Importantes restos funerarios del siglo I a.C., la fecha de fundación de Florentia, y una enorme necrópolis del siglo I d.C. están saliendo a la luz en el centro de Florencia como consecuencia de unas excavaciones arqueológicas paralelas a la construcción de nuevas líneas de tranvía, según explica Monica Salvini, la arqueóloga responsable, a National Geographic. En Via Valfonda, junto a la Estación de Florencia Santa María Novella, ha aparecido una gran fosa, conocida como bustum, que contenía vasijas importantes, desde terra sigillata decorada hasta ungüentarios en vidrio o terracota, fechadas entre finales del siglo I a.C. y comienzos del siglo I d.C., la época en que fue fundada Florentia por los romanos.
A poca distancia, en el Viale Belfiore, los arqueólogos han descubierto una treintena de sepulturas de incineración, del tipo ustrina o busta, e inhumaciones que se añaden a tantas otras tumbas similares recuperadas en 1871 y que formaban parte de la misma necrópolis. "Las sepulturas en fosa, donde se depositaba y quemaba el cuerpo del difunto (bustum), conservaban muchísimos clavos y ricos ajuares funerarios, formados por lucernas (algunas incluso conservaban las mechas), frascos para bálsamos, incensarios, jarras, ollas, espejos redondos y cuadrados, joyas y otros objetos fechados entre la mitad del siglo I d.C. y el siglo II d.C.", comenta Salvini.
"A lo largo del trazado del tranvía moderno, bajo los edificios modernos y sus planos medievales, han aparecido restos de época romana fechados entre el siglo I y el II d.C., entre ellos una villa en Piazza dell'Unità, en el lado oriental de Santa María Novella, y espacios para actividades industriales, por ejemplo una fullonica. De épocas posteriores, de los siglos V y VI d.C., hemos excavado restos reutilizados artesanales, pozos para fundir con muchos objetos metálicos, de los ambientes de la villa", concluye.
Un grupo de arqueólogos egipcios han descubierto una necrópolis al sur de El Cairo con un gran número de pozos de enterramiento, que podrían ser fechados en el periodo faraónico tardío y la era ptolemaica temprana.
El cementerio se encuentra a seis kilómetros del norte del yacimiento arqueológico de Tuna al-Gabal. El trabajo de excavación está programado para durar cinco años, en un intento de descubrir todos los entierros del cementerio, según explica el Ministerio de Antigüedades de Egipto.
Por el momento, la misión ha descubierto un grupo de tumbas y entierros que pertenecen a los sacerdotes del antiguo dios egipcio Tot, la principal deidad del nome 15 (división administrativa en el antiguo Egipto) cuya capital fue al-Ashmounein. Una de las tumbas descubiertas pertenece a un sumo sacerdote del dios Tot, Hersa-Esei.
La tumba alberga 13 entierros en los que encontraron un gran número de figuras ushebti talladas en loza. Una colección de 1.000 estatuillas se encuentra en una muy buena condición de conservación, mientras que el resto de las estatuillas fueron encontradas en pedazos. Los expertos están recogiendo todas sus piezas para su restauración.
Cuatro jarras canopicas hechas de alabastro con tapas que mostraban las caras de los cuatro hijos de dios Horus también han sido desenterradas. Están en una muy buena condición de conservación y aún contienen los órganos internos momificados del fallecido.
Los frascos están decorados con textos jeroglíficos que muestran el nombre y los diferentes títulos de su propietario, el sumo sacerdote «Djehuty-Irdy-e», cuya momia también fue encontrada.
La momia está decorada con un collar de bronce que representa al dios Nut estirando sus alas para proteger al fallecido de acuerdo con la antigua creencia egipcia.
También está decorada con una colección de perlas preciosas y rojas, así como hojas doradas de bronce, dos ojos tallados en bronce y adornados con perlas de marfil y cristal. Cuatro amuletos de piedras semi-preciosas también fueron encontrados en la momia. Está decorada igualmente con textos jeroglíficos, una de los cuales está grabado con una frase diciendo: «feliz año nuevo».
La misión también ha desenterrado 40 sarcófagos de piedra caliza de diferentes formas y tamaños. Algunos de ellos con tapas antropoides decoradas con los nombres y diferentes títulos de sus propietarios. Otra tumba familiar descubierta alberga una colección de gigantescos sarcófagos de diferentes formas y tamaños, con figuras ushebti que llevan los nombres de sus propietarios que eran sacerdotes de los dioses durante su vida.
También se ha encontrado otra colección funeraria que muestra las habilidades y el gusto artístico de los antiguos egipcios en ese momento.
Un antiguo mosaico está aflorando en el umbral de una estancia de las famosas termas romanas de Bath, al suroeste de Inglaterra. De momento sólo han salido a la luz unas pocas teselas de un color blanco apagado, de 1 centímetro cuadrado aproximadamente y hechas con piedra local, según reveló el martes The Roman Baths, que es "uno de los sitios históricos más excelentes del norte de Europa y una de las atracciones turísticas más populares del Reino Unido".
"Un mosaico en semejante posición probablemente es corriente o con un diseño geométrico simple. Por su posición en la secuencia del edificio, y aunque sólo tenemos unas pocas piezas de piedra, podemos confirmar que tiene que ser el mosaico más antiguo que conocemos del sitio, fechado a finales del siglo I d.C.", sostiene Stephen Clews, el director del sitio turístico The Roman Baths. Desde sus comienzos, las termas romanas de Bath fueron creadas con todos los elementos propios de un excelente establecimiento.
El mosaico ha sido descubierto por Fiona Medland, una voluntaria local de Sociedad Arqueológica Bath & Camerton (BACAS), que ofrece su ayuda a los arqueólogos profesionales de Cotswold Archaeology. "He encontrado el mosaico por la suerte de haberme sido asignada la limpieza del alcantarillado. Pensé que simplemente era el límite del umbral de la puerta hasta que lo limpié, aparecieron dos hileras y me quedé totalmente sorprendida. He estado ayudando a BACAS desde hace diez años y este es mi primer descubrimiento real y un sueño hecho realidad", comenta Medland. The Roman Baths contactará con la agencia gubernamental Historic England para decidir cómo proceder con la excavación del mosaico.
Cuentan que el 26 de noviembre de 1922, Howard Carter, después de introducir por primera vez la cabeza por un hueco que se había abierto en la puerta de la tumba de Tutankamón -y a medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad-, comenzó a ver brillos dorados, cabezas de dioses chacales, una balumba de tesoros intactos que nadie había tocado en miles de años. Y mientras Lord Carnavon le preguntaba en la entrada de la tumba muy impaciente: «¿qué ve?», Carter respondió: «Cosas maravillosas». Aquella escena cambiaría para siempre la egiptología.
Ahora, en Madrid, los egiptólogos han podido mirar de nuevo donde nadie había puesto antes sus ojos. Y también han podido descubrir «cosas maravillosas».
Dos mil años después de muerto, una noche de junio de 2016, Nespamedu llegó a la puerta de urgencias de la clínica Quirónsalud de Madrid. Unos pocos testigos vimos cómo le llevaban, con sumo cuidado, envuelto en las vendas con las que había sido enterrado. Llegó junto a otras tres momias y los especialistas les llevaban con tanto cuidado que iban en contenedores especiales con ambiente controlado, en aquella medianoche de primavera, elegida también porque la meteorología era perfecta, ni muy húmeda ni muy cálida.
La escena se aprecia en un documental de RTVE que fue presentado ayer y que muestra cómo fue la salida del museo en un camión de transporte especializado. En pantalla, el personal del MAN relata cómo vivió el traslado, con mucha emoción, porque era un momento histórico y porque todos intuían la inmensa cantidad de información que saldría de aquel proyecto.
En el documental, vemos pasar el vehículo por delante de la Puerta de Alcalá y cómo, cargado con las momias, cruza muy lentamente por Cibeles y la Gran Vía, a esas horas de aquel domingo sin apenas tráfico. Y luego la salida de la capital en dirección al hospital. Fue un traslado tranquilo, una escapada perfecta para aquellos pasajeros tan singulares. Hasta urgencias.
La escena tenía muchos contrastes: la momia de Nespamedu, quien fuera médico de un faraón -además de sacerdote del dios Imhotep- acudía desde el Museo Arqueológico Nacional (MAN) a un hospital en pleno siglo XXI a hacerse un TAC (tomografía axial computarizada) de última generación.
A sus 55 años eternos, ya no tenía cura, es evidente, pero guardaba algunos secretos. Los médicos del hospital recibieron a su antiguo colega con respeto y curiosidad. Gracias a la más avanzada máquina de diagnóstico por la imagen, la momia de Nespamedu se sometió al escrutinio de los rayos y el software capaz de despegar las capas de misterio y de tiempo que le acompañaron en el reino de los muertos. También fueron estudiadas con los mismos métodos no invasivos las momias de dos mujeres egipcias y un hombre guanche.
Ritos desconocidos
Los resultados son espectaculares, tal y como reconoce Carmen Pérez Die, egiptóloga del MAN, donde ayer se presentó el documental«La historia secreta de las momias: la momia dorada», producido por RTVE y dirigido por Regis Francisco López. Rodado entre Madrid, Luxor y El Cairo, es una notable obra de divulgación de este proyecto científico en el que han participado decenas de personas, médicos, egiptólogos, historiadores y forenses, y que ha sido capaz no solo de «resucitar» el rostro que Nespamedu tenía en el tiempo en que vivió, la era ptolemaica, sino algunos detalles sobre el proceso de embalsamamiento totalmente desconocidos hasta hoy.
Los doctores han encontrado muchas pistas sobre del historial médico y nutricional de las momias, al estudiar los huesos y los dientes que, por ejemplo, registraban abrasiones debidas seguramente a una dieta en la que era frecuente encontrar arena en las verduras y frutas, entre otros motivos.
En cuanto al estudio cultural de la momia, Carmen Pérez Die explica que desde el primer momento detectaron en el escáner unos objetos en la frente y el cuello que resultaron ser amuletos, adheridos a la primera capa del vendaje, muy cerca de la piel.
70 días de momificación
El proceso de momificación más «lujoso», solo al alcance de los poderosos, como era Nespamedu, duraba 70 días y comenzaba con el vaciado de las vísceras que se embalsamaban en los vasos canopos y el largo tratamiento del cadáver, durante 40 días en natrón, la sal mineral que deshidrataba los tejidos. Después era envuelto con resinas y aceites aromáticos. En el final del proceso y en algunos momentos importantes, el sacerdote se ponía la máscara de Anubis. Al cumplirse el día 70, la momia se introducía en el ataúd.
Los médicos de la clínica Quirónsalud tuvieron que esforzarse para contrastar unas débiles imágenes en las que se apreciaban unas manchas que luego fueron los amuletos hallados en el cuerpo de Nespamedu. Casi no se apreciaban porque son de cartón y parecen realizados por el mismo artesano que decoró los cartonajes dorados del exterior de la momia. Hasta los dibujos coinciden. Se trata de una diadema que representa el escarabeo alado, Jepri, símbolo de eternidad. También un collar «Usej», pulseras y brazaletes como símbolos de poder. Y sandalias, para caminar por la eternidad.
De los 15 amuletos, dos estában en las piernas y el resto rodeando el cuerpo. Son dos «Udjat», ojos de Horus, y también dos juegos de sus cuatro hijos: Amset (humano), Hapi (babuino), Duamutef (chacal) y Kebeshenuef (halcón), que son los guardianes de las vísceras embalsamadas en los vasos canopos. Se suman los amuletos que representan a Isis y Neftis, las plañideras, esposa y hermana de Osiris. Y para terminar la colección, Thot, el dios sanador del ojo de Horus y escriba y medidor del tiempo.
La eternidad
El cuerpo del faraón representaba a Egipto, sus dolencias tenían consecuencias en el reino. Nespamedu estudió largos años en el Asclepeión de Sakkara antes de convertirse en el médico del monarca. Y cuando murió, soñando con lograr la eternidad, fue embalsamado en ese rito que duraba 70 días. Durante siglos, la eternidad no era más que ese sueño para él. Pero ahora, gracias a la investigación del escáner y la publicación de los resultados, su historia ha sido completada, sus últimos secretos desvelados.
La eternidad conoce tu nombre, Nespamedu, era esto.
Las ruinas de una ciudad de 2.000 años de antigüedad, que podría haber servido para retener en ella a tropas enemigas a modo de prisión, han sido encontradas por arqueólogos en el norte de China, según informa la agencia oficial Xinhua.
Los restos fueron hallados en las montañas Deling, en el oeste de la región autónoma de Mongolia Interior, a 1.300 metros de una sección de la Gran Muralla, detalló la información.
El tramo de la muralla fue erigido durante la dinastía Han del Este (25 AC-220 DC) por lo que se cree que la ciudad anexa fue obra de la misma época y se utilizó para encerrar en ella a soldados capturados del pueblo de los xiongnu, que en esa época asolaba zonas del norte de China y algunos relacionan con los posteriores hunos.
La ciudad, de 210 hectáreas, estaba defendida por un terraplén de unos 5,8 kilómetros de perímetro, así como por un foso, y en su interior acogía un centenar de viviendas con la misma red urbana que presentaban los campamentos militares de etnias nómadas de la zona.
Restos de una gran tienda de campaña de 32 metros de diámetro fueron también localizados en la zona, así como trozos de cerámicas que presentan diseños típicos de los hunos, como arcos y agujeros en su base.
Los xiongnu dominaron amplias zonas de Asia Central hacia el siglo III antes de nuestra era y se enfrentaron repetidamente con las primeras dinastías de China, que para defenderse de sus ataques construyeron algunos de los tramos más antiguos de lo que luego se conocería como la Gran Muralla.
El subsuelo de Galleguillos de Campos esconde cinco siglos de ocupación romana. Como ocurrió en Lancia con la autovía León-Valladolid, en este caso las obras de modernización de los regadíos del canal de Payuelos han hecho aflorar un poblado, una necrópolis y una calzada romana desconocida. «El yacimiento es gigantesco, aunque una zona está muy arrasada», según el arqueólogo Luis Alberto Villanueva, de la empresa Antequem S.L., encargada de los sondeos.
Las excavaciones, dos zanjas enormes, de unos mil metros en total, se han ceñido exclusivamente al área afectada por la obra. A sólo cincuenta centímetros de profundidad aparecieron los primeros restos de una necrópolis cuyos límites se desconocen. En total, han aflorado 60 tumbas romanas —con orientación Norte-Sur, cruzadas por otras dispuestas de Este a Oeste—. Se trata de enterramientos en fosa simple y en posición decúbito supino, que estaban señalizadas por ‘estelas’ sencillas, una simple piedra o una tégula, sin inscripciones que aporten datos sobre la identidad de los cuerpos.
Algunos esqueletos —explica Villanueva— tienen el cráneo aplastado o desplazado por los arados que han surcado este enclave durante siglos. Hay diez tumbas ‘extrañas’ que están remarcadas con adobes. También han sacado de estas fosas algunas piezas de ajuar funerario, como pequeños vasos cerámicos y fíbulas (broches). Las descubiertas a un metro de profundidad son las mejor conservadas. La empresa Antequem S.L. se hará cargo de los esqueletos exhumados para su estudio antropológico.
«Estratigráficamente, el yacimiento aporta mucha información. Hay un vertedero tardorromano sobre la necrópolis», afirma Villanueva. Y es en que Galleguillos de Campos hay restos del siglo I al V —prácticamente, de todas las etapas del Imperio Romano—.
Más enigmáticos aún han sido los restos de lo que podría ser un poblado romano. En principio, los arqueólogos pensaron que podría tratarse de una villa, pero las dimensiones hacen suponer que se trata de un asentamiento mayor. La pregunta es: por qué eligieron este lugar y por qué se quedaron tanto tiempo.
En las excavaciones en el pago conocido como ‘El Santo’, que han profundizado hasta una cota de 1,20 metros, han salido restos de pavimentos, suelos de tejas y mosaicos bien conservados. La prospección parcial de este yacimiento hace imposible aventurar la importancia de Galleguillos hace 2.000 años, pero teniendo en cuenta las dimensiones de la necrópolis, sólo parcialmente excavada, podría tratarse de un destacado núcleo de población. En el poblado también han aparecido materiales de un amplio período histórico, de época tanto altoimperial como bajoimperial.
Una calzada desconocida
Los trabajos arqueológicos, que están a punto de concluir, han localizado además un tramo de 45 metros de una calzada romana desconocida. Una vía de tierra apisonada y guijarros donde «se intuyen las rodadas de carros y las reparaciones hechas con fragmentos de teja y barro», explica el arqueólogo. En su opinión, coincide con la llamada Cañada Zamorana, entre Sahagún y Zamora. Podría ser una ruta romana secundaria de la Vía Aquitania (Burdeos-León-Astorga). Lo que sí es seguro es que discurre paralela al río Cea y, con seguridad, uniría dos ciudades importantes.
Aunque la aparición de la necrópolis ha sido una sorpresa, lo cierto es que los vecinos de la zona llevan décadas encontrando monedas y cerámicas en sus fincas. En la década de los 70 muchos de los objetos fueron entregados a la sección de Patrimonio y trasladados a la Universidad de León para su estudio, pero nunca más supieron de ellos.
El presidente de la Junta Vecinal de Galleguillos de Campos, Zacarías Gutiérrez, afirma que «los vecinos quieren que se continúe excavando. Estamos pendientes de lo que digan los informes».
Las excavaciones no han paralizado los trabajos que ejecuta Sacyr, excepto en la pequeña franja en la que aparecieron los restos. La Consejería de Cultura, a preguntas de este periódico, ha remitido una nota en la que afirma que «la excavación está siendo supervisada por los técnicos del Servicio Territorial de Cultura. Están pendientes los correspondientes informes y memorias finales, que describan técnica y científicamente el alcance de los hallazgos y restos estudiados, y que deberán ser aprobados por ese mismo Servicio, con las prescripciones de conservación y tratamiento que se vean oportunos». Una respuesta que deja en suspenso, por el momento, si la excavación se ampliará, dada la importancia que, a priori, tiene este yacimiento, don está se puede leer la historia prácticamente completa del Imperio Romano.
El procurador socialista Álvaro Lora registraba hace unos días en las Cortes de Castilla y León una batería de preguntas para que la Junta aclare cuál es la situación de estos restos arqueológicos. Lora también inquiere a la Junta sobre la opinión que los restos le merecen, sobre las medidas que prevé tomar y sobre si piensa colaborar con el Ayuntamiento de Sahagún para continuar estudiando el yacimiento. Los procuradores socialistas leoneses quieren saber, asimismo, si el Ejecutivo autonómico tiene pensado volver a realizar excavaciones para finalizar el estudio del yacimiento.
Tras la experiencia con Lancia, donde las obras de la autovía León-Valladolid sacaron a la luz un gigantesco yacimiento que obligó a ‘salvar’ los restos mediante un viaducto que hunde sus pilares sobre unos restos que Patrimonio exigió conservar «visibles» —aunque esto se ha cumplido—, Galleguillos podría correr idéntica suerte.
La campaña arqueológica del verano de 2017 en el fuerte romano de Vindolanda, en el norte de Inglaterra y junto al Muro de Adriano, fue espectacular: tablillas romanas con algunos de sus textos aún visibles y varios objetos que fueron abandonados en un cuartel de caballería romana anterior a la construcción del Muro de Adriano en el 122 d.C., entre ellos espadas completas, piezas de aleación de cobre para ajustar la montura del caballo, zapatos de cuero, peines, dados... y dos piezas de cuero excepcionales que han resultado ser guantes de boxeo, "probablemente los únicos ejemplos conocidos del periodo romano que han sobrevivido", según explicó ayer The Vindolanda Trust. Los guantes de boxeo se exhibirán en el Museo de Vindolanda a partir del 20 de febrero de 2018.
Los guantes no forman parte de un par, pero tienen un estilo y una función similares. Estos guantes de boxeo romanos, a diferencia de los actuales, estaban diseñados para proteger únicamente los nudillos durante el impacto. Se rellenaban con materiales naturales que amortiguaban los golpes, por ejemplo rollos de cuero bien apretados. El guante más grande fue reparado debido a un uso prolongado y el otro, algo más pequeño, se encontraba casi en perfecto estado cuando fue descubierto. El boxeo antiguo, tanto el griego como el romano, está bien documentado. En el ejército romano era una actividad marcial que se practicaba con el objetivo de perfeccionar las habilidades y el estado físico del púgil. "He visto guantes de boxeo romanos representados en estatuas de bronce, pinturas y esculturas, pero tener el privilegio de encontrar dos guantes de cuero reales es algo verdaderamente especial", expresa Andrew Birley, director de las excavaciones realizadas por The Vindolanda Trust.
El Proyecto Qubbet el-Hawa que dirige la Universidad de Jaén (UJA) en Asuán (Egipto) y en el que participan antropólogos de la Universidad de Granada (UGR), ha realizado el TAC a seis momias del siglo VI a.C., encontradas en la tumba 33 de esta necrópolis en 2014, con el objetivo de estudiarlas y analizarlas de una manera no destructiva, al igual que el pasado año, manteniendo de esta manera su envoltura original de vendas de lino colocadas durante el proceso de momificación.
Por segundo año, la misión extranjera que dirige el profesor de Egiptología de la UJA Alejandro Jiménez, ha podido aplicar la tecnología TAC a las momias halladas durante sus excavaciones, gracias al convenio firmado en 2016 entre las Universidades de Asuán y Jaén. El pasado año, estos análisis permitieron descubrir los casos más antiguos conocidos de cáncer de mama en una mujer y un mieloma múltiple en un hombre.
Según ha informado la UGR a través de un comunicado, los análisis, realizados de nuevo en el Hospital Universitario de Asuán, contaron con la presencia del director del proyecto, que estuvo acompañado por el Rector de la Universidad de Asuán y el director del hospital universitario, Dr. Abdala, así como por miembros del equipo de antropología de la Universidad de Granada, capitaneados por el catedrático Miguel Botella, que forma parte del proyecto.
La técnica de la tomografía computerizada, realizada con la última tecnología en escáneres (100 cortes) permitirá a los investigadores poder estudiar sin dañar las momias diferentes aspectos como la edad, las posibles patologías que sufrieran en vida, los amuletos u objetos de adorno que pudieran portar, las técnicas de momificación y cualquier aspecto ritual que contengan. "A partir de los análisis, esperamos seguir aportando datos sobre la vida y la muerte en el Egipto faraónico de hace más de 2.500 años", han asegurado los investigadores.
La misión arqueológica en la necrópolis Qubbet el-Hawa, frente a la ciudad egipcia de Asuán, cumple su décima campaña de excavaciones y se prolongará hasta el mes de marzo. Durante esta década, este proyecto se ha convertido en "uno de los que mayor éxito científico han tenido", tanto por el hecho de haber encontrado hasta seis tumbas intactas, como de haber descubierto el cáncer de mama más antiguo del mundo.
Este año participan 35 investigadores de diferentes universidades españolas y europeas, de múltiples especialidades, y otros 5 más egipcios. En total son cinco las tumbas sobre las que se actúa este año, con diferentes objetivos marcados.
El Proyecto Qubbet el-Hawa cuenta con la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad, a través de un proyecto de I+D+i, uno de los más importantes concedidos en el campo de las Humanidades, así como con el patrocinio de la Fundación Gaselec y la Fundación Palarq (Paleontología y Arqueología) y el apoyo de la Sociedad Española de Egiptología.
Muy pocos griegos y romanos bajaron al infierno y pudieron contarlo. Los mortales llegaban en brazos de Mercurio hasta la orilla de la laguna Estigia y allí Caronte, el barquero, pagado con la moneda enterrada con el cadáver, les pasaba al otro lado. En ocasiones míticas, como Orfeo, el viaje empezaba en la puerta del infierno, donde tenía que burlar al perro de tres cabezas, y era de ida y vuelta si lograba conmover a los dioses del inframundo con su arte y pedir que permitieran el regreso de su amada Eurídice a la vida. Pero también hubo quien, como Ulises, se acercó a las orillas del inframundo a consultar al adivino Tiresias cómo sería su regreso a Ítaca, para lo cual le alimentaba con sangre de los sacrificios... Beber la sangre fresca calmaba a los muertos en su mundo ceniciento. El gran guerrero Aquiles dice a Ulises al reconocerle allí: «Preferiría ser el más pobre y sucio de los rudos campesinos que se revuelcan en los estercoleros sobre la tierra, que ser el gran rey Aquiles en este mundo de sombras subterráneas».
De todo este comercio con el infierno grecorromano se colige que algunos mortales sabían cómo llegar. Había puertas que llevaban hasta el inframundo y una de ellas, mítica, estaba en lo que hoy es Turquía. Los arqueólogos han podido perfilar el lugar y su utilización en ritos religiosos durante la época romana en la ciudad de Hierápolis. Según han publicado en la revista «Science» Allí hay un templo que desciende hasta una gruta en la que los animales eran sacrificados sin intervención de la mano del hombre... ¿Cómo? Era la puerta del infierno...
Junto a las ruinas del Plutonium, el templo a Plutón, dios romano del inframundo, todavía desfallecen los pájaros que se aventuran a volar por las inmediaciones. Caen muertos y allí quedan junto a las piedras gastadas. Hay una gruta de la que emana dióxido de carbono volcánico en concentraciones mortales.
En los tiempos de Roma los sacerdotes utilizaban esas emanaciones para dejar que toros y otros animales sacrificiales cayeran muertos milagrosamente, sin intervención humana, dedicados a las deidades ctónicas. Bóvidos perfectamente sanos eran conducidos hacia la boca de una gruta puesta en el interior de una estructura rectangular del templo. Morían rápidamente pero los sacertdotes castrados que los acompañaban no sufrían daño alguno. ¿Cómo era posible?
Los arqueólogos han dado con una posible respuesta a esta pregunta tras un nuevo estudio de las ruinas del Plutoium. La entrada de la gruta, o puerta del infierno, fue redescubierta hace 7 años en Hierápolis. El patio rectangular se situaba en el perímetro del templo y estaba rodeado de gradas para que los fieles se sentaran a contemplar la sagrada escena. La ciudad se sitúa en una zona geológicamente muy activa y famosa por sus aguas termales.
Esos manantiales ya eran famosos hace 2.200 años, por su poder curativo. La grieta junto al templo emite grandes cantidades de dióxido carbónico de origen volcánico que se acumula como una neblina en el cerco rectangular. Ahora esas emisiones han sido estudiadas y medidas por vulcanólogos de la Universidad alemana de Duisburg-Essen.
Durante el día, el sol disuelve la neblina, pero durante la noche el gas, algo más pesado que el aire, queda concentrado en el rectángulo como en una piscina. Es coincidiendo con el amanecer cuando la concentración se vuelve más mortal. A medio metro del suelo su concentración es del 35%, suficiente para asfixiar a cualquier ser vivo. Pero esa concentración disminuye intensamente al aumentar la altura. Así que los sacerdotes que conducían a los toros respiraban prácticamente aire puro, mientras los bóvidos iban ahogándose en cuanto pisaban el recinto.
Por eso los sacrificios tenían lugar nada más comenzar el día, en plena aurora. El aliento del Can Cerbero, guardián de la puerta del infierno solo afectaba a los animales que respiraban cerca del suelo. Y a medida que se mareaban bajaban más la cabeza, quedando sentenciados en minutos. Los sacerdotes eunucos, sin embargo no llegaban nunca a caer en el ámbito mortal del templo.
Estrabón visitó el Plutonium hace dos mil años y dejó escrito que los sacerdotes incluso acercaban la cabeza a la cueva (a la parte alta de la misma) sin recibir daño alguno, en un ejercicio demostratorio con algo de circense. Lo que el escritor romano pensó entonces es que tal vez la castración les salvaba de algún modo.
Lo que el equipo de arqueólogos y vulcanólogos están muy excitados por el resultado de sus investigaciones y por haber logrado demostrar que las fuentes históricas tenían, una vez más, razón. Esa es la localización de una de las terribles puertas del infierno.
Aunque la ciudad de Brno fue fundada en la edad media y no tiene un pasado romano, esto no significa que el territorio donde ahora se asienta no haya sido escenario de asentamientos de la Antigua Roma. Así lo demuestra el reciente descubrimiento de un equipo de arqueólogos de Brno, que gracias a las excavaciones preventivas relacionadas con la construcción de dos casas nuevas, han hallado el primer rastro de la presencia de soldados romanos en la ciudad.
Los restos del antiguo campamento militar se encuentran en la calle Vojtová, no lejos del centro de la metrópoli morava. El arqueólogo Václav Kolařík de la empresa Archaia, a cargo de estas excavaciones, presenta el hallazgo.
"Este campamento data de la época de las guerras marcomanas. Entre los años 166 y 180 de nuestra era, los romanos estaban en guerra con las tribus germánicas del Danubio Medio, y del norte también. Este campamento fue construido concretamente durante la ofensiva romana de entre 172 y 180".
Durante el siglo II, los estragos causados por las invasiones de los pueblos bárbaros, especialmente los germánicos, en el Imperio Romano obligaron a los ejércitos romanos, liderados por el emperador Marco Aurelio, a adentrarse en los territorios bárbaros más allá control de Roma.
Aunque la ciudad de Brno fue fundada en la edad media y no tiene un pasado romano, esto no significa que el territorio donde ahora se asienta no haya sido escenario de asentamientos de la Antigua Roma. Así lo demuestra el reciente descubrimiento de un equipo de arqueólogos de Brno, que gracias a las excavaciones preventivas relacionadas con la construcción de dos casas nuevas, han hallado el primer rastro de la presencia de soldados romanos en De esta forma se construyeron varios campamentos militares en lo que ahora es Moravia, la parte oriental de la República Checa, habitada en su momento por los marcomanos y los cuados. Ya antes se había descubierto un campamento romano en la ciudad de Modřice, cerca de Brno. Sin embargo, fue sobre todo el área del actual Břeclav, en Moravia del Sur, lo el escenario de las expediciones romanas contra los bárbaros, según lo explicado por Václav Kolařík.
En su camino hacia el norte del Danubio, los romanos construyeron campamentos que aseguraban su avance en el territorio bárbaro. En la República Checa, la concentración más grande de estos campamentos está cerca de los lagos de Nové Mlýny, en Mušov, y luego en Přibice e Ivañ. También se encontraron otros campamentos en Moravia Central, incluida Olomouc, cerca de las ciudades de Kroměříž, concretamente en Hulín. Hace dos años se encontró uno en Jevičko, ahora este de Brno y otro más en Modřice”.
A diferencia del campamento de Mušov, donde se construyeron varios edificios de piedra, el campamento de Brno solo funcionaba como sitio temporal de poca capacidad y no podía albergar a más de una unidad de soldados romanos. Las tiendas, erigidas en un área de varios cientos de metros cuadrados, estaban protegidas por una empalizada.
"Fue uno de los puntos de apoyo de los romanos en su camino a las tierras bárbaras. Está ubicado en el río Svratka, cerca de un vado importante. El objetivo del campamento era vigilar este vado y así garantizar que los soldados romanos avanzaran discretamente hacia el interior del país. También funcionaba como una estación de suministro para unidades que ya habían cruzado el río".
Pero para Václav Kolařík, este descubrimiento es importante también por otro motivo.
Aunque la ciudad de Brno fue fundada en la edad media y no tiene un pasado romano, esto no significa que el territorio donde ahora se asienta no haya sido escenario de asentamientos de la Antigua Roma. Así lo demuestra el reciente descubrimiento de un equipo de arqueólogos de Brno, que gracias a las excavaciones preventivas relacionadas con la construcción de dos casas nuevas, han hallado el primer rastro de la presencia de soldados romanos en "En los restos de los campamentos militares romanos, a veces es posible encontrar algunos objetos utilizados por los soldados. Estos descubrimientos son sin embargo raros. En Brno, descubrimos una olla de cerámica, utilizada probablemente por un soldado para preparar la comida. Esta olla se rompió y el soldado la tiró a la zanja que rodeaba la empalizada. También encontramos un ornamento de bronce que era parte de la armadura de los legionarios romanos".
Las búsquedas en el yacimiento se completarán a mediados de enero. Los objetos encontrados serán depositados en el Museo de la ciudad de Brno.
La conquista romana de Britania, la actual Gran Bretaña, es un acontecimiento histórico sobre el que tenemos muchos datos... pero solo por parte de los romanos. En realidad, desconocemos casi totalmente lo que ocurría al otro lado. Por eso, el problema de Britannia, la serie que emite actualmente HBO España, no está tanto en que históricamente sea precisa o disparatada, el problema está en que sus planteamientos visuales no siempre funcionan. Describe pueblos, hechos y costumbres que los creadores de la serie se tienen que inventar necesariamente porque casi no tenemos certezas históricas sobre ellos: su obligación es ser creíble, no rigurosa, porque en muchas de las cosas que cuenta no puede serlo.
La serie relata en nueve capítulos el principio de la tercera invasión romana de la isla, en el 43 de nuestra era, bajo el emperador Claudio, casi un siglo después del intento fallido de Julio César. Al tratarse de uno de los estrenos del año en la televisión británica, la prensa del Reino Unido ha publicado decenas de artículos sobre ella. Algunos reflexionan sobre si se trata, como Dunkerque o las películas sobre Churchill, de un ejemplo más del nuevo cine del Brexit: una isla invadida desde el exterior que tiene que defenderse sola. Y unos cuantos historiadores analizan, sin contemplaciones, su rigor histórico. Por ejemplo, Richard Alston, profesor de Historia Romana en el Royal Holloway College de la Universidad de Londres, se despacha en iNews con tres errores graves en el arranque del primer capítulo: Aulus Plautius, el conquistador romano interpretado por David Morrissey (el Gobernador de The Walking Dead), un personaje real, habla de El Cairo cuando la ciudad no se funda hasta 600 años más tarde, asegura que César intentó conquistar Britania una vez —cuando lo intentó dos— y sostiene que Roma es un dios, cuando en realidad es una diosa.
Pero Alston señala que esos errores tienen una importancia muy relativa porque la serie pretende ser una "alegoría sobre la libertad, el imperio y la civilización". Su problema, argumenta, es que se pierde en el relato de ficción, no en la historia. Otros autores insisten, en cambio, en que la descripción del funcionamiento del Ejército romano y de las tribus celtas que vivían en Britania antes de la llegada de los romanos ofrece hallazgos, tanto por el hecho de que tuviesen jefas guerreras como por su división y las luchas constantes entre clanes que refleja. En lo que coinciden casi todos los expertos (y el autor de estas líneas) es que el retrato de los druidas, una especie de monstruos tatuados de dientes afilados, es un desastre.
Allí, de nuevo, es imposible establecer el rigor histórico de la serie, porque de los druidas sabemos lo que decían de ellos sus enemigos, sobre todo autores romanos —casi nada bueno— y lo que ha revelado la arqueología —nada bueno: es muy posible que practicasen sacrificios humanos, como de hecho se ve en la serie, no eran precisamente simpáticos como en los tebeos de Astérix y Obelix—. Uno de los mayores expertos en el neolítico europeo, el francés Jean-Paul Démoule, escribe en su libro Les dix millénaires oubliés qui ont fait l'histoire (Los diez milenarios olvidados que construyeron la historia): "Los celtas disfrutan hoy de un gran fervor, no solo por cuestiones nacionales, sino nacionalistas, pero, a su pesar, se mezclan con todo tipo de divagaciones New Age sobre una supuesta antigua sabiduría druidica que se ha mantenido viva en secreto hasta nuestros días. Todavía hoy existen presuntos druidas que practican esas ceremonias, pero todas fueron reinventadas en el siglo XIX. Y se producen ante menhires y dólmenes... monumentos neolíticos 3.000 más antiguos que los galos". La serie cae en esa fascinación sin encontrar fórmulas visuales válidas.
Britannia esconde virtudes, incluso diría que ofrece momentos excelentes, y se enmarca dentro de un estupendo subgénero del cine de romanos: las películas de legionarios que las pasan canutas en territorio bárbaro durante la conquista de Britania —Centurión y El águila perdida son dos filmes que están muy bien sobre la desaparición de la IX Legión, que participó en la conquista—. Y es muy interesante el tratamiento de la magia, porque uno de los personajes domina ese saber antiguo y misterioso. En cierta medida, los autores de la serie adoptan la visión que tenían los romanos del territorio que conquistaban: creían que se metían en un mundo de poderosos nigromantes. Pero cuando abandonamos la seguridad histórica de los campamentos romanos para adentrarnos en el territorio de los druidas... bueno, echamos mucho de menos a Panoramix.
Relata el Antiguo Testamento que Moisés, en su éxodo hacia la tierra prometida, encontró un manantial salado en el desierto del noreste de Egipto cuya agua convirtió en dulce para beberla. Aquel lugar mítico es hoy objeto de una gran rehabilitación para atraer a peregrinos.
Las termas de Moisés, compuestas por siete fuentes donde el agua se dice que tiene efectos terapéuticos, es uno de los puntos que el Ministerio de Antigüedades y de Turismo quieren convertir en un nuevo destino para los visitantes.
El recinto, que data de la era bizantina y que fue construido sobre los manantiales que se creen que son los citados en la Biblia, era lugar de descanso para los diplomáticos extranjeros hasta comienzos del siglo XX.
Según relató a los periodistas el secretario general del Consejo de Antigüedades, Mustafa Waziri, por falta de mantenimiento, las termas, cuyas profundidades oscilan entre los seis y ocho metros, acabaron abandonadas y cubiertas de arena.
A pesar del abandono, algunos peregrinos continuaron visitando los manantiales, pero en los últimos años «ya no hay apenas turistas», según aseguran a Efe Soraya Ahmed y su compañera de fatigas diarias en las tiendas de artesanía de la zona, Um Ziri, de 53 años.
Contemplando un trasiego de personas que hace tiempo no veía, motivado por la visita de un ministro al lugar, Ahmed, de 69 años, pone a punto toda su artesanía en una pequeña tienda de madera y palma seca. Ella ha sido una de las mujeres que ha pedido al titular de Antigüedades, Jaled al Anani, mientras realizaba una inspección del lugar situado en la localidad de Ras Sadr, en el sur de la península del Sinaí, que «por favor» no le echen de su tierra por la renovación del sitio.
Ambas miran con esperanza los próximos años, una vez que terminen las obras de renovación, para que las personas caminen de nuevo sobre esta arena sagrada.
La primera fase del proyecto de rehabilitación comenzó a finales de 2015 y terminó relativamente hace poco, sin tener aún una fecha de inicio para la segunda etapa.
Aún falta por pavimentar los caminos, remodelar las tiendas de Soraya, Ziri y de sus colegas, así como instalar bazares, cafeterías, restaurantes, en el marco de esa segunda fase de un proyecto cuyo presupuesto total ronda los ocho millones de libras egipcias, unos 450.000 dólares.
El turismo, en busca de recuperación
El turismo en Egipto cayó con fuerza por la inestabilidad posterior a la revolución de 2011 y todavía no se ha recuperado debido a los recientes atentados terroristas.
En estos momentos, el Ejército desarrolla una gran campaña militar contra los extremistas que están presentes en el centro y norte de la península del Sinaí, donde opera una filial del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Pese a que las termas se encuentren a unos 200 kilómetros aproximadamente de las áreas afectadas, las mujeres beduinas reiteran que «la guerra está lejos» del sur del Sinaí y que «aquí se vive muy bien». «Tenemos electrodomésticos, aire acondicionado en nuestras casas. No vivimos como en el desierto», bromean.
El titular de Antigüedades egipcio también quiso destacar este aspecto y dijo que la ofensiva lanzada el pasado viernes y este tipo de proyectos turísticos también son «un mensaje en la lucha contra los terroristas» en Egipto. Al Anani, acompañado de varios embajadores, aseveró que en el lugar confluyen las tres religiones del Libro –el cristianismo, el judaísmo y el islam–.
La ruta sagrada
Además, explicó que por este lugar transitó la Sagrada Familia, pues por aquí pasa la ruta que, según la tradición, tomaron María y José al huir con Jesús a Egipto para escapar del rey Herodes.
Según el relato del segundo libro de la Biblia, Dios le dijo a Moisés que cortara una rama del denominado «árbol sagrado» –en cuyos robustos tallos los niños juguetean ahora– para meterla en ese manantial y convertir el agua en dulce y poder beberla, tras haber estado tres días sin catar gota en el desierto.
De acuerdo con el relato, los israelitas que huyeron con Moisés comenzaron a maldecirle por haberles sacado de Egipto, aunque gracias a la obra de dios pudo continuar.
Hoy es la población local quien espera un milagro para que su vida se reconstruya en paralelo con el lugar sagrado.
En 1994 unos jardineros estaban plantando árboles en el monte Birsa (Túnez), muy cerca del lugar donde se levantó Cartago y una imponente ciudadela del Imperio Cartaginés. Sin quererlo, dieron con un sarcófago dejado allí por los antiguos pobladores, siglos antes de que en el año 146 a. C., el romano Escipión el Africano arrasara la ciudad y acabara con la Tercera Guerra Púnica.
Este pequeño accidente llevó a un importante descubrimiento. En el interior del sarcófago encontraron un esqueleto de más de 2.500 años de antigüedad que perteneció a un joven cartaginés. Se le llamó «El joven de Birsa» o «Ariche» (que significa «el hombre deseado», por la voluntad de las autoridades tunecinas de tenerlo en su territorio) y se comenzó a estudiar sus restos. Gracias a esto, los expertos reconstruyeron sus facciones y le dieron un rostro. Años después de que ocurriera todo esto, un estudio publicado en PLOS ONE este miércoles ha concluído que aquel cartaginés tenía raíces europeas, y que probablemente sus antepasados vivieron en la Península Ibérica.
El hallazgo se ha producido después de secuenciar (leer) el ADN mitocondrial, un material genético que está presente en las mitocondrias, las fábricas de energía de las células, y que se hereda exclusivamente de las madres. Este análisis ha permitido revelar que «Ariche» perteneció a una «rara familia» europea. Se trata del haplogrupo U5b2cl, un conjunto de individuos que comparten una serie de rasgos genéticos y un ancestro común a todos ellos.
«Se cree que U5b2cl es uno de los haplogrupos más antiguos de Europa y que está asociado a poblaciones de cazadores-recolectores. Es bastante raro en las poblaciones actuales, y apenas aparece en europa en el uno por ciento de la población», ha explicado Lisa Matisoo-Smith, investigadora en el Departamento de Anatomía de la Universidad de Otago y primera autora del estudio. Esto indica, en su opinión, «que las ciudades cartaginesas eran bastante cosmopolitas».
La odisea de los genes «primitivos»
La historia de U5b2cl es compleja y convulsa. En anteriores investigaciones se comprobó que estos genes «primitivos» quedaron relegados a algunos refugios. Por ejemplo, Matisoo-Smith ha recordado en el artículo que en anteriores investigaciones se ha informado de la presencia de U5b2c1 en poblaciones de cazadores recolectores hallados en el yacimiento de La Braña, en León, y en otras zonas del noreste de Europa.
Pero en realidad, U5b2cl estuvo a punto de desaparecer: «Una oleada de granjeros del Próximo Oriente reemplazó a los cazadores-recolectores, aunque algunos de sus linajes pudieron persistir más tiempo», ha explicado Matisoo-Smith. En opinión de esta investigadora, fueron las rutas comerciales, las que permitieron que estos genes fueran trasladados desde «la Península Ibérica y algunas islas, hasta el crisol de Cartago, en el Norte de África».
¿Fue esta la historia del joven fenicio? Podría ser. Se sabe que los fenicios proceden de la zona del actual Líbano y que su influencia se expandió como la pólvora gracias al comercio en el Mediterráneo. Así es como comenzaron a fundar asentamientos y puestos comerciales que luego se convertirían en ciudades como Cádiz, Cartagena, Barcelona o la propia Cartago, en el actual Túnez, conectadas con las importantes ciudades de Tiro o Sidón.
Gracias a esto, la cultura fenicia y el comercio tuvieron un fuerte impacto en la civilización occidental. Por ejemplo, tal como ha recorado la autora del estudio, fueron ellos los que introdujeron el primer alfabeto.
«Sin embargo, aún sabemos muy poco sobre los fenicios, excepto por las referencias de romanos y griegos. Esperamos que nuestros resultados y otras investigaciones aclaren los orígenes y el impacto de los fenicios y de su cultura», ha concluido la investigadora. Por ello, los científicos tratarán de buscar este material genético mitocondrial en otros asentamientos fenicios, y al final «recrar la mobilidad humana en el pasado para entender las variaciones que vemos hoy en día», ha dicho la científica. Y además, hacer estos análisis con el ADN nuclear, que puede proporcionar mucha más información.
La historia de los navegantes
De momento, al menos sí se sabe algo acerca del «Joven de Birsa». Gracias al trabajo de expertos en reconstrucción dermoplástica, se puede intuir qué aspecto tenía. Gracias a un estudio antropológico, se concluyó que aquel hombre medía 1,70 metros, que era bastante robusto y que frisaba los 19 o 24 años. Estaba enterrado junto a dos ánforas, una lámpara y una caja de marfil cargada de ricos amuletos y ofrendas de comida, por lo que se cree que formaba parte de las élites de Cartago.
Los fenicios suelen ser reconocidos como una de las más grandes civilizaciones del mediterráneo. Descendían de los cananeos, habitantes de las costas del Mediteráneo, y fueron los creadores del primer alfabeto. Documentaban su historia en papiros, pero el tiempo los desintegró y las guerras y conquistas en sus ciudades principales, como Tiro, Sidón o Biblos, hoy en Siria y Líbano, dificultaron que fueran exploradas en profundidad por los científicos.
Conocidos por sus capacidad para viajar, comerciar y construir barcos, se ganaron su nombre de los griegos por ser los únicos capaces de acceder al tinte púrpura en el Mediterráneo. Sea como sea, sus viajes les llevaron desde Líbano hasta España y Marruecos, y algunos han sugerido que incluso circunnavegaron Africa o que llegaron al sur de Gran Bretaña. Por todo eso, su herencia parece estar profundamente sumergida en las raíces de Europa.
Aproximadamente una docena de relieves de diferentes profundidades que representan a camélidos y équidos, entre ellos un dromedario cuya cabeza se aproxima a la de un burro o una mula, una escena "sin precedentes", según explica hoy el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia. Los hallazgos, descritos en Antiquity, han sido realizados por un equipo franco-saudí en la provincia de Yauf, en el noroeste de Arabia Saudí, en un paraje que ya se conoce como Camel Site.
Las figuras esculpidas en la roca, algunas incompletas, están parcialmente destruidas debido a la erosión natural; tampoco se han encontrado restos de herramientas que permitan fechar los hallazgos. Sin embargo, la comparación con un relieve de Petra (Jordania) hace suponer que las esculturas fueron completadas en los primeros siglos antes o después de Cristo. Su ubicación en el desierto y su proximidad a las rutas de caravanas sugieren que Camel Site, inapropiado como asentamiento permanente, fue un lugar de paso para el descanso de los viajeros o un lugar de veneración.
Un pequeño objeto de plomo con una inscripción íbera ha aparecido durante unas excavaciones arqueológicas en el foso defensivo del Puig de Sant Andreu de la ciudad íbera de Ullastret, en la provincia de Girona, según reveló ayer la Generalitat de Catalunya en un comunicado. La inscripción, estructurada en dos líneas, pertenece a la escritura ibérica nororiental dual de 16 signos, según un estudio preliminar realizado por el investigador Joan Ferrer. Del signario ibérico nororiental, de esta parte de la península Ibérica, se conocen dos variantes, una de ellas la dual, que es casi exclusiva de las inscripciones más antiguas de los siglos V, IV y III a.C.
El objeto de plomo, localizado en los niveles que cubrían el foso defensivo, pesa 65 gramos, mide 4 centímetros de largo y 3 de ancho y actualmente se encuentra en el laboratorio de restauración del Museu d'Arqueologia de Catalunya en Girona, donde se realizará un estudio más detallado de la pieza. Las excavaciones del foso defensivo, iniciadas en noviembre de 2017, forman parte de un proyecto de restauración de las murallas del yacimiento, que permitirá recuperar 130 metros lineales del foso que protegía el lado suroeste de la fortificación. La restauración de la muralla y la parte descubierta del foso mostrarán uno de los sistemas defensivos más importantes del mundo ibérico.
La Universidad de Huelva está realizando un estudio fotogramétrico del acueducto romano, que se pondrá a disposición de la Junta de Andalucía y se divulgará a través de la web del grupo de investigadores y las redes sociales de la Zona Arqueológica de Huelva, y por medio de éstas se podrá hacer un recorrido virtual por esta infraestructura hidráulica que data del siglo I d. C.
El doctor del Área de Arqueología de la UHU Javier Bermejo, explicó que "es todo real, no es una reconstrucción virtual al uso, sino que con fotogrametría digital de alta resolución hemos reproducido la caja del depósito de la Fuente Vieja así como la galería sur, de tal forma que por medio de las nuevas tecnologías se podrá realizar un recorrido virtual para que la gente pueda conocer cómo es el acueducto y en qué estado se encuentra". Con ello se pretende que "la sociedad disfrute de este patrimonio tan desconocido".
Esta iniciativa se incluye en el estudio que se está realizando del acueducto romano y la Fuente Vieja, una actuación, que se enmarca en el Plan de Investigación de la Zona Arqueológica de la ciudad de Huelva, cuyo objetivo es realizar una reconstrucción histórico-arqueológica de la construcción.
Se trata, según apuntó Bermejo, de "un proyecto preventivo de arqueología, en el que se empezó a trabajar el pasado mes de julio y en el que participan varios grupos de investigación de la Universidad de Huelva. "La complejidad que tiene el acueducto desde el punto de vista científico no puede ser abordado solamente desde la óptica de la arqueología. Todos los datos que aporten las diferentes especialidades permitirán reconstruir la estructura y la evolución histórica de esta obra de ingeniería hidráulica".
Indicó que ya se ha terminado el trabajo de campo y "hay un conjunto de datos inmensos, de naturaleza arqueológica, arquitectónica, geológica e hidrológica, que toca ahora procesar en la fase de laboratorio".
Bermejo destacó que "conocemos un poco más del trazado del acueducto, hemos podido acceder unos veinte metros más en la galería norte de la Fuente Vieja. Al sur se documentan unos 125 metros y no hemos podido avanzar más de lo que se conocía". Explicó que el estado de conservación "es aceptable, bastante bueno", el único inconveniente "es que está muy colmatado. En torno a los ochenta y cinco metros se encuentra bastante colmatado de sedimentos, de concreciones calcáreas, y dificultan enormemente el trabajo de la galería, que es bastante estrecha, angosta, tiene unos 45 centímetros de ancho por unos 110 centímetros de alto, que va decreciendo en altura a medida que se va colmatando con estos sedimentos".
Aparte, "estamos conociendo nuevos trazados en torno a las laderas del cabezo, tanto hacia la zona del Parque Moret como de Las Colonias, hay unas ocho galerías que las recorren a una cota determinada, pero todavía queda una labor importante de espeleología", a lo que añadió que "parece que las galerías se entrecortan, enlazan unas con otras". Explicó que esto se tendrá que acompañar con prospecciones arqueológicas superficiales "porque estamos buscando los respiraderos del trazado del acueducto". Ya tienen localizados algunos, "cegados y colmatado, producto de la acción del tiempo, que quizás en un proyecto futuro puedan ser motivo de limpieza y de su puesta en valor".
Desde el punto de vista hidrológico se está estudiando la naturaleza y composición del agua. "Es muy rica en calcio y magnesio". Han detectado fauna dentro de la galería, pequeños insectos, que va a ser analizados, "estaban a una profundidad determinada y son endémicos de la galería. Todo esto está en fase de estudio".
En el apartado geológico se están haciendo nuevas investigaciones para comprender por qué el desarrollo de la galería a una cota determinada. "Las características de los cabezos son las que han determinado la construcción del acueducto de una manera y, en ese sentido, las particularidades arquitectónicas difieren de otros ejemplos que encontramos en Hispania o en el occidente romano".
El doctor en Arqueología subrayó, en relación a la rehabilitación de las laderas del Conquero, que cualquier tipo de actuación urbanística sobre los cabezos debe contemplar el patrimonio arqueológico. "Es un patrimonio que está presente y, desde el punto de vista histórico, siempre ha sido maltratado, dañado y, quizás, es el momento oportuno para llevar a cabo el rescate y la puesta en valor de este patrimonio. Me consta que en la administración se contempla el bien patrimonial como un elemento articulador dentro de la recuperación de las laderas del cabezo".
El aceite de oliva vive uno de sus mejores momentos de expansión y cada vez son más las toneladas que se exportan desde Córdoba y, por ende, desde toda Andalucía a distintas partes del mundo cada año. Pero aunque ahora parezca que esta situación es nueva y que el sector oleícola es el sustento de gran parte de la economía cordobesa a lo largo de los últimos años, lo cierto es que las exportaciones desde esta parte del mundo del conocido como oro líquido comenzaron en la época romana. Claro, que ahora llevar aceite de oliva desde Córdoba a cualquier país del planeta es relativamente más fácil que en siglo I. Es evidente que, desde entonces, las condiciones para ello han cambiado de manera sustancial, pero las exportaciones del producto se mantienen y traspasan, eso si, nuevas fronteras.
Si ahora las ventas a países extranjeros se hace en contenedores especializados y se cumplen toda una serie de requisitos, hace dos mil años el único método de transporte del aceite eran las ánforas de barro, que se elaboraban en los correspondientes alfares, y que se levantaban en zonas cercanas a pasos fluviales. Una de estas zonas de la península ibérica es el paso por las provincias de Sevilla y Córdoba de los ríos Guadalquivir y Genil, donde se estima que hace más de dos mil años ya había más de un centenar de estos alfares romanos. Bajo este conocimiento, un grupo de trabajo de las universidades de Córdoba, Sevilla y Montepellier (Francia) trabajan en la excavación de estos espacios de trabajo romanos, en los que se hacían las ánforas para transportar el aceite de la Bética hasta la capital del Imperio Romano, es decir, hasta Roma.
Hace apenas dos semanas, una docena de investigadores y estudiantes de Arqueología de las citadas universidades comenzaron a trabajar en la excavación de uno de estos alfares, que se encuentra ubicado en la aldea de El Mohíno (Palma del Río); los investigadores trabajan en un área de 400 metros cuadrados, en los que de manera previa se había hecho una prospección geomagnética, es decir, que más o menos conocían con cierta exactitud con qué podían encontrarse. Enrique García es profesor de Arqueología de la Universidad de Sevilla y participa en este proyecto de investigación y destaca la importancia de estos espacios, además de su hallazgo. Recuerda que en el Imperio Romano el aceite de oliva se entregaba de manera gratuita a los ciudadanos y, además, se enviaba a los soldados que se encontraban en la zona del Rin y el Danubio (Alemania); que era la mayor parte de la frontera septentrional del Imperio Romano. El Estado, explica a el Día, "va organizando este sistema de abastecimiento del aceite. Así empiezan a surgir las almazaras y también las alfarerías para hacer los envases". El profesor añade que desde el siglo I y hasta el III del Imperio Romano "es la gran época en la que todo el Valle del Guadalquivir se llena de alfarerías y fue un periodo muy importante". Subraya también que aunque los investigadores conocen gran parte de estos alfares localizados en Andalucía, el número de los excavados hasta la fecha no llega siquiera al 10% del total. "Los conocemos mal porque hay pocos excavados", asegura.
No obstante, este arqueólogo sí que conoce las características comunes de este tipo de espacios de la época romana. A la espera de poder llegar a excavar gran parte de ellos, todos presentan tres áreas comunes: la de fabricación, la del horno -que es la parte más grande- y la de almacenamiento, en la que también había un espacio reservado para las piezas que se desechaban. Otro de los rasgos comunes de estos alfares de época romana era que utilizaba "una técnica muy similar" para su construcción y el aprovechamiento de restos de piezas. A ello, según García, se suma otro aspecto que, a su juicio, "es lo más interesante", ya que se trata de que cada una de estas alfarerías tenían un sello con el nombre del propietario.
Pero, ¿qué hacían en Roma con todas las ánforas de aceite de oliva que llegaban desde la Bética? Pues, según el arqueólogo, se tiraban, ya que no se podían reutilizar. Tal cantidad de restos de estas piezas y durante tantos años hizo que apareciese la colina Testaccio, un promontorio artificial al que también echaban cal. Ahora, además, hay un equipo de la Universidad de Barcelona excavando en este espacio y en el que aparecerán, a buen seguro, piezas que en su día viajaron desde Córdoba.
El director de la excavación es Iván González, natural de Fuente Palmera, que es doctorando en la Universidad de Montpellier. Es más, su tema de doctorado se centra en la industria alfarera en la época romana en el Valle del Guadalquivir. También él destaca la importancia de la excavación en El Mohíno y asegura que este tipo de talleres "fueron de los primeros que se hicieron" en el Imperio Romano. Por ello, añade, el proyecto intenta "averiguar la evolución del conjunto industrial al completo con las excavaciones".
Además de las universidades citadas, en el proyecto arqueológico -que se prolongará hasta 2019- también participan las instituciones académicas de Ginebra (Suiza), las francesas Toulouse, Burdeos y La Rochelle y son alrededor de una veintena las personas implicadas en su desarrollo.
De las trompetas de Jericó a la lira de Nerón, pasando por la flauta de Pan o el peligroso canto de las sirenas, la música de la Antigüedad nos suena. Pero en realidad es poco lo que sabemos en general sobre el fenómeno musical y todas sus implicaciones en las civilizaciones del mundo antiguo. A explicar el fascinante mundo de la música en cuatro de las grandes culturas del pasado, la de Mesopotamia, la del Antiguo Egipto, la griega y la romana (un paseo de más de 3.000 años, desde el 2.900 antes de Cristo hasta el siglo IV de nuestra era), está dedicada la nueva exposición de la Obra Social la Caixa fruto de su colaboración con el Louvre que arranca en el CaixaForum de Barcelona (desde hoy hasta el 6 de mayo) y se verá luego, en junio, en el de Madrid.
La exhibición, que incluye excepcionales instrumentos antiguos de enorme valor arqueológico, se compone de 373 objetos, la mayoría procedentes de los fondos del museo parisino (entre ellos algunos nunca expuestos) pero también de otros prestigiosos centros (una veintena) como el Metropolitan de Nueva York , los Museos Capitolinos de Roma, el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles o el Museo Nacional de Atenas. A destacar que el Louvre posee la segunda mayor colección de instrumentos musicales del Antiguo Egipcio tras el Museo Egipcio de El Cairo.
La muestra, dispuesta temática y no cronológicamente, nos adentra en las antiguas relaciones de las divinidades, los ritos, el poder, la magia, la seducción o la guerra con la música. Nos hace introducirnos en el mundo del duelo y las plañideras pero también en el del erotismo (en un relieve de arcilla de Irak un intérprete de laúd y una mujer que toca la pandereta, desnudos ambos, se empujan con las nalgas en una versión amorrea de una canción del verano de Georgie Dann). La exposición nos explica también al oficio de los intérpretes y la construcción y difusión de sus instrumentos.
En realidad, señalan los organizadores, de la Antigüedad apenas se conservan algunos fragmentos de melodías en sistemas de anotación musical de Mesopotamia y Grecia: su lectura para restituir la música de entonces tal y como sonaba en su época es asunto muy delicado y, pese a notables intentos, aún lejos de estar resuelto.
Entre las piezas que se exhiben, arpas y sistros faraónicos, estatuillas mesopotámicas de músicos, una escultura de Hermes, acreditado como inventor de la lira, un mosaico romano con Orfeo tañendo el mismo instrumento o una preciosa Isis plañidera de época ptolemaica en madera pintada con un delicioso vestido rojo. A destacar también un pequeño y muy sensual Eros citarista de arcilla (la imagen icónica de la exposición), la estela de Horudja, jefe de los cantores de Amón, en la que el personaje aparece sentado en un taburete y tocando una gran arpa ante los dioses, la tablilla amorrea con el himno a Ninkasi, diosa sumeria de la cerveza (¡) o una pandereta egipcia de acacia de mucho antes de que naciera Ramsés II.
Músicas en la Antigüedad, que cuenta con un catálogo de gran formato esencial para profundizar en los temas de la notación musical, la difusión de los instrumentos o la problemática en la reconstrucción moderna de los mismos, es una exposición prolija y que requiere tiempo y atención, pues la cronología es muy larga y el tema nada fácil (una sección está dedicada a la evolución y difusión del sistro). Pero a cambio del esfuerzo ofrece experiencias estéticas y conocimientos a manos llenas. Encontrarte por el camino a la Cleopatra de Astérix oyendo a un arpista, a Nerón tocando la lira mientras arde Roma, la sonora parada de los aurigas de Ben-Hur, el triunfo de Vinicio (Robert Taylor con coraza musculada), con su fanfarria imperial, en Quo Vadis (para el que el compositor Miklós Rózsa hizo reconstruir instrumentos romanos), o la no menos pomposa marcha de Rameses en Aida, facilita las cosas.
El recorrido se abre precisamente con una sección sobre la música antigua en el imaginario occidental y cómo el cine, el teatro, la ópera, la novela y la las artes plásticas han forjado clichés en nuestra imaginación. Una escultura de 1839 de un reciario llamando a filas con un cornu (trompa circular), obra del artista Jean-Léon Gérôme (el autor del célebre cuadro Pollice verso, al que debemos buena parte de nuestros estereotipos de los gladiadores) se muestra frente a una pantalla que proyecta imágenes de péplums y óperas históricas. Al lado se puede ver un viejo libro con un grabado de Doré que muestra a los sacerdotes israelitas tocando las trompetas (esa gran arma secreta de Josué, junto con el Arca) para derribar los muros de Jericó. Veremos luego cuadros del XIX que muestran escenas de la antigüedad con instrumentos (la hermosa Salambó de Rochegrosse) y el lío que se hicieron los estudiosos al tratar de reconstruir esos instrumentos (arpas egipcias o cítaras romanas) cuando se encontraban los objetos arqueológicos, sus fragmentos o sus reproducciones en esculturas o pinturas.
Una boquilla de oro de trompeta de Bactrina, una siringa de Antinóopolis, claquetas de Susa, sistros de la diosa Hathor... En el ámbito El oído de los dioses, se trata de los dioses músicos y de las liturgias musicales, en Los sonidos del poder se muestra cómo la música forma parte de las ceremonias de la autoridad y su puesta en escena. En Los oficios de la música se exhibe una verdadera galería de instrumentistas: varias decenas de figuritas de distintas fechas y lugares que muestran a músicos. A destacar también la pequeña escultura de dos mujeres con los suyos a bordo de un palanquín a lomos de un camello. La estela funeraria de un tocador de trompa, Cayo Sulpicio, representado con su instrumento y la pintura pompeyana que muestra a una intérprete de lira afinándola ofrecen una mirada excepcionalmente directa e íntima sobre los músicos de la antigüedad. Una de las piezas señeras de la muestra es el enorme cornu hallado en Pompeya y cuyo sonido puedes escuchar: ¡es como oír la voz de Julio César!