lunes, 23 de septiembre de 2019
ABC:Sale a la luz el acueducto romano de Caraca
Hay mucho de imaginación en la arqueología: uno desentierra el tramo de un acueducto en medio de un secarral y, si sabe, puede reconstruir los tiempos pretéritos en los que esa zanja llevaba litros y litros de agua que daban de beber a las miles de gentes que habitaban a pocos kilómetros de ese punto, en una ciudad que hubo de ser próspera, pero que hoy yace enterrada bajo polvo y tierra. Todo esto es imaginación, claro, pero imaginación científica: esa que levanta imperios sobre materia rota y registros escritos… Hay que tener mucho de eso, suponemos, para pasarse el ecuador de agosto limpiando y catalogando restos romanos bajo el sol de Driebes (Guadalajara), en jornadas que empiezan a las siete de la mañana y terminan a la una y media de la tarde, justo antes, pero no mucho, de que uno termine derretido. Algo así debe de ser la vocación.
«Agosto no es el mejor momento para esto, pero la mayoría de excavaciones las hacen profesores de universidad, y es cuando ellos tienen vacaciones y cuando hacen las convocatorias de subvenciones de la junta de comunidades», explica Javier Fernández, codirector del proyecto que está rescatando la antigua ciudad romana de Caraca. Junto a su equipo sacó a la luz el acueducto del lugar entre los días 12 y 23 del pasado mes de agosto y confirmó su pálpito: se utilizaba para el consumo humano, por lo que la urbe no era solo un lugar de paso, una «mansio», sino una ciudad de estatus municipal y unos 1.800 habitantes, según sus cuentas. Era, también, el nudo de comunicación entre Segóbriga y Complutum (actual Alcalá de Henares) y formaba parte de la vía espartaria, que llegaba hasta Cartago Nova.
A simple vista, no parece mucho más que un pequeño canal de piedra 0 en el suelo. Pero los ojos del arqueólogo ven una obra de ingeniería compleja, capaz de superar la difícil orografía del lugar para suministrar 114.000 litros al día a Caraca. «Es un acueducto de albañilería, hecho con el cemento armado de los romanos, mezclando cal, arena y piedra. Es un reto técnico bestial, porque tienen que mantener una inclinación constante a lo largo de tres kilómetros. Creemos que lo hicieron los mismos que el de Segóbriga, porque es prácticamente idéntico», apunta Fernández. ¿Y cuánto tardaron? «No lo sabemos, pero no mucho, porque era una necesidad primaria. Y hay que tener en cuenta que los romanos montaban un campamento para cuatro mil personas en unas horas...».
En algunos tramos del acueducto hay pequeñas piscinas donde solo cubre el tobillo. Son la clave del descubrimiento. «Son piscinas limarias, que ralentizan la velocidad del agua y la filtran para que salga limpia. Por ellas sabemos que era apta para el consumo de los ciudadanos», continúa. El agua la «robaban» del manantial Lucos, un topónimo probablemente derivado de «lucus», que significa «bosque sagrado». Aunque hoy, sobre este terreno árido y seco, cuesta adivinar el bosque y lo sagrado es otro tema… Quizás fuera muy diferente en la época de los Flavios, allá por el año 69 de nuestra era, que es cuando se supone que se construyó este invento.
Un trabajo de años
Este es el último hallazgo de un trabajo de años, que va rescatando poco a poco un pedazo de nuestro pasado remoto, romano. Ya en el siglo XVI se hablaba de la ubicación de Caraca, conocida, entre otras cosas, por los testimonios de Plutarco, que maldecía a los «bárbaros» del lugar por esconderse en sus cuevas y dificultar su conquista. Había gente, incluso, que pensaba que era Guadalajara. Pero no era así. «El gran salto científico es que antes de 2016 no se tenía claro dónde estaba. Ahora ya no hay ninguna duda de que estaba aquí, en Driebes. También hemos encontrado estructuras muy importantes, como un mercado o un foro», asevera.
Este equipo de arqueólogos ha preparado el acueducto para que sea visitable, pues está prevista la creación de una ruta senderista que pase por estos restos romanos, y que se llamará «Entre agua y esparto». Pero no es el último paso, ni mucho menos, porque este paisaje esconde mucha Historia. «En Caraca todo está por excavar. Ya hemos visto restos de estructuras muy importantes con el georradar. Y en el extrarradio habrá más estructuras, como las termas públicas. Es una labor de generaciones... Yo me moriré y mis hijos no lo verán terminado», sentencia Fernández. Eso, claro, también es vocación.