sábado, 10 de febrero de 2018

ABC:CaixaForum inaugura en Barcelona una gran exposición sobre la música en la Antigüedad


De las trompetas de Jericó a la lira de Nerón, pasando por la flauta de Pan o el peligroso canto de las sirenas, la música de la Antigüedad nos suena. Pero en realidad es poco lo que sabemos en general sobre el fenómeno musical y todas sus implicaciones en las civilizaciones del mundo antiguo. A explicar el fascinante mundo de la música en cuatro de las grandes culturas del pasado, la de Mesopotamia, la del Antiguo Egipto, la griega y la romana (un paseo de más de 3.000 años, desde el 2.900 antes de Cristo hasta el siglo IV de nuestra era), está dedicada la nueva exposición de la Obra Social la Caixa fruto de su colaboración con el Louvre que arranca en el CaixaForum de Barcelona (desde hoy hasta el 6 de mayo) y se verá luego, en junio, en el de Madrid.


La exhibición, que incluye excepcionales instrumentos antiguos de enorme valor arqueológico, se compone de 373 objetos, la mayoría procedentes de los fondos del museo parisino (entre ellos algunos nunca expuestos) pero también de otros prestigiosos centros (una veintena) como el Metropolitan de Nueva York , los Museos Capitolinos de Roma, el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles o el Museo Nacional de Atenas. A destacar que el Louvre posee la segunda mayor colección de instrumentos musicales del Antiguo Egipcio tras el Museo Egipcio de El Cairo.

La muestra, dispuesta temática y no cronológicamente, nos adentra en las antiguas relaciones de las divinidades, los ritos, el poder, la magia, la seducción o la guerra con la música. Nos hace introducirnos en el mundo del duelo y las plañideras pero también en el del erotismo (en un relieve de arcilla de Irak un intérprete de laúd y una mujer que toca la pandereta, desnudos ambos, se empujan con las nalgas en una versión amorrea de una canción del verano de Georgie Dann). La exposición nos explica también al oficio de los intérpretes y la construcción y difusión de sus instrumentos.

En realidad, señalan los organizadores, de la Antigüedad apenas se conservan algunos fragmentos de melodías en sistemas de anotación musical de Mesopotamia y Grecia: su lectura para restituir la música de entonces tal y como sonaba en su época es asunto muy delicado y, pese a notables intentos, aún lejos de estar resuelto.

Entre las piezas que se exhiben, arpas y sistros faraónicos, estatuillas mesopotámicas de músicos, una escultura de Hermes, acreditado como inventor de la lira, un mosaico romano con Orfeo tañendo el mismo instrumento o una preciosa Isis plañidera de época ptolemaica en madera pintada con un delicioso vestido rojo. A destacar también un pequeño y muy sensual Eros citarista de arcilla (la imagen icónica de la exposición), la estela de Horudja, jefe de los cantores de Amón, en la que el personaje aparece sentado en un taburete y tocando una gran arpa ante los dioses, la tablilla amorrea con el himno a Ninkasi, diosa sumeria de la cerveza (¡) o una pandereta egipcia de acacia de mucho antes de que naciera Ramsés II.

Músicas en la Antigüedad, que cuenta con un catálogo de gran formato esencial para profundizar en los temas de la notación musical, la difusión de los instrumentos o la problemática en la reconstrucción moderna de los mismos, es una exposición prolija y que requiere tiempo y atención, pues la cronología es muy larga y el tema nada fácil (una sección está dedicada a la evolución y difusión del sistro). Pero a cambio del esfuerzo ofrece experiencias estéticas y conocimientos a manos llenas. Encontrarte por el camino a la Cleopatra de Astérix oyendo a un arpista, a Nerón tocando la lira mientras arde Roma, la sonora parada de los aurigas de Ben-Hur, el triunfo de Vinicio (Robert Taylor con coraza musculada), con su fanfarria imperial, en Quo Vadis (para el que el compositor Miklós Rózsa hizo reconstruir instrumentos romanos), o la no menos pomposa marcha de Rameses en Aida, facilita las cosas.

El recorrido se abre precisamente con una sección sobre la música antigua en el imaginario occidental y cómo el cine, el teatro, la ópera, la novela y la las artes plásticas han forjado clichés en nuestra imaginación. Una escultura de 1839 de un reciario llamando a filas con un cornu (trompa circular), obra del artista Jean-Léon Gérôme (el autor del célebre cuadro Pollice verso, al que debemos buena parte de nuestros estereotipos de los gladiadores) se muestra frente a una pantalla que proyecta imágenes de péplums y óperas históricas. Al lado se puede ver un viejo libro con un grabado de Doré que muestra a los sacerdotes israelitas tocando las trompetas (esa gran arma secreta de Josué, junto con el Arca) para derribar los muros de Jericó. Veremos luego cuadros del XIX que muestran escenas de la antigüedad con instrumentos (la hermosa Salambó de Rochegrosse) y el lío que se hicieron los estudiosos al tratar de reconstruir esos instrumentos (arpas egipcias o cítaras romanas) cuando se encontraban los objetos arqueológicos, sus fragmentos o sus reproducciones en esculturas o pinturas.

Una boquilla de oro de trompeta de Bactrina, una siringa de Antinóopolis, claquetas de Susa, sistros de la diosa Hathor... En el ámbito El oído de los dioses, se trata de los dioses músicos y de las liturgias musicales, en Los sonidos del poder se muestra cómo la música forma parte de las ceremonias de la autoridad y su puesta en escena. En Los oficios de la música se exhibe una verdadera galería de instrumentistas: varias decenas de figuritas de distintas fechas y lugares que muestran a músicos. A destacar también la pequeña escultura de dos mujeres con los suyos a bordo de un palanquín a lomos de un camello. La estela funeraria de un tocador de trompa, Cayo Sulpicio, representado con su instrumento y la pintura pompeyana que muestra a una intérprete de lira afinándola ofrecen una mirada excepcionalmente directa e íntima sobre los músicos de la antigüedad. Una de las piezas señeras de la muestra es el enorme cornu hallado en Pompeya y cuyo sonido puedes escuchar: ¡es como oír la voz de Julio César!