lunes, 17 de febrero de 2020
ABC:El acueducto romano más largo de la península ibérica se construyó en Valencia
«Valencia no tenía, como otras poblaciones cercanas, un manantial del que abastecerse y la idea de que los romanos utilizaran el agua de un pequeño río nacido en Aragón -el Turia- no correspondía con la magnitud de su imperio». A partir de esa sospecha, el arqueólogo y arquitecto, Miquel Ramón Martí Maties, ha ido componiendo desde 2001 un puzzle que le ha llevado a descubrir el mayor acueducto que Roma construyó en la península ibérica.
Es uno de los atractivos del interior de la Comunidad Valenciana. Una ruta natural muy concurrida, que adquiere hoy un significado a la altura de su imponencia. Cuando uno camina entre montañas y de repente se topa con el acueducto de la Peña Cortada de Chelva (Valencia) no son pocas las comparaciones que podría establecer con otras construcciones similares y mucho más populares.
Hasta ahora se creía que este conjunto de infraestructuras -con puentes y canalizaciones escarbadas en las montañas- originarias de la ocupación romana extendía su recorrido desde su origen en el río Tuéjar hasta Domeño, conduciendo el agua a lo largo de 28,6 kilómetros por los términos municipales de Chelva, Tuejar y Calles. Pero el doctor en arquitectura por la Universidad Politècnica de Valencia (UPV) ha dado una vuelta de tuerca a este planteamiento: «una obra de esa consistencia, equiparable a cualquier construcción similar, no podía desaparecer allí». Y así lo ha demostrado con la investigación que lleva desarrollando de manera intermitente desde 2001.
Martí, según ha explicado a ABC, fue localizando los puntos concretos, entre canales y acequias, entre los que se perdía la pista de esta infraestructura, desde Domeño hasta Villamarxant, donde se ubica otro segmento de 26 kilómetros delongitud que tras la caída del imperio romano abastecío a la ciudad de Valencia cogiendo el agua del Turia. Pero no fue ese su primer cometido.
Entre los fragmentos que quedan de aquello que fue, los arqueólogos encontraron, incluso, anotaciones en las que pueden leerse los nombres en romano de quienes habitaban las villas a las que abastecía la obra a través de canales.
En total, 98,6 kilómetros de acueducto -unos sesenta visibles en la actualidad- que arrancaba en el manantial del Tuéjar y que terminaba donde actualmente se ubica la plaza del Tossal, en pleno centro de la ciudad de Valencia. Casi cien mil metros de recorrido que transcurría por otras poblaciones de la provincia como Gestalgar, Pedralba o Manises hasta llegar a la capital. Esto lo convierte en el sexto monumento más largo de la época romana (siglo I d.C.)
La leyenda de la construcción inacabada
En lo que la gente del entorno conoce como «Balcón del Diablo», todavía pueden verse los restos del derrumbe que sufrió la primera estructura que Roma construyó en la Peña Cortada de Chelva y que «falsificó la imagen de que el acueducto no se terminó». La humedad y las filtraciones de agua hicieron daño a las rocas de toba, un material con el que podían trabajar muy rápidamente pero que acabó por anular más de seis kilómetros del trazado. En ese momento, «tuvieron que buscarse la vida para salir del paso».
Los ingenieros de la época decidieron añadir unos doce kiómetros adicionales «adaptándose a las rocas de las montañas que encontraban a su paso», ha detallado el arquitecto a este periódico.
Años más tarde, cuando cae el imperio romano, la magnitud de la construcción hace imposible su mantenimiento y la amputan. El agua llegaría a Valencia desde Villamarxant, punto en el que se recogería desde el río Turia. Un cambio en el funcionamiento que condenó al resto de la infraestructura, pero que después aprovecharían y adaptarían a sus intereses tanto los bizantinos y los visigodos como los árabes y los cristianos.
Esto también reforzó la tesis de que se trataba de varias obras inconclusas. Por ejemplo, se creía que el acueducto de Calles, acababa en Domeño Viejo porque servía para abastecer al balneario de Verche.
Bien de Interés Cultural
Martí Maties advierte de la necesidad de proteger este legado histórico para que pueda seguir formando parte de nuestro patrimonio. En este sentido, el acueducto de la Peña Cortada fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2004 a propuesta del Consell Valencià de Cultura (CVC).
En el informe de este órgano dependiente de la Generalitat, se hacía referencia a los distintos estados de conservación de los restos del monumento, del que han ido desapareciendo algunos arcos y elementos con el paso del tiempo.
También se destacaba su alto valor paisajístico y medioambiental en una zona -comarca de los Serranos- que padece una gran despoblación y que encuentra en el turismo de interior y de segunda residencia, sus grandes aliados.