miércoles, 4 de marzo de 2015
El Mundo:Cuando Roma llegó a China
'De Roma a China' (editadopor Stella Maris), libro escrito por Jean-Nöel Robert, explora la llegada del Imperio romano a China en el año 166 de nuestra era, un acontecimiento apenas representado en la historia occidental. La intención del autor era explorar lo inexplorado: que el Imperio Romano llegó l otro lado del mundo mucho antes que Marco Polo, una información que no nos ha llegado a través de fuentes latinas sino de textos chinos. Y por eso, el olvido.
Y eso que el hilo no fue puntual. Roma y China estaban conectadas por el comercio de la seda: Roma recibía seda de una tierra distante a la que llamaban 'Serica'. Sabían muy poco sobre los orígenes de estos bienes lujosos que, en seguida, quedaron revestidos con leyendas y mitos. El pueblo de Roma consideró que sus viajeros eran parecidos a Odiseo en una misión patrocinada por Júpiter, Juno, Apolo... Dicho de otro modo: Serico estaba más cerca de los dioses que de los humanos a pesar de que, en esa época, el conocimiento avanzaba casi en paralelo a los dos lados del mundo.
¿Por qué el interés por la relación entre el Imperio Romano y China?
El proyecto de este libro surge de la conjunción de dos temas de interés muy importantes para mí: por una parte, mi profesión es la de profesor de latín y de historiador de las mentalidades de la Antigua Roma. Por otro lado, está mi interés por todas las civilizaciones, y particularmente por las asiáticas. Llevo más de 35 años recorriendo ese continente y he realizado una decena de viajes por China.
¿Y en qué ha consistido el trabajo?
La idea de este libro nació del relato de unos acontecimientos extraordinarios para la época: en el año 166 de nuestra era, comerciantes del Imperio Romano lograron llegar a la Corte del emperador de China haciéndose pasar por embajadores. Lo hicieron con el fin de dedicarse al comercio de la seda y evitar a los intermediarios. Este hecho no aparece consignado en los textos latinos, pero sí en los anales chinos. Entonces me interrogué sobre las condiciones que permitieron llevar a cabo un viaje tan largo por mar, desde el Mar Rojo hasta la costa septentrional del actual Vietnam. Es sorprendente que, en ese preciso momento de la Historia, los grandes imperios que jalonaban la Ruta de la Seda se encontraban en una situación política de relativa paz y estabilidad. Después, estudié los conocimientos geográficos de la época: algunos eran de una precisión sorprendente, teniendo en cuenta la dificultad de aquel entonces para trazar un mapa del mundo. A continuación seguí paso a paso a los viajeros por las diferentes rutas, tanto terrestres como marítimas, con sus dificultades... En fin, me he interesado por los intercambios, esencialmente comerciales pero también culturales, que se han llevado a cabo a lo largo de la ruta. Mi intención ha sido mostrar que, mucho antes que Marco Polo, los hombres del Imperio romano se aventuraron por los caminos corriendo grandes riesgos y que esta aventura, ignorada en su época, merece nuestro interés y nuestra admiración.
¿Qué pensaban los romanos de China? ¿Qué tenían en la cabeza?
Hay una paradoja asombrosa: los romanos recibían la seda blanca venida de China, pero desconocían dónde se encontraba realmente el país de origen, que ellos llamaban la Sérica, por el nombre de la seda. Tenían una imagen sorprendente de esas poblaciones lejanas. ¡Un hombre tan riguroso como Plinio el Viejo no dudaba en describir a los chinos como hombres grandes, de ojos azules, pelirrojos y de voz ronca!
El viaje de algunos romanos a China es muy similar a los mitos y leyendas griegas y romanas de hombres valientes, guiados por los dioses...
Es sobradamente conocido que los grandes líderes del mundo antiguo cultivaban una relación privilegiada entre ciertas divinidades que consideraban que les protegían especialmente. En lo que respecta a los modestos viajeros, teniendo en cuenta la religiosidad de los pueblos antiguos, es evidente que imploraban regularmente la ayuda de los dioses.
Para los romanos, la línea entre realidad y ficción era más borrosa en lo que concierne al viaje y el destino ¿Esto afectaba a la credibilidad de las fuentes para los historiadores? ¿Cómo podemos saber si estos hechos sucedieron realmente en tiempos de los romanos?
Es cierto que en la Antigüedad no se hacía gran diferencia entre historia y mitología. Para ellos, Alejandro Magno era tan real como Hércules. Además, eran muy sensibles a la leyenda. Eso también significa que hizo falta mucho valor para que estos hombres llevaran a cabo un viaje de esa envergadura. Sin embargo, los anales chinos dan fe de la visita de estos enviados del Imperio romano a la Corte del emperador de China en el año 166 de nuestra era.
¿Hubo algo más que comercio?
Los intercambios entre China y el Imperio romano, en el plano comercial, comenzaron antes del viaje de estos comerciantes. Las mercancías eran transportadas por caravanas que iban relevándose a lo largo de las rutas terrestres. Por su parte, los indios comerciaban desde hacía un tiempo con China por vía marítima. Ellos enseñaron a los romanos los secretos del itinerario. Los intercambios culturales no existieron en igual proporción, pero dedico en el libro un capítulo a explicar cómo los artistas del mundo romano llegaron hasta la encrucijada cultural de Gandhara (en el norte del Pakistán actual) al comienzo de nuestra era y contribuyeron así al nacimiento de la representación figurada de Buda en lo que se conoce como el Gran Vehículo.
¿Los romanos contribuyeron al desarrollo de las matemáticas, la geografía o las ciencias con sus investigaciones acerca del viaje a China?
No, las relaciones esencialmente comerciales entre Occidente y el Lejano Oriente de la época no tuvieron apenas influencia sobre las ciencias. Sin embargo encontramos en un geógrafo como Ptolomeo la mención de viajes terrestres llevados a cabo por enviados de un comerciante macedonio a otro geógrafo, Marino de Tiro.
¿Podría hablarme un poco sobre el viaje, los medios de transporte, qué es lo que hacían para pasar el rato?
No hay tiempo suficiente para detallar todos los peligros que aguardaban al viajero, están en el libro que es casi un relato de aventuras. El viaje se basaba en el descubrimiento y la utilización de los vientos del monzón. Había medios casi poéticos de orientarse en el mar (gracias por ejemplo a la presencia de pájaros, que indicaba la cercanía de la costa), había peligros relacionados con los animales salvajes en las montañas, había historias sobre esqueletos humanos en el desierto de Taklamakán...
¿Qué espera de sus lectores?
Pienso sinceramente que este libro de historia no es como los demás en el sentido en que, con el rigor del historiador, abordo un acontecimiento en apariencia menor de la historia de la Antigüedad, pero extraordinario si para reflexionar sobre las condiciones de los viajeros de la época (suelo decir que entonces los satélites no eran tan fiables como en la actualidad). Me gustaría sobre todo que el lector descubriera la que considero una sorprendente aventura humana, aunque fuera concebida con la perspectiva de obtener un beneficio material.