Francisco Jordi Páez es un jerezano de 23 años estudiante de Derecho y amante de la historiografía local desde que era un niño. Lleva varios meses sumergido en la investigación de la procedencia de unas monedas 'Cerit' datadas del siglo I y II a.C que halló en las colecciones privadas de varios aficionados a la numismática. El buen estado de conservación de varios de los ejemplares le ha permitido estudiar con detenimiento cada uno de los detalles vinculados a estas monedas, lo que le ha llevado a detectar pistas que clarifican la ubicación de la casa que acuñaba estos ejemplares durante el Imperio Romano, así como a descubrir uno de los pasos de la evolución del topónimo de nuestra ciudad. Todos los entresijos de su labor investigadora saldrán publicados próximamente en un estudio monográfico titulado 'Tras las pistas de Cerit a través de sus monedas' y editado por Peripecias Libros.
"Hay constancia de muy pocas monedas 'Cerit'. Se conserva una en el Museo Arqueológico de Jerez, otra en el Museo de Villamartín y una en la Real Academia de la Historia de Madrid. Los historiadores Eugenio José Vega y Francisco Antonio Romero García documentaron el hallazgo de una moneda en un cortijo de Nueva Jarilla, y según Sáez Bolaños y Blanco Viñero hay otras tres en los cuerpos numismáticos. Yo por ahora he podido localizar 15 de las 22 existentes. Sobre los ejemplares que pueda haber en las colecciones privadas no puede saberse con exactitud", aclara Francisco.
Durante la entrevista muestra tres de las monedas mejor conservadas de todas las emisiones que ha localizado. Piensa que dos fueron acuñadas durante los siglos II y I a. C., y la otra, al tratarse de una variante, corresponde a una versión posterior datada del siglo I d. C. Todas pertenecen a emisiones de Hispania Ulterior, de la provincia Bética. En el reverso se encuentra inscrito el topónimo 'Cerit' acompañado de dos espigas horizontales, una arriba y otra abajo. En el anverso se aprecia el rostro de la diosa Ceres. "Hay cierta disconformidad sobre si la diosa porta en el pelo espigas o una corona radiada, siendo esto último algo anómalo al no corresponder con el modelo estándar en una deidad femenina. Yo creo que es una trenza de espigas o simplemente espigas, pues es la diosa del trigo y tiene sentido que estos elementos la representen", afirma.
Encontrar estas monedas en varias colecciones privadas le han permitido elaborar un mapa de localización que lo acerca a la ceca que pudo emitir este tipo de ejemplares. "Según mis indagaciones todo indica que se encontraba en la Sierra de Gibalbín", asegura. Francisco basa su hipótesis en la cercanía a este lugar de los diferentes puntos de localización en los que se han hallado las monedas, lo que evidencia que si la moneda circuló por esta zona, debió existir un núcleo urbano administrativo. "Entre todas las monedas Cerit encontradas, tan sólo de 6 de ellas se conoce su procedencia. Una se halló en Mesas de Santiago, otra en Esperillas, otra en Mesas de Asta, dos en la cima de la Sierra de Gibalbín, cerca del cortijo de Mazmorra, y una última en Utrera, la más alejada de Gibalbín", aclara.
El perfecto estado de conservación y el color verde oliváceo de algunas de las monedas le ha llevado a pensar que en realidad no fueron objeto de circulación, sino que se utilizaron para colocarlas sobre difuntos, de ahí el deterioro en el color provocado por la putrefacción del cadáver. Además, la buena preservación ha llevado a Francisco a descartar que las razones filológicas del topónimo urbano latino 'Ceret' o 'Ceri' sean ciertas, postulando que 'Cerit' es realmente el nombre con el que se debió conocer a Jerez en aquel periodo de tiempo.
"La leyenda urbana no sería 'Ceri' ni 'Ceret', sino 'Cerit', puesto que los errores en los trazados de las leyendas eran muy habituales en los talleres del bajo Guadalquivir debido a la falta de pericia de los abridores de cuños. No es por tanto extraño que nos encontremos con monedas cuyos rasgos paliográficos sean anómalos. En la ceca de Carissa, muy cercana, ocurre lo mismo. Además, muchas veces se retocan los cuños debido a su desgaste y esto crea este tipo de alteraciones en el resultado final de la moneda. Es cierto que no existe unanimidad sobre la ceca de Cerit, pero de ahí que los hallazgos sean claves para decantarse por la ubicación. Estas monedas procedentes de las inmediaciones de Gibalbín y sus alrededores se sumarían a otros hallazgos ya conocidos que apoyarían esta propuesta de ubicación. Esto lo han corroborado especialistas en epigrafía latina y numismática", explica Francisco.
Según este amante de la historia, tanto 'Ceret' como 'Ceri' bien podrían ser maneras de representar topónimos mediante abreviaturas, acortando y eliminando consonantes, y provocando que el término sufriera modificaciones con el paso del tiempo. "El étimo está muy claro. De 'Cerit' podría haber derivado a 'Sharish', después a 'Xerez' y por último terminar en 'Jerez', como se nombra hoy", puntualiza.
Jordi asegura que en ningún caso las monedas de estos coleccionistas son falsificaciones - siendo esto un delito contra el patrimonio español- aunque afirma que durante su investigación se topó con varias monedas Cerit que se subastaban por internet y que resultaron no ser auténticas.
"Es una pena que Gibalbín todavía no se haya excavado, no se sabe lo que hay allí, pero el descubrimiento de estas monedas indica que puede haber muchos restos debajo de tierra de gran valor histórico", señala Francisco quien dice sentirse muy agradecido por que estos coleccionistas le hayan permitido estudiar estas monedas, pues "tener cosas las tiene cualquiera, pero pocos son los que dan un paso hacia delante y las promulgan para la comprensión y deleite del público".