Una de las directoras de las excavaciones de Lobos, la catedrática de Prehistoria la Universidad de La Laguna, Carmen del Arco, no ha querido precisar el lugar exacto donde se halla el nuevo yacimiento para evitar posibles expolios, pero sí ha aclarado que existen “indicios superficiales” de presencia romana en el lugar.
La arqueóloga ha explicado a los periodistas que el registro hallado en “Lobos 2” corresponde a malacofauna, usada para púrpura y asociada a fragmentos de cerámica romana además de elementos estructurales pétreos, ocultos por el jable, pero que pueden permitir la hipótesis de la existencia de construcciones de muros.
Desde entonces, se han realizado tres campañas de excavación coordinadas por la Universidad de La Laguna, el Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife y el Cabildo majorero.
El yacimiento, con una superficie abierta de unos 570 metros cuadrados y con la firme posibilidad de seguir creciendo en posteriores excavaciones, ha permitido documentar un yacimiento romano estacional, fechado entre el siglo I a.C y el I d.C., vinculado a la explotación de la púrpura para su uso como tinte en tiempos del Imperio romano.
Del Arco ha explicado hoy a los periodistas los resultados de los trabajos llevados a cabo durante la tercera campaña de intervención arqueológica sistemática realizada en Lobos, que comenzó el 28 de octubre y que culminará el día 19 de noviembre, y por donde han desfilado un equipo de unas 15 personas de distintas disciplinas como la arqueología o la paleontología.
Las excavaciones se han centrado en seguir descubriendo fragmentos de los muros detectados durante los trabajos arqueológicos de la campaña anterior y han dado como resultado el hallazgo de tres nuevas estructuras habitacionales, además de restos de cerámica y una lucerna en buen estado de conservación.
Los arqueólogos, después de semanas descubriendo la huella romana tapada por montañas de jable (arena), hablan ya de la existencia de un núcleo principal con concheros de púrpura, donde se ha procesado la misma, además de estructuras habitacionales con muros que rodean ese ámbito.
Los trabajos iniciados en 2012 y que han continuado a lo largo de estos dos últimos años han puesto al descubierto cinco estructuras habitacionales, una de ellas con función fabril, al detectarse restos de una importante estructura de combustión, imprescindible para el procesado de la púrpura, además de moluscos afectados por el fuego.
Carmen del Arco ha detallado que además de las estructuras habitacionales, se han localizado cuatro montículos de concheros, “aunque solo uno de ellos está hasta el momento estudiado en su totalidad y nos ha dado unas 70.000 unidades de Stramonita de las que se extrae la púrpura”.
Las túnicas que vistieron emperadores y senadores romanos aún no se sabe si se llegaron a tintarse en Lobos o en la costa africana, tal y como señala Mercedes del Arco, otra de las responsables de la excavación junto a la arqueóloga del Cabildo majorero, Milagros Estupiñán, ante “la falta” aún de una serie de elementos para saber el lugar del tintado.
Gran cantidad de material cerámico
Las excavaciones también han permitido hallar gran cantidad de material cerámico como ánforas de salazones y vinarias, anzuelos, vajilla variada de mesa y de cocina (cuellos y asas de ánfora, tapas de olla, recipientes para el fuego, vajillas de mesa), una fíbula, fragmentos metálicos de hierro y bronce (anzuelos y clavos) además de restos óseos de animales ovicápridos.
Lobos se perfila como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Canarias, ante la posibilidad de incorporarlo bajo el paraguas del Imperio romano.
El presidente del Cabildo majorero, Mario Cabrera, y el consejero de Patrimonio Histórico, Juan Jiménez, también han resaltado la importancia del descubrimiento de Lobos y la necesidad de ampliar la implicación de otras instituciones como el Gobierno canario para continuar las siguientes fases de excavación y estudio.
Cabrera, incluso, ha hablado de la posibilidad de hacer estudios para convertir el lugar en “visitable” para los turistas que a diario transitan por el Parque Natural de Lobos.
Un equipo de investigadores ha descubierto bajo la Basílica romana de San Juan de Letrán, la catedral más antigua del mundo, importantes restos arqueológicos de la antigua Roma que quedaron enterrados bajo esta construcción en el siglo IV por orden del emperador Constantino.
El hallazgo ha sido publicado en la revista británica Current World Archaeology y ha estado conducido por un equipo del llamado Proyecto Letrán, formado por expertos de las universidades de Newcastle y Florencia, el Instituto New Visions de Nueva York y los Museos Vaticanos.
Estos investigadores y arqueólogos han sacado a la luz un inmenso laberinto de túneles que se extiende por debajo de la Basílica de San Juan de Letrán y que demuestran que mucho antes de que esta basílica fuera levantada ya había construcciones más antiguas en la zona.
En el siglo IV el emperador Constantino decidió elevar esta basílica en la colina Caelia para que se convirtiera en un gran templo cristiano que dominara el horizonte y fuera vista por todos los visitantes que se acercaran a Roma desde el sureste, según explica la revista.
Castra Nova (Nueva Fortaleza)
Sin embargo, Constantino no levantó la basílica en suelo virgen, sino que antes de ella esta área había estado ocupada por una lujosa sede imperial construida un siglo antes por el emperador Septimio Severo. Se llamaba Castra Nova (Nueva Fortaleza) y había sido un bastión para albergar la guardia de caballería del emperador, los "equites singulares".
Para construir este monumental espacio, Severo no dudó en derribar una serie de residencias palaciegas de algunas de las personas más adineradas de Roma y también parte de los contornos naturales de la colina, con lo que creó una nueva topografía local, según indica la investigación.
Aún se pueden ver importantes huellas del Castra Nova en un espacio ubicado entre uno y dos metros bajo el suelo de la basílica. De hecho, este proceso continuo de construcción y derribo dejó una serie de huellas extraordinarias, testimonio de este tejido urbano, que aún se extienden a lo largo de los distintos túneles que recorren el subsuelo de la Basílica de San Juan de Letrán.
"Hay una gran área bajo la Basílica de San Juan de Letrán que es posible caminar", explica en el artículo Ian Haynes, profesor de arqueología en la Universidad británico de Newcastle y codirector del proyecto junto con el profesor Paolo Liverani, de Florencia. Señala que desarrollar un estudio exhaustivo como este requiere "importantes desafíos" como permanecer "cierto tiempo en lugares calurosos, apretados e incómodos".
Roma Sotterranea
"En algunos lugares es necesario rotar a los equipos cada media hora, porque de lo contrario simplemente se vuelve sofocante", confiesa, al tiempo que reconoce que para acceder a algunos espacios han contado con la colaboración de la asociación Roma Sotterranea, especializada en trabajar en sitios subterráneos de la capital italiana.
El equipo de investigadores también ha reconstruido digitalmente el esplendor de aquellos los edificios que quedaron enterrados con técnicas de cartografía digital, radar de penetración en el suelo y de visualización en 3D. "El escaneo láser nos permite grabar con una precisión submilimétrica", sostiene Haynes.
El equipo ha logrado escanear un espacio de unas cuatro hectáreas, "el equivalente a siete campos de fútbol como el estadio de Wembley", aunque Haynes recuerda que "evidentemente, este área no es plana, sino que tiene varios niveles".
El embrollo arqueológico era tan grande que la Universidad de Córdoba recurrió en 2009 a citas de Albert Einstein y de Li Hongzhi, fundador de la filosofía Falun Gong, para intentar explicarlo en su informe De Isturgi et Iliturgi Confusione. “Nada es al azar”, señalaba, lo que venía a significar que ha habido muchos intereses ocultos en esta historia sin resolver que surge en 206 antes de Cristo y llega hasta nuestros días. Falsificaciones incluidas.
El problema —que ha sido resuelto ahora por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Jaén— era el siguiente: existían dos ciudades íberas llamadas Iliturgi e Isturgi. Se sabía que se localizaban en el interior de la actual provincia jiennense, pero nadie podía demostrar su ubicación exacta. Y dos localidades, Andújar y Mengíbar —separadas unos 20 kilómetros y con yacimientos arqueológicos propios—, reclamaban ser las herederas de Iliturgi. Ambas pugnaban por ser las descendientes directas de este antiguo asentamiento hispano, porque esta ciudad íbera fue una especie de Numancia andaluza frente a las tropas romanas de Escipión el Africano. Isturgi, en cambio, era un simple centro alfarero sin tanta épica.
Las dos localidades de Jaén, que usan el gentilicio iliturgitano en comercios, clubes o instituciones, han blandido desde el siglo XVI documentos y dos “pruebas materiales” (inscripciones romanas) que demostrarían que son las auténticas Iliturgi. Hasta que alguien descubrió que uno de los vestigios era una falsificación y que sobre el otro había dudas.
La historia se complica cuando Ambrosio Morales —enviado de Felipe II— halla en Valdemao (Lugo) el cuerpo de san Eufrasio, al que identificó como obispo de Iliturgi, haciendo hincapié en que esta ciudad era Andújar. A partir de ahí, diversos autores lo repiten. Pero en 1635 fue hallada, según reza un documento de la época, “a tres cuartos de legua de Andújar, en el sitio llamado Los Villares, una basa muy grande de jaspe” donde se leía: “Res publica Isturgitanorum”, o lo que es lo mismo, Andújar es Isturgi.
En 1960, los arqueólogos Antonio Blanco y Gaspar de Lachica hallaron otra lápida en Mengíbar dedicada por el “pueblo iliturgitano a su fundador”, Tiberio Sempronio Graco, lo que daba a la historia otra vuelta: la ciudad íbera volvía al campo de Mengíbar. No obstante, la inscripción desenterrada (Lachica era de Mengíbar) provocaba dudas. En ella se grabó: “A Tiberio Sempronio Graco, su fundador [deductor] el pueblo iliturgitano”, pero la palabra “deductor” no existe en ninguna inscripción romana conocida, aunque su uso es correcto. Además, el hermano de Lachica era escultor. Para algunos autores era una falsificación. Para otros, no. “Si quieres falsificar algo, no metes una palabra que no se usa, dijeron muchos”, recuerda Juan Pedro Bellón, director de las actuales excavaciones de Iliturgi.
La investigación del asedio romano a un asentamiento íbero en Mengíbar comenzó en 2012, pero nadie sabía de qué ciudad se trataba. La que excavaron fue arrasada durante la Segunda Guerra Púnica (entre cartagineses y romanos entre el 218 al 201 antes de Cristo) y contra ella se había empleado artillería pesada con grandes proyectiles.
Al comparar los restos de las armas halladas en el asedio de Mengíbar con los encontrados en Baecula (en Santo Tomé, también en Jaén), los arqueólogos descubrieron que eran del mismo tipo, precisamente las que usaba Escipión, el único que las utilizaba en 206 a. C. Luego si la munición coincidía, estaba claro que se hallaban ante el mismo ejército en las dos grandes batallas disputadas en Jaén: Mengíbar era Iliturgi.
El informe de 2009 de la Universidad de Córdoba concluía: los expertos desde el siglo XVII “se valieron de falsos cronicones, llenando sus escritos de invenciones y patrañas que han llenado de verdadera confusión estos estudios”, creando “un verdadero desaguisado institucionalizado”. Hasta que la Universidad de Jaén ha hallado los proyectiles que resuelven finalmente el entuerto.
Bajo la tierra de Huqoq, en el norte de Israel, estaba la torre de Babel, la escena de Jonás y la ballena, Sansón con las puertas de Gaza al hombro, el ejército del faraón ahogado en el Mar Rojo, los espías en Canaan... Aparecieron como mosaicos de un colorido y una calidad increíble en la excavación de una sinagoga.
El equipo de arqueólogos, dirigido por la profesora Jodi Magness, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, ha estado excavando el templo construido en el siglo IV d. C. en un pequeño pueblecito cercano al mar de Galilea. Los mosaicos componen un libro, o un maravilloso cómic, de historias bíblicas cuya presencia en tan modesta localidad sorprendió a los expertos, asistidos por Shua Kisilevitz de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
El equipo lo promueven, además de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, el Austin College (Texas), la Universidad de Baylor (Texas), la Brigham Young University y la Universidad de Toronto.
Magness declara a ABC que «muchas de las escenas no tienen comparación con otra sinagoga de la antigüedad. Los mosaicos, además, contienen la primera representación de un relato no bíblico en un templo», es decir fuera del Antiguo Testamento: un elefante asociado a Alejandro Magno.
Los elefantes no aparecen en el Antiguo Testamento, de ahí la sorpresa, aunque las interpretaciones siguen abiertas: para Magness es sin duda una referencia al encuentro de Alejandro Magno con el sumo sacerdote, cuando ambos se vieron y Alejandro le rindió muestras de respeto. Otra posibilidad está relacionada con los asmoneos, descendientes de los macabeos, según Karen Britt y Ra’anan Boustan.
La enorme riqueza y el tamaño de esta sinagoga ha sorprendido al equipo porque «era absolutamente inesperado en el contexto de esta pequeña localidad». Su construcción «en los primeros años del siglo V d. C. indica que las comunidades judías de Galilea siguieron prosperando incluso después de que el Imperio Romano declaró el Cristianismo su religión oficial», afirma.
Hay otras sinagogas de la época con mosaicos, pero lo que hace único a Huqoq «es la gran diversidad de las escenas figurativas, muchas de las cuales no tienen posible comparación. Aún no puedo explicar cómo los habitantes de un pueblo tan pequeño pudieron permitirse un edificio tan grande y tan ricamente decorado», añade Magness.
La especialista, Karen Britt, miembro del equipo, está publicando su estudio sobre los mosaicos y cree que fueron «obra de artistas y talleres locales, pero que el estilo y el contenido muestran evidentes influencias y documentan contactos con regiones más allá de Galilea». Hay escenas únicas, como la de Jonás y la ballena, que «era popular en el arte de los primeros cristianos, pero que nunca antes se había hallado en una sinagoga de la Antigüedad».
¿Por qué se eligieron esas escenas y no otras? «No conocemos quién eligió las escenas. Personalmente, creo que es más probable que los miembros de la congregación, o los más adinerados patrones de la obra, pudieron ser quienes seleccionaron las escenas», asegura Magness. «Tal vez usaron un repertorio sugerido por los artistas o artesanos. Tampoco sabemos el propósito, pero podría haber tenido más de uno. Es posible que algunas escenas sirvieran a la liturgia. O tener un fin educativo. O puede que alguna (o todas) sirvieran para lanzar mensajes más amplios acerca del judaísmo o el Dios de Israel -por ejemplo la redención de su pueblo o esperanzas escatológicas...», confiesa.
Hoy estudian en el laboratorio el estuco que decoraba muros y columnas. Todos los mosaicos han sido extraídos para su conservación y los yacimientos han vuelto a llenarse con arena hasta la próxima campaña (no hay nada que visitar allí de momento).
Tragados por el tiempo como Jonas por la ballena, permanecieron así mil quinientos años, pero los arqueólogos los han rescatado para el presente y han contado su historia.
«Si realmente María Magdalena nació y vivió en Magdala, la imagino como una mujer adelantada a su tiempo, económicamente solvente, una líder, con un temperamento fuerte, que quizá en ese encuentro con Jesús sintió la liberación de poder ser ella misma». Lo dice otra mujer que ha logrado hacer realidad sus sueños y convertirse en arqueóloga, la primera mexicana en trabajar en Israel y en dirigir un proyecto de arqueología fuera de México, precisamente en la antigua ciudad de Magdala. Marcela Zapata-Meza no ha encontrado aún ninguna evidencia de María Magdalena, ni tampoco del paso de Jesús de Nazareth, que según los Evangelios recorrió ambas orillas del mar de Galilea, pero no descarta dar con algún resto dejado allí por los primeros cristianos. Apenas se ha excavado un 15% de esta «Pompeya de Israel», que quedó sepultada por los deslaves del monte Arbel y se ha conservado tal cual era en tiempos de Jesús.
Zapata acaba de terminar la temporada de trabajo en Magdala y ha visitado Valencia y Madrid para dar a conocer sus investigaciones. Antes de ofrecer una conferencia en la Universidad Rey Juan Carlos, la arqueóloga mexicana anuncia a ABC la próxima publicación del libro «Magdala: 2010-2017» (Penn Press University), con 26 capítulos redactados por distintos expertos, y explica los hallazgos más destacados en la ciudad bíblica.
¿Qué es lo más interesante que se ha descubierto en estos siete años de excavaciones en Magdala?
En 2010, la Autoridad de Antigüedades descubrió la sinagoga, la séptima del s. I que se ha encontrado en Israel y la primera de la zona de Galilea de la época en la que vivió Jesús. En ella se encontró la Piedra de Magdala, que es una una representación, de acuerdo a la doctora Rina Talgam de la Universidad Hebrea de Jerusalén, del Segundo Templo descrito por el historiador Flavio Josefo y por la Mishná, hecha durante el periodo del siglo I. Esta piedra sobresale, a diferencia de otras piezas del periodo, por la cantidad de elementos del Templo representados y por la idea de tridimensionalidad. No son representaciones, sólo son alusiones a la presencia divina. Es única en su tipo, está hecha sobre piedra caliza de la región de Galilea y no hay, hasta el momento, una pieza de arte con significado religioso, igual.
Nosotros lo que hemos descubierto es la parte de la vida cotidiana: el mercado, unidades habitacionales, unidades de almacenamiento, parte del puerto y los baños de purificación rituales, los famosos mikvaot, que hablan de que la población que vivía en Magdala era judía, muy religiosa, y que le daba mucha importancia a sus leyes, a sus normas, a la cuestión de la pureza.
Estos baños de purificación, además de ser los únicos que hay en Galilea, son los únicos en todo Israel que se surten por aguas subterráneas. En la Mishná se describe que hay siete niveles de pureza en el agua y se menciona que el grado más puro es el séptimo, que corresponde con las aguas de corriente subterránea. Las personas que realizaban una inmersión en estas aguas creían que volvían a nacer espiritualmente. Nunca se había descubierto algo así hasta ahora y nosotros tenemos cuatro baños de purificación vivos en los que el agua sigue corriendo. Ahora ya hemos abierto los canales originales y el drenaje que los antiguos pobladores de Magdala hicieron en su momento, pero cuando los descubrimos nos inundaron. Era impresionante ver cómo salía el agua entre las juntas de las paredes y las escaleras. Fue un espectáculo.
También hemos descubierto una producción local de miniaturas de vidrio. Encontramos el desecho de la producción y muchas miniaturas que sirvieron para contener aceite o cosméticos. Ahora, gracias a la doctora Marisa Vázquez, de la Universidad de Valencia, vamos a poder saber qué tipo de cosméticos contenían y si eran locales o importados.
¿Cómo era esa vida cotidiana? ¿Era Magdala una ciudad próspera?
Sí, era una ciudad próspera, económicamente activa por la pesca y la salazón de pescado. Hay fuentes históricas que hacen referencia al pescado que se salaba en Magdala. El nombre en griego de Magdala es Tariquea (“conservación”) y en esa época se conservaba a través de la sal. El pescado lo sacaban del mar de Galilea o del lago de Tiberíades, lo limpiaban y lo salaban en Magdala y las fuentes refieren que llegaba vía marítima hasta Roma. Los romanos lo conocían como el pescado «taricho», el pescado que llegaba de la antigua Tariquea.
¿Cuántos habitantes tuvo Magdala? Flavio Josefo daba una cifra de 40.000.
Dudo muchísimo que hubieran habitado ahí 40.000 personas. Creo creo que alrededor de entre 3.000 y 5.000 personas, aunque es muy difícil que lo sepamos. A través de todos los fragmentos de cerámica y las vasijas que se puedan conformar y restaurar se puede hacer un cálculo aproximado, pero lo que verdaderamente revela el dato de la población son los entierros y los judíos no enterraban en sus pueblos, sino en las afueras. En la ladera del monte Arbel están las tumbas de las personas que murieron de manera natural en Magdala o por la guerra del año 67, que también describe Flavio Josefo, pero se sabe que la tradición de enterrar en el monte Arbel a los fallecidos en la zona siguió hasta el siglo IV. El problema es que excavar en un cementerio en Israel es muy complicado porque estás profanando algo muy sagrado. Vamos a tener que dar una aproximación a través de las unidades habitacionales, entendiendo los espacios que se utilizaron para dormir, y a través de la cerámica. No llegará a esos 40.000, que es una cifra estratosférica. Por más que hablemos de una ciudad grande.
Porque estáis seguros de que donde estáis excavando era la antigua Magdala, y de que ésta a su vez era la antigua Tariquea...
Sí. Esas dos cosas las tenemos seguras. Hay algunos filólogos que dudan porque el nombre de Migdal (Magdala) quiere decir torre y todas las antiguas ciudades tenían un torre (nosotros también), pero las otras ciudades que llevan el nombre de Migdal no están a orillas del mar de Galilea. Esta es la única Migdal o Magdala situada, como la describen tal cual las fuentes, entre dos defensas naturales que son el monte Arbel y el mar de Galilea y a 7 kilómetros de la capital, que por entonces era Tiberias. Cumple con esos requisitos además de la prosperidad económica, que no cumplen otras ciudades. En eso lo tenemos claro.
¿En qué os habéis basado para hablar de su prosperidad económica?
En la cantidad de monedas que hay de otros lugares -hemos encontrado monedas que se acuñaron en Jerusalén, en Tiberias, en Gamala…- y en la arquitectura misma y los materiales con que fue construida la ciudad -las piedras están perfectamente labradas-. También la sinagoga refleja esa prosperidad. Tiene las paredes pintadas y con colores como el rojo, el amarillo, el ocre, o el azul realizado con materiales que vienen de Egipto. Además hay mosaicos de estilo pompeyano, así como una gran cantidad de objetos de metal y de vidrio.
La producción misma de objetos de vidrio es otro factor y tenemos «terra sigilata» tanto de exportación romana (habla del comercio y la exportación) como local, imitando la terra sigilata romana con materiales puros. Todo esto nos habla de la riqueza de Magdala.
¿Por qué consideras a Magdala la Pompeya de Israel?
Porque no fue destruida por causas naturales como un temblor. En la zona de Israel se reporta un terremoto muy fuerte por el año 374-375 que afectó a la capital de Galilea que era Tiberias y a otras ciudades, pero a Magdala no. Tampoco tenemos ninguna evidencia de la guerra que narra Flavio Josefo. Sí de que después del año 67, de la famosa primera revuelta judía, la vida en Magdala continuó hasta mediados del siglo II y después la ciudad se abandonó.
Conforme fuimos avanzando en las excavaciones, con una metodología muy precisa, en retícula, nos encontramos entre la superficie y los pisos del siglo I con herramientas en pedernal que son propias del Bronce temprano. ¿Qué hacían herramientas de la Prehistoria en un sitio del siglo I, cuando ya no se utilizaban? Me empecé a cuestionar cómo llegaron a esos estratos y fui detectando que en los lugares donde las encontramos había presencia de un limo muy particular. Era del monte Arbel, donde están los yacimientos de pedernal y los talleres de la época del Bronce. Encontramos materiales de la Prehistoria porque, en distintos momentos, los deslaves naturales del monte fueron cubriendo el pueblo de Magdala hasta que quedó completamente sellado, hasta que llegamos los arqueólogos del siglo XXI.
Os encontrásteis con los restos de un pueblo ya abandonado. No habéis descubierto restos humanos.
No. Es un pueblo que, por alguna razón que todavía no sabemos, fue abandonado. También ocurrió en otros sitios en Israel en los que hay evidencias del periodo helenístico, del siglo I, una reocupación después de la revuelta en el siglo II... y después la población abandonó estas ciudades. Tenemos que entender qué pasó, porque la segunda revuelta judía, la de Bar Kojba, no es la causa. Algo ocurrió antes, que hizo que los pobladores abandonaran estas ciudades. En Magdala, el limo del monte Arbel cubrió la ciudad y quedó completamente sellada. Los muros están intactos, los pisos de basalto, los baños de purificación ritual. Es un privilegio. Estamos desenterrando la ciudad tal como era en el siglo I.
¿Qué han podido revelar las excavaciones sobre la figura de María de Magdala?
Nada. Si realmente María de Magdala nació y vivió en Magdala, lo sabemos por los Evangelios, pero no por la arqueología. No tenemos ninguna evidencia de que haya vivido ahí. Es verdad que solo llevamos un 15% excavado y no te puedo decir ahora: Nunca lo vamos a encontrar. Pero de momento no tenemos nada.
¿Habéis encontrado algo cristiano en Magdala? ¿Algún detalle? ¿La figura de un pez?
Nada. En Magdala hay una reocupación en el siglo II después de la revuelta del 67, y por la cerámica encontrada pensamos que sigue siendo judía, pero no descarto la posibilidad de que en el siglo II también haya habido presencia de cristianos, de los famosos protocristianos. Todavía no los distinguimos bien porque siguen siendo judíos, por historia y por tradición. Ya se consideran seguidores de Jesús de Nazaret, pero en su día a día siguen utilizando los baños de purificación, las vasijas a las que están acostumbrados... Mientras no encontremos un texto, o una figura de un pescadito ( símbolo primitivo del cristianismo) o algo, no podemos hablar ni de que allí estuvo Jesús ni de la presencia de cristianos, aunque hipotéticamente la podemos plantear. Hay fuentes del siglo IV de los primeros peregrinos que mencionan que cuando iban de Galilea hacia Jerusalén pasaban por Magdala y visitaban la basílica que se había construido por indicación de Santa Elena sobre la casa de María Magdalena. Nosotros no hemos descubierto nada. Los únicos que tienen algo bizantino son los franciscanos en el área sur, pero tampoco se puede decir que sea una basílica, ni que allí estuviera la casa de María Magdalena.
Tampoco hay ninguna evidencia de Jesús. Los Evangelios dicen que Jesús pasó por todas las sinagogas alrededor del mar de Galilea haciendo el bien, predicando. La única sinagoga que hay a orillas del mar de Galilea es la de Magdala. Si realmente Jesús estuvo en Magdala debió de haber estado en esa sinagoga, aunque los Evangelios no lo mencionan concretamente. Por fe se puede creer, pero científicamente no tenemos nada.
¿Concuerdan hasta ahora vuestros hallazgos con las fuentes escritas?
Encajan. En lo único que no tenemos todavía correlación es en el tema de la guerra. Porque Flavio Josefo describe una contienda muy fuerte en el 67 en Magdala y no tenemos evidencia. Sí hemos detectado la presencia de la legión romana porque se han hallado algunos objetos de metal que le son propios, pero eso solo habla de que los romanos estuvieron ahí, lo cual tampoco es raro.
Por otra parte, hay muchas fuentes que hablan del pescado que salaban en Tariquea, pero tenemos que comprobar científicamente en qué espacios se salaba. Los expertos de la Autoridad de Antigüedades tienen la teoría de que se realizaba en unos espacios que están enfrente de la sinagoga y nosotros pensamos que se hacía en la zona del puerto, porque la limpieza del pescado es una actividad que se consideraba impura y nos cuesta creer que se realizara a dos metros de la sinagoga. Hemos tomado muestras del recubrimiento de estuco de unas piscinas cercanas al puerto para ver si tuvieron un concentrado de sal fuerte. Si lo encontramos, podremos afirmar que ahí se realizó la salazón del pescado.
Estas dos cuestiones, la guerra y la salazón del pescado, son las que nos están haciendo un poco de ruido en relación a las fuentes, pero hay que entender quién escribió esos testimonios, en qué época y por qué. Flavio Josefo tiene una historia muy particular porque no era bien visto como judío, ya que se pasó al bando de los romanos. De hecho, la descripción que hace de Magdala es muy romana. Hay que pensar en la intención y las influencias del historiador. La guerra pudo haberse dado cerca de Magdala y él pone a Magdala en el centro.
¿No hubo ocupación romana en Magdala?
En Tiberia sí. En Magdala, no. Pero sí hay ciertos estilos arquitectónicos que pudiéramos decir que son más romanizados. Hubo una influencia artística, arquitectónica, pero no tenemos evidencia de que los romanos hubieran vivido allí.
¿Cuáles van a ser vuestros siguientes pasos en la investigación?
Una vez que hayamos publicado el libro, vamos a seguir excavando a partir de 2020 y a unir las áreas de la sinagoga y el mercado para comprender y dar una lectura mucho más clara de cómo era la ciudad. Así llegaremos a tener entre un 40-50% del territorio excavado. Hasta ahora tenemos un 15% de las tres hectáreas de terreno. Para el 2020, la idea es contar con temporadas de excavación más largas, que no se concentren solo en verano, para disponer de unos 4-5 meses para poder avanzar.
¿Los hallazgos se expondrán en Magdala en un futuro?
En México todos los sitios tienen su museo, pero en Israel no. Nosotros queremos llevar lo que hemos aprendido en México y hemos contemplado la construcción de unas bodegas con el clima adecuado para conservar los materiales y organizar exposiciones. Ya lo hemos hablado con la Autoridad de Antigüedades. Eso sería para 2020-2021.
El yacimiento está abierto oficialmente al público desde 2014 y recibe visitas de hasta 1.000 peregrinos por día. Eso implica que tengamos que pensar en una conservación muy firme y un mantenimiento constante, para que el turismo no dañe el lugar.
Magdala está considerado como el descubrimiento más importante en 50 años en arqueología bíblica. En Israel nos reconocen como uno de los mejores proyectos en arqueología y nos ponen como ejemplo. Independientemente si estuvo Jesús o no, nos consideran como un sitio histórico importante para entender el judaísmo y posiblemente para comprender el protocristianismo.
Los arqueólogos que descubrieron un mosaico romano en la zona de La Estaca, en el municipio de Las Regueras, el pasado mes de abril, quieren que sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Juan Muñiz, responsable de la excavación, que duró diez días y fue financiada por el Consistorio reguerano, defiende la singularidad de un hallazgo "sólo comparable a otros dos casos en toda Asturias" y anuncia que pedirá el respaldo para la causa de todos los grupos con representación municipal.
Los trabajos acometidos la pasada primavera permitieron descubrir un mosaico supuestamente de origen romano cuya construcción podría haberse producido entre los siglos II y V después de Cristo. Sin embargo, los investigadores necesitan realizar nuevas excavaciones y varias pruebas para corroborar que el hallazgo supone apenas una cuarta parte de una decoración con una superficie de cinco metros cuadrados.
La declaración del mosaico como BIC abriría la puerta a nuevas vías de financiación. "Relevancia la tiene y la declaración permitiría optar a fondos como los del 1% cultural o ayudas de carácter regional", indica el arqueólogo, convencido de que bajo los terrenos excavados en abril podría haber una villa romana de gran relevancia.
El arqueólogo trasladó dicha posibilidad al Ayuntamiento de Las Regueras con la intención de que este iniciara los trámites. Sin embargo, el Consistorio prefiere centrar de momento sus esfuerzos en obtener la denominación de BIC para las termas romanas de Valduno, solicitada tras un acuerdo plenario el pasado mes de junio. "No nos cerramos a nada, pero de momento estamos apostando por esta prioridad", indica la alcaldesa de Las Regueras, la socialista Maribel Méndez.
Muñiz pretende iniciar en los próximos días una ronda de contactos con grupos políticos y asociaciones locales con el objetivo de recabar los máximos apoyos posibles para reforzar la petición que tramitará a título individual al gobierno del Principado.
Mientras tanto, el arqueólogo está pendiente de recibir una ayuda regional de 2.200 euros para sufragar los costes de la excavación y las investigaciones para las que logró un acuerdo con la Universidad de Burgos y algunos departamentos de la Universidad de Oviedo para analizar las muestras de mortero y pinturas extraídas del mosaico.
Hace unos 1.800 años esto era una letrina, un retrete colectivo con asientos de mármol o madera para orinar y defecar (y con una canalización de agua limpia) de los que ya no queda rastro, pero sí que se ha conservado una buena parte del mosaico que decoraba el suelo de la letrina, en el que aparecen Narciso y Ganimedes, dos figuras de la mitología grecorromana, en versión humorística. El humor de retrete ya existía en el siglo II d.C. y, aunque la temática de los chistes verdes era otra, el contenido sigue siendo el mismo: picante, erótico y sexual. Solemos percibir la historia como algo serio y respetable, pero esa gente que vivió siglos atrás también se partía de risa.
"A veces, cuando excavamos ciudades como esta, olvidamos el factor humano: que fue una ciudad hecha de gente y no sólo de cosas", dice Michael Hoff, de la Universidad de Nebraska-Lincoln, en referencia a la antigua ciudad en la que ha sido realizado el hallazgo, Antiochia ad Cragum, en el sur de Turquía, cuyas excavaciones dirige desde 2005. "Lo que descubrimos son cosas, pero son un recordatorio de que había personas y que tenían sentido del humor. Es un factor humanizante que hace que nuestro hallazgo sea aún más emocionante", expresa en un comunicado de dicha universidad.
Los romanos amaban la risa, el cachondeo y la exageración, prueba de ello es el fresco recientemente descubierto en Pompeya, en el que aparece representado el dios Príapo pesándose el miembro en una balanza. El joven Narciso, hermoso y orgulloso, enamoraba a muchachos y muchachas, según la mitología clásica, pero él rechazaba a todos sus pretendientes, incluida la ninfa Eco, por ello Némesis, la personificación de la venganza, le castigó con un insaciable amor a sí mismo: al inclinarse para beber en una fuente se enamoró de su propia imagen, quedó atrapado por ella y se consumió hasta convertirse en la flor del narciso.
En el mosaico de Antiochia ad Cragum, Narciso aparece representado con un aspecto grotesco: la nariz puntiaguda y contemplando con admiración el reflejo de su gran pene, aunque la parte del reflejo no se ha conservado en el mosaico. Ganimedes, dotado de una extraordinaria belleza, fue raptado por Zeus por medio de un águila y se convirtió en su amante y en el escanciador en la mesa de los dioses olímpicos. En la letrina pública de Antiochia ad Cragum, aparentemente construida para los clientes del adyacente complejo de baños romanos, Ganimedes muestra un aspecto siniestro y, a diferencia del mito original, es raptado por una garza de pico alargado que sujeta una esponja o toallita con la que le limpia el pene a Ganimedes, quien lleva un palo en la mano derecha con el que hacía rodar un aro, un juguete muy antiguo.
Una pequeña piedra de hace unos 3.000 años desenterrada en la base del Muro de las Lamentaciones, en la Ciudad Vieja de Jerusalén Este, ha sido presentada y sus descubridores creen que pudo haber sido utilizada en el propio Primer Templo bíblico.
Este tipo de piedrecitas, llamadas «bekas», se utilizaban como pesas para asegurarse del valor de las donaciones de los fieles. Según la tradición judía, el Primer Templo fue levantado por el rey Salomón para albergar el Sancta Sanctorum y venerar la alianza, y fue posteriormente destruido por los babilonios.
«Las "bekas" del Primer Templo son muy infrecuentes, y esta lo es más, porque su inscripción está escrita en forma de espejo. Las letras van de izquierda a derecha, en lugar de derecha a izquierda», informó el arqueólogo Eli Shukron. Shukron ya había dirigido otras excavaciones previas en el mismo lugar por iniciativa de la Autoridad de Antigüedades de Israel y esta es la segunda «beka» que encuentra.
El arqueólogo aseguró, además, que lo extraordinario de la escritura especular de la pesa probablemente se deba a que el tallista lo fuera principalmente de sellos, que se tallaban al revés para que su impresión se leyera al derecho.
La piedra se encontró mientras se tamizaba la tierra recogida en la zona conocida como «Arca de Robinson», en la base del Muro de las Lamentaciones, el último vestigio del muro externo que rodeó el patio del Segundo Templo, situado en Jerusalén oriental, ocupada por Israel desde la Guerra de los Seis Días (1967).
Uno de los motivos por el que es infrecuente encontrar artefactos de esa época es que las piedras de las casas, y probablemente del propio templo, fueron reutilizados durante las diversas fases de construcción de la ciudad.
Los judíos que vivieron en la ciudad hace unos 3.000 años no utilizaban monedas y pagaban sus impuestos al templo en plata, ya que las monedas no llegaron a la zona hasta que los persas gobernaron, en el siglo V antes de Cristo.
Masunassi, el nombre de un rey mauretano tras la caída del imperio romano, está grabado con caracteres del alfabeto líbico-latino en la Montaña de Jaifa de la isla canaria de Fuerteventura, según han descubierto los arqueólogos María Antonia Perera y José Juan Jiménez, que consideran el hallazgo «fundamental» para consolidar una investigación científica internacional de primer nivel.
Los dos han sido coautores de la ponencia «Manifestaciones rupestres y estructuras arqueológicas de Montaña Jaifa (Fuerteventura)», que se ha presentado como ponencia científica en el XXIII Coloquio de Historia Canario Americana celebrado en la Casa de Colón del Cabildo de Gran Canaria.
Según explica Juan Jiménez, que es el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, de este estudio de la estación de grabados rupestres de Montaña Jaifa se han obtenido «dos grandes novedades».
Se trata de dos palabras grafiadas con el alfabeto líbico-latino. En la primera de ellas se escribió MASUNASSI y a continuación IMNTN. Estos vocablos tienen correspondencia con términos líbicos antiguos norteafricanos, pues «Masuna» es citado como un rey maure romanizado, mientras «imntn» posee analogías en contextos culturales de ese ámbito.
Tribus maures
Masuna es citado como «rey de los maures y de los romanos» en una inscripción epigráfica datada en el año 508, localizada en un monumento mauretano del Reino de Altava (Argelia) que reproduce su nombre como «reg. Masunae gent. Maur. et Romanor (regis Masunae Maurorum et Romanorum)», afirma José Juan Jiménez.
Y añade que posiblemente es el mismo jefe maure «Massonas», que aparece referido en un texto del año 535, escrito en lengua griega por Procopio de Cesarea, instando a un general bizantino a atacar un lugar del sureste de Numidia.
El arqueólogo señala que los ciudadanos romanos y las tribus maures constituyeron organizaciones políticas duales en el norte de África tras la caída de Roma en poder de los bárbaros.
«En cuanto a la inscripción "imntn", por primera vez constatamos que se escribió una palabra con caracteres líbico-latinos pero siguiendo la práctica consonántica propia del alfabeto líbico-bereber, lo que resalta el panorama monolingüístico y bialfabético de los habitantes maxies de Fuerteventura y Lanzarote que estamos investigando», explica el especialista.
Caracterización alfabética
Estos hallazgos arqueológicos escriturarios son «fundamentales para consolidar una investigación científica de alcance internacional de primer nivel», abunda el experto, que precisa que la utilización de estas expresiones alfabéticas líbico-latinas demuestra que el poblamiento de las islas más orientales del Archipiélago fue realizado por un mismo grupo tribal que quedó disociado tras su desembarco en cada una de ellas.
Esto también fue condicionado por el aislamiento y la insularidad durante más de mil años y subraya que en Fuerteventura se conocen actualmente 415 líneas alfabéticas rupestres, 381 líbico-latinas y 34 líbico-bereberes.
«Esta caracterización alfabética demuestra un origen líbico antiguo en contacto con alfabetos latinos difundidos en el norte de África como consecuencia de la romanización» señala el arqueólogo, pues los descubrimientos rupestres insulares confirman que manejaban dos alfabetos y empleaban una misma lengua líbica antigua de inicios de nuestra era.
Para José Juan Jiménez, que también es doctor en Prehistoria por la Universidad de La Laguna, los caracteres alfabéticos líbico-latinos localizados se corresponden con palabras que denotan antropónimos, nombres de ascendientes, apelativos tribales y deidades astrales, cuya ejecución se promovió mediante rayados e incisiones.
Mientras en Fuerteventura hay una mayor frecuencia de esta escritura frente a la líbico-bereber, en Lanzarote ambas están más equilibradas, como ha demostrado María Antonia Perera, que también es doctora en Prehistoria por la misma Universidad.
Según el conservador del Museo Arqueológico, el estudio de yacimientos rupestres alfabéticos difunde la diversidad escrituraria de los majos o maxies que poblaron esas dos islas, y llama la atención sobre la trasliteración de palabras similares a vocablos e inscripciones norteafricanas de la Antigüedad.
El Parque Arqueológico de Pompeya ha informado del hallazgo de un fresco del mito griego de Leda y el cisne descubierto entre las ruinas de este yacimiento situado frente al golfo de Nápoles (sur).
Según la mitología, Leda, esposa de Tindareo de Esparta, paseaba junto al río Eurotas cuando fue seducida o violada -depende de las versiones- por un cisne, que resultó ser Zeus camuflado.
Leda puso entonces dos huevos, de los cuales nacieron cuatro hijos: los gemelos Cástor y Pólux, Helena –futura mujer de Menelao, rey de Esparta, y causante de la guerra de Troya– y Clitenmestra. Pero solo Helena y Pólux eran considerados hijos de Zeus y, por lo tanto, inmortales.
El fresco descubierto en Pompeya retrata el encuentro entre Leda y Zeus, en una «escena de gran sensualidad», según señala el comunicado de prensa del parque arqueológico.
La pintura fue encontrada en el dormitorio de una casa en la calle del Vesubio, mientras se llevaban a cabo «trabajos de remodelación de los frentes de excavación», según explicó el director del parque arqueológico, Massimo Osanna, quien destacó que se trata de un hallazgo «único y excepcional».
En el fresco, muy explícito y lleno de colores, se ve a Leda sentada con el cisne sobre su regazo pero con una mirada que parece dirigirse hacia los que en su día cruzaban la puerta para entrar en la habitación de esta casa de Pompeya.
«El retrato de Leda es extremadamente particular y diferente a todos los demás hallados hasta ahora en otras casas. Este mito nunca ha sido encontrado con esta iconografía tan sensual», afirmó Osanna.
En la misma vivienda donde se ha descubierto el fresco ya fue hallada también una pintura de Príapo, una divinidad mitológica representada por un pequeño hombre dotado de un gran falo.
Tras el hallazgo, el Parque Arqueológico de Pompeya evaluará con los técnicos y la dirección general de arqueología la posibilidad de trasladar el fresco a un lugar donde «pueda protegerse y exponerse al público».
Un trabajo multidisciplinar hecho por historiadores, matemáticos, informáticos y físicos expertos en redes complejas ha logrado reconstruir, tras estudiar los restos de 43.000 ánforas, cómo era el comercio del Imperio romano.
La investigación, que ha publicado la revista «Journal of Archaeological Science», se ha llevado a cabo en el marco del proyecto europeo «Production and distribution of food during the Roman Empire: Economics and political dynamics (EPNet)», liderado por el catedrático del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la UB José Remesal.
El estudio ha mostrado que el comercio entre las diferentes provincias romanas tenía flujos importantes y que el Atlántico era la ruta principal para transportar el aceite, las conservas de pescado y el vino producidos en la Península Ibérica (provincias Bética y Tarraconense) hasta el norte de Europa (valle del Rin Britania o Bélgica), en contraposición a las teorías que priorizaban la importancia del valle del Ródano como vía comercial.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos han utilizado la base de datos del Centro para el Estudio de la Interdependencia Provincial en la Antigüedad Clásica (Ceipac) de la UB, que reúne 43.000 registros arqueológicos de restos de ánforas.
Según los investigadores, estos recipientes son el mejor indicador para estudiar el comercio de alimentos en la antigua Roma, creadora de la primera red comercial europea compleja, ya que estaban presentes en todo el imperio y llevaban grabados unos sellos con información precisa sobre el lugar de procedencia y otras características de los productos.
La investigación ha analizado esta gran base de datos de epigrafía anfórica con métodos propios de la física y la informática para contrastar diferentes teorías sobre el comercio en la antigüedad.
La importancia de las provincias
Los investigadores han concluido, por ejemplo, que la distribución por provincias tenía un papel relevante en el comercio de los alimentos, y las provincias cercanas geográficamente mostraban coincidencias, como que las ánforas tenían los mismos sellos de procedencia, seguramente porque compartían las mismas rutas comerciales.
El estudio también observa que las provincias con destacamentos militares importantes también presentaban similitudes entre ellas, lo que indica que unidades del ejército separadas por miles de kilómetros se abastecían con el mismo sistema de proveedores.
El trabajo ha descubierto similitudes, con respecto a la epigrafía anfórica, entre las provincias del valle del Rin (Recio, Germania Superior y Germania Inferior) con las zonas de Britania y Bélgica, pero no ha encontrado esta similitud con las provincias de la Galia.
Así llegaban los productos ibéricos llegaban al norte
Esta diferencia hace pensar a los investigadores que los productos procedentes de la Península Ibérica no llegaban al norte de Europa a través del Ródano, atravesando la Galia, como algunas hipótesis defendían, sino que las ánforas se transportaban a través del Atlántico.
Si bien este tipo de análisis cuantitativo y las simulaciones informáticas empleadas se han usado más para estudiar otras etapas anteriores, como las sociedades prehistóricas, según los investigadores este trabajo abre nuevas posibilidades para conocer mejor la Roma clásica, ya que se podría aplicar el nuevo método a otros productos y recipientes diferentes de las ánforas.
En la investigación también han participado el grupo de la UB PhysComp, coordinado por Albert Díaz Guilera, que se dedica a estudiar redes complejas desde la física estadística; el Barcelona Supercomputing Centre (Xavier Rubio y Iza Romanowska), y la consultora SIRIS Academic, especializada en modelos semánticos y gestión del conocimiento
Las labores de investigación promovidas en torno al "tesoro" de 19 ánforas cargadas de monedas romanas descubierto en Tomares (Sevilla) el 27 de abril de 2016, en el marco de las obras de acondicionamiento del parque periurbano de El Zaudín, han supuesto hasta el momento la limpieza y consolidación de 3.200 de estas monedas de bronce, así como la catalogación de 2.850 de ellas y la fijación inicial del año 312 como fecha más temprana de "ocultación" del tesoro. No obstante, dicha fecha es sólo provisional, pues los científicos aún no han abierto las ánforas que fueron descubiertas intactas y cerradas y su contenido podría deparar novedades.
Así quedaba de relieve en la conferencia protagonizada hace pocos días en el Museo Arqueológico de Sevilla por el profesor de arqueología de la Universidad Hispalense Enrique García Vargas, quien forma parte del equipo de científicos que investiga este "tesoro" descubierto fortuitamente por unos operarios que trabajaban en el acondicionamiento del olivar de El Zaudín como parque público.
El hallazgo de estas 19 ánforas repletas de monedas de bronce constituye el mayor descubrimiento arqueológico de los últimos tiempos en la provincia de Sevilla y de los más importantes en el ámbito estatal, toda vez que su localización casual tuvo un impacto de carácter mundial al hacerse eco medios de comunicación de no pocos países.
A tal efecto, la conferencia celebrada el pasado sábado por el profesor de arqueología Enrique García Vargas estaba destinada a dar cuenta de los avances cosechados respecto al tratamiento e investigación de este denominado "tesoro de Tomares o del Zaudín", destinado a ser incorporado a la colección permanente del Museo de Arqueología de Sevilla.
"OCULTADO INTENCIONADAMENTE"
En ese sentido, García Vargas explicaba que tras ser rescatadas las 19 ánforas del enclave del olivar de El Zaudín donde fueron descubiertas, una posterior excavación arqueológica del lugar supuso el hallazgo de 105 monedas más enterradas fuera de las ánforas, toda vez que el "tesoro" habría sido "ocultado intencionadamente" bajo el pavimento de cal de una "estructura rústica" que habría pertenecido a una explotación de carácter agrícola, extremo dilucidado gracias a los fragmentos de tejas, pavimentos y cerámica de mesa y de cocina hallados en este entorno.
Mientras las 19 ánforas y las 105 monedas descubiertas por separado en la citada excavación arqueológica sumarían más de 50.000 piezas monetarias, García Vargas detallaba que hasta el momento, han sido limpiadas y consolidadas unas 3.200 monedas y unas 2.850 de ellas han sido ya "catalogadas". Al respecto, precisaba que la moneda más reciente correspondería al año 312 después de Cristo, con lo que, "el tesoro tuvo que ser enterrado después" del momento de ser acuñada y puesta en circulación dicha moneda.
No obstante, Enrique García Vargas avisaba de que la cronología del tesoro aún constituye un "problema" científico, porque las once ánforas que fueron descubiertas intactas y selladas aún no han sido abiertas por los investigadores y las monedas que contienen podrían deparar novedades en cuanto a la fecha más temprana de "ocultación" de este tesoro.
LA CONVULSA TETRARQUÍA ROMANA
En cualquier caso, la cronología con la que trabajan los investigadores sitúa el tesoro en el periodo de la Tetrarquía del Bajo Imperio Romano, un sistema de gobierno instaurado por el emperador Diocleciano en el año 293 después de Cristo y marcado por la "conflictividad", al ser dividido el poder entre dos augustos y dos césares hasta que en el año 313 el gobierno fue reunificado en torno al augusto Constantino.
De hecho, las monedas de este tesoro investigadas hasta ahora fueron acuñadas en diferentes cecas pertenecientes a ciudades del Imperio Romano "muy alejadas" entre sí, como Londres, Lyon, Roma o Treveris, según la información recogida por Europa Press.
Precisamente por ello, García Vargas ponía de manifiesto que el "tesoro de Tomares" y sus más de 50.000 monedas de bronce pueden proporcionar una "enorme cantidad" de información sobre aspectos como el ritmo de las cecas a la hora de acuñar las monedas o la circulación de las mismas en el Imperio. Las piezas, según indicaba, suponen todo un "retrato de la verdadera circulación del bronce en aquel momento".
Estas monedas, según destacaba este profesor de arqueología, constituyen además un gran "testimonio de una época muy conflictiva" del Imperio Romano, que aún pueden deparar novedades dada la "gran cantidad" de monedas del tesoro que aún están pendientes de ser investigadas.
La campaña arqueológica desarrollada entre el 1 de septiembre y el 10 de octubre de 2018 en Chiliomodi o Jiliomodi, al sur de Corinto (en la península del Peloponeso, en Grecia), se ha centrado en dos sitios principales: un cementerio de los periodos helenístico y romano y una zona residencial que, según han podido comprobar los arqueólogos, correspondería a la antigua Tenea, según reveló el martes el Ministerio de Cultura de Grecia en un comunicado de prensa. "La ciudad de Tenea aparece mencionada en los textos de autores antiguos como Estrabón o Pausanias y en los textos de ciertos autores más recientes. Algunas inscripciones mencionan a los atletas de Tenea, pero en general no se conoce demasiado sobre esta antigua ciudad", comenta Elena Korka, la directora de las excavaciones, a National Geographic España. "Los habitantes de esta ciudad afirman que son troyanos que fueron llevados cautivos por los griegos de Ténedos y que el lugar les fue dado por Agamenón: y por esta razón veneran a Apolo por encima de todos los demás dioses", relata Pausanias en Descripción de Grecia. Fue en Tenea, según la mitología griega, donde el joven Edipo (el rey mítico de Tebas, quien sin saberlo mató a su padre y quien posteriormente se casó con su propia madre) fue criado por Pólibo, en el palacio de verano del rey de Corinto.
"Estamos seguros de que hemos localizado las antiguas viviendas de Tenea porque tenemos restos de edificios elaborados, extensos y diacrónicos; sabemos que son viviendas por una tubería de arcilla que traía el agua. También hemos encontrado entierros infantiles en una habitación, un área de almacenamiento con la presencia de una gran pitánfora y una gran cantidad de monedas de diferentes periodos", detalla Korka. Las excavaciones comenzaron en 2013 y durante la última campaña arqueológica se han descubierto siete nuevas tumbas, tres helenísticas (cuyos restos esqueléticos corresponden a dos hombres, cinco mujeres y dos niños) y cuatro romanas, ricamente decoradas con vasijas, joyas de oro y de bronce y numerosas monedas. Destacan los siguientes hallazgos: una lucerna romana con la representación de Higía, la diosa de la salud, la limpieza y la higiene; y un anillo-sello de época romana con la representación de Serapis sentado en un trono y, a sus pies, el can Cerbero. "La suma de hallazgos realizados este año nos permite suponer que el asentamiento sufrió las consecuencias de la incursión de Alarico en el Peloponeso en los años 396-397 d.C. y que, tras unas incursiones posteriores, fue abandonado a finales del siglo VI d.C.", concluye el comunicado.
Con el pelo corto y rizado, la cara espigada, grandes ojos y una nariz alargada. Así es el singular «rostro» de Jesucristo que unos investigadores han descubierto en las ruinas de Shivta, una aldea situada en el desierto israelí de Negev que durante los siglos V y VI llegó a tener hasta tres iglesias.
En un ábside de una de ellas, de época bizantina, se descubrieron los restos de una pintura mural muy mal conservada que ahora la historiadora del arte Emma Maayan-Fanar ha logrado identificar como la representación del bautismo de Cristo. A pesar de que solo se aprecian fragmentos de la obra, la experta de la Universidad de Haifa distingue la cara que representa a un joven Jesús junto a otro rostro de mayores proporciones a su izquierda, muy probablemente de Juan el Bautista. Ambas figuras debieron de formar parte de una escena más amplia que fue pintada sobre la pila bautismal del templo.
«Su rostro está justo ahí, mirándonos», asegura a la agencia AJN Maayan-Fanar, que ha publicado su hallazgo en la revista arqueológica Antiquity junto a los arqueólogos Ravit Linn, Yotam Tepper y el profesor Guy Baz-Oz, del Instituto de Arqueología Zinman de la Universidad de Haifa.
«El rostro de Cristo en esta pintura es un descubrimiento importante en sí mismo», aseguran los autores de este estudio que estiman que la escena fue pintada en el siglo VI.
Los evangelios no describen la apariencia de Jesucristo y en imágenes antiguas, como la de Cristo entre Pedro y Pablo (s. IV) descubierta en el cementerio de una villa imperial que pertenecía a Constantino o el Pantocrátor del Sinaí (s.VI), se representa con el pelo largo y con barba.
La representación de Shiva «sigue el esquema iconográfico de un Cristo de pelo corto, que estaba especialmente extendido en Egipto y en Siro-Palestina» en la época, explican los expertos que seguirán estudiando la pintura, con detalles ahora ocultos por polvo y barro, para asegurar su conservación.
«El descubrimiento de esta pintura es extremadamente importante», a juicio de los investigadores porque «es la única escena de bautismo de Cristo que se conozca hasta la fecha en la Tierra Santa pre-iconoclasta» (en el siglo VIII el emperador León III emprendió una implacable campaña en contra de las imágenes religiosas en el Imperio bizantino).
Siete tumbas, cuatro del Imperio Antiguo y tres del Imperio Nuevo, han sido descubiertas junto con numerosos objetos funerarios durante una excavación realizada desde abril por una misión arqueológica egipcia "en la zona ubicada en el extremo pedregoso del complejo de la pirámide del rey Userkaf en la necrópolis de Saqqara", anunció el sábado pasado el Ministerio de Antigüedades de Egipto en un comunicado.
De las cuatro tumbas del Imperio Antiguo, la más importante data de finales de la quinta o comienzos de la sexta dinastía de Egipto, fue construida para Khufu-Imhat, el supervisor de los edificios reales en el palacio real. Absolutamente sensacionales son las momias de animales que han salido a la luz: las tres tumbas del Imperio Nuevo fueron reutilizadas en el periodo tardío de Egipto como una necrópolis de gatos y destacan, además, las primeras momias de escarabajos descubiertas en la necrópolis de Menfis y diversos ataúdes zoomorfos, con forma de cobra o de cocodrilo, que podrían contener momias de animales. En 2015, un estudio de la Universidad de Mánchester demostró que muchas de las momias de animales del Antiguo Egipto estaban vacías, mientras que la momia de un cocodrilo resultó contener ocho crías de cocodrilo. Animales e insectos formaban parte de la vida cotidiana de los egipcios, mientras que hoy han quedado relegados, en un mundo dominado por la ciencia y la tecnología.
Múltiples momias de gatos
Los arqueólogos han encontrado varias momias de gatos, además de unas 100 estatuillas de madera que representan a gatos y una de bronce dedicada a la diosa gata Bastet (Bubastis fue el principal centro de culto a la diosa felina, donde en 1906 apareció un espléndido tesoro); también han encontrado una colección de estatuas de madera doradas y con las características físicas del león, de la vaca y del halcón. Fascinantes son las momias de escarabajos: un pequeño sarcófago de caliza, en cuya tapa aparecen tres escarabajos pintados en negro, contenía dos grandes escarabajos momificados; y otra caja de caliza, más pequeña, cuadrada y decorada con un escarabajo en negro, también contenía otros escarabajos momificados.
El resto de hallazgos que ha realizado la misión arqueológica egipcia: 1.000 amuletos de fayenza egipcia dedicados a diferentes deidades (Taweret, Apis, Anubis, Horus, Isis, Ptah-Patek, Jnum...) y otros con la forma del Ojo de Horus; tres vasos canopos de alabastro, útiles de escritura, varios papiros con escritura hierática y demótica, incluidos capítulos del Libro de los muertos; los nombres de dos mujeres grabados en una puerta falsa y descubiertos por primera vez, Subek Sekt y Mafy; una colección de cestas y cuerdas de papiro, 30 vasijas de arcilla y entierros humanos que incluyen un reposacabezas y vasijas de alabastro y bronce en el interior de un ataúd de madera; y, por último, bloques de piedra decorados con relieves, fragmentos de puertas falsas y dos bloques del dintel de la tumba de Ankh Mahur, uno de los visires del Imperio Antiguo de Egipto.
Soy Asurbanipal: rey del mundo, rey de Asiria. Con esa inusual carta de presentación en primera persona titula el Museo Británico una exposición consagrada al legado del último de los grandes monarcas asirios, para resaltar la simbiosis entre el vasto imperio que encabezó en el siglo VII antes de Cristo y su condición de hombre más poderoso de la tierra. El despliegue en Londres de una fabulosa colección de vestigios de sus palacios y ciudades quiere reivindicar la figura de un gobernante que fue al tiempo guerrero y erudito, y cuya impronta acabaron siguiendo ulteriores imperios de la antigüedad.
El reinado de Asurbanipal fue el patrón precursor de los más célebres imperios de Egipto, Grecia o Roma, argumentan los artífices de la muestra sobre un rey que tuvo una faceta de político pionero en el establecimiento de provincias administrativas y una red de comunicaciones con servicio de correos que enlazaban sus dominios, fruto de la expansión desde su sede en Mesopotamia (el actual norte de Irak). Los mejores y más exquisitos productos, procedentes de unos territorios que se extendían desde la costa este del Mediterráneo hasta el golfo, nutrieron el esplendor de una corte establecida en Nínive y orientada, más allá del lujo que le atribuye la historia, también hacia la innovación y el saber.
El rey absoluto era un déspota que a la par no renegaba de las artes de la diplomacia, y que gustaba de alardear de su destreza en la escritura, la capacidad de resolver problemas matemáticos o de debatir con sabios de diversas disciplinas. El resultado de esa vocación fue la conformación de una biblioteca visionaria en la entonces capital de Nínive, reflejo del empeño en aglutinar bajo un mismo techo registros, cartas y sobre todo los conocimientos recabados sobre literatura, medicina y otras ciencias entre las que los antiguos incluían la magia. La que los expertos de hoy consideran la primera biblioteca de la historia acabó arrasada en el ocaso del imperio, pero el rescate arqueológico entre sus rescoldos de miles de tablillas de arcilla con inscripciones (un formato equivalente al libro de hoy), unido al proverbial afán coleccionista del British Museum, que posee el grueso de la colección, han permitido recrearla para la exposición que se estrena este jueves.
Un conjunto de relieves asirios que el almacén subterráneo del museo londinense lleva guardados desde hace dos décadas sale asimismo a la luz con ocasión de la exposición para mostrarnos escenas de un Asurbanipal cazador de leones, aunque lleva bien marcada en el cinto la lengüeta usada como lápiz en su época. El rey que controlaba la máquina de guerra más letal de su época nunca llegó a liderar las propias tropas en el campo de batalla: prefería enviarlas a devastar al enemigo desde su querida biblioteca. O bien parapetado, en una corte cuya opulencia reflejan las enormes esculturas de piedra que flanqueaban la entrada de palacio, las imágenes de esplendorosos festejos grabados en murales (con porteadores de uvas, granadas y dátiles), o las delicadas tallas en marfil e intrincados ornamentos en oro y otros metales fabricados para las élites. A su exhibición han contribuido los préstamos de los museos del Louvre de Paris, el Hermitage de San Petersburgo, el Vorderasiatisches de Berlín o el Vaticano.
El drama familiar también forma parte de ese recorrido histórico por un reinado cuyo titular ascendió al trono en el 669 antes de nuestra era, a pesar de no ser el primero en la línea de sucesión. El constante desafío de su hermano mayor destronado —Asurbanipal llegó a ofrecer su peso en oro a quien lo capturara— denota las inseguridades de un gobernante cuyo imperio, heredado por sus hijos, acabó sin embargo sucumbiendo solo 20 años después de su muerte. Y, con él, cayó un mito de su tiempo que el Museo Británico se propone ahora rescatar del injusto olvido.
Los restos de un sacrificio ritual masivo, con 52 caballos hallados en posición anatómica, son, de momento, la guinda, pero antes de eso los investigadores ya se habían quedado boquiabiertos con la extrañísima bañera-sarcófago que apareció en la primera excavación y la escalinata monumental de tres metros de altura que emergió durante la segunda. Una estructura que, dicho sea de paso, nadie imaginó que pudiesen idear (no digamos ya construir).
Será que el mito, poco a poco, se va tornando realidad. «Ahora tenemos unas ventanas tapadas y no sabemos lo que nos podemos encontrar detrás», subraya el doctor Sebastián Celestino Pérez, arqueólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y responsable de «Construyendo Tarteso», proyecto que rastrea el valle medio del Guadiana en busca de aquella gran civilización que floreció en la Península Ibérica entre los siglos VIII y IV a.C.
«Es la primera vez que Tarteso pasa del mito a la realidad arqueológica», añade Celestino, cara visible de un proyecto que fue ayer distinguido con el primer premio Nacional de Arqueología y Paleontología, un galardón impulsado por la Fundación Palarq y dotado con 80.000 euros que quiere reconocer e impulsar el trabajo de Pérez y su equipo en el yacimiento de Casas del Turuñuelo, en Badajoz.
Yacimiento «espectacular»
«Es un yacimiento espectacular por varias razones: una de ellas es el primer sacrificio ritual documentado del Mediterráneo; la otra, esas estructuras de tierra batida en dos niveles», destacó en el momento de anunciar el galardón Luis Monreal, director general de la Fundación Aga Khan y portavoz de un jurado formado por el paleontólogo Yves Coppens; el vicepresidente del Royal Archaeological Institute, Andrew Selkirk; el director del MNAC, Pepe Serra; el catedrático de arqueología Josep Guitart y el periodista Jacinto Antón. «El yacimiento aporta una visión muy relevante para la sociedad y pone de forma muy concreta a una sociedad mítica encima del mapa», añadió Monreal.
En concreto, puntualiza Pérez, el galardón implica dejar de lado definitivamente unas leyendas alimentadas por la mitología griega y romana asociadas a héroes milenarios para centrarse en lo que los investigadores denominan «realidad arqueológica».
O, dicho de otro modo, empezar a reconstruir las huellas y los rastros de aquella confluencia de la cultura fenicia y la población indígena que se dio en el suroeste de la Península Ibérica entre los siglos VII y IV antes de Cristo. Eso, asegura Celestino, fue Tarteso, y eso es precisamente lo que están sacando a la luz unas excavaciones que, a tenor de lo que explican los investigadores, apenas si han comenzado a arañar la superficie. «No hemos excavado ni el 20% del yacimiento, pero cada hallazgo es más sorprendente que el anterior», destaca el director del proyecto.
Entre esas sorpresas, Pérez destaca los restos de 70 animales (52 de ellos, caballos) enterrados de forma ritual y que, añade, constituyen la primera hecatombe documentada de todo el Mediterráneo; el empleo por primera vez en la península del mortero de cal para la fabricación de los sillares de la escalinata; o el edificio protohistórico mejor conservado del Mediterráneo occidental. Es precisamente ahí, en ese edifico de hace más de 2.500 años, donde están esas ventanas tras las que esperan encontrar nuevas y jugosas claves para «la configuración de la primera gran cultura de la Península». Eso sí: el estado de conservación del edificio responde, como suele ser habitual en estos casos, al trágico rito de quemar y sepultar un lugar antes de abandonarlo para siempre. Fuego y hecatombe para intentar borrar unas huellas que, gracias precisamente a eso (y a la mezcla de arcilla y ceniza), son ahora más visibles que nunca.
Si a todo esto le sumamos otros hallazgos insólitos, como los pies de una escultura de mármol de las Cícladas que viene a confirmar que la cultura tartésica también formaba parte de las redes comerciales del Mediterráneo, o las sorprendentes soluciones técnicas y arquitectónicas del edificio, lo que tenemos es una civilización que, según Celestino, de no haber desaparecido abruptamente hacia el 500 antes de Cristo, se habría medido con la cultura griega a la hora de levantar grandes templos. Y es que, como destacó Monreal, «Tarteso fue una entidad política plural, interrelacionada con todo el Mediterráneo, prefigurando la globalidad de nuestros tiempos».
Estreno de altura
Esta inmersión en la realidad de Tarteso permite que el premio Nacional de Arqueología y Paleontología se estrene con nota, con un proyecto que, según los responsables del galardón, «pone de relieve su capacidad de interesar y emocionar a amplias capas de la sociedad española y llevarla hacia la historia de su pasado».
En la contienda final, «Construyendo Tarteso» se impuso a media docena de proyectos entre los que descataban investigaciones sobre la cultura argárica, metodologías de estudio de campos de batalla y asedio en la II Guerra Púnica y proyectos sobre los orígenes de la agricultura y la ganadería en Próximo Oriente, entre otros.
Los galos no solo cortaban las cabezas a sus enemigos muertos en combate y las llevaban colgadas de sus caballos cuando volvían de una batalla para exponerlas ante sus casas, sino que además las embalsamaban. Un yacimiento arqueológico en Le Cailar, en el sur de Francia, ha revelado un considerable número de ejemplos de esta práctica ritual celta de la Edad de Hierro (800 a.C.-final del siglo I a.C.) que ya escandalizó a los historiadores griegos de la Antigüedad.
«Cortan la cabeza a sus enemigos muertos y las cuelgan del cuello de sus caballos y después de entregar a sus servidores los despojos ensangrentados los llevan como trofeos cantando un peán y entonando una canción de victoria, y ellos clavan en sus casas estas primicias del botín como si se tratara de cacerías en que hubieran abatido fieros animales. En cuanto a las cabezas de sus enemigos más ilustres, impregnadas de aceite de cedro, las conservan con gran cuidado dentro de un cofre y las muestran a los extranjeros, glorificándose de que por tal o tal cabeza uno de sus ancestros o su padre o él mismo había rechazado una gran suma de plata», relata Diodoro (V, 29).
El filósofo Poseidonio dijo haber visto él mismo este espectáculo en muchos lugares, «que al principio le repugnaba, pero al que acabó finalmente por acostumbrarse», según recogió Estrabón (IV, 4,5) antes de describir también cómo los galos embalsamaban las cabezas «con aceite de cedro».
Investigadores del laboratorio de Arqueología de las Sociedades Mediterráneas (CNRS/Universidad Paul Valéry Montpellier 3/ Ministerio de Cultura) y del Instituto mediterráneo de biodiversidad y de ecología marina y continental (IMBE) tomaron muestras de once cráneos humanos hallados en Cailar, que mostraban signos de haber sido decapitados y sus cerebros extraídos. Los análisis químicos revelaron en algunas de las muestras biomarcadores de resina de conífera y de moléculas de compuestos aromáticos que solo pudieron ser obtenidos a través del calentamiento a alta temperatura de resina de árboles de la familia de los pinos.
«Se trata por tanto de un tratamiento voluntario, que se corresponde con el descrito en las fuentes literarias antiguas», señalan los investigadores en un comunicado.
El estudio, que ha sido publicado hoy en la revista Journal of Archaeological Science, sostiene que esta es la primera vez que se ha podido comprobar mediante análisis químicos esta costumbre de los galos de embalsamar las cabezas de sus enemigos durante la edad del Hierro. Aún no está claro, sin embargo, cómo se llevaba a cabo el ritual: si los cráneos se sumergían en la resina o ésta se derramaba sobre ellos, o o si se aplicaba en más de una ocasión.
Réjane Roure, coautora del estudio, cree que el propósito de preservar las cabezas podría haber sido asegurarse de que la cara y las características del enemigo permanecieran expuestas, según recoge The Guardian. «Los textos antiguos decían que solo las de los enemigos más poderosos y más importantes eran embalsamadas, tal vez eso era para poder decir 'mira esa cara, era un gran guerrero'», afirma. Los textos también subrayan que los galos nunca devolvieron estos trofeos, lo que indica, según Roure, que «a veces algunas personas intentaron comprar las cabezas».
Rosa Santizo Pareja cuenta en «Los celtas: un mundo por descubrir» que los galos decapitaban a los vencidos para impedir que alcanzaran el descanso eterno, «apoderándose así de la inmortalidad de unos enemigos que al no poseer cabeza andarían errantes y sin rumbo». Los vencedores creían además que así se hacían con la fuerza y las cualidades de sus enemigos y que al conservar sus cabezas se convertían en seres más temibles y respetados.
Al cónsul Lucius Postimius Albinus, muerto en una emboscada en la Galia Cisalpina, le cortaron la cabeza y su cráneo fue revestido de oro y convertido en un cuenco de sacrificio, según relata Tito Livio.
Los arqueólogos han identificado una veintena de tumbas de época ibérica en la necrópolis de Val dels Moliners de Aguaviva (Teruel) en los trabajos de excavación de este enclave encontrado este año, mientras se acondicionaba los caminos de acceso a un campo de labor.
La pasada semana terminó la primera campaña de estudio y excavación de esta necrópolis descubierta a partir de los fragmentos de piezas metálicas de adorno, principalmente brazaletes, que salieron a la luz en estos movimientos de tierra, indica el equipo de investigadores en un comunicado.
Estos trabajos destruyeron algunos túmulos funerarios hasta ahora no documentados, pero se conservan alineados en la parte superior del montículo, en torno a una veintena de tumbas de época ibérica.
Estos túmulos, continúa la nota, presentan características muy similares a los de la necrópolis de El Cabo de Andorra (Teruel) sobre los que el mismo equipo que interviene ahora en la Val dels Moliners publicó una monografía en el año 2015.
Los trabajos se han centrado en la excavación de un túmulo de planta circular de 3,80 metros de diámetro, construido mediante un empedrado de mampuestos de caliza dispuestos en dos anillos concéntricos, del que ha desaparecido su tramo meridional como consecuencia de la erosión y la pendiente del terreno.
En el interior del túmulo, que no disponede cámara sepulcral o cista ni, por el momento, de urna funeraria de cerámica, se han localizado restos de huesos humanos incinerados junto a algunos fragmentos de brazaletes y objetos metálicos de adorno de cobre o bronce también muy afectados por el fuego.
Depósito de cenizas
Además del túmulo se ha excavado y documentado un pequeño depósito de cenizas con numerosos fragmentos de piezas y adornos metálicos semi fundidos en el que están ausentes los restos de huesos y cerámicas y cuya funcionalidad, aún desconocida, será objeto de estudio, según continúa la nota.
Por las características de la necrópolis y los hallazgos hasta ahora efectuados parece probable que pueda datarse en torno al siglo VI a.C. si bien está previsto realizar dataciones por el método de C14 para confirmarlo.
Los expertos creen que la necrópolis descubierta en Aguaviva parece estar en relación, dada su proximidad, con un asentamiento ibérico de grandes dimensiones, denominado Vilarets, ubicado a apenas un kilómetro al este de su núcleo urbano.
La actuación en la necrópolis de la Val dels Moliners está promovida por la Asociación Parque Cultural del Maestrazgo en colaboración con el Ayuntamiento de Aguaviva y el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón y se inscribe dentro del programa de investigación del mundo funerario ibérico de esta última entidad.
La excavación y estudio de esta necrópolis está dirigida por el arqueólogo José Antonio Benavente, gerente del Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, y en ella participa un equipo integrado por los arqueólogos Salvador Melguizo, de la Universidad de Zaragoza y Raimon Graells del Museo de Mainz (Alemania) y el antropólogo Ignacio Lorenzo. En los trabajos colaboran así mismo voluntarios de Aguaviva y del Taller de Arqueología de Alcañiz.
Los trabajos han sido financiados gracias a una ayuda del programa de investigación del Patrimonio Cultural Aragonés del Gobierno de Aragón concedida a la Asociación Parque Cultural del Maestrazgo por un importe de 3.568 euros, lo que supone el 80 % del presupuesto inicialmente previsto para la intervención de este año.