lunes, 27 de febrero de 2017
ABC:Altamira no garantiza las visitas a la cueva en un futuro
La directora del Museo Nacional y Centro de Investigación Altamira, Pilar Fatás, ha manifestado que no se puede garantizar que la apertura limitada a la cueva original, con la entrada de 250 personas al año, «pueda seguir siendo así mucho tiempo» y ha explicado que cualquier decisión que se tome al respecto será en base a los informes técnicos del Plan de Conservación Preventiva.
«No podemos garantizar que estas aperturas puedan seguir siendo así mucho tiempo», ha señalado Fatás hoy al ser preguntada por el futuro de la cueva de Altamira en el Foro de la Ser, en el que ha considerado que, por el momento, esas visitas experimentales puestas en marcha en febrero de 2014 son compatibles con la conservación de la cavidad pero ha reivindicado que el «conocimiento» de los valores de Altamira es posible a través del museo y la réplica.
Al igual que su antecesor José Antonio Lasheras, de cuyo fallecimiento se cumplió ayer un año y con el que trabajó como subdirectora del museo durante 16 años, Fatás ha indicado que ella apoya una «política conservacionista» en la que se tenga en cuenta «lo que la cueva permite» en cuanto a visitas se refiere. «Cada cueva es un mundo», ha dicho cuestionada por la política restrictiva aplicada en cavidades como la de Lascaux en Francia.
La directora del Museo ha reconocido que en Francia «son más restrictivos» que en España» pero ha destacado que, frente a ellos, se han desarrollado centros de arte e investigación y «grandes reproducciones» que permiten a la sociedad cubrir su necesidad de conocer esas cavidades con pinturas rupestres.
En el caso de Altamira, las visitas experimentales se pusieron en marcha en 2014, con la entrada de cinco personas semanales elegidas por sorteo cada viernes entre los visitantes del museo, después de 12 años cerrada al público tras detectar diferentes afecciones que estaban sufriendo las pinturas de la cueva, considerada la capilla sixtina del arte rupestre.
Fatás, que ha pronunciado la ponencia «Reflexiones sobre el patrimonio rupestre de Cantabria», ha evidenciado la «compleja conservación» de las cuevas con arte rupestre y, por ello, ha reivindicado la importancia de las investigaciones para generar conocimiento y llegar a nuevos descubrimientos como los recientes de Cueva Aúrea en Peñarrubia o Solviejo en Voto.
Adentrándose en la conservación de Altamira, la directora del Museo Nacional y Centro de Investigación ha señalado que viene condicionada no sólo por la «condición extremadamente frágil del arte paleolítico», representado en la cueva por múltiples pinturas entre las que destaca la sala de los polícromos con sus bisontes, por el reciente descubrimiento de la cavidad en 1868.
«Consecuencias de las modificaciones»
Y es que, aunque los procesos naturales son «una de las principales causas» del deterioro de las pinturas, en el caso de Altamira se ven acrecentados por «su historia», con modificaciones artificiales en el interior de la cueva en la primera mitad del siglo XX que han ido «alterando» sus condiciones de conservación.
«El ser el primer sitio con arte rupestre descubierto en el mundo dio fama internacional a Altamira y la hazaña de Marcelino Sanz de Sautuola se ha recogido en libros, manuales e incluso en una película, pero le ha marcado de por vida», ha indicado Fatás, que ha repasado las actuaciones llevadas a cabo en el interior de la cavidad en la primera mitad del siglo XX.
Así, ha apuntado que, «para su conservación y el inicio de su explotación turística», en esas primeras décadas «la estructura interna de la cueva fue absolutamente modificada». «Se observó que la cueva era geológicamente inestable y se construyeron muros artificiales de contención, se entibó el techo de los polícromos, se rellenaron de cemento las grietas más profundas... todo bien intencionado para conservarla y aportarle estabilidad, pero lo que se consiguió fue modificar radicalmente e irreversiblemente la dinámica natural de la cueva», ha lamentado.
Pero los cambios no quedaron ahí ya que, para abrir la cavidad a las visitas, se hicieron en su interior escaleras, pasamanos, se instaló iluminación permanente... todo ello para que miles de personas pudieran visitar Altamira, hasta 170.000 en un año.
«Con seguridad, hoy estamos sufriendo las consecuencias de aquellas modificaciones, bien intencionadas, pero al fin y al cabo experimentales por la condición de ser la primera cueva con arte rupestre descubierta», ha dicho la directora, que cree que «si Altamira se hubiera descubierto 100 años después, posiblemente hoy todo sería diferente».
Ante ello, sus gestores tratan de equilibrar la conservación con la accesibilidad a la cueva, que en 2016 pudieron ver 250 afortunados, mientras que el museo recibió más de 285.000 visitas, un 8% más, y alzándose, según Fatás, en el «museo arqueológico más visitado de España y Europa» por detrás del Museo Nacional de Arqueología.
Además, ha ensalzado que a lo largo de 2016 se realizaron más de 7.000 visitas guiadas al museo, que acogió cuatro exposiciones temporales y organizó más de 1.000 actividades en las que participaron 170.000 personas.
Peligro del «fracking»
Cuestionada por su postura frente al «fracking», ha asegurado que está en contra de esta técnica de extracción de gas no convencional que puede «poner en peligro» y desencadenar «consecuencias» en Altamira y el resto de cuevas de Cantabria.
Pero también le han preguntado por la futura explotación de la mina de zinc de Reocín, que «podría tener una boca en el término municipal de Santillana del Mar». Fatás ha dicho que desconoce el proyecto pero se ha mostrado segura de que tanto el Ayuntamiento como el Gobierno de Cantabria priorizarán la conservación de la cueva.
Ha esperado que, en caso de que algo de ese proyecto pueda poner en peligro la conservación de las pinturas paleolíticas de 40.000 años de antigüedad e Altamira, sea «modificado y frenado» pero, en cualquier caso, «nosotros estaremos vigilantes», ha enfatizado.
En otro orden de asuntos, Fatás ha indicado que aún no hay fecha para la celebración del Patronato de Altamira, que debe tener lugar una vez al año y en el que deberán abordarse los últimos datos del Plan de Conservación, los resultados de 2016 y las actividades y proyectos que se quieren impulsar durante este año 2017.