva de Cerinea, donde se guardaban las obleas sagradas litúrgicas. La inclusión de esta imagen en la caja responde a los intentos de los bizantinos de fundir su ascendencia greco-oriental con el cristianismo occidental.
Conjunto único
En este centro religioso —la iglesia conventual ocupaba un área de unos 84 metros cuadrados— también se han hallado e identificado diversos instrumentos metálicos para el ritual litúrgico bizantino, como una cucharilla (coclear) y un diminuto cuchillito (lancia), ambos usados para manipular y ofertar las hostias sagradas antes y durante la comunión. Estos objetos “constituyen el único conjunto hispano identificado hasta la fecha como perteneciente al ritual cristiano bizantino en España”, detalla Poveda.
Además, se han documentado materiales cerámicos norteafricanos, orientales y locales, que ofrecen fechas de la segunda mitad del siglo VI, la misma cronología que tiene una pequeña necrópolis localizada a unos 200 metros cuando en 1991 se construía la vía de servicio de una autovía A-31. Entonces se desenterraron 10 tumbas con 16 cuerpos, cuatro de los cuales portaban anillos grabados con la letra sigma y uno de ellos con una cruz griega. “Teníamos muchos elementos sueltos, pero nada que nos confirmase con total seguridad que se trataba de un monasterio bizantino”, señala el profesor.
Poveda destaca que tras el descubrimiento de los pesos no hay dudas: se trata de una “iglesia bizantina perteneciente a un monasterio greco-oriental, con arquitectura y mobiliario de factura y naturaleza bizantina”. Todo esto convierte El Monastil en un yacimiento arqueológico único y “muy importante para ilustrar una fase excepcional y difícil de conocer en España”.
Poco antes de 610, los visigodos derrotaron a los bizantinos y crearon en El Monastil una sede episcopal (Elo) dependiente de Toledo a la espera de tomar la cercana Elche. Cuando cayó la ciudad ilicitana, ya no era necesario el obispado de Elo (Ella en la Edad Media, Elda en la actualidad). “Lo curioso”, bromea Poveda, “es que la Iglesia, como la nobleza, nunca elimina un título, por lo que por alguna parte debe de estar el obispo de Elo”, el asentamiento donde se alzó el primer monasterio bizantino de la Península. “Seguro que aún no lo sabe”, bromea encogiéndose de hombros.