sábado, 30 de noviembre de 2019
ABC:Pompeya exhibe la estremecedora imagen de un niño de ocho años huyendo del Vesubio
Pompeya nunca ha muerto. Los continuos y sorprendentes hallazgos en sus excavaciones nos devuelven la vida de los romanos de hace dos mil años. Así ha vuelto a ocurrir en esta semana. Entre los últimos descubrimientos de Pompeya, abiertos ahora al público, están las Termas Centrales. En uno de los ambientes de ingreso a las mimas se ha expuesto el calco de un esqueleto de una víctima de unos 7-8 años, encontrado durante las excavaciones en abril del 2018.
Se ha considerado un descubrimiento extraordinario, porque fue inesperado y fortuito. Huyendo de la erupción del Vesubio, el niño creyó encontrar refugio en las Termas Centrales. La peculiaridad de este descubrimiento, según destaca el director del Parque Arqueológico de Pompeya, el profesor Massimo Osanna, es que el esqueleto estaba inmerso en el flujo piroclástico (mezcla de gas y material volcánico que bajó por las laderas del Vesubio a sorprendente velocidad). Normalmente, en los estratos de Pompeya tras la erupción, en la parte más baja están los lapilli y después las cenizas que lo sellan todo. En este caso, se trataba de un ambiente cerrado donde los lapilli no llegaron a entrar ni a causar el derrumbe de los techos, pero el flujo piroclástico sí se introdujo por las ventanas, en la fase final de la erupción.
Los calcos
El esqueleto del niño fue ya interceptado en las excavaciones realizadas entre el 1877 y el 1878, pero no se completó la excavación, ni se realizó un calco, seguramente porque el estrato volcánico no permitía su realización. La técnica del calco, descubrimiento del arqueólogo Giuseppe Fiorelli, elegido superintendente de Pompeya en el 1860, era sencilla pero genial: introduciendo alabastro en la cavidad donde se descubría que había un esqueleto –luego se utilizó escayola industrial y finalmente, después de la guerra, el yeso por ser más económico– se daba volumen y forma a los cuerpos pompeyanos, reproduciendo incluso su actitud en el instante en que fueron sorprendidos por la muerte.
El esqueleto del niño se encuentra hoy en el laboratorio de Investigaciones aplicadas del Parque Arqueológico de Pompeya, para realizar análisis antropológicos, como es habitual en los descubrimientos pompeyanos.
Las Termas Centrales
En Pompeya había cuatro termas o baños públicos, algo que era sinónimo de la cultura romana. Donde iban los romanos construían las termas, que constituían una mezcla de diferentes actividades: sudar, ejercicios, nadar, juegos y baños de sol. Todos acudían a las termas, excepto los más pobres. Los más ricos tenían las termas en sus villas. Las termas ponían a todos al mismo nivel social, porque se bañaban desnudos o casi. En Pompeya, las más antiguas y de mayor tamaña eran las Estabianas. Estaban también las del Foro, las Suburbanas y las Centrales.
En el momento de la erupción estaban todavía en construcción las Temas Centrales. Todo el complejo ha sido objeto de trabajos para consolidar su estructura, con limpieza y restauración de los baños, del «impluvio» (el patio o espacio descubierto en medio del atrio de las casas romanas, por el que entraban las aguas de lluvia), y el caldarium o calidarium, la sala para el baño caliente. Aunque el proyecto no estaba concluido, se percibe su monumentalidad. Todas las salas para los baños eran más espaciosas y más luminosas que en las otras termas de Pompeya.
Visitar ahora este complejo y encontrar el calco del esqueleto de un niño de 7-8 años representa una emoción especial. Pompeya está en el imaginario colectivo: revive cada día ante miles de visitantes (casi cuatro millones cada año), en la creatividad de pintores, escultores, arquitectos y escritores. La antigua ciudad romana, sepultada por la erupción del Vesubio en el 79 d.C., sigue emergiendo gracias a las excavaciones. Cuarenta y cuatro hectáreas salieron a la luz y aún falta un tercio por descubrir. Se han hecho grandes descubrimientos en los últimos años al excavar la Regio V, en el contexto del Gran Proyecto Pompeya, financiado con 105 millones de euros por la Unión Europea. Se está haciendo un trabajo extraordinario, gracias al cual los visitantes pueden reencontrar , según destaca el director del Parque Arqueológico, «el tiempo de Pompeya, un eterno cotidiano, conservado a lo largo de los siglos bajo una espesa capa de cenizas y lapilli».