viernes, 29 de abril de 2016
Roma reabre al público su histórico puerto imperial
La dominación romana supuso la hegemonía de Roma sobre los puertos y las rutas comerciales marinas y terrestres. De hecho, fue tan importante el tráfico comercial marítimo romano que dio lugar a la mejora y ampliación de las rutas terrestres ya existentes, creándose una vasta red viaria que, en muchas regiones, estuvo en servicio hasta el siglo XVIII. Este hecho permitió desarrollar y afianzar las zonas de influencia comercial de algunos puertos hasta transformarlos en centros de actividad económica muy importantes.
Ahora, según informaciones aparecidas en la publicación española El Diario , los restos arqueológicos del puerto imperial de Claudio y Trajano acaban de reabrirse al público, y serán accesibles durante al menos 6 meses del presente año.
La historia de este gran complejo portuario comenzó en torno al año 100 d. C., cuando la elevada población de Roma, cercana al millón y medio de habitantes –equivalente a una concentración actual de 50 millones de personas–, exigía una infraestructura que pudiera garantizar su abastecimiento.
El puerto de Roma constituyó hace unos 2.000 años –durante casi medio milenio– el centro de operaciones más importante del mundo antiguo. Era el lugar por el que transitaban mercancías procedentes de los confines del mundo para abastecer a todo el imperio de vinos griegos, aceites andaluces, cereales egipcios, tejidos, metales o animales salvajes para los espectáculos circenses. Además, también servía como base defensiva para las naves de la armada imperial y como punto de partida de las múltiples campañas militares.
Una vez en el puerto, la totalidad de las mercancías se depositaba en los almacenes portuarios, que a día de hoy forman la parte mejor conservada y son testimonio del sistema de medición utilizado y del reparto de los productos. Un reparto que se llevaba a cabo a través de pasillos y patios de los que aún se conservan sus cimientos. A continuación, los diferentes productos eran trasladados a naves de menor cabotaje, encargadas de distribuirlos al interior a través del río Tíber por medio de un complejo sistema de canalizaciones. Gracias a estos canales se conseguía salvar el gran inconveniente de que el Mediterráneo fuera un mar por el que, básicamente, se navegaba en verano, justo cuando el caudal del río Tíber merma de forma considerable.
Por otro lado, tal y como indican las informaciones publicadas por el medio dominicano Listín Diario , comprender actualmente el funcionamiento y las estructuras de este gran muelle requiere de un intenso ejercicio de imaginación, ya que donde antes estaba el mar hay en la actualidad un inmenso parque poblado de eucaliptos, pinos y encinas: a causa de la sedimentación , la línea de costa ganó unos 4 kilómetros al mar, y durante las primeras décadas del pasado siglo XX la zona fue recalificada y finalmente convertida en parque natural. Una circunstancia que no impide que todavía se puedan observar las marcas del salitre en los muros ni que el agua emerja en algunas zonas cercanas a las antiguas dársenas. Asimismo se adivinan perfectamente los muelles de embarque, de los que siguen en pie varios tramos de escaleras y las bitas para amarrar los barcos.
Mientras que en el anterior puerto de Ostia sólo podían atracar dos naves, en el nuevo complejo de Trajano podían hacerlo 200 embarcaciones, ya que su cuenca hexagonal, de 32 hectáreas, lo convertía en el mayor centro de intercambios comerciales del mundo antiguo. Aquel espacio es en la actualidad un enorme lago artificial, y conserva aún su forma regular original de seis lados.
Su acondicionamiento y reapertura se está llevando a cabo gracias a la financiación de entes públicos y mecenas privados, como la Fundación Benetton o el Consorcio de Aeropuertos de Roma . De hecho, el Aeropuerto de Fiumicino , cercano al lugar, ha habilitado un sistema de autobuses gratuitos que llevan a este interesante parque arqueológico.