viernes, 14 de abril de 2017
ABC:Espartaco, el esclavo que doblegó a Roma
Fue uno de los más importantes gladiadores de la Historia y lideró la más importante rebelión de esclavos de toda la antigüedad contra la República romana entre el 73 y 71 antes de Cristo. Espartaco nunca pudo imaginar que su nombre entraría en los libros de Historia y en la leyenda, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la libertad y la igualdad. Un viaje conmovedor nos sumerge en el más grande sistema de esclavitud de la Historia mediante una magnífica exposición que se presenta en el museo del Ara Pacis de Roma, hasta el 17 de septiembre: «Espartaco. Esclavos y amos de Roma», realizada por un equipo de arqueólogos, escenógrafos y arquitectos, y comisariada por Orietta Rossini.
La muestra reúne 250 restos arqueológicos, algunos procedentes del Museo Arqueológico de Madrid; fotografías, paneles y vídeos, en los que se revela el complejo sistema de esclavitud de la Antigua Roma. La economía del imperio, su expansión y su desarrollo social, económico y político no hubieran sido posibles sin la explotación de una fuerza de trabajo privada de derechos y de libertad. El Coliseo, por ejemplo, es una construcción emblemática realizada por esclavos.
La rebelión de un gladiador
Estudios recientes han calculado la presencia de entre 6 y 10 millones de esclavos en una población de 50-60 millones de personas. La exposición se adentra en las condiciones de esos esclavos, pero no se olvida de la esclavitud en la actualidad, estimulando a una reflexión: la Organización Internacional del Trabajo calcula que hay un mínimo de 21 millones de personas que hoy se encuentran en condiciones de esclavitud en todo el mundo, ya sea como agricultores, trabajadores domésticos o mujeres explotadas sexualmente. Precisamente, las prostitutas son las esclavas modernas, que constituyen la tercera parte del negocio de la criminalidad organizada, después de la venta de armas y de la droga.
La exposición nos hace revivir las duras condiciones de los esclavos, apareciendo como telón de fondo la historia del extraordinario personaje que fue Espartaco, el gladiador que decidió rebelarse a su destino de esclavo y osó desafiar la potencia de Roma en nombre de la libertad. Originario de Tracia, región del sureste de la Europa antiguo, donde era de buen linaje y de notables cualidades, Espartaco fue conducido como prisionero a Capua, una de las más importantes ciudades romanas, definida por Cicerón como la «segunda Roma», con un monumental anfiteatro, entre los más grandes del imperio tras el Coliseo.
El esclavo Espartaco se adiestró como gran combatiente en la famosa escuela de gladiadores de Capua, llena de esclavos, que se preparaban prácticamente a morir en el Circo para la diversión de los espectadores en el célebre anfiteatro de la ciudad. Contra esas sangrientas y mortales peleas se sublevó Espartaco. Un día intentaron la huida 200 esclavos. Lo consiguieron 78, llegando tras una escapada rocambolesca hasta las faldas del Vesubio. Allí logró con ese puñado de esclavos su primera victoria sobre los romanos, una victoria que cambió para siempre su vida.
Sed de libertad y venganza
Espartaco, convertido en el líder del malestar popular contra la esclavitud y la opresión, lanzó un llamamiento a todos los esclavos y desheredados de Italia, que se contaban por millones, organizando un ejército de unos 70.000 hombres sedientos de libertad y de venganza. Les enseñó a fabricarse las armas y durante casi tres años combatió a las legiones romanas, derrotando a varios generales enviados en su contra por el Senado. Su lucha sorprendió a toda la península y las victorias de Espartaco preocuparon a Roma.
Se dio entonces el mando de las legiones al cónsul Grasso, quien en el 71 a.C. derrotó a Espartaco, tras hacer llegar incluso a marchas forzadas desde España al general Pompeo con sus legiones. De fuentes antiguas se sabe que Espartaco murió de manera heroica. Fue acribillado y nunca se pudo identificar su cadáver. La mayor parte de sus hombres murió con él. Unos 6.000 supervivientes fueron capturados en los bosques y en la primavera del 71 acabaron crucificados en los márgenes de la via Appia, uno cada 30 metros. Quien recorría desde Capua hasta Roma esa calzada, una de las más importantes del imperio, quedaba horrorizado. Era un escarmiento y una derrota que marcaba el final sangriento de las guerras sociales y sancionaba la inevitabilidad de la economía con esclavos. Al igual que le había ocurrido a Aníbal, también para Espartaco la conquista de Roma se quedó solamente en una ilusión.
Sugestivo recorrido
El legendario rebelde da pie a un recorrido muy sugestivo en once secciones de la exposición, en la que se cuentan algunos detalles históricos citados anteriormente y diversos aspectos de la esclavitud: el mercado de los esclavos, floreciente en todo el Mediterráneo y en Roma; las condiciones de los esclavos domésticos, en el campo, en las minas; la esclavitud femenina y la explotación sexual. Suscita ternura y al mismo tiempo horror la octava sección, la dedicada a los niños. Al co mienzo del recorrido está la foto de un niño de cinco años explotado en un campo americano de algodón en el 1916, y después numerosos testimonios de la antigüedad que son ejemplos de infancias robadas. La novena sección esta dedicada a los esclavos en las canteras y minas, con las cadenas y esposas de esclavos de las minas de Huelva. Se explora también, en la sección esclavitud y religión, la relación que existía con algunos aspectos del culto oficial romano. Finalmente, destaca el capítulo dedicado al camino hacia la libertad: los libertos eran los esclavos a los que se les daba la libertad respecto de sus patronos. Algunos realizaron grandes carreras: En el tiempo del emperador Claudio eran de extracción libertina sus ministros de justicia, finanzas y cultura.
Entre los objetos de la exposición hay sellos con los que los patronos oficializaban la posesión de un esclavo: pendientes, anillos y collares que los amos regalaban a sus domésticas. Un documento importante es una carta, procedente del Museo Arqueológico de Madrid, en la que un patrono despide a uno de sus empleados porque hizo trabajar a una mujer embarazada, la cual perdió el bebé que habría sido de su propiedad.
Uno de los aspectos que distinguen la época en que se desarrollan los acontecimientos con la lucha de Espartaco es el carácter multiétnico de la sociedad romana. No fueron los romanos los inventores de la esclavitud, que existía desde tiempos remotos en todas las civilizaciones, pero ciertamente su genio organizativo fue capaz de poner en marcha la mayor sociedad de esclavos que jamás haya existido. La más grande en términos cuantitativos, dado que los esclavos constituyeron al menos el 10%, quizás incluso más, del total de la población imperial, con porcentajes que podían llegar al 30% en las grandes ciudades; y la más grande también por la presencia de los esclavos en todos los sectores clave de la producción económica y de la administración estatal.