domingo, 15 de mayo de 2016

ABC:Desmontando a Nerón


Resulta inevitable asociar a Nerón con la imagen del déspota cruel que tocaba la lira mientras Roma ardía a sus espaldas, pero resulta que esa imagen es falsa. Al menos es falso que fuera Nerón el que ordenó el incendio de Roma, según los organizadores de la exhaustiva exposición «Nerón, emperador, artista y tirano», abierta al público este fin de semana en Tréveris, Alemania. Para Suetonio y Casio Dio, no cabe duda de que fue Nerón quien ordenó prender fuego a la ciudad porque necesitaba una superficie libre en la que llevar a cabo sus ambiciosos proyectos de obra, pero según el director del museo regional renano Rheinisches Landesmuseum Trier, Marcus Reuter, hoy hay suficientes elementos como para afirmar que ese falso rumor fue extendido por los ricos patricios a los que expropió porque necesitaba riquezas y que a partir del año 65 emprendieron sucesivas campañas para derrocar a Nerón.

También debe ser «ligeramente corregida» la imagen de perseguidor de cristianos, según añade el director del museo Museum am Dom de la misma ciudad, la segunda de las tres sedes que ha sido necesario habilitar para presentar los más de 800 objetos relacionados con el emperador y, en algunos de los casos, que fueron utilizados directamente por él. Markus Gross-Morgen apunta que «Nerón no persiguió a los cristianos por motivos religiosos, sino como un acto pragmático para conservar su poder» e invita a una nueva mirada sobre su figura histórica y sobre sus valores artísticos e intelectuales.

Entre piezas únicas como el vaso de cuarzo del que el emperador romano tomó vino hace casi 2.000 años y varias pinturas que colgaban en las paredes del palacio dorado del gobernante, va tomando cuerpo la imagen de un Nerón con inquietudes literarias y musicales más propias de un perfil renacentista. Príncipe, en el sentido de Maquiavelo, y oculto tras los clichés que sobre él ha ido esculpiendo la historia. El emperador romano que vivió entre los años 37 y 68 después de Cristo, pasó a la historia como cruel matricida y caprichoso sanguinario mientras que, para los comisarios de la exposición, destaca sin embargo en facetas como arquitecto y reformista que no han sido suficientemente estudiadas.

Esta idea rondaba la mente de Reuter desde que en 2012 llegó al museo y comenzó a contactar con centros de Roma, París y Londres, con la idea de terminar con el agujero europeo en torno a la historia de Nerón. «Hubo una pequeña exposición en roma hace algunos años, pero hasta ahora ninguna muestra había abordado su figura multifacética, por lo que impera la imagen literaria y cinematográfica», explica, «y tiene mucho sentido que se haga ahora en esta ciudad, que en tiempos de Nerón era conocida como Roma Secunda». Asesorado por comisarios de 15 países, Reuter ha ido seleccionando las piezas más valiosas, como el busto de Agripina, de 2.000 años de antigüedad y cuya llegada a Trieste no ha tenido que envidiar a la de cualquier estrella de cine. «Si está aquí Nerón, no podía faltar Agripina», subraya la comisaria Korana Deppmeyer, que recuerda que «la única meta de la llamada Emperatriz de Colonia fue que su único hijo llegase a ocupar el trono, algo que consiguió paso a paso, con un gran cálculo de poder y con mucho coraje… y esas fueron las enseñanzas que forjaron la forma de hacer política de Nerón, su escuela».

Una madre dominante que insistía en inmiscuirse en los asuntos de gobierno y un hijo educado en el fin por encima de los medios dieron lugar al matricidio que diferencia a Nerón de muchos otros crueles gobernantes de su época. Ante una estatua sin cabeza que deja constancia de sus muchas víctimas mortales, queda en evidencia que emperadores asesinos hubo muchos, pero matricidas solo Nerón.

«Quizá es aún más impactante el discurso de Nerón cincelado en piedra», sugiere Reuter, «cuyas palabras nos ayudan, en base a los resultados de nuevas investigaciones, a forjar una mirada diferente». A través de la piedra la voz de Nerón parece llegar directamente hasta Tréveris, ciudad que nunca pisó.

Sin reparar en gastos, además, el museo ha reconstruido el comedor de ocho esquinas y el techo en forma de cúpula dorada de los aposentos personales de Nerón, así como las vitrinas con cubiertos de plata que delatan una vida de lujo y desenfreno difícilmente contestable. «En eso Nerón fue hijo de su tiempo, es lo que se estilaba en las clases altas», disculpa Reuter al pormenorizar un menú en el que figuraban lirones asados con miel y amapola o lenguas de flamenco. Para evidente disgusto de sus responsables, Nerón mostró nulo interés por estas tierras, a las que políticamente no consideraba importantes, pero la muestra convertirá Tréveris de ahora en adelante en un punto de inflexión de la valoración histórica de su figura. «Solo sugiero que la visiten con mentalidad abierta», pide el director, «y que se dejen sorprender».

El origen de la leyenda negra

Nerón fue cantante y actor. Recitaba poesías y cantaba desde niño. «La política no era lo que más le interesaba», explica Marcus Reuter, «si su madre Agripina no lo hubiera impulsado al trono, lo más seguro es que hubiera sido artista, pero esa faceta quedó reducida a su ámbito privado y es evidente que suponía una frustración para él». Se conservan muy escasas huellas de sus composiciones y de su trabajo con los órganos de agua, pero el hecho es que cantar, componer, actuar, «eran cosas que un emperador romano no solía hacer y que a ojos de la corte eran extrañas, insoportables, poco masculinas, que generaron un rechazo que ayudó a propagar la leyenda negra después». Tácito, Suetonio y Casio Dio, que de alguna forma moldearon la opinión pública de los primeros dos siglos, lo consideraron por ello un emperador de bajo nivel, que no daba la talla…, lamenta Reuter, organizador de esta exposición que se podrá ver en tres sedes simultáneas en la ciudad de Tréveris hasta el próximo 16 de octubre, «como si la reina en lugar de vivir en palacio hubiese preferido acampar en la selva».