lunes, 4 de junio de 2018

Gavà quiere preservar el legado histórico romano


Los restos del castillo del Eramprunyà (edad media) no son el único valor patrimonial y arqueológico de Gavà. La ciudad cuenta con restos de la civilización romana, entre los que destacan los hallados en la villa romana de Can Valls del Racó. Ahora, el Ayuntamiento trabaja para preservar este legado cultural, llevando a cabo una serie de medidas encaminadas a la protección de la estructura.

Los yacimientos arqueológicos de Can Valls del Racó, ubicados en una zona boscosa del sud-oeste de la ciudad, entre Gavà y Castelldefels, tienen unos orígenes inciertos, pero se ubican en la época romana, en la que el comercio en el Mediterráneo estaba en auge.

La zona del Baix Llobregat, y específicamente de Gavà Mar, suponía entonces un anclaje clave para los barcos llegados a orillas mediterráneas, que desembarcaban en la conocida zona de les Sorres de Gavà. Esta zona, que todavía mantiene hoy una gran actividad agrícola –puesta en la Feria del Espárrago gavanense-, era entonces un puerto marítimo muy importante para la costa barcelonense.  

Can Valls del Racó ocupa una posición central dentro de esta zona, aunque su papel sigue siendo a día de hoy bastante desconocido, pues no se ha determinado exactamente cuál era su función. Tampoco se sabe cuándo fue abandonada. Lo que sí se cree es que podía haber formado parte de una serie de edificaciones que consolidaban una especie de ‘oficina portuaria’, vinculada al espacio de les Sorres.

Por ese motivo, ha sido clasificada como villa romana, uniéndose así a otras existentes en la ciudad, como la de Sant Pere, siendo ambas las mejores conservadas. A partir del siglo XVI y hasta el siglo XIX, la infraestructura se usó como bodega de una masía, construida en ese mismo emplazamiento y que dio lugar al nombre actual.

Muestra de una cisterna romana

El elemento que destaca de este hallazgo arqueológico es la cisterna romana, un deposito utilizado para almacenar y distribuir agua dulce a la población más cercana. Esta estructura, de planta rectangular y empotrada en la ladera de una colina, está situada junto a la riera de Canyars, situada muy próxima al mar en la época romana.

Se trata de una estructura de un solo ámbito, con una planta de 12 metros de largo y 3 de ancho, que conserva la mitad de la cubierta y que tiene una altura interior máxima de unos 2 metros. Tanto los muros que se mantienen alzados como la bóveda de medio punto están ejecutados siguiendo la técnica del opus incertum.

Esta técnica constructiva romana se vale de sillares (piedras) cortadas de forma irregular y colocada aleatoriamente en un muro con opus caementicium una especie de hormigón hecho con mortero y piedras. La estructura está además impermeabilizada con revestimientos de opus signinum, una mezcla de calcio, arena y terriza.
Preservar el patrimonio histórico y cultural

La estructura, que data entre los siglos I y II dC, ha sufrido un grave deterioro con el paso de los años, motivo por el cual el Ayuntamiento, propietario del yacimiento, solicitó a la Diputació de Barcelona su soporte técnico y económico para poder trabajar en su restauración.   

Debido a la importancia arquitectónica, arqueológica, histórica y cultural de estos yacimientos, el Ayuntamiento ha decidido llevar a cabo una restauración y remodelación de los mismos. A la petición del consistorio ha respondido la Diputació de Barcelona, que ha decidido intervenir.

Así, el diputado de Urbanismo y Habitaje, Josep Ramon Mut, alertó sobre la necesidad de “una intervención urgente y rápida” en la zona, para “garantizar su estabilidad” y “restutuir la cistera y parte del muro caído con materiales de la zona”. 

Estos trabajos de consolidación se iniciaron el pasado mes de abril, albergando un estudio arqueológico y de consolidación de los restos, que permitirán conocer, proteger y poner en valor la cisterna romana y su reutilización para una masía moderna.

Se trata de la tercera campaña de trabajos arqueológicos que se hace en Can Valls. La primera intervención fue realizada en 1984 por el Servicio de Arqueología de la Generalitat, cuyas excavaciones permitieron situar cronológicamente la villa. La segunda campaña la inició en 1989 el Centre d’Estudis Martorellencs, que incluyó un estudio geológico y prospecciones geofísicas. 

La restauración de este yacimiento cuenta con un presupuesto de 55.600 euros, y su seguimiento lo lleva acabo el arqueólogo Àlvar Caixal, con la autorización y el apoyo del Departamento de Cultura de la Generalitat.